Al tratar solamente de los manuscritos originales o “los autógrafos”, no nos referimos a manuscritos subsecuentes (a veces llamados apógrafos) o ediciones impresas en los idiomas originales, ni traducciones o versiones en este estudio. Algunos autores prefieren referirse a la infalibilidad como inerrancia o inerrabilidad. Algunos hasta hacen distinciones grandes entre la infalibilidad y la inerrancia, haciendo afirmaciones confusas y contradictorias que la Biblia es infalible pero no inerrante; creemos que son distinciones falsas. El término infalible enfatiza el hecho de que no puede fallar, pero creemos que en lo práctico tal condición no permite errores. En este escrito tratamos a la infalibilidad y la inerrancia como términos sinónimos.
La Biblia indica que los escritores fueron inspirados por el Espíritu Santo. En la Biblia hay muchas declaraciones por los escritores tal como en 2 Sam. 23:2: “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua”. La Biblia afirma en 2 Timoteo 3:16-17 que «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». 1 Tes. 2:13 deja claro que la Biblia es la Palabra de Dios: «Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes». 2 Pedro 1:21 añade además «Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo». Tito 1:2 nos asegura que Dios «no miente». Aunque la Biblia no utiliza los términos infalible o inerrante acerca de sí misma, aparecen frases con significados equivalentes, tal como «tu palabra es verdad» (Jn. 17:17). Salmos 19:7-9 enumera las perfecciones de la Biblia, y son muchas:
- La ley de Jehová es perfecta
- El testimonio de Jehová es fiel
- Los mandamientos de Jehová son rectos
- El precepto de Jehová es puro
- Los juicios de Jehová son verdad, todos justos
La Biblia tiene aun más para decir acerca del asunto, pero estos pasajes deben ser suficiente para convencer a un creyente que la Biblia tiene un origen divino y milagroso, y dado que es la Palabra de Dios, no fue entregada a la humanidad con errores. Por tanto, abogamos por la infalibilidad o inerrancia de los manuscritos originales.
Acerca de los manuscritos originales
Aunque la Biblia no lo afirma, es obvio que los diversos manuscritos cuales eran los verdaderos manuscritos originales de los 66 libros nunca estuvieron todos juntos formando un solo libro. ¿Por qué?
- Se escribieron a través de un período de más de mil años.
- Por diferentes escritores (bajo inspiración de Dios).
- A través de diversas regiones geográficas.
- De diferentes materiales de elaboración (tablas, planchas metálicas, luego pergaminos y papiros en rollos, y probablemente en códices hacia el final).
Es muy raro que un manuscrito sobreviva más de mil años por las siguientes razones:
- Desastres naturales
- Incendios
- Insectos
- Guerras
- Persecuciones
- Humedad
- Deterioro natural
Los originales probablemente tuvieron una vida corta debido a lo que acabamos de compartir, al cual se puede añadir la probabilidad de uso intensivo debido a su autoridad. Pero cumplieron su propósito y se hicieron copias antes de que perecieran, en cumplimiento de la preservación prometida.
¿De qué valor son los originales si ya no existen?
Algunos, hasta cristianos con una perspectiva errada, podrían llegar a preguntarse por qué defender, promover y contender por los manuscritos originales cuando ni siquiera existen físicamente desde hace muchísimo tiempo. A continuación, trataremos con esta pregunta que merece contestación.
Aunque es algo sumamente obvio, se debe recordar que sin los manuscritos originales, no tendríamos manuscritos bíblicos, ni textos impresos en los idiomas originales ni traducciones de la Biblia. La autoridad de las traducciones que utilizamos está ligada a los manuscritos originales, no obstante su inexistencia en forma física desde hace mucho tiempo.
En vista de lo que la Biblia enseña claramente acerca de la inspiración y pureza de las Escrituras que lógicamente parte de los originales, el cristiano tiene una base bíblica para reconocer la autoridad infalible de los manuscritos originales con la máxima confianza, independientemente de su estado actual como inexistentes. El impío rechaza lo que la Biblia enseña acerca de la pureza y la inspiración de las Escrituras, por lo que se espera que se burle de los originales como una autoridad fantasma. Pero el creyente no debe demostrar tal desprecio al ser informado que los manuscritos originales han perecido, sino estar agradecidos que Dios ha obrado a través de la ardua obra del copiado de manuscritos, su traducción a una gran parte de los idiomas del mundo, y su distribución a pesar de grandes persecuciones.
