Los frutos del ministerio

Hay tres tareas especialmente indicadas por el mismo Jesucristo que deben desempeñar sus ministros, para obtener el fruto de su labor, que Jesucristo y su iglesia esperan de cada uno.

I. EL MINISTRO ES UN PREDICADOR DEL EVANGELIO DE SALVACIÓN

En Marcos 16:15 encomienda a sus discípulos la tarea de predicar, publicar el evangelio. Es decir, hacer conocer a las almas lo que éstas necesitan conocer para su salvación. Decirles a los hombres que Dios desea que ninguno se pierda (II Timoteo 2:4). El Dr. H. Jowet dice bien que, «El fin objetivo de toda predicación verdadera es la salvación de los hombres». J. Wesley también advertía a sus ministros: «No tenéis otra cosa que hacer que ganar almas».

a) Debe llevar a los hombres a sentir su condición pecaminosa y hacerles clamar como hizo clamar a sus oyentes San Pedro en su sermón en Hechos 2:34 cuando «compungidos de corazón clamaron «¿Qué haremos?».
b) Del arrepentimiento debe llevar al hombre a la conversión, es decir a la experiencia personal de comunión con Dios que le conduce a cambiar de frente en su vida toda. En otras Palabras, debe hacerle sentir al hombre, como dice el Dr. Stockwell, que la religión «es una llama divina en el alma humana, es la experiencia íntima del poder divino que obra en nosotros para nuestra redención en Cristo».

Este es uno de los primeros frutos del ministro que predica como debe.

II. EL MINISTRO ES UN EDUCADOR EN LA DOCTRINA

Mateo 28:19 dice: «…id y adoctrinad, educad, haced discípulos a toda criatura». Otra de las tareas del verdadero ministro, es la de educar en la doctrina cristiana. Los miembros de la iglesia deben saber lo que creen, cómo han de vivir como cristianos que son y saber inteligentemente dar razón de su fe.

Pablo escribió a los efesios: «Ya no seamos fluctuantes y llevados por todo viento de doctrina (léase Efesios 4:14-15). A Timoteo le dice: «… te rogué que te quedases en Efeso … para que requirieses a algunos que no enseñen diversa doctrina», ni «cosa contraria a la sana doctrina» (l Timoteo 1:1, 10).

El profesor Edwin Lewis en «A Christian Manifesto» dice que:

«El cristianismo es una estructura total y no una serie de fragmentos sin relación … un cuerpo de creencias; que significa una manera de vida … que abarca la inteligencia, los sentimientos y la voluntad».

G. J. Lowstuter dice: «Los colaboradores de Pablo estaban construyendo hombres, y las doctrinas solo importaban mientras contribuyeran en forma vital a esa obra … Debían guardar la fe a medida que otros la transmitían, ver que se acentuara lo que debía acentuarse, y cuidar de que no se substituyeran las exigencias morales y espirituales del evangelio por la especulación ociosa o la erudición jactanciosa. Forma parte también de su tarea la corrección de las falsas enseñanzas a que estaban expuestos los creyentes, ya sea por el contacto exterior con los paganos o con maestros equivocados dentro de la iglesia misma. Se daba tanto énfasis a esta labor de vigilar a los maestros y a la doctrina, por la parte importante que desempeña en la formación del carácter de los creyentes». Com. Abingdon III, 470.

Esta educación debe pues, formar la conciencia cristiana. La enseñanza ha de ser definida, no incolora, ni que se acomode a todo ambiente, sino distintiva, firme en todo lugar.

El Señor dijo a Pablo en el camino a Damasco que lo enviaba a los gentiles: «Para que abras sus ojos» (léase Hechos 26:18).

Esta es pues la misión de la educación. Despertar sus deseos superiores; iluminando su entendimiento; moviendo su voluntad; purificando su conciencia y renovando así sus acciones. Este es otro de los frutos que alcanzará al ministro fiel: cristianos definidos, firmes, victoriosos.

III. EL MINISTRO ES UN PASTOR

Jesús dijo a Pedro: «Apacienta mis ovejas». Ya no pescadores de hombres, sino pastores de ovejas…

Este es un trabajo que demanda inteligencia y habilidad. En este trabajo descubrirá donde están ovejas y dónde está el alimento que necesitan. El pastor debe ser un guía que va delante de ellos … no empujar, obligar, sino guiar. «Siendo dechado de la grey». 1 Pedro 5:3. No hay duda que mucho fruto se pierde por haberse descuidado este trabajo…

Almas enfriadas y por fin profundamente dormidas se pierden de la iglesia. «Muchos entran por la puerta delantera y se escapan por la puerta del fondo».

Si el ministro no cuida de los frutos recogidos los perderá; pero el que los cuida su aprisco se llenará y los claros que se producen por la muerte y transferencias, serán llenados con creces.

La palabra clave del cristianismo es «Amor».

Frente a todo esto surge la pregunta de Pablo «¿Quién es suficiente?» (2 Corintios 2:16). El mismo Pablo da la contestación: «nuestra suficiencia está en Dios». (2 Corintios 3:5). Entonces se podrá decir de los ministros lo que dice el salmista:

Los que siembran con lágrimas, segarán con regocijos. Aunque salga andando y llorando, el que lleva la simiente para sembrar; de seguro volverá con regocijos, trayendo sus gavillas.
Salmo 126:5

El Predicador Evangélico. Abril-Junio 1951

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