Muchas veces el creyente dice, “Sentía que Dios me guiaba a hacer tal o cual cosa”. A veces tenemos buena razón de sentir así, pero si llega a ser un error, puede ser una forma sutil de disculparnos. “No fue por mi culpa. Dios me guió a hacerlo”.
Nos conviene preguntarnos, ¿cómo podemos saber que es Dios quien nos guía? Desde la antigüedad los hombres han buscado una forma de buscar dirección en tomar decisiones. En Deuteronomio 18:10-14 leemos de algunos de los intentos de los paganos en buscar dirección. “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios”. La palabra de Dios no niega que es posible que alguien consiga dirección a través del ocultismo, la magia blanca, o la tabla ouija, por ejemplo. Dios dice que su pueblo jamás debe recurrir a estos recursos.
Dios en su Palabra ha prometido guiarnos. Salmo 32:8 dice “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos». Sí, Dios nos guía, pero tenemos que llenar los requisitos. Por supuesto, tenemos que ser hijos de Dios si esperamos ser guiados por él. Por ejemplo, Salmo 25:9 dice que tenemos que ser humildes y mansos. “Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera”. Juan 10:27 dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”. Tenemos que hallar gracia en los ojos de Jehová. “Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo”. (Exodo 33:13) También tenemos que buscar su dirección con un corazón sincero. “Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma mi corazón para que tema tu nombre”. (Salmo 86:11) “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. (Mateo 7:7-8)
Algunos están mal encaminados, pero piensan que son guiados por Dios. Hay los que optan por seguir el ejemplo de Gedeón y su vellón de lana. (Jueces 6:37-40). Puede ser que esto servía para Gedeón pero no hay promesa que servirá para nosotros. Leí de un hombre que fue mal encaminado por seguir el consejo de algunos creyentes pietistas. Ellos tenían la costumbre de levantase temprano por la mañana, agarrar un borrador y lápiz, poner su mente en punto muerto y esperar que Dios hable con ellos. Después de un tiempo él se dio cuenta de su equivocación. El dijo, “Yo escribí algunas cosas raras. En parte lo que escribí eran los anhelos míos. Me sentía ‘guiado’ a mandar una carta a una chica atractiva pero ella no se sentía guiada a contestar la carta”. Hay espíritus inmundos que tratan de mal encaminarnos. Ellos se aprovechan de nuestra mente cuando está en punto muerto.
Los siguientes son algunos principios que debemos tomar en cuanta cuando estamos buscando la dirección de Dios:
- Debemos estar entregados a Dios para hacer su voluntad, sea lo que sea. Dios puede hacernos dispuestos. “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. (Filipenses 2:13)
- Debemos estar sumisos a la voluntad revelada de Dios que se encuentra en la Biblia. No me hacer falta buscar la voluntad de Dios en cuanto a si debo mentir o robar. Ya sabemos su voluntad en cuanto a estas cosas.
- No debo esperar dirección especial cuando me toca usar mi propio juicio. Tenemos que pensar y razonar y preguntarnos, “¿qué sería más prudente?” A veces tenemos que tomar decisiones al instante.
- A veces Dios nos guía a través de un sentido especial. No sabemos por qué, pero sentimos un impulso a hacer o no hacer algo.
- No podemos esperar que Dios nos guíe si ya hemos tomado la decisión en cuanto a lo que vamos a hacer. Una vez alguien observaba una señora gitana tirar dos ramitas al aire en una encrucijada. Ella lo hizo tres veces. El que la observaba la preguntó porque lo hizo tres veces. Ella respondió, “Porque las primeras dos veces no cayeron como yo quería”.
- Debemos tomar en cuenta el consejo de nuestros amigos. Ellos pueden estar equivocados, pero si son mayores y tienen más experiencia, puede ser que tengan razón.
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos”. (Proverbios 3:5-8)