Dios en su soberanía no permitió que sobrevivieran. Muy posiblemente la razón principal por la que Dios no aseguró la supervivencia de los manuscritos originales, es que la humanidad religiosa haría sin duda un ídolo de la tinta y el papel de los originales. Dios aborrece la idolatría.
Dado que los manuscritos originales ya no existen, ¿ha fallado Dios? ¡De ninguna manera!
Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. Salmos 119:89
Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, que para siempre los has establecido. Salmos 119:152
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24:35
Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. Isaías 40:8
Mas la palabra del Señor permanece para siempre. 1 Pedro 1:25
En cuanto a la pérdida de los manuscritos originales, ciertamente hubo una pérdida física, pero no una pérdida textual. Fue una pérdida tangible, pero no una pérdida verbal. ¡La Palabra de Dios es indestructible!
La preservación a través de miles de manuscritos (no originales), citas de “padres” de la iglesia y traducciones antiguas dan testimonio de los originales. Debido a la preservación, ¡las verdades e incluso las palabras mismas griegas y hebreas de los originales son vistos, leídos, predicados, manejados y enseñados! Estas palabras están disponibles para ser traducidos a todos los idiomas del mundo. Es cierto que en el sentido técnico no tenemos los originales en forma tangible, lo cual es la máxima autoridad, pero Dios no nos ha dejado al azar sin su Palabra.
Aunque no tenemos los manuscritos originales, lo que tenemos en una buena traducción es perfectamente adecuado. La Biblia se puede comparar a una regla de medir. Incluso, el término “canon” proviene de una palabra griega que significa vara, en el sentido de una vara para medir. En la vida cotidiana, una regla escolar o una cinta de medir común es adecuado para casi todas las situaciones de la vida que requieren una medida. Un ingeniero posiblemente necesite una regla más precisa. Un clavo podría medir 2 cm. con una regla escolar, y quizás el mismo clavo mida 2,013 cm con una regla de precisión con lectura digital. Esa diferencia es irrelevante e insignificante en la gran mayoría de los casos. En el parlamento de Inglaterra se mantenían unas barras de platino con medidas originales y oficiales. Si podríamos medir el mismo clavo con una medida oficial calibrada, quizás revelaría una medida de 2,014. En el año 1834 ocurrió un incendio en el cual se derritió y se deformó la barra oficial de la medida de yarda. La yarda es una medida común inglés cerca de un metro en longitud que se utiliza donde no prevalece el sistema métrico. Cuando se dañó la barra oficial de la yarda, no arruinó la utilización de dicha medida. Hasta el día de hoy se sigue utilizando la medida de yarda donde no usan el sistema métrico. Se preservó la yarda a pesar de la pérdida del original. De modo similar se preservó la Biblia a pesar de la pérdida de los manuscritos originales. Lo que tenemos es adecuado. La Reina-Valera, aunque no infalible, ha probado ser una espada aguda de dos filos. Tal como la ruina de medidas oficiales en barras de platino en el parlamento de Inglaterra no arruina las medidas (cómo hemos comprobado en el caso de la yarda) la falta de manuscritos originales no nos deja sin Palabra de Dios con toda la autoridad necesaria.
Una distinción muy grande entre la inspiración de los manuscritos originales y luego el proceso de preservación en las copias de escribas, ediciones impresas en los idiomas originales y las traducciones, es que los originales fueron inspirados (exhalados) por Dios (2 Tim. 3:16-17; 2 Ped. 1:21). La inspiración fue un proceso milagroso que jamás se repetirá que resultó en un producto: los manuscritos o autógrafos originales. Aunque Dios utilizó a escritores humanos, estos escritores fueron inspirados por Dios, algo que no se puede decir del proceso de la preservación, no obstante su importancia.
La verdadera batalla que aún tienen lugar en los seminarios de todo el mundo es resolver la cuestión de si los originales son infalibles. Muchos seminarios que una vez enseñaron a la infalibilidad de los autógrafos originales tristemente se han alejado de su postura original. Los profesores universitarios en todas partes se burlan de la creencia en la infalibilidad de los originales. Es bastante difícil convencer a nuestra generación que los originales fueron dados por inspiración de Dios, y mucho menos una traducción, que este debate sobre la infalibilidad de la traducción se ha convertido en una distracción de la verdadera batalla.
