Los que sufren persecución

Mateo 5:10-12 tiene una consolación para los que sufren persecución. La historia del cristianismo revela que a través de los siglos el pueblo de Dios ha sufrido mucha persecución. Es por eso que a veces la historia de la iglesia se llama “El Rastro De La Sangre”. Es únicamente en los últimos 200 años que los creyentes han tenido alivio de la persecución. Todavía hay persecución en los países comunistas y en otros donde el islam predomina. El mandato de obedecer a Dios antes que a los hombres choca con el comunismo que insiste que todos deben ser esclavos del gobierno. La nueva vida en Cristo es opuesto a los ritos religiosos del islam. La verdad es que la historia está repleta de relatos de persecución en contra de los cristianos, pero es muy difícil encontrar indicación alguna que ellos acudieron a la persecución en su defensa o como una manera de aumentar sus seguidores.

Algunos de los héroes más grandes en la historia se encuentran entre los creyentes que se negaron a negar su fe aun a costa de su vida. El Señor Barclay, en su comentario sobre Mateo, dice lo siguiente: “Todo el mundo sabe que los cristianos eran arrojados a los leones o quemados en la estaca. Pero estas eran muertes misericordiosas en comparación a otras. Nerón pintó a los cristianos con alquitrán y los usaba como antorchas para iluminar sus jardines y para iluminar las canchas para juegos de deportes. Los cosieron en pieles de animales salvajes y los lanzaban a los perros de caza para que les desgarraren la carne a dentelladas. Eran torturados en el potro, desgarrados con tenazas; se les arrancaban los ojos; se les cortaban partes del cuerpo que eran asadas en su presencia; se les quemaban las manos o los pies, mientras se los bañaban en agua fría, para prolongar la agonía. No son cosas que resulte agradable mencionar, pero para todo esto, debía estar preparado el que aceptaba la fe cristiana”. p. 122

El motivo de perseguir a los creyentes era por rumores que circularon, inventados por sus enemigos, que los acusaron de canibalismo. Se tomaron literalmente las palabras de la cena del Señor “esto es mi carne” y “esta copa es el nuevo pacto en mi sangre”. Hicieron correr rumores que los creyentes sacrificaron niños y les comían en sus cultos. También los acusaron de tener orgías de desenfrenada concupiscencia. Dijeron que el culto que los cristianos celebran era denominado “agape” o sea “una fiesta de amor”. Tergiversaron las palabras de la manera más grosera posible.

También hicieron correr rumores diciendo que los creyentes eran incendiarios. Es cierto que ellos hablaron de lo que la Biblia dice será el fin del mundo, o sea que será quemado. Cada vez que había un incendio acusaban a los creyentes de haberlo prendido.

También les acusaron de perturbar las relaciones familiares. El cristianismo, de hecho, producía división en las familias, como lo hemos visto. Por esta razón se les representaban como una fe que dividía a los matrimonios y trastornaba la vida de la familia.

Los creyentes sufrieron persecución también porque los emperadores fueron tomados como dioses e insistieron que todos tenían que rendir culto a ellos. Por su puesto los creyentes se negaron a hacerlo diciendo que “Cristo es Rey de Reyes y Señor de Señores”.

Más adelante los creyentes sufrieron persecución porque sus creencias chocaron con las de la iglesia Católica. La iglesia lo niega, diciendo que fue por culpa del gobierno, pero había miles de hombres y mujeres que murieron por causa de la inquisición.

La persecución siempre es desagradable, pero no es, en todo, en vano. A través de ella miles de creyentes han dado testimonio de su amor por Dios, por su lealtad en sufrir por Jesucristo. Otra vez, cito a Barclay que dice; “Uno de los mártires más famosos fue Policarpo, el anciano obispo de Esmirna. La multitud enfurecida lo arrastró al tribunal del magistrado romano. Se le ofreció la opción ineludible de sacrificar ante el Cesar o sufrir la pena de muerte. “Durante ochenta y seis años,” fue la inmortal replica de Policarpo, “he servido a Cristo y él nunca me ha hecho mal alguno. ¿Cómo puedo ahora, a mi edad, blasfemar de mi Rey, que me ha salvado?” De modo que lo llevaron hasta la pira para quemarlo vivo, y su última oración fue, “O Dios omnipotente, Padre de tu bien amado y bienaventurado Hijo, por quien hemos recibido el conocimiento de tu nombre, te doy gracias por haberme considerado digno de este momento y de esta hora”. P. 125

La persecución sirve como una manera de purificar a la iglesia. Únicamente los creyentes genuinos están dispuestos a soportarla. Los de mal testimonio dejan la iglesia. En tiempos de persecución los hermanos en Cristo están más unidos. Ayudan y defienden el uno al otro.

Hay un dicho que dice: “La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia”. El resultado es que el número de los creyentes va en aumento a través de la persecución. En enero de 1959 hubo cinco misioneros evangélicos que perdieron su vida en la selva de Ecuador. Fueron matados por los indios aucas. Muchos pensaron que era un desastre y algunos opinaron que es un error tratar de evangelizar a indios salvajes como ellos. Pero, por su muerte, abrieron el camino y ahora hay un montón de aucas que son salvos. Los cinco mártires abrieron el camino para los demás misioneros que vinieron tras ellos.

Por regla general, la persecución que sufrimos comúnmente no es organizada. Resulta no más de la maldad de los hombres. Por su mayor parte es hostilidad personal que recibimos. Puede ser la burla o crítica o algo para ponernos en ridículo. Debemos estar agradecidos que no es nada más grave y pedir la ayuda de Dios en aguantarla.

Dice Jesús que somos bienaventurados cuando sufrimos persecución. En vez de rezongar, nos conviene seguir el ejemplo de los discípulos en Hechos 5:41. Después de haber sido azotados les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús. “Ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del nombre”.

Jesús dijo que de los que sufren persecución es el reino de los cielos. Dios sabe que si ellos le amaban lo suficiente para sufrir por su nombre serían dignos de honor en los cielos. Grande será su galardón. No es como la enseñanza de los musulmanes que prometen siete vírgenes en los cielos a los hombres que están dispuestos a sacrificarse en un acto de violencia. El galardón de Dios va a ser eterno e incontaminada y no carnal. Supongo que los musulmanes prometen siete hombres a las mujeres que se sacrifican de la misma manera.

¿Estás sufriendo persecución? Si es por causa de la justicia tu puedes estar seguro de que es para un buen fin y que, al final, no será en vano.

 

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