Para saber que los Institutos Teológicos son indispensables a nuestra obra, es menester saber qué provechos ofrecen y la necesidad que los ministros tienen de estas ventajas.
El curso teológico varía para alcanzar las necesidades y se acomoda en cierto grado a la educación fundamental. Por ejemplo, si el joven que quiere estudiar para el ministerio, llega al Instituto con poco conocimiento de la gramática o de la retórica, o quizá de muchas otras materias fundamentales, se le enseñan como un curso preparatorio al curso teológico. El curso propio abarca el estudio de la Biblia. Estudiamos la historia del Antiguo Testamento, es decir, las aclaraciones históricas con relación al mismo; también estudiamos el Antiguo Testamento como una historia; además la armonía de Samuel, los Reyes y las Crónicas. Se da atención especial a las profecías. En el Nuevo Testamento armonizamos los Evangelios y los Actos de los Apóstoles; nos fijamos en la interpretación de las Epístolas. Tenemos Historia eclesiástica y de los Bautistas en comparación con las otras iglesias del mundo.
El estudio, teología bíblica, consiste en las verdades de la Biblia organizadas por la comparación de las Escrituras, generalizadas por teorías bíblicas y cristalizadas en doctrinas.
Los provechos de este estudio son muchos, y uno de ellos importante, al cual Boyce nos llama la atención, es lo siguiente: «La armonía y conformidad que encontramos en todas las enseñanzas de Dios, de cualquier lugar de donde podamos sacarlas, serán pruebas exclusivas del origen divino de la revelación. Esto resultará no sólo de una comparación de la revelación de la palabra de Dios con lo que la Razón y la Naturaleza enseñan, sino comparando cada uno de los muchos libros de la Biblia con los otros y especialmente el Antiguo Testamento como un libro, con el Nuevo Testamento como otro. Así somos conducidos a valuar cada una de las doctrinas de la Palabra de Dios».
Tenemos todavía estudios más prácticos, como Evidencias del Cristianismo, Deberes Pastorales, Preparación de Sermones; y otros más.
En muchas de nuestras misiones, por falta de la educación fundamental, ha sido imposible introducir el estudio de los dos lenguajes originales de la Biblia, el hebreo del Antiguo Testamento, y el griego del Nuevo Testamento. Pero el curso ideal abarca estos dos idiomas para que el ministro lea la Biblia en la lengua original y así no pierda nada de la riqueza y amplitud que se pierde en la traducción.
Creo que ningún ministro puede oír lo que se enseña en el curso, sin sentir la necesidad de la instrucción, si no la ha tenido, o si la ha tenido, el provecho de su curso.
Ya sé que muchos de los que están haciendo un gran trabajo, no han tenido la oportunidad de recibir una educación teológica. Digo que Dios los bendice en el gran trabajo que ellos han hecho y están haciendo. Pero si estas mismas personas hubieran tenido una preparación teológica, icuán fácil sería el trabajo para ellos y qué grande su poder en este mismo trabajo!
Estoy seguro que Dios requiere de los hombres, que ha llamado para su obra, la mejor preparación que puedan conseguir. Pablo dijo a Timoteo: «Procura con diligencia presentarte á Dios, aprobado obrero que no tiene de qué avergonzarse, que distribuye bien la Palabra de verdad». 2 Tim. 2:15. En este versículo tenemos tres puntos:
1. «Procura con diligencia presentarte á Dios,» es decir, un obrero con un propósito definido, debe presentarse a Dios con diligencia, debe encontrar su favor y alcanzar su aprobación.
2. «Un obrero que no se avergüence», es decir, un hombre de Dios que está edificando para Dios y no sólo para este tiempo, sino para la eternidad y no debe avergonzarse, porque sabe cómo honrar a Dios con cada acto de su vida, y
3. «Distribuyendo la palabra de verdad», es decir, él sabe cómo repartir la verdad: sabe cómo clasificarla. Él es lo bastante sabio para colocar las obras y materiales de esta clase donde deben estar, y la gracia, el amor, la misericordia y la justicia en su propio lugar. Está preparado para escoger del almacén de la Palabra de Dios o de la historia o de cualquier otra materia que ha estudiado en su curso teológico. Esto es lo que cada ministro necesita para sí y para los demás.
Pero quizá alguien está pronto para decir que de los apóstoles que Cristo escogió, una parte eran ignorantes pescadores y el resto eran personas no bien educadas y ellos hicieron un trabajo grande; entonces ¿por qué nosotros damos tal valor a la educación teológica? Debemos recordar que Cristo escogió del mejor material que tuvo; también debemos recordar que nosotros no somos apóstoles, ni somos inspirados. Cuando Cristo escogió sus apóstoles, ellos comenzaron un curso de teología que duró tres años y bajo la dirección del mejor maestro que el mundo ha conocido, es decir, Cristo mismo. Cuándo Dios escogió a un hombre para que fuese misionero entre los gentiles, él escogió a uno de los hombres más eruditos de la tierra, y éste estuvo tres años en Arabia, preparándose para que pudiese ir tanto a los instruidos como a los ignorantes; uno qué pudiera contender con cualquiera persona ya fuese judío, griego o pagano.