El daño de rechazar la infalibilidad de los manuscritos originales se puede observar con tiempo en los seminarios que han caído en dicha creencia. Cuando sus profesores no lo aceptan, se espera que le siga la negación de la inspiración y luego la enseñanza del método histórico-crítico de la Biblia sin confiar plenamente en ella. Por ejemplo, aunque una epístola dada comience afirmando que fue escrito por el apóstol Pablo, podría haber los que dirán que el libro en cuestión no refleja el estilo de Pablo, por tanto no puede ser de su autoría. El que rechaza la infalibilidad de la Biblia se aproxima a ella con dudas y no con una actitud de fe, y no acepta lo que dice en algún pasaje en particular hasta que esté plenamente convencido primero. Para el que sostiene la inspiración e infalibilidad de las Escrituras en los manuscritos originales, tal forma de proceder es inaceptable. En tales casos, llega a ser una crítica destructiva. Puede leer más sobre el tema en el siguiente artículo:
Hay los que se mofan de los originales, porque no se pueden producir para comprobar que de verás son infalibles. Harold Lindsell responde a este argumento señalando que, siguiendo este criterio, los críticos tampoco pueden producirlos para comprobar sus supuestos errores:
Los problemas textuales de hoy de ninguna manera hacen que la doctrina de la inerrancia bíblica sea imposible. Debe recordarse, también, que aquellos que se burlaron de la infalibilidad de los autógrafos porque no pueden presentarse para su examen, no tienen mejores argumentos para argumentar a favor del error de los textos que tampoco pueden producir. En el peor de los casos, es un punto muerto. (Lindsell, Harold. The Battle for the Bible. Grand Rapids: Zondervan, 1976, p. 37)
Hay algunos que dicen tener la autoridad final, pero cuando se investiga, tienen “una autoridad final” para un idioma y otra “autoridad final” para otro, luego diversas “autoridades finales” para diferentes etapas en la historia, y diferentes ediciones o versiones de lo que consideran su “autoridad final”. Luego algunos quieren imponer su autoridad final en su idioma natal (generalmente inglés) para corregir Biblias en otros idiomas, pasando por alto textos en idiomas originales. Al tener múltiples “autoridades finales”, demuestran no tener una autoridad final al fin. Por tanto, al afirmar que solo los manuscritos originales son la autoridad final se puede mantener una consistencia, aunque no agrada a los que creen que Dios les debe o ha prometido una autoridad final ahora que puedan palpar y ver, incluso en su propio idioma. Aún si se llega a entender que Dios no preservó su Palabra en la forma exacta como podría haber pensado en algún momento, no significa que Dios ha fallado. Dios es soberano y tiene derecho a hacer las cosas como él quiere y no tenemos derecho a dudarle. Aunque no tenemos los originales, Dios no nos ha dejado sin una autoridad adecuada. Sal. 119:89 nos asegura “Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos”.
Si los autógrafos originales son la autoridad final, entonces nada puede sustituirlo en el sentido técnico del mismo modo como otra autoridad final, pues demostraría que lo que se creyó ser la autoridad final no fue en verdad final. Esto es lógica básica. No hay disputa sobre el hecho de que los autógrafos originales no sobrevivieron. Esto nos lleva a la conclusión de que Dios no lo consideró necesario para nosotros, de lo contrario, Dios siendo soberano y todopoderoso, lo hubiera impartido en material no perecedero. Dios preservó el texto de su Palabra, pero no en un solo manuscrito. Al no tener los autógrafos originales, no tenemos la autoridad final en la forma original, pero tenemos el texto preservado, lo cual es totalmente adecuado.
La preservación a través de miles de manuscritos (no originales), citas de “padres” de la iglesia y traducciones antiguas dan testimonio de los originales. Debido a la preservación, ¡las verdades e incluso las palabras mismas griegas y hebreas de los originales son vistos, leídos, predicados, manejados y enseñados! Estas palabras están disponibles para ser traducidos a todos los idiomas del mundo. Es cierto que en el sentido técnico no tenemos los originales en forma tangible, lo cual es la máxima autoridad, pero Dios no nos ha dejado al azar sin su Palabra. Los autógrafos originales siguen siendo la autoridad por extensión, pero no en una forma tangible, sino por medio de preservación.
