Algunos nombres son dados para distinguir un objeto de otro, como Pedro, Santiago y Juan. Otros nombres sirven para indicar algo de la naturaleza del objeto a que se aplica. El ángel dijo a José: «Llamarás su nombre Jesús; porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todas las apelaciones que dan las Escrituras a los seguidores de Cristo son significativas. Nos dicen algo acerca de lo que implica ser cristiano. Estos nombres son dados desde diferentes puntos de vista: (1) De su relación con el Padre; (2) De su relación con el Hijo; (3) De su relación con el Espíritu; (4) De su relación con el Evangelio; (5) De su relación de los unos para con los otros; (6) De sus relaciones con el mundo.
I. Elegidos de Dios
En su relación con la Primera Persona de la Trinidad, los seguidores de Cristo son llamados «Elegidos de Dios». Esta descripción se da más de cincuenta veces. Significa a lo menos cuatro cosas:
1. Que el derecho de ser un discípulo de Cristo es conferido por gracia divina. El pecado implica la pérdida de la dignidad moral. El derecho de ser cristiano no es natural e inherente. Es un privilegio concedido por el Gobernante Soberano del mundo.
2. Si los cristianos son «Elegidos de Dios», indica que todos han sido conocidos anteriormente por la Deidad, ha grabado sus nombres sobre las palmas de sus manos y los ha escrito en el Libro de la Vida del Cordero. «A los que antes conoció a esos también predestinó».
3. Si los cristianos son «Elegidos de Dios», su derecho es infaliblemente seguro. «Ninguno», dijo el Redentor, «los arrebatará de mi mano».
4. Si los cristianos son «Elegidos de Dios», poseen una dignidad, una distinción, una gloria que sobrepasa a la del arcángel más elevado que ministra al derredor del trono ardiente. Son «linaje escogido», «real sacerdocio», «nación santa». Si son ahora la aristocracia sin corona de la tierra, en lo venidero serán vestidos con todos los esplendores del cielo y heredarán todas las cosas.
II. Discípulos, Creyentes, Siervos, Amigos, Hermanos
En relación con Cristo, los cristianos son llamados con cinco nombres significativos: (1) discípulos, (2) creyentes, (3) siervos, (4) amigos, (5) hermanos
1. Discípulos. En relación con el oficio profético o de enseñamiento de Cristo, son llamados discípulos más de 267 veces, y Jesús es llamado su maestro e instructor un número mayor de veces.
Un «discípulo» es un alumno, un estudiante, un seguidor de otro. Aristóteles, Platón, Sócrates y otros maestros en filosofía y ciencia, política y economía, poesía, literatura y arte, han tenido sus discípulos y seguidores, quienes han sido dominados por sus ideas. Son siempre los pocos los que dirigen y la multitud sigue.
Esto es exactamente lo que son los cristianos «discípulos» de Cristo. Él es un Maestro en los asuntos de religión. Ellos se sientan a sus pies, escuchan sus instrucciones, es la autoridad para ellos en todas las cuestiones de doctrina y moral. Cuando él ordena ellos se sienten obligados a obedecer. Cuando él habla, se sienten impelidos a oír. Su única ambición es tener el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús — mantener la misma opinión acerca de Dios y todas las cosas que él tiene. Pertenecen a la escuela de Cristo y basan en sus enseñanzas todas sus opiniones, ideas y aspiraciones. Para ellos sus dictámenes son finales y su voluntad es la regla de vida.
2. Creyentes. Los cristianos no solamente son llamados «discípulos» sino también «creyentes.» Este título se les da más de 500 veces.
Un «creyente» es el que depende y confía en otro. Un cristiano cree en Cristo — se reclina y confía en él.
Jesús fue un maestro; pero más que maestro, un Salvador. Fue un Profeta; pero más que Profeta, un Sacerdote. Fue una Revelación de Dios; pero más que una revelación, un Redentor. Hizo conocer la voluntad de Dios para la salvación; pero hizo más que eso: la Expiación. Es la lección religiosa más grande del mundo; pero más que eso es el sacrificio vicario del mundo. La obra sacerdotal o salvadora de Jesús es el corazón de su Evangelio. La Cruz en la cual hizo la expiación es el hecho central de su misión mediadora en este mundo. «Por eso me ama el Padre» — ¿por qué? ¿porque era su Hijo? No dice así. ¿Porque tuvo un carácter amable e impecable? No dice tal cosa. ¿Porque fue tan benévolo y caritativo? Tampoco. ¿Porque eran tan elevados sus sentimientos e ideas? No da esa explicación. «Por eso me ama el Padre, porque PONGO mi VIDA». Lo que le dio tan alto y sagrado lugar en el corazón del Padre fue su muerte expiatoria, su sacrificio sacerdotal.
Los cristianos son «discípulos» que siguen a Cristo, pero son también «creyentes» que confían en él como Sacerdote y Salvador.
3. Siervos. Sin embargo los cristianos no sólo son llamados «discípulos» y «creyentes», sino también «siervos» y «súbditos de Cristo». Esta descripción con variaciones, se les da un número de veces que he sido incapaz de contar.
