Si hemos de ganar el mundo para Cristo, la Iglesia debe estar respaldada y suplementada en sus esfuerzos por el hogar. El evangelismo debe comenzar en el hogar con los padres.
Promover el avance del Reino de Dios entre los hombres es la gran tarea de la Iglesia, la última comisión de Cristo a sus discípulos, y el propósito imperativo del Evangelismo. Cuando repasamos la historia de la iglesia, notamos que el Evangelismo ha sido una necesidad mayor en el mundo, y el énfasis predominante de la Iglesia en los períodos del más grande avance cristiano. Los líderes sobresalientes de la Iglesia a través de su historia han sido hombres a quien podemos llamar evangelistas.
La tarea evangelística de la iglesia nunca ha estado completa. Siempre está delante dé nosotros—llamándonos en nombre del mandato de nuestro Señor, por nuestro parentesco con el Espíritu Santo que siempre está atento a los que se pierden y por las desesperantes necesidades de la humanidad. Creo que todos los cristianos estamos de acuerdo en que la necesidad más apremiante en el día de hoy es que la enseñanza y el espíritu de Jesucristo dominen la vida de la humanidad, y esta necesidad clama a nosotros por un evangelismo renovado y total.
Se nos ha dicho que hay aproximadamente 17,000,000, de niños y niñas en los Estados Unidos acercándose a las responsabilidades de la ciudadanía, el matrimonio, la paternidad y la maternidad, sin un conocimiento de Dios y de la Biblia, sin relación alguna con la Iglesia. Si esto es verdad, ello arroja la sombra de la condenación sobre la Iglesia por su timidez. Pero si la Iglesia ha fracasado, los padres y las madres de esta juventud también han fracasado en las responsabilidades
de sus hogares.
¡Qué tragedia que en incontables hogares la Biblia es un libro que no se lee, jamás se escucha la voz de la oración, y jamás se enseña la adoración a Dios ni por precepto ni por ejemplo! El Reino de Dios no puede venir a este mundo aparte del hogar, porque el hogar es el factor más poderoso en la tarea de hacer o deshacer carácter de la juventud.
El Evangelismo Empieza en el Hogar
Detrás de cada alma grande, yo creo que se puede encontrar unos padres cuya vida e influencia inspiraron y encendieron la chispa de la grandeza. Si hemos de traer el mundo a Cristo, la Iglesia debe estar respaldada y suplementada en sus esfuerzos por el hogar. El Evangelismo debe comenzar en el hogar con los padres.
El hogar fue la primera institución ordenada por Dios. Nunca ha sido la intención de Dios que la Iglesia usurpe el lugar del hogar en la sociedad, ni que ella asuma las responsabilidades de los padres. No es solamente un deber, sino un privilegio supremo para los padres llevar sus hijos a Cristo.
En la tarea de hacer un mundo cristiano no hay sustituto para el hogar, y ningún hogar está exento de responsabilidades para sus hijos. Rara vez puede alguien hacer por un niño lo que han dejado de hacer sus padres. No importa lo bien organizada y equipada que esté una iglesia, ella no puede garantizar la efectividad de su programa de educación religiosa y de cultivo espiritual para un niño. Refiriéndose a las enseñanzas y los mandamientos de Dios dice el autor de Deuteronomio: “Y estas palabras … las inculcarás a tus hijos, y hablarás de ellas sentado en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte y al levantarte.” Deut. 6:7.
La Religión es Contagiosa
Si los padres y las madres han de conducir sus hijos a Cristo y a vida cristiana, ellos mismos deben ser cristianos, que viven la vida cristiana cada día. Porque la religión no es tanto para enseñarla por palabra como para adquirirla de un espíritu religioso que contagie. No solamente es fútil sino dañino enseñar y predicar principios que no vivimos. Entonces “su vida habla tan alto que no permite que otros oigan sus palabras.” El niño sabe distinguir y pronio reconocerá la piedad hipócrita que solo se expresa en la iglesia.
Alguien ha dicho: “Si la religión algo significa en cualquier sitio, no debe faltar en el hogar.” El Apóstol Pablo exhorta a los padres a practicar la piedad en los hogares. Nuestras vidas son los exponentes más visibles de nuestros ideales cristianos.
Pero no basta con nuestras vidas. Las Escrituras nos enseñan que debemos instruir a los niños en el temor a Dios. Cuando yo era un niño mis padres nunca iban a la Iglesia. Si yo iba a la iglesia tenía que hacerlo solo o con mi hermanita. Las batallas espirituales de mi niñez tuve que lucharlas sin la ayuda de mis padres, sin sus experiencias, porque ellos entonces
no eran cristianos. ¡Cuánto hubiese significado para mí entonces si hubiese tenido los consejos, la orientación cristiana de unos padres convertidos! Hoy también hay muchos jóvenes que no reciben ayuda espiritual de sus familiares en sus hogares, aún cuando “sus padres dicen ser miembros de la iglesia. ¡Qué pena y cuánta traición a esos hijos!
Los hijos vienen a nuestros hogares como almas inmortales, encargados bajo nuestro cuidado para su entrenamiento. Llegan hasta nosotros inocentes, sin haber oído, conocido o experimentado mal alguno. Nosotros somos los mayordomos llamados a educarlos y criarlos en las creencias y educarlos como hijos de Dios. Es nuestra responsabilidad enseñarles acerca de Jesús, acerca de nuestro Padre Celestial y acerca de la vida cristiana. Si ellos se apartan es nuestro deber como padres volver a encauzarlos por los senderos de Dios.
Evangelistas Naturales
La responsabilidad de los padres hacia las necesidades espirituales de sus hijos es tan definida e inescapable como su responsabilidad para las necesidades materiales y culturales. Si nuestra América ha de saléarse y si el Reino de Dios ha de venir a nosotros, debemos deshacernos de la ilusión de que esa será una obra de ministros y evangelistas profesionales. Los evangelistas más naturales y mejor preparados y aptos para los niños y los jóvenes deben ser sus propios padres.
Algunos padres se lamentan de que la vida no los haya destinado a figurar en las altas esferas como artistas, escritores o predicadores. Sin embargo padres y madres pueden servir en las más grandes esferas de servicio, donde la recompensa no es prestigio y la gloria de un cuadro famoso, o de un libro que ha de pasar, o de un sermón momentáneo, pero si la gran obra de modelar un alma inmortal en cada uno de sus hijos. Un verdadero hogar asciende la escalera de la vida dando pasos cristianos que conducen a Dios.
Dios Necesita Hogares
Juan Wesley decía: “Dádme una generación de madres que estén consagradas a Dios, cuyos más altos propósitos en la vida sean criar y entrenar ejércitos de cristianos que han de conquistar el mundo para Cristo, y en una generación el mundo se habrá ganado para Cristo.” Wesley venía de un hogar donde la madre separaba un tiempo todos los días para enseñar y aconsejar a sus hijos en la vida espiritual.
Necesitamos convencer y alentar a los padres para que se conviertan en evangelistas en sus propios hogares. Gracias a Dios por aquellos que por sus buenos frutos ya los conocemos.
Puerto Rico Evangélico, 1950