Ellas fueron mujeres cristianas y sus nombres merecieron quedar escritos en la Palabra de Dios, no precisamente por ser mujeres, pero por lo que hicieron como siervas de Cristo. Tú eres creyente, pero también eres señora del pastor. Te debes a la obra de tu Señor, a la obra del pastor, que es tu esposo, y a tu propia tarea como llamada de Dios. Entra sin vacilación por los senderos que anduvieron algunas mujeres del Nuevo Testamento, procurando ser como ellas fueron.
1. Sé como Febe, quien «ha ayudado a muchos». Que tu mano esté abierta y tendida, tus labios listos para la palabra amable y tus rodillas dobladas en plegaria a favor de otros. Ayudar es tu misión. Dios te ayudará a ti y serás fuerte para ayudar también a otros: A éste, a aquel, a muchos. «Ayúdate y Dios te ayudará», dice la gente. Ayuda a otros y Dios te bendecirá, es la consigna del servicio cristiano.
2. Sé como Priscila, que junto con su Aquila fueron «coadjutores» en la gran tarea. Eres la señora del pastor y debes colaborar junto con él, sin dejar de hacer tu propia parte, pero siendo siempre colaboradora con otros. Sea la porción de tu tarea parte de la tarea de Aquila. No marches sola, sino hombro a hombro y codo a codo como mujer fuerte, junto con todos los demás en la comunión fraternal y en las labores del reino.
3. Sé como Marta que «ha trabajado» para el Señor. Ordena tu vida, cuida tu tiempo, utiliza tus dones. Trabaja. Nada deprime más que la inactividad y nada es más fructífero que la acción constante. «Conviéneme obrar las obras del que me envió entre tanto que el día dura.» Cada día, cada hora haz algo de la mejor manera y a su debido tiempo. Usa tus mejores fuerzas en las más sublimes tareas.
4. Sé como Trifena y Trifosa que no sólo «trabajaban», pero que lo hacen «en el Señor». Trabaja para él. Ten consciencia de que al trabajar para la iglesia para los demás, lo haces para el Señor. Por eso no basta trabajar simplemente, pues puede ser esfuerzo inútil si no trabajas «en el Señor», en su gracia, en su comunión y de acuerdo a su Espíritu. Sólo el «trabajo en el Señor no es vano». Todo otro esfuerzo fuera de él será vano, vacío de real contenido. Huye de la actividad superficial de quien mucho gira y se mueve y no hace nada. Trabaja para él y para la eternidad.
5. Sé como Pérsida «amada» que «ha trabajado mucho», y que es designada con calificativo tan singular. Si tu trabajo es «en el Señor» lo harás con amor. Sólo cuando se siembran rosales se cosechan rosas. Tú cosecharás amor. No trabajes precisamente para ser llamada «amada», pero trabaja mucho con amor y serás amada, ocupando un poco de lugar en el corazón de muchos. No todo trabajo lleva fruto; pero todo buen fruto es el resultado de trabajar mucho con amor.
6. Sé como la madre de Rufo, que supo ser «madre» de otros … aun del apóstol. Sé madre de tus propios hijos, pero sé confidente, hermana, amiga, y si es necesario aun «madre» de otros. ¡Cuántos huérfanos reales y espirituales estarán a tu alcance! Ellos necesitan comprensión y cariño. ¡No se los niegues! Sé madre por el testimonio de la fe, trayendo «nuevas criaturas» al mundo. Al correr de los años puedes llegar a ser «madre de multitud». No temas los dolores del alumbramiento al dar parte de tu vida a otros. Siembra vida y la vida se reproducirá en nuevas vidas para Cristo.
7. Sé como Julia, que juntamente con otros es contada entre los que están «con ellos», con el pueblo creyente. Tendrás familiares y amigos; pero sé la señora del pastor, la que tiene su propia familia espiritual: vuelve siempre a ellos como volvió Noemí, y como Rut di constantemente: «Tu pueblo será mí pueblo, y tu Dios mi Dios». Quédate siempre al lado de los que son del Señor, «con ellos». Ellos deben estar antes y estar después, y en su comunión y fraternal estima serás enriquecida y bendecida.
Eres señora del pastor y el pastor se debe a su rebaño. Tú sigue a su lado en «lugares de delicados pastos» o en el «valle de sombra de muerte», donde él vaya a buscar la oveja que se ha extraviado. Siempre te seguirá «el bien y la misericordia» y al final de la senda «en la casa de Jehová vivirás por largos días.»
El Pastor Evangélico, Enero a Marzo, 1963