Objeciones a la inerrancia de la Biblia
1. Hay los que se oponen a la inerrancia diciendo que significaría que habría que tomar cada aseveración en la Biblia literalmente.
En respuesta, consideramos que la siguiente cita es de mucho valor:
La Escritura está repleta de figuras retóricas, por ejemplo, metonimia (Lucas 16:29), metáfora (Salmo 18:20), personificación (Mateo 6:4), sinécdoque (Lucas 2:1), apóstrofe, hipérbole (Mateo 2:3). No hace falta decir que el lenguaje figurado no es un lenguaje errante. Afirmar que la Escritura, al redondear números y emplear hipérboles, metáforas, etc., no se preocupa por la precisión de los hechos (y por lo tanto está sujeta a error) es malinterpretar la intención del lenguaje bíblico. (Preus, Robert. «The inerrancy of Scripture» in The Proceedings of the Conference on Biblical Inerrancy. Nashville, TN: Broadman Press, 1987, p. 52)
2. Hay los que se oponen a la inerrancia por el hecho de que el mismo evento o hecho se repite de dos maneras diferentes.
Una contradicción genuina no existe simplemente porque el mismo evento o hecho se registre de dos maneras diferentes. Si los dos pasajes paralelos se pueden armonizar, o si sirven para suplementar uno al otro, no hay error.
3. Hay los que se oponen a la inerrancia por destacar diferencias entre traducciones.
Abogamos por la inerrancia de los manuscritos originales solamente. Introducir el asunto de diferencias entre traducciones es un intento de distraer, ofuscar y confundir. Ofrecemos un escrito sobre el tema separado de traducciones a continuación: https://www.literaturabautista.com/puede-una-traduccion-de-la-biblia-ser-perfecta/
Debemos abogar por infalibilidad e inspiración en los manuscritos originales; pero para marcar la distinción, se debe enfatizar la confiabilidad, pureza y suficiencia de los textos y las traducciones fieles.
4. Hay los que se oponen a la inerrancia diciendo que no es importante.
Cuando hay instituciones religiosas y denominaciones enteras que han perdido su ancla y están a la deriva teológicamente hablando, no se puede decir que no es importante.
5. Hay los que se oponen a la inerrancia diciendo que hay errores de gramática aun donde todos los manuscritos están de acuerdo.
Se debe reconocer que las reglas gramaticales son hechas por hombres y han ido cambiando y avanzando por las edades.
6. Hay los que se oponen a la inerrancia señalando que hay pasajes problemáticos que son difíciles de explicar de parte de los que abogan por la inerrancia.
Los escritores serios que defienden la inerrancia bíblica no niegan que hay pasajes problemáticos que requieren de investigación y explicación. La Biblia en ocasiones redondea números o utiliza cantidades aproximadas. Esto puede explicar diferentes cifras en batallas en pasajes paralelas (1-2 Samuel/Reyes y 1-2 Crónicas). En la vida real, aún en tiempos modernos es común utilizar cifras aproximadas cuando los números exactos no son necesarios. Hay muchas situaciones cotidianas que no requieren precisión en los números. Por ejemplo, si uno nació hace 30 años y seis meses, al ser preguntado la edad, no sería normal que se conteste «tengo 30.5 años de edad».
Hay los que parecen decir que no se puede aceptar la inerrancia de la Biblia hasta que todos los hechos concernientes han sido tratados y la crítica ha demostrado que lo más mínimo ha sido probado y se ha encontrado respuestas satisfactorias y convincentes para todo. Y que todo se haya resuelto. O sea, como si no hubiera que ejercer fe en el asunto.
Sobre este tema recomendamos las siguientes obras en español: Diccionario de Dificultades y Aparentes Contradicciones Bíblicas por John Haley (Editorial Clie), Enciclopedia Explicativa de Dificultades Bíblicas por Samuel Vila (Editorial Clie), y Manual Popular de Dudas, Enigmas y supuestas “Contradicciones” Bíblicas por Norman Geisler y Thomas Howe (Baker Books).
7. Hay los que se oponen a la inerrancia diciendo que es una doctrina que divide.
Debemos procurar la unidad, pero nunca al costo de la verdad.
