Cada tanto encontramos un ser humano que ha llegado al fin de sus recursos. Su vida está destrozada. ¿Cómo llegaron a una catástrofe tan lamentable? Es cierto que no todos llegaron por el mismo camino pero todos tienen algo en común.
Romanos 6:23 dice “Porque la paga del pecado es muerte”. Hay distintas maneras de interpretar la palabra “muerte” en este versículo. Su aplicación teológica es que la muerte significa la separación del hombre de Dios por toda la eternidad. El pecador está condenado por causa de su pecado. Por eso, Cristo murió en la cruz para redimir al pecador de la paga del pecado.
Nos conviene reconocer que pagamos por el pecado de otras maneras. No es tan grave como la pérdida de su alma por toda la eternidad. Algo muere cada vez que pecamos. Permítame explicar lo que quiero decir por esto.
Don Juan sale a robar. Atrás de una casa él encuentra una carretilla, una pala punta y una garrafa. El mete todo en la carretilla y lo lleva. ¿Qué pasa? La familia de la casa se despierta por la mañana y encuentra que un ladrón entró por la noche y se llevó algo de sus bienes materiales. Para ellos, murió la utilidad de la carretilla, la pala y la garrafa. Antes estaban allí esperando ser usados. Las cosas materiales no son vivas pero lo que pudieron contribuir a su dueño murió. Para reemplazarlos tendrán que gastar dinero que iban a usar para pagar la cuenta de luz o lo que sea. Este dinero murió. Don Juan dejó un camino de muerte atrás.
No fue todo ganancia para Don Juan tampoco. Tal vez él piensa que sí pero algo en él murió. Su sentido de dignidad murió un poco. El hecho de ser ladrón es vergonzoso. Tal vez Don Juan tiene un corazón tan duro que no le queda más vergüenza. Si es así, ya en un tiempo atrás su sentido de dignidad murió. También el respeto que los demás tenían por él muere cada vez más al saber que él no es digno de confianza. El pecado es un camino de muerte y degradación.
Vidas son hechas pedazos por el pecado. Lo más que uno se entrega a los deseos carnales, más rápido llega a la derrota. Lo más tiempo que uno anda en el mal camino, más bajo llega.
Cuando el sentido de valor propio y dignidad muere en uno es más fácil que se entregue al mal camino. Su actitud es: “¿Qué me importa? No tengo nada que perder”. Es triste cuando esto sucede en la juventud. Así no tienen ganas de estudiar y mejorar su valor propio. Unicamente buscan la forma más fácil de satisfacer sus necesidades físicas y pasiones carnales. No encuentran trabajo porque no tienen oficio. Tampoco tienen lo suficiente auto disciplina para llegar a trabajar cada día a la hora de trabajar.
Hay los que tienen un cuerpo debilitado a una edad temprana porque lo abusaron con vicios y comida basura. El matrimonio de muchos está a la frontera del quebranto porque uno, o tal vez los dos, no tienen suficiente auto disciplina para frenar su egoísmo. El matrimonio de otros ya es historia; una historia triste de abuso, peleas e hijos con graves problemas emocionales.
Han llegado al fondo y no les queda mucha razón por la cual vivir. Sin embargo, tienen gran temor de la muerte. Ellos se preguntan “¿Qué hago?” Gracias a Dios, hay una solución. Para Dios, no hay nada imposible. Tal vez no hay forma de recuperar lo que han perdido por andar tanto tiempo en el mal camino, pero si están verdaderamente arrepentidos y dispuestos a entregarse a Dios de todo corazón, él puede cambiar su futuro. El hecho de hacer un cambió tan abrupto parece difícil, si no imposible, para algunos, pero es posible por el poder de Dios. Isaías. 55:7 dice “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”. Le hace falta también la ayuda de un pastor compasivo y una iglesia cariñosa.
Si no ha llegado al fondo todavía, pero se da cuenta de que está en el mal camino, no espere más. Lo más bajo se llega, lo más difícil será salir del pozo cenagoso. Dios te espera. Venga tal como eres, confesando tus pecados y pidiendo la misericordia de Dios y su salvación.