Dios tuvo un trabajo para Samuel; le llamó cuando era joven, y le dio la oportunidad para prepararse. Moisés tuvo un trabajo que no pudo hacer sin preparación y experiencia. Él tuvo toda la educación que pudo recibir en Egipto. En todo tuvo una preparación de cuarenta años. Moisés fue un hombre de poder. Fue general, abogado, y juez y al mismo tiempo, el hombre más humilde de todo el mundo.
Cuando Dios llamó un rey para tomar el lugar de Saúl, escogió al joven David. Él fue sabio y según sus acciones, más sabio que Saúl, pero todavía necesitaba más preparación para su trabajo.
En este tiempo de incredulidad, cuando hay tanta necesidad de educación, Dios no demanda menos preparación para sus ministros, que la que demandaba para los guías en los siglos pasados. El objeto principal de nuestros Institutos Teológicos es preparar al hombre para desempeñar lo que requiere el versículo citado.
El ministro encontrará personas no educadas e ignorantes y por esta razón el curso de teología es indispensable. Pero se ha dicho, ¿por qué un hombre necesita un curso de esta naturaleza, para enseñar esta clase de personas? Primero: Se necesita un hombre instruido, capaz de poner las profundas enseñanzas de Dios en un lenguaje tan sencillo que la persona más ignorante puede comprender y extraer las grandes verdades. Segundo: Sin un amplio conocimiento de Dios y del hombre, él no puede desempeñar la parte de trabajo que le corresponde.
Un ministro de Dios también debe hablar con hombres de alto rango. Su trabajo le exige tratar con personas de todas las clases, y si él no está completamente preparado para su trabajo, no estará listo para aprovechar las grandes oportunidades que tenga en su vida. Dios nos ordena ponernos toda la armadura y tomar la espada del Espíritu Santo, la cual es la Palabra de Dios, y él da como razón que «tenemos que luchar no sólo con sangre y carne, sino con los principados, con las potestades, con los gobernadores de las tinieblas de este siglo, con malicias espirituales en lugares altos».
Con el llamamiento del hombre al ministerio viene una gran responsabilidad que él no puede eludir. Con su llamamiento a la obra le viene la necesidad de prepararse para hacer frente a todas las dificultades de la vida, y para estar listo en todas las oportunidades que se le proporcionen.
Los miembros de la Iglesia confían en que el ministro dice la verdad, y muchos de ellos nunca investigan por sí mismos. En consecuencia, el ministro tiene una responsabilidad muy grande: porque centenares de personas van a creer su palabra. Tenemos muchas y diferentes sociedades en el mundo en estos días, llamadas Iglesias; porque la palabra del hombre fue aceptada sin ninguna investigación.
El ministro tiene un lugar donde la salvación de las almas depende de su poder para interpretar en claros e incuestionables términos, el plan de la salvación. También el pastor es el guía de su iglesia y sin una preparación completa no tendrá poder para cumplir su deber. Debe ser el general, no en el sentido de un jefe, sino como guía. Debe ser uno que conoce todo el campo en que trabaja; que conoce su pueblo, uno que puede guiar su pueblo hasta alcanzar las victorias más grandes.
¿Puede un ministro dejar a un lado su educación teológica? No; ningún hombre tiene derecho para dejar cualquier cosa que le es posible obtener, y que le ayudará en su trabajo.
Desde que podamos ver la necesidad de una preparación a causa de la gran responsabilidad que descansa sobre el ministro, comprenderemos mejor la necesidad de nuestros colegios, viendo lo que los ministros han hecho en el mundo.
Primero, lo que han hecho en pro de la educación: En los Estados Unidos las primeras escuelas fueron establecidas por los ministros. Las Universidades como Harvard, Yale, Columbia, Princeton, Brown, etc., deben su existencia a los ministros; y también éstos fueron los promovedores del sistema de educación bajo la dependencia del gobierno, como el que tenemos en los Estados Unidos y en muchas otras partes del mundo. En cuanto a la educación superior para señoritas, un ministro tuvo la primera autorización para impartir esta clase de enseñanza. Anhelaron ardientemente extender la educación; porque comprendieron que sólo un pueblo educado puede llegar a ser una gran nación. Hoy, nosotros, los Bautistas, en los Estados Unidos tenemos diez seminarios teológicos, ochenta y seis colegios y universidades, setenta y nueve escuelas preparatorias, y esto es un producto de los ministros educados. De estas instituciones han salido millares de hombres educados, quienes son los guías en todas las esferas de la vida.
Segundo, lo que han hecho en pro de la moral: Es muy difícil saber exactamente quiénes son los promovedores en las grandes reformaciones morales; porque muy a menudo éstas nacen en la oscuridad. Pero todo el mundo conoce a Henry Ward Beecher como el predicador de la abolición de la esclavitud; fue también un impulsador en el establecimiento del comercio internacional.