8. Hay los que se oponen a la inerrancia por señalar supuestos errores que nada más son expresiones coloquiales.
Una expresión coloquial se refiere a términos con un significado entendible dentro de la sociedad, pero que no se interpretan de forma excesivamente literal. Por ejemplo, hablamos de forma cotidiana de «la puesta del sol», pero el sol literalmente no se mueve (la tierra gira alrededor del sol). Lucas 4:40 comienza diciendo «Al ponerse el sol…» La Biblia allí utiliza una expresión coloquial. La Biblia no es un texto de astronomía, por tanto, no está mal que se utilizara una expresión reconocida y entendible que al fin de cuentas no es engañosa.
9. Hay los que se oponen a la inerrancia por afirmar que es una doctrina nueva inventada por los fundamentalistas.
Varias obras se han escrito que proveen documentación de las creencias en la inerrancia de las Escrituras a través de la historia de la iglesia. Un ejemplo sería el libro Biblical Authority por John Woodbridge. En dicho libro Woodbridge presentó la conclusión de Bruce Vawter sobre el asunto. Vawter, un teólogo bien versado en las creencias teológicas tempranas, reconoció el compromiso de la iglesia primitiva con la infalibilidad bíblica del siguiente modo:
No tendrá sentido cuestionar que la inerrancia bíblica en una forma bastante absoluta fue una persuasión común desde el comienzo de la época cristiana y desde la época judía antes de eso. Tanto para los Padres como para los rabinos en general, la atribución de cualquier error a la Biblia era impensable; … Si la palabra era de Dios, debía ser verdad, independientemente de que diera a conocer un misterio de revelación divina o comentara un dato de las ciencias naturales, ya sea que se derive de la observación humana o se relacione con un evento de la historia. (Woodbridge, John D. Biblical Authority. Grand Rapids: Zondervan, 1982, p. 32)
10. Hay los que se oponen a la inerrancia diciendo que la Biblia no lo enseña.
Si se exigiera algo tan directo como el término específico «inerrancia» para comprobar que la Biblia sí lo enseña, bajo exigencias igualmente irrazonables se podría decir que no lo enseña. Pero tampoco aparecen términos teológicos reconocidos como «Trinidad». Aunque el siguiente versículo (uno escogido entre muchos sobre el asunto) no utiliza el término inerrancia, expresa el espíritu y la mentalidad de la inerrancia bíblica:
Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes. 1 Tes. 2:13
Aunque la Biblia no utiliza los términos infalible o inerrante acerca de sí misma, utiliza frases con significados equivalentes, tal como «tu palabra es verdad» (Jn. 17:17).
¿Es posible ser salvo y negar la infalibilidad de los manuscritos originales?
Antes de contestar la pregunta es necesario destacar que hay básicamente dos clases de individuos religiosos que niegan la infalibilidad de la Biblia:
- Los que se enfocan en mero tecnicismos y no encuentran soluciones satisfactorias a incógnitas en áreas como genealogías, inconsistencias a simple vista de períodos de reinado de reyes, errores incidentales y asuntos similares que no involucran creencias doctrinales (excepto la inerrancia misma). No rechazan los milagros en la Biblia, y aceptan por fe el nacimiento virginal de Cristo, su resurrección, etc. En ese caso pueden ser salvo en mi opinión, aunque no acepten la infalibilidad de la Biblia por aferrarse tenazmente a meros tecnicismos. Algunos sostienen que solo el mensaje general de la Biblia es infalible. Su postura es peligrosa en mi opinión, por razones que ya compartimos en este artículo, pero no se debe descartar la posibilidad que sean salvos. A algunos cristianos no se les ha enseñado de una manera que infunda la máxima confianza en los manuscritos originales. Algunos no han estado expuestos a buena literatura sobre el tema.
- Los que rechazan la infalibilidad de la Biblia porque lo consideran una mera colección de escritos religiosos de calidad variable repleto de contradicciones. Tratan los primeros seis capítulos del libro de Génesis como un mito, y rechazan la mayoría o hasta todos los milagros, incluyendo el nacimiento virginal de Cristo y su resurrección corporal. No aceptan la deidad de Jesucristo y no consideran lo profético como una enseñanza para ser aceptado literalmente. No quieren someterse a la autoridad de la Biblia, por tanto lo rechazan como un libro sin inspiración ni origen divino, y menos como infalible. En este caso hipotético, estos individuos que rechazan la infalibilidad de la Biblia son religiosos, pero incrédulos.
