Dios siempre quiere tener un pueblo que está cerca de él. En el Antiguo Testamento leemos esto. “Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo”. (Levítico 26:11-12) También en el Nuevo Testamento leemos: “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo”. (II Corintios 6:16)
También debe ser nuestro anhelo ser parte del pueblo que está cerca de Dios como dice en Salmo 148:14 “Él ha exaltado el poderío de su pueblo; Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel, El pueblo a él cercano. Aleluya”. Quiero hacer mención de algunas razones por las cuales debemos querer estar cerca de Dios. Entre las razones de menor importancia debe ser el pensamiento de recibir algo de Dios.
Estamos cerca de Dios por virtud de ser parte de su familia. Juan 1:12 dice “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. ¡Qué honor es ser un hijo de Dios! Jamás debemos tomarlo ligeramente. Desafortunadamente es posible ser parte de una familia y, a su vez, estar distanciado de algunos o todos. No estoy hablando de kilómetros de lejos sino lejos en sentimientos. Esto resulta del pecado. De igual manera es posible estar lejos de Dios aun siendo un hijo de Dios. También es por causa del pecado; nuestro pecado. Dios nunca tiene que pedir perdón de nosotros. Puede ser que estemos alejados de un hermano en Cristo por nuestro pecado o el de él. Jesús tomó nuestra naturaleza y se acercó a nosotros. Así que él nos entiende perfectamente. Por su sacrificio en la cruz, él lo hizo posible que estemos reconciliados con él y cerca de él. Romanos 5:10 dice; “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”. También Hechos 17:27 dice “para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros”.
Debemos estar cerca de Dios por causa de nuestra unión con Cristo. Más de cien veces el Nuevo Testamento hace mención del hecho de que estamos “en Cristo”. Estamos identificados con él en su muerte. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gálatas 2:20) También estamos identificados con él en su resurrección. “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”. (Romanos 6:4) Juan dice también que estamos en la mano de Jesús y, a su vez, en la mano de Dios el Padre. “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”. (Juan 10:28-29) ¡Qué seguridad!
Debemos estar incluidos en el pueblo que está cerca de Dios para poder conocer su voluntad. Sin conocer y hacer la voluntad de Dios el hombre malgasta su vida. “Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías”. (I Pedro 4:2-3) Jesús dijo; “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. (Juan 15:5)
Yo dejé para último la razón más ventajosa de estar en el pueblo que está cerca de Dios. Se trata de la comunión que podemos tener con Dios. Juan dice que nuestro gozo está completo cuando tenemos comunión. I Juan 1:3-4 dice; “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido”. ¡Qué gran cosa es esto; que podemos tener comunión con Dios! Podemos compartir con él aun nuestros pensamientos más íntimos.
En todo el mundo hay hijos de Dios que siguen el ejemplo de David en Salmo 5:3 “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”. Es un tiempo que ellos pasan a solas con Dios cada día. Ellos dejan a Dios hablar con ellos a través de su Palabra y después ellos hablan con él en oración. Así nos acercamos cada vez más a Dios. Así moramos bajo la sombra del Altísimo. “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. (Salmo 91:1)
Dios quiere tener comunión con nosotros. Si no estamos en comunión con él es porque hemos dejado al pecado separarnos de él. Dios nos salvó, no únicamente para rescatarnos del infierno sino también para que seamos parte del pueblo que está cerca de él. ¿Dónde estás con relación a él?