Si tuviera solo cinco minutos para responder a la pregunta que sirve de título para este artículo, yo llevaría al interesado a un texto de las Sagradas Escrituras. Dice así: «El libro de aquesta ley nunca se apartará de tu boca: antes de día y de noche meditarás en él para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito: porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien». Jos. 1:8.
He aquí una de las más grandes promesas de la Santa Biblia. Dios garantiza el buen éxito a quien cumple las condiciones de este texto. La consideración del versículo será altamente instructiva. Su énfasis es muy práctico. Se nos manda tener la Palabra divina en nuestra boca constantemente. El Autor de este mandamiento podría haber empleado otra frase como «nunca se apartará de tus entrañas» o «de tu corazón» pero no; dijo: «de tu boca».
Y la Palabra que Dios nos manda tener en nuestra boca constantemente la debemos meditar sin cesar día y noche para guardarla y para hacerla. En estos dos verbos «guardar» Y «hacer» vemos la obra de la Palabra de Dios en el interior de nuestra vida, y luego su manifestación en actitudes y actos de obediencia.
LA PROSPERIDAD
Los aspectos ya señalados de nuestro texto nos conducen directamente a su cima gloriosa, la promesa final, «porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien».
¿Qué te parece, querido lector? ¿Es poco lo que Dios te ofrece? ¿Es pobre o mezquina su promesa? ¿Ambicionas cosas mayores para tu vida que las que te brinda esta promesa colosal?
Nunca he conocido a una persona quien haya deseado la derrota. No ponemos el fracaso como el blanco de nuestra vida. Todos acariciamos la esperanza de lograr el buen éxito. Pues bien, creyente, aquí está la receta divina para alcanzar la meta.
¿Cuál será tu actitud ante ella? ¿Caerás en el error de Naamán? Él pensó que Dios obraría sólo en forma impresionante y espectacular. Ojalá comprendas, como lo hizo después Naamán, cuando sus criados le dijeron: «Padre mío, ¿si el profeta te mandara gran cosa, no la hicieras? Cuanto más, diciéndote: ¿Lávate y serás limpio?»
Los secretos del buen éxito en la vida cristiana son simples. No fáciles, sino simples. Si tú estás dispuesto a dar a la Palabra de Dios el lugar que se te indica en Josué 1:8, Dios te dará el buen éxito. Tenlo por cierto, Dios no quedará deudor de ningún creyente que cumpla sus condiciones. «Probadme ahora en esto», dice el Señor.
RESULTADOS BUENOS
El que escribe estas palabras ha seguido desde hace años la práctica de escribir textos elegidos en tarjetas para así llevarlas consigo continuamente hasta aprenderlos de memoria. Ningún otro método parece dar tan buenos resultados. Los grandes textos aprendidos así nos permiten tener la Palabra de Dios en la boca en todo sitio, en cualquier momento de día o de noche, en la luz o en las tinieblas, caminando o sentado, acostado o levantado, trabajando o descansando.
Frente a tan asombrosa promesa, es natural que haya dudas. Alguien dirá: «Es cierto que la promesa dada a Josué es amplísima. Pero no soy Josué. No sé si Dios quiere bendecirme como bendijo a Josué». La objeción parece válida. ¿Tiene respuesta? La promesa de Josué 1:8, ¿ocurre en otro lugar dirigida a todo creyente? Sí; existe felizmente tal lugar.
En las primeras palabras del libro de los Salmos (alguien ha llamado a este libro «el himnario de la iglesia de todos los siglos») Dios nos da el retrato de cuerpo entero del «varón bienaventurado». El primer versículo dice lo que tal creyente no hace. El segundo versículo comienza a decir lo que hace. «Antes en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Y será como el árbol plantado junto a arroyos de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace prosperará.»
EL CAMINO SEÑALADO
Si ponemos estos hermosos versículos al lado de Josué l:8, comprenderemos que sus términos son casi idénticos. Las condiciones son las mismas Y las promesas finales coinciden. ¡Cuán claramente Dios nos ha señalado el camino de victoria! No seamos, pues, tan solamente «lectores» sino «hacedores» de su Palabra.
No conviene recordar un texto más para que por un triple testimonio el glorioso desafío llegue a lo más interior de nuestro ser. Léelo con cuidado. «Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos: en guardarlos hay grande galardón». Sal. 19:9, 11. ¡Cuántos beneficios nos ofrece la inmensa bondad de Dios!
«…harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.» Jos. 1:8.
«…todo lo que hace prosperará.» Sal. 1:3.
«…hay grande galardón.» Sal. 19:11.
¿Y las condiciones? Léelas otra vez. Son simples. No son fáciles, pero sí, ¡simples! ¿Comenzarás hoy a hacerte acreedor de la triple, potente promesa de Dios?
Pensamiento Cristiano, 1959
Muchas gracias hermanos, me gustó mucho y me ayuda proponerme este consejo que me dan, un gran abrazo y muchas bendiciones del Señor.