Sin duda hay una variedad de creencias en puntos intermedios entre el uno y el dos que acabamos de compartir, pero esto debe servir para reconocer dos extremos drásticos entre los que no aceptan la infalibilidad de la Biblia.
Errores para evitar en la batalla por la infalibilidad de la Palabra de Dios
1. Colocar textos y versiones a la misma medida que los manuscritos originales
Aunque tenemos mucha confianza en las varias ediciones del texto recibido y la Reina-Valera (especialmente la edición de 1960), hace falta reconocer que no fueron dadas por inspiración de Dios, por tanto, no pueden ser infalibles. Hemos tratado el tema por separado aquí: https://www.literaturabautista.com/puede-una-traduccion-de-la-biblia-ser-perfecta/
2. Hacer afirmaciones al modo de, «si se comprobaría siquiera un solo error en la Biblia, no se podría confiar en nada de la Biblia, y más vale ser ateo»
Obviamente no creo que hay un solo error en la Biblia tal como Dios nos la dio, y no vivo en temor que algún día se podrá comprobar un error. Sin embargo, no todos tienen una fe tan segura. Si alguien influido por una afirmación similar, pero con una fe débil llegara a ser convencido por algún profesor universitario (para proveer un ejemplo hipotético) que la Biblia contiene por lo menos un error, siguiendo la lógica de dicha afirmación, es como si le hubiéramos animado a abandonar su fe por completo de antemano. Dicha afirmación también podría confundirse como si fuera una declaración que no hay errores en versiones y traducciones de la Biblia, cuando la intención era señalar la infalibilidad de los autógrafos originales. Aunque tengo grandes desacuerdos con Agustín, él demostró sabiduría al haber declarado en una carta a Jerónimo que «una vez que admites un solo error en la Biblia, abres la puerta a una marea de incredulidad». Esa objeción a la consideración de errores en la Biblia está mejor pensada.
3. Hacer afirmaciones necias acerca de los manuscritos originales en su fervor por enseñar que alguna versión en particular es infalible
A continuación, aportamos un ejemplo de esto mismo:
Creo que es peligroso atribuir infalibilidad a lo que no tenemos (autógrafos originales). (Keesee, Charles. A Subtle Apostasy. Self published, 2018, p. 259)
4. La enseñanza de la doble inspiración
La doble inspiración es una enseñanza falsa de Peter Ruckman, quien enseñó que hubo dos inspiraciones —cuando Dios inspiró los originales, y cuando Dios supuestamente inspiró la Biblia en inglés King James. Hay algunos que aparentan creer y enseñar la doble inspiración con la única diferencia de repudiar el término controvertido “doble inspiración”. Muchos saben de la mala fama de Peter Ruckman; por tanto, si quieren enseñar una de sus doctrinas lo hacen en una forma encubierta. En otros casos algunos enseñan algo semejante al Ruckmanismo, siendo ignorantes del origen de la enseñanza.
Obviamente, una traducción cuidadosa puede ser confiable y de autoridad, y se deben usar términos semejantes para describir una buena traducción para que la gente tenga confianza en ella. Pero al usar términos como “perfecta”, “infalible”, o aun “inspirada” para una traducción, se está enalteciendo peligrosamente una obra con participación humana no inspirada al nivel de los originales inspirados por Dios.
