“Booz subió a la puerta y se sentó allí” (Rut 4:1). ¿Qué debía hacer? Interceder por Rut. El éxito era seguro con tal intercesor, siendo un “hombre rico” (Rut 2:1). Es un hombre de gran influencia, y debe prevalecer. ¿No se nos recuerda aquí Aquel que ha ascendido a lo alto, y está sentado a la diestra del Padre para interceder por nosotros? Él se deleita en misericordia, y es capaz de “salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Heb. 7:25).
Y Booz dijo a su pariente: “Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti” (Rut 4:4). Este pariente, como la ley, tenía el primer reclamo, pero no la capacidad de redimir. La ley es nuestro pariente condenador; pero Jesús, como Booz, es nuestro pariente Redentor, pues hemos sido “comprados por precio” (1 Cor. 6:20). Por la ley es el conocimiento del pecado, no el perdón del pecado. Esto lo podemos tener solo a través de la sangre preciosa, el gran precio de la redención. Por las obras de la ley ninguna carne será justificada (Gal. 2:16).
La respuesta que dio este pariente fue: “No puedo redimir” (Rut 4:6). Pero Booz, el hombre rico y poderoso, es capaz de redimir, por lo tanto, lo que la ley no pudo hacer “por cuanto era débil” (Rom. 8:3), ha logrado abundante gracia, porque “Cristo nos redimió” (Gal. 3:13). Booz dijo: “El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes tomar también a Rut” (Rut 4:5). Rut, como emblemática de la iglesia, es el verdadero tesoro en el campo. El campo es el mundo; el tesoro es la iglesia, como en Mateo 13:44. Y nuestro Booz celestial, que era rico, por nuestra causa se hizo pobre, porque vendió todo lo que tenía y compró el campo, para poder asegurar el tesoro escondido. Booz dijo a los ancianos y a toda la gente: “Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. Y que también tomo por mi mujer a Rut” (Rut 4:9-10). Algunos puntos son dignos de notar en relación con esta redención:
I. Solo él pudo redimir. Tenía el derecho como pariente; tenía el poder como un hombre poderoso de riqueza; y también estaba en la condición correcta para redimir, siendo soltero; y ahora la misma redención trae alegría y satisfacción a su propia alma. ¿Y no será igual la iglesia redimida al corazón de su Redentor como una nueva fuente de alegría y satisfacción eterna? Él quedará satisfecho (Isa 53:11). Solo Cristo puede redimir. Su encarnación lo convirtió en nuestro pariente, y le dio el derecho de redimir. Su divinidad le hizo poderoso, y le dio el poder de redimir. Tenemos redención a través de su sangre (1 Pedro 1:18-19).
II. Fue una redención voluntaria. Booz no quedó resentido por pagar el precio de la redención. ¿Cómo podía estar resentido cuando su corazón estaba decidido comprar a Rut? Él ofreció voluntariamente el precio completo, aunque ese precio incluyó el regalo de sí mismo. Lo mismo sucedió con Jesús, nuestro pariente principesco, que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, para poder entregarse a nosotros (Gal. 2:20). Tampoco dudó en pagar el terrible precio de tristeza, sufrimiento y sangre, para poder redimirnos de la maldición de la ley y ser maldecido por nosotros.
III. Fue una redención de gracia. Booz no estuvo avergonzado de redimir a Rut, la extranjera pobre. El príncipe de las riquezas se inclina para levantar al pobre indefenso, quien no puede redimirse a sí mismo. Él “ha mirado la bajeza de su sierva” (Lucas 1:48); “hizo proezas con su brazo” (Lucas 1:51); y “exaltó a los humildes” (Lucas 1:52), “a los hambrientos colmó de bienes” (Lucas 1:53), y ahora el alma de Rut magnificará a su señor.
El rico príncipe de los cielos no se avergüenza de nadie que lo busca para ser redimido. Él dice: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra” (Isa. 45:22). Invita a los desgraciados, a los miserables, los pobres, ciegos y despojados a que lo miren y confíen en él. Sí; se inclina en su obra de redención para levantar a los desamparados del pozo de la desesperación para ponernos sobre la roca de su fuerza (Sal. 40:2), para alzar al pobre y sucio del lodo cenagoso, para tener rango entre los príncipes y ser coherederos consigo mismo. No se avergüenza de llamarlos hermanos. De modo que el sencillo espigador, a través de la gracia, se convierte en un heredero de su gloria.
IV. Fue una redención pública. Hubo muchos testigos de que se pagó el precio; esto no se hizo en un rincón (Hch. 26:26), sino en presencia de los ancianos entre todas las personas (Rut 4:11). Cuando Moisés golpeó la roca, fue en presencia de los ancianos. Cristo la roca también fue golpeado públicamente, y lo expusieron a vituperio (Heb. 6:6). Él padeció fuera de la puerta (Heb. 13:12). Tal como Booz se acercó a la puerta para terminar la obra en nombre de Rut, a la vista de muchos testigos, así Jesús subió al Calvario y acabó la obra que el Padre le había dado para hacer en nombre de su pueblo. Después, cuando se pagó el precio, se levantó de entre los muertos; y tal como Booz, que “se quitó el zapato” (Rut 4:8) cuando se cerró el trato, Jesús se quitó los mantos de la tumba como una señal de que el pacto estaba sellado y la herencia redimida; y los apóstoles dicen: “todos nosotros somos testigos” (Hch. 2:32). Fue visto por muchos (1 Cor. 15:6).
V. El propósito de esta redención. “Para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos” (Rut 4:10). En Adán todos han muerto ante Dios; pero en Cristo, a través de su redención, todos los que creen son vivificados para Dios. Así se levanta la simiente espiritual, de acuerdo con el propósito de gracia de Dios. Booz no redimió a Rut para que fuera su esclava. Es como si hubiera dicho, “He comprado a Rut, para ser mi esposa,” para ser parte de sí mismo. ¿Qué más podía hacer por ella que lo que había hecho? La comunión ha culminado ahora en la unión. Su servicio a partir de ahora será ese servicio amoroso y listo que es el feliz flujo que emana de la unidad de corazón, propósito, e interés, y en el espíritu abnegado de aquellos que permanecen en la presencia del Maestro divino y que sabe que él aborrece la separación. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Cor. 6:19-20). Fue solo la gracia de Booz la que transformó la vida y la relación de Rut, y por la fe tuvo acceso a esta gracia en la que ahora se encuentra y se regocija en la esperanza.
VI. Fue una redención perfecta. “Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer” (Rut 4:13). La profecía de Noemí se ha cumplido. “Aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto” (Rut 3:18). Nuestro pariente Redentor también vendrá y terminará su obra por llevar a su novia redimida a casa para estar consigo, para que “donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:3). El mismo día que Booz redimió a Rut la tomó. La presente dispensación es el día de salvación (redención) para los gentiles. Al final de este mismo día, aparecerá nuestro Pariente Divino, y llevará a su iglesia redimida a sí mismo. Así estará ella para siempre con su Señor y Salvador.
Cuando Rut supo que Booz la había comprado para ser su esposa, ¿no hubiera estado ansiosa esperándolo a cada momento para recibirle? ¿No es esta la posición actual de la iglesia? Obrando, esperando, observando, hasta que venga el que nos ha redimido con su propia sangre, porque el Señor mismo descenderá, y cuando aparezca, seremos como él, lo veremos tal como es, y moraremos en la casa de Jehová por largos días. ¡Que el Señor dirija su corazón al amor de Dios y al paciente esperar de Cristo!
Excelente tema, completo y de acuerdo a la Biblia, mis felicitaciones a los escritores