Roger Williams marca una era en nuestra historia cuando la libertad de religión y conciencia tuvo su nacimiento. Ahora tenemos libertad completa en los Estados Unidos y muchas otras naciones están aceptando estas doctrinas a lo menos en parte.
La separación de la Iglesia del Estado vino por causa de la fuerza persistente de un grupo de ministros bautistas, que no cesaron de luchar hasta que el congreso hizo una enmienda a la constitución en favor de esto.
La lucha, hoy día, en favor de la temperancia está dirigida por ministros en todas partes del mundo y los resultados de su trabajo son mejores hogares, sociedad y gobierno; más gozo y riquezas.
Las naciones, que abren las puertas francamente a los ministros, reciben una bendición grande en muchos respectos. Estudiemos a Inglaterra y a América, y podremos ver el provecho de una nación que conoce el poder de la Biblia en la mano de un mensajero; estas naciones están avanzando, mientras que muchas otras están retrogradando.
Buscad en todas las naciones de la tierra donde hay misioneros y preguntad el porqué del cambio de tales países. Sabemos que los misioneros han entrado primeramente, en los países, antes que éstos hubieran entrado en la senda del progreso.
Hace cien años principió el trabajo misionero en China y ha habido un gran cambio en los últimos tiempos. Se les enseñó la Biblia, se establecieron colegios e institutos teológicos. China ha avanzado muy rápidamente. En muchas de las provincias la Biblia se enseña en las escuelas del gobierno. Esto significa que China, la nación pagana más grande que conocemos, algún día, y éste no está muy lejano, será una de las más grandes naciones cristianas que tengamos.
Los altos oficiales del Japón reconocen la influencia de los ministros y la Biblia, como se demuestra por el siguiente artículo que leí la semana pasada: «El órgano del gobierno llamado ‘KoKumin’, publicado en Tokio, cuyos artículos pueden ser recibidos como la opinión del premier y tal vez del Emperador, recientemente dijo: «El desarrollo del Japón que lo ha colocado en el lugar de una potencia de primera clase durante los últimos cincuenta años, puede ser atribuido en sumo grado a la obra hecha por los misioneros, quienes han cultivado las inteligencias de los japoneses y han mejorado la norma de sus conductas valiéndose del establecimiento de colegios, y de la predicación del Evangelio de Cristo en las iglesias. En Japón afortunadamente hay muchos misioneros excelentes, y es muy satisfactorio notar que algunos de ellos han estado ocupados celosamente en este país más de cuarenta años».
¿A qué se debe el gran adelanto del Brasil y la Argentina? Es debido a nuestros colegios y a la influencia que emanan. Ellos han educado varones fuertes, los cuales hacen un gran trabajo en el ministerio. Sabemos que en cada país los naturales educados son la esperanza para la salvación de su propio país; los extranjeros no pueden alcanzar el mismo resultado.
La influencia de Moffet y Livingstone nunca morirá en África a causa del fundamento que pusieron para la obra misionera. Livingstone fue no sólo misionero sino doctor y explorador. El campo que él exploró ahora está habitado por personas muy civilizadas. Tienen colegios, universidades, ferrocarriles y más de quinientos misioneros.
¿A qué se debe el cambio en España? Se debe a los rayos de luz que han venido de otras naciones donde reina la libertad. Sólo Dios puede decir qué serán los próximos años de progreso dado que nuestras iglesias y escuelas tengan igual libertad que las de los católicos.
Según lo que ha sido dicho en la discusión podemos ver la gran necesidad de nuestros institutos teológicos; porque éstos son el poder que será el fundamento de nuestro gran movimiento de alistar y preparar a otros para convertir al mundo al cristianismo.
Del estudio de este asunto se puede ver que la salvación de México y de otros países depende del ministerio nativo. El gran número de jóvenes, a quienes Dios está llamando para el trabajo, demanda nuestros institutos teológicos. Dios está llamando a esos jóvenes que se preparen para tomar el cargo de los ministros viejos, pues a éstos pronto llamará al hogar que ha preparado para ellos.
El trabajo en México ha avanzado y la influencia de la instrucción teológica ha sido sentida y será sentida más en el futuro, cuando los hombres fuertes declaren el poder de Dios.
Un estudiante, en un curso de dos ó tres años, puede obtener conocimientos de la vida y experiencia de otros más que la que pudiera obtener en toda su vida y de su experiencia propia y puede poner en práctica lo que ha aprendido. Después de este curso está listo para la obra y puede hacer muchas veces más trabajo que el que haría sin esta preparación.
Si nos quitáis nuestros institutos teológicos nos quitaréis uno de los más grandes poderes que tenemos para la gloria de Dios y el adelanto de su reino en el mundo.
EL BAUTISTA
Publicado originalmente en 1910