En el griego son llamados «diakonoi», siervos; «duolor», esclavos; «oiketes», domésticos; «sunergoi», colaboradores. Un «siervo» o «súbdito» es el que reconoce la autoridad y se inclina a la voluntad de otro.
Cristo fue un Maestro enviado de Dios, a instruir este mundo oscuro e ignorante. Fue un Sacerdote que se ofreció en sacrificio por los pecadores. Pero es también Rey, Señor, Gobernante, Amo. Desde este punto de vista, sus seguidores son llamados «siervos» y «súbditos». Como tales reconocen que no se pertenecen sino que son del Señor Jesús. Su aspiración principal es ejecutar su voluntad en la tierra; soldados leales bajo su mando; obreros diligentes en su empleo; súbditos obedientes en su gobierno; domésticos fieles en su casa. Esperan al derredor de su trono; están listos a sus mandatos y dedicados a su servicio.
Los ministros están recordando incesantemente a los cristianos que Cristo es no sólo Maestro y Salvador, sino también su Señor y Amo. No llaman Maestro sino a Jesús, a ninguno llaman Salvador sino a Cristo, y sólo reconocen como Señor al Redentor.
4. Amigos. Los cristianos no sólo son llamados «siervos», sino al mismo tiempo «amigos». Directamente son nombrados así tres veces y otras muchas por implicación.
Un «amigo» es aquel que estimamos y amamos sobre todos. Entre dos amigos hay un compañerismo de alma, un comercio de espíritu, una unión misteriosa de corazón a corazón. Los verdaderos amigos son todo el mundo el uno para el otro — copartícipes en el gozo y en la tristeza. Nada es tan árido y tan trágico como una vida sin amistades.
Jesús dijo: «Ya no os llamaré siervos (en un sentido bajo); porque el siervo no sabe lo que hace su señor, (no es admitido a las intimidades de la mente y corazón de su amo); sino os he llamado amigos; (y esta es la razón porque yo os llamo amigos), porque todas las cosas que oí de mi Padre os he hecho saber, (no he tenido secretos para vosotros, sino que os he introducido en las intimidades de mi propia alma)».
Cristo es el carácter más sublime en los anales del tiempo y de la eternidad — «señalado entre diez mil y todo él amable». Y él dice a sus seguidores: «Vosotros sois mis amigos si hiciereis las cosas que yo os mando». Si sois mis siervos fieles, también sois mis amigos íntimos.
5. Hermanos. Pero los seguidores de Cristo tienen con él una relación más estrecha que la de la amistad. Son sus «hermanos». Esta representación se encuentra un gran número de veces en las Escrituras.
«Hermano» es el que tiene la misma naturaleza y ascendencia, hijos del mismo padre y miembros de la misma familia, ligados unos a otros por la sangre y el parentesco. El «Hermano» tiene el mismo origen, el mismo nombre, la misma historia, los mismos intereses, el mismo hogar. Es un término que reúne en sí todo lo más tierno y santo de las afecciones domésticas.
Cristo es no sólo el Maestro, el Sacerdote, el Rey, el Amo, el Amigo y Compañero, sino es también el «Hermano Mayor» del Cristiano. Son los hijos de Dios por que son los «hermanos» de Cristo. Son los herederos de Dios, porque son coherederos con Cristo. «Como el Padre me ha amado, así yo os he amado a vosotros». La única medida adecuada de su amor filial para sus «hermanos» cristianos, es aquel amor paternal que su Padre tuvo por él como el Hijo Unigénito y bien amado. En este mundo y en el venidero — «No se avergüenza de llamarlos hermanos».
III. Santos
Los cristianos son denominados no sólo por sus relaciones con el Padre y el Hijo, sino también por sus relaciones con el Espíritu Santo. Desde este punto de vista son llamados «Santos». Se les da este título más de 189 veces en el Nuevo Testamento.
«Santo» es latín. Su equivalente en hebreo es «kadosh»; en griego, «hagios»; en latín, «sanctus». Es un término que describe el carácter subjetivo del objeto al cual es aplicado. Literalmente significa separación y apartamiento. Originalmente se escribía «totalmente», y significaba que la cosa a que se daba era ni más ni menos que ella misma. De aquel vino la palabra «puro». El agua pura es un líquido que tiene en sí todo lo que el agua debe tener y nada de lo que no debe tener — sustancia extraña de ninguna especie. De aquí que «santo» sea usado como un tecnicismo religioso para el que es moralmente puro — todo lo que ha de ser un ser moral y nada de lo que no debe ser.
El Espíritu Santo es el autor del carácter cristiano. Su aspiración es hacer todos los asuntos de la gracia tan «santamente» como él es santo.
Esta obra de gracia podemos juzgarla como un proceso o un complemento. Si la consideramos como un proceso — una obra de completamiento — entonces los cristianos son llamados santos de una manera profética y anticipada por que Dios siempre termina lo que principia.
