El Diccionario de la Real Academia Española define la poesía como la expresión artística de la belleza sujeta a la medida y cadencia de que resulta el verso; y como el género de producciones del entendimiento humano cuyo fin inmediato es expresar lo bello por medio del lenguaje.
Si la poesía es la expresión artística de la belleza y el género de producciones del entendimiento humano cuyo fin inmediato es expresar lo bello por medio del lenguaje, tenemos que preguntarnos qué cosa es la belleza, esencia que la poesía expresa de una manera artística y con la música de la cadencia.
El Diccionario Nos Falla
El diccionario nos falla al definir la belleza; nos deja en el aire con su vaguedad y su abstracción. No hay un criterio uniforme en cuanto a lo que la belleza es. Para Platón lo difícil es lo bello; para Epicuro es lo agradable; para Santo Tomás y los escolásticos lo bueno es lo bello: para Bentham y los utilitarios todo lo que es útil es bello. No hay definición perfecta que nos diga lo que la belleza es; y cada definición, por buena que parezca, resulta unilateral y deficiente. Sin embargo, tenemos que adoptar alguna para nuestro propósito, y adoptaremos la que Luis Alberto
Sánchez da en su Breve Tratado de Literatura General, y que la letra dice:
«Es bello todo lo que, contemplado, produce una impresión de agrado o deleite noble, libre y desinteresado». Yo agregaría que no solamente todo aquello que se contempla, sino también todo aquello que se siente y produce esa impresión de agrado o deleite noble, libre y desinteresado, es la belleza.
Dios es Belleza
Ahora bien, y ya colocándonos en el terreno donde hay que quitarse las sandalias para entrar porque la tierra que pisamos santa es, podemos decir con absoluta certidumbre y con profunda convicción que la suprema belleza y la esencia de la belleza es Dios. Dios es en sí mismo la Belleza suma y es el Creador de todo lo bello. En otras palabras, lo bello es bello, porque procede de las manos de Dios, porque lleva las marcas divinas. Esta declaración no satisfará en modo alguno la mente secular, pero estamos ciertos de que expresa el sentir de la mente religiosa, y para decirlo de otro modo, del pensamiento cristiano. Así como Juan el Bautista definió a Dios como suma y esencia del amor, así podríamos afirmar en otra definición breve: Dios es belleza.
Si la poesía es expresión de la belleza, para nosotros, cristianos, la poesía tiene que ser la expresión de Dios mismo, porque Dios es la suma y esencia de la belleza. Y si es así, la poesía tiene, o debe tener, un valor de alto relieve en la literatura cristiana y su uso ha de ser considerado como algo de lo cual no podemos prescindir.
Nos falta poesía cristiana. Abunda la poesía secular, pero la poesía secular no nos sirve porque Dios está ausente de ella, porque ella está divorciada de Dios. La poesía secular expresa sentimientos muy otros de los que el Señor inspira; la poesía secular expresa pensamientos e ideas muy distintas de los pensamientos e ideas muy distintas de los pensamientos e ideas que Dios sugiere y crea.
Esa rica veta de música
No se ha explotado todavía en la literatura cristiana esta rica veta de música sonora veces, quieta y dulce en otras, melodiosa y llena de armonías siempre, que es la poesía cuya fuente de inspiración y de creación es Dios. Nos están haciendo falta poetas y poetisas cristianos; hombres y mujeres tocados en sus cuerdas más sensibles por la mano de Dios para producir en la cadencia del verso todo el encanto y la fascinación del cielo; para decir cantando todo lo que Dios es, toda la hermosura que hay en las relaciones del alma redimida comprada a precio de amor, y Aquel que la redimió y la compró a ese precio.*
[*Nota: Estrello no está hablando en términos teológicos en esta afirmación, puesto que en su artículo titulado «La realidad de la salvación» https://www.literaturabautista.com/la-realidad-de-la-salvacion/ él fue claro que somos redimidos por la sangre de Cristo: «La realidad de la salvación sigue teniendo vigencia hoy, porque Aquel que la hizo posible mediante precio de sangre, el de la Suya propia, así lo prometió con garantía que no puede mudar».]
La poesía cristiana es de una calidad distinta a la otra poesía; y su calidad es siempre superior por su esencia religiosa. La poesía secular tiene, en muchos casos, nobleza y aristocracia de pensamiento y de forma; pero la aristocracia y la nobleza de la poesía cristiana son de un carácter y de una calidad que trasciendan lo humano porque son aristocracia y nobleza que Dios mismo le imparte.
El poeta y la poetista cristianos están llamados a un ministerio especial; el ministerio de comunicar a los hombres toda la magnificencia y el esplendor de la belleza que es Dios; el ministerio de expresar con la inspiración que el Señor les da y con la música del verso, las más hondas y dulces emociones y experiencias religiosas y el llamamiento más fascinador de todos y el más retador al mismo tiempo, el llamamiento de rendirse a Cristo y transitar por este mundo siguiendo los caminos de Dios.
Los programas de adoración siempre se enriquecen cuando se echa mano del poema religioso cristiano como medio de adoración; porque el poema religioso cristiano no solamente las da un matiz nuevo, no solamente sirve para romper la monotonía que desgraciadamente es un vicio muy extendido en los programas de adoración a que estamos acostumbrados, no solamente les da musicalidad, sino que al mismo tiempo sirve para comunicar en forma más bellas los pensamientos de Dios y para hacer de la adoración una experiencia creadora.
No estamos menospreciando en ningún sentido el valor de contribución que la prosa ha dado a la literatura cristiana; gracias a Dios por los escritores cristianos que escriben y seguirán escribiendo en prosa. Pero la riqueza que la poesía cristiana encierra está haciendo falta, y mucha falta, para expresar las más íntimas conversaciones del alma con Dios, los pensamientos más profundos y más dulces sugeridos por el Señor, los coloquios del corazón enamorado con su Salvador.
El valor de la poesía cristiana
Nadie podrá negarle valor a la poesía cristiana como medio de expresión religiosa, porque es un excelente medio. Y todos estarán de acuerdo en que hasta ahora su uso ha estado muy restringido y que esta veta enorme, con toda su riqueza, ha permanecido abandonada y casi ignorada. Echar mano de la poesía cristiana, pues, es poner al servicio de la experiencia religiosa un caudal de expresión de sonoridades armoniosas, de colorido variado y bello y de las melodías dulces y tranquilas. Dígalo, si no, este breve poema del poeta mejicano Amado Nervo en que se expresa de una manera magistral la total identidad entre el Pastor y la oveja agradecida.
Contigo en las manos, contigo en lo más,
Pastor, te bendigo por lo que me das;
Si nada me das, también te bendigo.
Te sigo riendo si entre rosas vas,
Si vas entre cardos y zarzas te sigo;
Contigo en lo menos, contigo en lo más,
Y siempre contigo.
Puerto Rico Evangélico, 1956