No seáis insensatos

“Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor”. Efesios 5:17

Es lamentable que la educación moderna no enseña a los niños y jóvenes a pensar. La meta es llenar sus mentes con datos como si fuesen potes en la fábrica de yogur. Cuando están llenos ponen la tapa que se llama un diploma. No los animan a pensar. Más bien, los desaniman a pensar. Tienen que aceptar ciegamente lo que la maestra enseña. Los maestros tampoco saben pensar. En su aula dictan lo que le enseñaron en la facultad.

Resulta que hay mayores que no saben pensar por sí mismo. Ellos toman decisiones basadas sobre lo que escucharon en su niñez y juventud. Si hay malos resultados ellos no saben buscar lo que la Biblia llama “la senda de la prudencia” (Isaías 40:14).

La senda de la prudencia es reconocer que debemos ser guiados por lo que la Biblia enseña y no entregarnos ciegamente a los argumentos de la “falsamente llamada ciencia” (I Timoteo 6:20). Santiago hace una distinción entre la sabiduría terrenal y la sabiduría que es de lo alto. Santiago 3:13-18 dice, “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz”. ¿Por qué conformarse con lo terrenal cuando lo de lo alto nos ofrece algo mucho mejor?

Al tomar en cuenta los grandes problemas sociales, ¿no sería prudente preguntar si estamos haciendo algo mal? ¿No hay un camino mejor? Hogares desechos, infidelidad en matrimonios, jóvenes rebeldes, vidas arruinadas por vicios, niños abandonados en la calle, por todos lados se encuentra gente llorando con corazones quebrantados. ¿No es tiempo de preguntar si no hemos equivocados de camino?

Los hombres pueden inventar un tren capaz de levantar velocidad hasta 300 millas por hora. Pueden viajar hasta la luna. Pueden fabricar computadores capaces de calcular y archivar un montón de datos. Si son capaces de hacer todo esto, ¿por qué no pueden descubrir el secreto de vivir una vida feliz sin perjudicar a los demás? Tenemos problemas emocionales y sociales cada vez más graves y parece que nadie se preocupa en buscar una solución. Nosotros, los creyentes, debemos proclamar y manifestar al mundo que hemos encontrado el secreto. Se encuentra en entregar su vida a Cristo y dejarle controlarla. Así podemos disfrutar de la vida en abundancia sin perjudicar a nadie.

Para el creyente, la prudencia, más que nada, se encuentra en reconocer que “en mí, esto es en mi carne no mora el bien” (Romanos 7:18) y que tengo que buscar y hacer la voluntad de Dios. Lo que Dios manda es siempre prudente. Dios nos da el poder para vivir la vida cristiana. Es una gran desgracia cuando un creyente cae en pecado.

¿Qué importa si la gente de este mundo insisten en seguir ciegamente sus líderes ciegos? El pueblo de Dios debe tener lo suficiente prudencia en despertarse y decir, “Debe ser que hay un camino mejor”. No tenemos que sucumbir a los que presumen ser los más sabios. Proverbios 1:29-33 dice “Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, serán hastiados de sus propios consejos. Porque el desvío de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los necios los echará a perder; mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal”.

Ojo, no todo lo que se llama “ciencia” es ciencia. La verdadera ciencia se llama la “ciencia empírica”. Se trata de las leyes de la naturaleza. Se trata de lo que se puede observar y probar. Hay también lo que se llama la “ciencia relativa”. Es una ciencia basada más bien en la teoría. Por ejemplo, si hacen una encuesta de 10,000 personas, preguntándoles si piensan que está bien tomar bebidas alcohólicas y 75% dicen que sí, entonces dicen que está bien. Al contrario si los científicos hacen un experimento 10,000 veces, cada vez con el mismo resultado, están justificados en decir que es la ciencia empírica.

No debemos dejar a los docentes y científicos dictar nuestras normas morales. Hay los que han tragado la teoría que las normas morales son relativas. Para el creyente que acepta la autoridad de la Biblia, son fijas. La naturaleza humana no ha cambiado. Por eso, no hay razón en cambiar las normas que gobiernan las relaciones humanas.

