La responsabilidad misionera de la iglesia evangélica Latinoamericana

Este artículo se escribió en 1956, pero contiene un mensaje que se necesita oír en el siglo 21.

En este artículo intentamos un análisis de la responsabilidad misionera que tienen las iglesias evangélicas de la América Latina. Nos parece que la obra evangélica ha llegado a un estado de madurez y de estabilidad que le capacita para hacer una labor misionera efectiva en aquellos territorios, dentro de los límites nacionales, que aún no han sido alcanzados. . . y aún más, creemos que en muchos casos la iniciativa misionera de la iglesia evangélica de la América Latina debiera de cruzar fronteras. ¿Por qué nos hemos detenido? ¿Cuáles son las causas que detienen la empresa misionera? ¿Qué pasos hay que dar para lograr el despertamiento de las energías misioneras latentes? ¿En qué forma podríamos en los años venideros llenar con las buenas nuevas del evangelio todos los rincones de esta América nuestra?

El plan de Dios o la Cadena Misionera

El plan misionero que se evidencia en el libro de los Hechos y después en el resto de la historia del cristianismo es una especie de cadena: una iglesia debidamente establecida envía misioneros a un campo no evangelizado, predican la Palabra, se salvan las almas y con el tiempo se establece una iglesia; esta iglesia, a su vez, envía misioneros más adelante, a otros campos vírgenes, predican la Palabra, se salvan los pecadores y con el tiempo se establece una iglesia. . . y así sucesivamente. Es una cadena. Es un constante cumplimiento de la GRAN COMISIÓN dada por nuestro Señor Jesucristo.

Hubo una ocasión cuando la iglesia no estaba bien orientada en cuanto a este modo de reproducción. No entendía bien su finalidad misionera. Entonces … decidieron levantar pabellones. Hicieron un gran campamento. Los que tenían posesiones las vendían … tenían un fondo común … vivían como una sola familia. ¡Qué felicidad! Aquello parecía un cielo. ¿Quién era capaz de hacer variar aquel entendimiento que ellos tenían del cristianismo? Se necesitó una fuerte persecución que los dispersara de su cielo-lucha, del cielo dinámico–camino de la obra misionera. Y así se convirtieron en misioneros voluntarios a la fuerza, pues, por donde quiera que pasaban anunciaban las buenas nuevas de salvación y las almas se convertían. Un eslabón depende de otro. Y como se trata de una sucesión, si un eslabón no funciona, se hace un gran daño. ¡Ay, del eslabón que rompe el ritmo del progreso misionero!

La Madurez de la Iglesia Evangélica de la América Latina

En varios países ya se ha celebrado el centenario de la obra evangélica. Gracias a Dios. Al viajar por los distintos países se observa el grado de madurez y de estabilidad que ha alcanzado la iglesia evangélica. En lo material: magníficos templos, colegios, seminarios, hospitales, imprentas, librerías, etc. En cuanto a potencial humano: buenas congregaciones, activas sociedades de jóvenes, de damas y de caballeros; muchos profesionales convertidos, especialmente en las capitales o grandes ciudades donde el evangelio está haciendo su impacto en la clase alta. La iglesia evangélica echó raíces firmes y profundas en Latinoamérica. Una demostración de esa solidez es el hecho de que ocho años de cruel persecución en Colombia, no han podido destruir la obra y, por el contrario, ha crecido en medio de la lucha.

Si bien es cierto que numéricamente somos una minoría, también es cierto que esa minoría ejerce en muchos países una tremenda influencia (y tiene un gran prestigio) capaz de oponerse y de derrotar a la gran masa católico romana en el campo ideológico. Esto ha sucedido en años recientes en Cuba y Puerto Rico cuando los evangélicos han combatido y derrotado el plan de enseñanza religiosa en las escuelas públicas.

De manera que ya no se trata de un experimento misionero. La iglesia evangélica Latinoamericana es eso; evangélica y latinoamericana con sus propias características y perfiles… si se quiere, ya se puede decir– autóctona.

La Labor Misionera que Falta

Lo que he dicho no implica que la labor esté terminada y mucho menos que el territorio ha haya sido cubierto. Hay una tremenda labor misionera que nos resta. Hay cuatro lugares a donde la iglesia actual debe poner sus ojos.

1 – Pueblos donde no hay labor evangélica. Es lamentable y bochornoso el hecho de que en algunas ciudades se multiplican las iglesias evangélicas a tal extremo de haber dos a unas cien yardas de distancia y mientras hay centenares de pueblos con miles de habitantes muchos de ellos, donde no existe ni siquiera un evangélico que pueda testificar. Eso es sencillamente un crimen misionero y una caricatura de la Gran Comisión.

2 – Las zonas rurales. Estas se encuentran muy descuidadas. El trabajo es más difícil que en las ciudades. Hay una serie de privaciones y de luchas. Se necesita un espíritu de sacrificio. Despertemos a la realidad de que las sectas heréticas se están aprovechando de la sencillez y de la sinceridad de nuestro campesinado para sembrar sus doctrinas falsas.

3 – Reductos indígenas. Quedan muchas tribus indígenas sin evangelizar. En algunos países son miles y miles de hombres y mujeres tan paganos como los africanos. ¡Y tan cerca de nosotros! ¿Esperaremos a que tengan que venir misioneros norteamericanos para evangelizarlos? ¿No es acaso una responsabilidad nuestra? Ahí tenemos un campo misionero con todas las características del campo extranjero … y dentro de nuestras propias fronteras.

