Si la mujer que a continuación describimos hubiese sido vista por la psicología moderna, ésta pudo haber sido diagnosticada con infelicidad y como una niña profundamente turbada porque su papá murió cuando ella todavía era niña, además de haber perdido la vista a las seis semanas de edad como resultado de impericia médica.
La trágica y traumática experiencia en la niñez de esta niña hubiese sido suficiente razón para que mucha gente le diera la razón para sumergirse en la autocompasión, el odio y demás desórdenes psicológicos. Sin embargo, en su autobiografía, Frances Jane Crosby escribió, «pareciera que por la bendita providencia de Dios se ha determinado que yo sea ciega toda mi vida, y estoy agradecida por tal designio divino».
El doctor que cometió el error quitándole la vista nunca se perdonó a sí mismo y decidió irse a vivir en otra parte, pero en el corazón de Fanny Crosby nunca se albergó el resentimiento. «Si pudiera encontrarme con él (doctor)», ella escribió, «le diría ‘Gracias, gracias’ — muchas veces — ‘por haberme dejado ciega»‘.
La ceguera, que por muchos fue considerada como un accidente y para otros como una cosa del destino, para Fanny Crosby fue considerada como una de las más grandes bendiciones. Ella reconoció su ceguera como una bendición de Dios. Crosby dijo: «No hubiese podido escribir miles de himnos si con mi vista hubiese sido distraída por todos los objetos interesantes que llegaran a mí».
Su primer poema, escrito cuando ella sólo tenía ocho años, refleja la perspectiva que ella tuvo hasta su muerte a la edad de 95 años.
¡Qué feliz niña soy,
Aunque no pueda ver!
He decidido que en este mundo
Contenta seré.
¡De cuántas bendiciones gozo,
de las cuales otros no pueden!
¡Podrás llorar porque ciega soy,
Pero yo no puedo ni lo haré!
Y por más de un siglo, la iglesia ha cosechado los beneficios del corazón de una mujer agradecida, al cantar decenas de los 8,000 cánticos que Fanny Crosby escribió.
En un mundo donde se ha olvidado la gratitud, el ejemplo de esta amada escritora de himnos parece extraordinario, hasta raro. Pero ¡qué precio tan caro pagamos por nuestra ingratitud! Después de casi cinco décadas, estoy convencido que la ingratitud es la raíz central de la mayoría del abatimiento, la desesperación y del desánimo que es tan común hoy día aun entre los creyentes.
Es más, muchos de los pecados que están destruyendo a nuestra sociedad pueden ser rastreados hasta el muchas veces no detectado pecado de la ingratitud.
La «actitud de la gratitud» es algo que desesperadamente debe ser cultivada en nuestros corazones, en nuestros hogares y en nuestras sociedades. Cuando ésta está presente trae muchas otras bendiciones, mientras que su ausencia trae repercusiones muy profundas.
Considere conmigo algunos de los contrastes de un corazón agradecido y de uno no agradecido.
1. Un corazón agradecido es humilde, mientras que la ingratitud revela un corazón orgulloso. El corazón agradecido no se siente merecedor — «Tengo más de lo que me merezco». Pero la persona malagradecida dice: «Me merezco más de lo que tengo».
2. Una persona agradecida está consiente de Dios y de otros, mientras que el malagradecido piensa en sí mismo. La persona agradecida piensa y habla de otros, pero la persona malagradecida se enfoca en «mis necesidades», «mis deseos», «mis sentimientos», «mis heridas», «mis deseos», «cómo he sido tratado, olvidado o herido»; la persona malagradecida rara vez se detiene a considerar las necesidades y sentimientos de los demás.
3. Un corazón agradecido es un corazón lleno, mientras que uno malagradecido es uno vacío. No importa cuán poco parezca comparado a otros, una persona agradecida disfruta de bienestar; pero no importa cuánto una persona tenga, si ésta no es una persona agradecida, vivirá con un gran vacío. Comparo a un corazón malagradecido como un gran tanque con un orificio que hace que todas las bendiciones se pierdan.
4. Personas con corazones agradecidos son personas en contentamiento, mientras que personas malagradecidas están fácilmente inclinadas a la amargura y al descontento. Después de haber trabajado por muchos años con personas con graves problemas de depresión y frustración, me he convencido que estos «desórdenes» surgen del corazón malagradecido no importando qué circunstancias se presentan pudiendo dar una explicación sensata.
5. Un corazón agradecido se da a conocer y se expresa con palabras de agradecimiento, mientras que un corazón malagradecido se conocerá por las murmuraciones y las quejas. Un corazón agradecido es lo que le ayuda a muchos a responder ante circunstancias dolorosas en la vida con agradecimiento. Como algunas personas han observado, «algunas personas se quejan porque Dios puso espinas en las rosas, mientras otros Lo alaban porque puso rosas entre las espinas».
6. Las personas agradecidas son alentadoras, como fuentes de agua, mientras que el malagradecido arrastra consigo a otros a su egoísmo, a demandar lo que cree que se merece y a sentirse la víctima de todo lo que le aqueja. Todos hemos conocido a personas con quienes es muy difícil estar debido al negativismo en el cual están metidos. Tal vez hasta sabemos lo que es que aun nuestra propia actitud sea influenciada por tales personas. La ingratitud es infecciosa, envenena y contamina el ambiente de nuestro corazón, de nuestros hogares y hasta el de otras relaciones.
De vez en cuando, he encontrado que es muy bueno el detenerme y pensar en mi gratitud. Me pregunto, ¿habrá alguna circunstancia en mi vida por la cual nunca he dado gracias? ¿Habrá alguna bendición que he recibido por la cual no he expresado gratitud? ¿Habrá algún individuo quien en alguna manera ha beneficiado mi vida y a quien todavía le debo un «gracias»?
Oremos, «Me has dado tanto…dame una cosa más, un corazón agradecido».
El Escudo de la Fe
Vol. 13 No. 2
gracias por este mensaje me ayudado mucho a mi persona . y tambien lo voy acompartir en congregacion por agradecimiento. a Dios y ustad. Ei senor lo bendiga para siemptre.
Gracias por este tema. Me gustó mucho la comparación clara que hizo de un corazón agradecido y el corazón malagradecido, lo voy a utilizar en mi grupo pequeño de mujeres.
Dios lo bendiga!.