En algunas áreas de la vida hay clara evidencia de que vamos por el mal camino. En la educación de los niños, por ejemplo. Muchas veces los padres no se dan cuenta de que están criando mal a sus hijos hasta que llegan a ser jóvenes. Entonces se ponen rebeldes y los padres no saben por qué. Ya es tarde en corregirlos. Padres prudentes hacen caso a lo que la Biblia enseña acerca de la crianza de sus niños.

Algunos años atrás introdujeron la educación sexual en la aula de clase con la esperanza de que iba a frenar la perversión sexual y el número de embarazos entre las chicas adolescentes. ¿Qué ha sido el resultado? El problema es mucho más grave que antes. Sin embargo, los que toman decisiones sobre lo que debe estar incluido en el plan de estudios para los niños todavía insisten que la educación sexual tiene que estar incluido. ¿No sería prudente que los padres cristianos protesten?

En los colegios enseñan la ciencia social. Cuando yo estaba en el colegio se llamaba “estudios sociales”. Ahora quieren llamarlo una ciencia. Lo triste es que no enseñan nada en cuanto a normas morales y como relacionarse bien con los demás.

Lo mismo resulta en cuanto a la política. Aun los mismos creyentes están sobornados por estatutos políticos que prometen beneficios. Raras veces los políticos cumplen con sus promesas pero logran aumentar los impuestos y quitar la libertad de la gente. La gente no se da cuenta de lo que está pasando hasta quedarse al merecer de un dictador. Hoy en día la dirección política que un país toma es controlada, en gran parte, por los periodistas. Ellos tienen un gran poder sobre la opinión pública. Un buen creyente debe informarse pero, ¿cómo? Es una buena pregunta. De todos modos, exige un esfuerzo.

Primeramente debemos estar al tanto con los tipos de gobiernos. Hay (1). Socialismo. Según el diccionario “Doctrinas económicas, sociales y políticas, que propongan una distribución más justa de la riqueza y condenan la propiedad privada de los medios de producción y de cambio”. (2). Comunismo. Según el diccionario, “Doctrina que aspira a la colectivización de los medios de producción a la repartición, según las necesidades, de los bienes de consumo y a la supresión de las clases sociales”. (3) Democracia, Según el diccionario, “Gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía”. Es lo ideal pero exige que el pueblo sea prudente en votar con sabiduría. (4). Dictadura. Según el diccionario, “Gobierno absoluto que se ejerce al margen de las leyes”. En segundo lugar, debemos averiguar sobre la cualidad de vida de la gente común y corriente en los países donde cada tipo de gobierno predomina. En tercer lugar, debemos estudiar los candidatos políticos para saber que tipo de gobierno ellos favorecen. Hoy en día la manera mejor de informarse sobre los primeros dos puntos es a través del Internet. Los medios de comunicación van a informarte sobre la inclinación de los políticos. Es mejor que los creyentes quedan un poco alejados de la política pero, a su vez, debemos saber lo suficiente para votar correctamente y enseñar a nuestros hijos. Si un día nuestros hijos sufren persecución bajo la mano poderosa de un dictador ellos van a culpar sus padres preguntándose, “¿por qué es que nuestros padres no hicieron nada para evitar esto?”

En la Biblia no encontramos una respuesta clara para todas nuestras preguntas, pero Dios nos ha dado la promesa de sabiduría. Santiago 1:5 dice “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Esto exige que estudiemos y que pensemos y reflexionemos. Demasiados creyentes son perezosos en esta área de su vida. En vez de ocupar su mente en algo, es más fácil dejarla en neutral delante de la televisión. Hace meses que algunos creyentes no han leído un buen libro. Si leen la Biblia, es para cumplir con su voto no más. No paran para meditar sobre lo leído. En II Timoteo 2:15 Dios nos manda a procurar “con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.

 

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