En Mateo 20:15 Dios hace la pregunta; “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?” La pregunta fue hecha con la esperanza que todos contesten, “sí, es lícito.” Por regla general, nosotros, y la gran mayoría, estamos de acuerdo. Sin embargo, hay ocasiones cuando lo que Dios hace nos toca personalmente y estamos inclinados a rezongar y enojarnos con Dios. Quiero decir algo para los que se encuentran en tal situación.
En primer lugar, quiero expresar mi consuelo a los que están en esta situación. Cualquiera sea su pérdida, es natural que esté dolorido. No hay nadie que pasa por esta vida sin tener su corazón quebrantado más de una vez.
Tenemos que saber lidiar con el dolor de perder un ser querido. Muchos hay que buscan alivio para su dolor y echan la culpa sobre otro. A veces es el médico que no hizo todo lo posible en salvar la vida de su ser querido. Queremos pensar que los médicos tienen un poder sobrenatural para salvar la vida. Los médicos son seres humanos y es posible que sean negligentes pero, para cada ser humano, llega el momento cuando el médico no puede hacer más nada para extender su vida.
Si no es el médico, entonces es Dios que tiene la culpa. La verdad es que sí, Dios tiene el poder de la muerte y la vida en sus manos. Si alguien muere, no es porque Dios sea impotente y no pueda hacer nada. Es que es su voluntad que nuestro ser querido se aparte de la tierra de los vivientes en ese momento. En los velorios hay una pregunta que se escucha con frecuencia. Es la pregunta “¿por qué?” Es una pregunta que Dios no contesta. A veces nunca sabemos por qué. A veces, al pasar los años, podemos ver que era para nuestro bien aunque era muy doloroso en ese momento.
El hecho de que son nuestros seres queridos no quiere decir que son nuestros para siempre. Tenemos que reconocer que hay un Ser Supremo que reina sobre todo. Él es el todo poderoso Dios. Cuanto más sabemos de él, tanto más fácil es aceptar lo que él hace. Toda la naturaleza testifica de la verdad que se revela en Hechos 17:25. “Pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas”. Tiene que ser que él es un ser inteligente. Él diseñó y creó el universo. Es un mundo lleno de belleza y armonía. Es un mundo complejo. Fue hecho por un ser todo sabio. Un ser como él no hace chapucerías. Si el mundo anduviera bamboleándose, con nada seguro, tal vez fuera posible tomar la muerte de un ser querido como una torpeza de Dios. Cuando Dios hace todo bien y, de repente, sucede algo que me causa gran dolor, no puedo menos que creer que fue conforme a su voluntad.
Algunos han reaccionado a una gran pérdida por cerrar su corazón contra Dios. Pasan años, tal vez el resto de su vida, con rencor contra Dios. Ellos añaden pérdida a pérdida. A la pérdida que sufrieron al principio añaden la pérdida de todo lo bueno que Dios pudiera haber hecho por ellos. Si piensan que hicieron sufrir a Dios, están equivocados. Dios hizo lo que él tenía derecho a hacer. Ellos quedaron con un espíritu amargado pero Dios no será afectado por nada.
La actitud debida es decir como Job de antaño, “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. (Job 1:21) Job perdió sus hijos e hijas, sus bienes materiales y su salud. Sin embargo, su fe en Dios le fortaleció. Después de algunos años de sufrimiento Dios le bendijo y tuvo más de lo que tenía al principio. (Job 42:12) A veces Dios quita de nosotros lo más precioso que tenemos pero si confiamos en él, veremos más de su gran bondad. En todo lo que pasa tenemos que estar dispuestos a decir que sí, Dios tiene derecho a hacer lo que quiere con lo suyo. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. (Proverbios 3:5-6)