Lo que proveemos a continuación consiste mayormente de traducciones de diversos escritores que han escrito defendiendo la infalibilidad de los manuscritos originales:
La Biblia es infalible y completamente libre de error de cualquier tipo
Estamos convencidos de que las Escrituras sí afirman ser la Palabra de Dios, y dado que son de él y tienen su origen en él, son por lo tanto infalibles y completamente libres de error de cualquier tipo. Dado que su Autor es la Verdad y no puede mentir, su Palabra, las Sagradas Escrituras, es verdad y no puede mentir. (Young, Edward J. Thy Word is Truth. Grand Rapids: Eerdmans, 1957, p. 45)
Conclusión lógica y bíblica
Los siguientes escritores explican de forma iluminante la diferencia dramática en las consecuencias de errores entre las copias y lo que resultaría si hubiese errores en los manuscritos originales:
Si tenemos errores en las copias (como es el caso), entonces estos son solo errores de hombres. Pero si tenemos errores en los manuscritos originales, entonces nos vemos obligados a decir no solo que los hombres cometieron errores, sino que Dios mismo cometió un error y habló falsamente. No podemos hacer esto. (Shah, Abidan Paul. Changing the Goalpost of New Testament Textual Criticism. Eugene: Wipf & Stock, 2020, p. 163)
El error en una copia refleja sobre el escriba o copista; el error en un manuscrito original refleja sobre el autor. Con el Dios de la verdad como autor de las Escrituras, una revelación verbal errónea es contradictoria, imposible e impensable. Los errores de transmisión son detectables en teoría y, por tanto, corregibles; los errores en los originales perdidos para siempre no son detectables ni corregibles. Un texto original infalible al que se le han añadido errores en la transmisión puede abordarse mediante la crítica textual. Pero un original descarriado y corrupto es irremediablemente defectuoso. (McCune, Rolland. Promise Unfulfilled: the failed strategy of modern evangelicalism. Greenville: Ambassador Emerald International, 2004, p. 179)
Efectos inmediatos e imprevistos por rechazar la inerrancia de las Escrituras
Sin embargo, incluso las pequeñas concesiones por error o ignorancia en asuntos científicos e históricos pueden tener efectos inmediatos e imprevistos al bloquear nuestra percepción de la verdad bíblica. Un ejemplo de ello es el comentario que escuché recientemente de un maestro de un seminario evangélico, quien comentó que, dado que Pablo estaba equivocado sobre las mujeres, probablemente también estaba equivocado sobre la homosexualidad, e instó a que los homosexuales practicantes fueran admitidos en la iglesia y ordenados. (Lovelace, Richard. “Inerrancy: some historical perspectives” Inerrancy and Common Sense. Roger R. Nicole & J. Ramsey Michaels, eds. Grand Rapids: Baker, 1980, p. 32)
Solo el original es «inspirado por Dios»
Si la Escritura es «inspirada por Dios», naturalmente se sigue que solo el original es «inspirado por Dios». Si los santos hombres de Dios hablaron de parte de Dios al ser impulsados por el Espíritu Santo [2 Ped. 1:21], entonces solo lo que hablaron bajo la influencia del Espíritu es inspirado. Ciertamente sería injustificable sostener que las copias de lo que hablaron también fueron inspiradas, ya que estas copias no se hicieron mientras los hombres fueron movidos por el Espíritu. Por lo tanto, no son «inspirados por Dios» como el original. Este hecho, por supuesto, no solo se enseña en las Escrituras, sino que también ha sido reconocido por la Iglesia. (Young, Edward J. Thy Word is Truth. Grand Rapids: Eerdmans, 1957, pp. 55-56)
La Biblia sola es nuestra autoridad para la fe y la práctica
Es cierto que ningún cristiano que crea que la Biblia se equivoca puede sostener que la Biblia sola es su autoridad para la fe y la práctica. También debe aferrarse a alguna otra autoridad o criterio. Esa autoridad, no me avergüenza decirlo, es su propia mente, su propia capacidad para razonar. Aquí, de hecho, está el supremo atractivo de la crítica superior negativa … Yo soy el juez final de lo que creeré o no creeré. (Payne, J. Barton [citando a S.T. Davis] “Higher criticism and biblical inerrancy” in Inerrancy. Ed. Norman L. Geisler, Grand Rapids: Zondervan, 1980, pp. 108-109)
La Biblia no es un libro de meras ideas inspiradas
Las ideas sólo se pueden expresar con palabras. Si los conceptos son de Dios, las palabras no pueden ser un asunto de indiferencia. Aunque conviene hablar de la Palabra de Dios con palabras de hombres, estas palabras humanas son las palabras que Dios ha escogido. Precisamente de esta manera y no de otra ha dicho lo que quiere decir. Y en todo caso, sería incorrecto llamar a la Biblia un libro de ideas inspiradas. Es un libro de palabras, no solo de conceptos o ideas, y las palabras se convierten en mucho más que simples ideas, por ejemplo, en historias, eventos, símbolos, visiones, canciones, poemas, sentimientos, genealogías, liturgias y mucho más. Hablar de ideas inspiradas es hacer de la Biblia algo diferente e inferior a lo que realmente es. La inspiración debe ser inspiración verbal, y como la inerrancia debe aplicarse, si es que se aplicará, a toda la Escritura, es decir, debe ser lo que los teólogos han llamado tradicionalmente inspiración plenaria. (Michaels, J. Ramsey. “Inerrancy or verbal inspiration? An evangelical dilemma” Inerrancy and Common Sense. Roger R. Nicole & J. Ramsey Michaels, eds. Grand Rapids: Baker, 1980, pp. 56-57)
La actitud debida
Hay dificultades en la Biblia, y muchas de ellas ahora no podemos resolverlas a nuestra completa satisfacción; pero que sean errores reales es otro asunto. Siempre deben tenerse en cuenta las limitaciones del conocimiento humano. Mucho de lo que los eruditos de una edad anterior han declarado erróneo ahora se reconoce como cierto. La pala del arqueólogo ha revolucionado muchas opiniones sobre declaraciones de la Biblia y actitudes hacia la Biblia.