4 – Aumento poblacional. He dejado esto para último, pero no por considerarlo menos importante. La población en la América Latina está creciendo a un ritmo aceleradísimo. Si la Iglesia no se da cuenta de este fenómeno, puede caer en una trampa de donde difícilmente podría salir. Si la iglesia sigue creciendo a paso de tortuga mientras el crecimiento poblacional va a saltos de liebre, el resultado será que dentro de algunos años seremos una minoría sin importancia, sin prestigio y sin porvenir. ¡La suerte esté echada!

El Tiempo

A la luz de la Palabra de Dios sólo hay un tiempo seguro y este es HOY. Podemos estar seguros de que alguien conquistará los millones de América: o las sectas falsas, o el romanismo, o el comunismo. Sostengo que la iglesia evangélica está en capacidad de hacer grandes conquistas para Cristo y su reino. El romanismo está en estado decadente. Ya nuestra gente no se inclina y besa la mano del cura como lo hacía hace unos treinta o cuarenta años. Ya no le tienen miedo a la excomunión. En otras palabras, el evangelio predicado por la iglesia evangélica ha cumplido una misión de desfanatización, dejando el terreno listo para dejar caer ahora la preciosa simiente. Pero el clero está activo y vigilante, Están siempre tratando, la mayor parte de las veces mediante sus fieles agentes –los jesuitas– de influir en los gobiernos para estrangular las libertades y para impedir el progreso de la obra evangélica. Están pensando en una «contrarreforma» con miles de curas importados de Europa y del Canadá. Mañana, ¿qué sucederá? No lo sabemos. Quizá muchas de las puertas que hoy están abiertas se cierren herméticamente. Quizá las libertades que gozan algunos países serán pisoteadas, como en Colombia. … por eso, repetimos, que el tiempo es AHORA, HOY.

Cosas que han Impedido la Labor Misionera

Para hacer honor a la verdad tendremos que decir que se ha estado haciendo labor misionera en muchos lugares. Conozco iglesias que tienen una ardiente pasión misionera y se dan ellos mismos, sus dineros y sus oraciones para esta obra… pero ésta es la excepción, lástima da decirlo. ¿Qué es lo que falta a la mayoría de nuestras iglesias para ocupar su puesto en la avanzada misionera? Señalaremos en este análisis, solamente algunas de las razones.

1 – Falta de visión. No han levantado los ojos para mirar las regiones que ya están blancas para la siega. No han entendido que la Iglesia tiene una finalidad misionera. No han despertado a la realidad de que Dios nos salva para que nosotros ayudemos a otros a salvarse. No han mirado a la fosa de donde salieron para sentir compasión por los muchos millones que allí permanecen todavía.

2 – Falta de elementos. Hasta el momento la juventud nuestra prefiere dedicarse a una profesión lucrativa antes que al ministerio … piensan que es mejor llegar a ser servidos que servir. Es la misma falta de visión…

3 – Falta de dinero. Los creyentes se han embriagado con los beneficios del evangelio y han perdido de vista sus responsabilidades. El porcentaje de diezmadores es sumamente bajo. Si todos los creyentes de todas las iglesias evangélicas de la América Latina se propusieran a no seguir robando a Dios y pagaran fielmente sus diezmos … sólo con esto tendríamos dinero suficiente para enviar y sostener misioneros aun en el África.

Dos tipos de Labor Misionera

Creo que hay dos maneras mediante las cuales podemos cumplir nuestro cometido de alcanzar para Cristo las regiones no evangelizadas.

1 – Por medio de obreros laicos. La iglesia debe preparar a sus creyentes para actuar como obreros laicos. Estos pueden hacer la obra en los fines de semana, en los días feriados y en las vacaciones. Cada obrero debe tener una asignación definida, un campo que atender. Este tipo de trabajo trae grandes bendiciones para la iglesia que lo hace y para los campos evangelizados.

2 – Por medio de misioneros. Me refiero a hermanos de nuestras propias iglesias que sientan el deseo de servir al Señor, dedicando todo su tiempo, y que se preparan debidamente para este trabajo. Enviados y sostenidos por nuestras propias iglesias latinoamericanas. No es que despreciemos la labor del misionero extranjero, es que creemos que la iglesia ha llegado a su edad adulta, es que debemos de empezar a producir, es que es tiempo de dejar la botella de leche, o, mejor dicho, de llevarla nosotros a otros… ¡Miremos que no se rompa la cadena!

Estos dos planes no se excluyen, sino que se complementan. Los obreros laicos y los misioneros serán los dos remos que moverán la nave evangelizadora. Por supuesto, que hay otros medios de evangelización, pero para los efectos de este artículo nuestro énfasis cae sobre el elemento humano a usarse.

Recomendaciones Finales

La urgencia y la seriedad de este asunto debiera levantar en cada creyente responsable y sobre todo en cada líder de la obra las más profundas preocupaciones. La historia nos ha puesto en una época de tremendas responsabilidades. Estamos montados en el potro y tenemos que jinetearlo. ¡Buen cuidado que no nos caigamos! Recomiendo que se reúnan los líderes evangélicos en sus respectivas áreas, que estudien el asunto y que tracen un plan con objetivos definidos. Luego … a la lucha. Es la voluntad del Señor que ninguna alma perezca. «He aquí yo estaré con vosotros todos los días».

Pensamiento Cristiano, 1956

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