Si por la otra parte miramos adelante y pensamos en esta obra de gracia y santificación ya concluida, los cristianos son llamados «santos glorificados».
IV. Los Llamados: La Iglesia
Por su relación con el Evangelio, los cristianos son de nominados «Los Llamados» y «La Iglesia». Estos títulos son usados un sin número de veces.
La gran instrumentalidad por la cual el Espíritu de Dios aplica prácticamente los beneficios de la redención a los hombres, es la predicación. En el griego es «klasis», en el latín, «vocación», nosotros decimos «llamamientos». Los cristianos no son hechos de un golpe por la omnipotencia de Dios, sino por la predicación — por llamamientos dirigidos a las mentes, corazones, conciencias y voluntades de los hombres. Los que responden a estas proposiciones evangélicas, son denominados «Los Llamados». Cuando estas personas son consideradas como llamadas a salir del mundo (ekklatoi), y organizadas en una sociedad para trabajar y adorar se llaman «La Iglesia» (ekklesia).
«Ekklesia», la palabra griega traducida Iglesia, significa literalmente «llamados a salir», y da a entender que esas personas han sido separadas para Cristo y su servicio por la predicación del evangelio. Señala la instrumentalidad por la cual son llamados al partido y servicio de Cristo.
V. Hermanos
En relación de los unos con los otros, los cristianos son llamados «Hermanos». Encontramos la palabra y la idea casi un número incontable de veces. Significa que todos los cristianos pertenecen a un mismo hogar y son miembros de una misma familia. Tienen un Padre común y un mismo Hermano Mayor. Tienen el mismo espíritu de santificación, de naturaleza filial y de relación fraternal. Tienen una esperanza y un hogar. Todos son hijos de Dios, hermanos de Cristo y de los unos con los otros. Su corazón y vida, su historia e interés están ligados con cuerdas domésticos y unidos por lazos familiares. Santiago y Juan tenían nombres diferentes, pero ambos eran hijos de Zebedeo y de Salomé, y eran hermanos según la carne. Así todos los cristianos — «elegidos», «discípulos», «creyentes», «siervos», «hermanos de Cristo», » Santos», «llamados», «la Iglesia», — por cualquier nombre conocido son todos en Cristo Jesús hermanos los unos de los otros.
La «fraternidad universal» de la humanidad es una fraternidad natural, basada en el hecho de que todos los hombres descienden de los mismos padres Adán y Eva. Pero la «fraternidad de creyentes» es una fraternidad bendita basada en el hecho de que todos derivan espiritualmente del Señor Jesús. Es por tanto un círculo dentro de otro círculo. El «amor fraternal» es consecuentemente algo diferente de la filantropía y parentesco humanitario. Honor a todos los hombres, amor a los hermanos.
VI. Cristianos
Finalmente los seguidores son llamados «cristianos.» Este nombre les es dado de fuera de su relación con el mundo. Sólo se usa tres veces en la Biblia. «Los discípulos fueron llamados cristianos primeramente en Antioquía». (Actos 11:26). Agripa dijo a Pablo: «Por poco me persuades a que me haga cristiano». (Actos 26:28). «Si un hombre sufre como cristiano, no se avergüence». (1 Pedro 4:16).
Es casi probable que este nombre fue dado a los seguidores de Cristo por los judíos. Es casi cierto que no fue dado por inspiración divina. Es casi cierto que los discípulos no se dieron este nombre. Es casi cierto que fue dado con desprecio por el mundo y aceptado y glorificado por los seguidores del Señor Jesús.
Este es ahora el nombre universal y popular de los seguidores de Cristo. Es eminentemente apropiado.
«Elegido», «discípulo», «creyente», «siervo», «amigo», «hermano», «santo», «llamado», son los títulos que lleva todo cristiano como distintivos de la gracia divina. Es uno de los «elegidos» de Dios y tiene derecho a sentir posados sus pies en las escaleras del palacio que conducen por el tiempo a las salas de coronación del cielo.
Es un «discípulo» de aquel Maestro que vino del seno de Dios y fue en sí mismo la ilustración gloriosa de la lección sublime que vino a enseñar.
Es un «creyente» en Jesús, aquel Sumo Sacerdote que subió las gradas del altar como la Víctima, e hizo el Sacrificio que trajo sobre la tierra la bendición salvadora de Dios.
Es un «siervo» del Amo divino y un «súbdito» del aquel Señor de gloria en cuya presencia todos los tronos se inclinan, y a cuyos pies caen todas las coronas.
Es «amigo» del Amigo que nació en la adversidad y «hermano» del Hermano Mayor en la familia de la fe.
Es un «santo» en las manos del Espíritu, cuyo carácter se verá estrellado con todas las gracias de la piedad, como las constelaciones son puestas en el azul de una noche sin nubes.
Es el «llamado» del glorioso Evangelio del bendito Dios, que puede quitar la negrura a la tristeza, la desesperación a la vida y el aguijón de la muerte.
El mundo reúne todos estos títulos y distinciones gloriosos, consolidándolos en el nombre real y los llama «CRISTIANOS».
El Faro, 1917