Entonces, en la naturaleza del caso, la inspiración se extiende solo a los manuscritos originales de las Escrituras. Dado que estos manuscritos fueron inspirados, estaban libres de error. Los originales se han perdido y hoy solo poseemos copias, copias que contienen errores textuales y dificultades que ningún cristiano serio puede permitirse ignorar. Sin embargo, estas copias dan la Palabra de Dios de forma real. Ningún punto de doctrina se ha visto afectado. La doctrina brilla ante nosotros en toda su pureza. No sabemos por qué a Dios no le agradó conservar las copias originales de la Biblia. Quizás, en su infinita sabiduría, no deseaba que nos inclináramos ante estos manuscritos como ante imágenes. Quizás la preservación hubiera dirigido hacia ellos la veneración como reliquias y hubiera desviado la atención de uno de su mensaje. Al menos una cosa está clara. En su misteriosa providencia, Dios ha preservado su Palabra. No tenemos una Biblia que no sea confiable y esté cargada de errores, sino una que de la manera más maravillosa presenta la Palabra de Dios y el texto del original.
¡Qué bueno ha sido Dios al darnos tal Biblia! Cualquiera que sea nuestra necesidad, aquí está la voz del Padre celestial hablándonos. Tampoco hace falta buscar con gran dificultad para descubrir esta voz celestial. No simplemente aquí y allá, no simplemente en algún pasaje perdido con el que nos encontramos después de leer páginas cargadas de errores, llegamos repentinamente a la Palabra de Dios. Más bien, en su plenitud e integridad esta Palabra está ante nosotros. ¡Qué rico y manifiesto es! ¡Qué bien adaptado a todos nuestros deseos y necesidades! Nobles son sus mandamientos; tierna sus preceptos; celestial su doctrina. Es la Santa Biblia, «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino». (Young, Edward J. Thy Word is Truth. Grand Rapids: Eerdmans, 1957, p. 61)
Por qué Dios no conservó los autógrafos originales físicos
Si a Dios le hubiera placido conservar algunos autógrafos [originales] para nosotros, hay razón para creer que algunas personas podrían haberse afectadas por una veneración supersticiosa hacia ellos. Estas personas habrían visto los autógrafos como reliquias sagradas, y podría haberse desarrollado una especie de «bibliolatría» que habría sido perjudicial para el alma. Es interesante que el rey Ezequías destruyó la serpiente de bronce que había hecho Moisés, y fue elogiado por esta acción (II Reyes 18:4). (Nicole, Roger. “The nature of inerrancy” Inerrancy and Common Sense. Roger R. Nicole & J. Ramsey Michaels, eds. Grand Rapids: Baker, 1980, p. 77)
La autoridad de copias en nuestra posesión ligadas al texto original
Una y otra vez nos enfrentamos al hecho obvio de que los escritores bíblicos hicieron uso de las copias existentes, con una suposición significativa de que su autoridad estaba ligada al texto original del cual las copias son un reflejo confiable. Es especialmente importante notar este hecho con respecto a dos versículos clave que enseñan la inspiración de las Escrituras. En 2 Timoteo 3:16, Pablo enfatiza que todas las Escrituras fueron inspiradas por Dios, poniendo un énfasis obvio en su origen y, por lo tanto, en su forma autográfica. La razón por la que los escritos sagrados que conocía Timoteo (quizás la Septuaginta) podrían hacerlo sabio para la salvación se encuentra en el hecho de que estaban enraizados en la Escritura original, divinamente dada, esos escritos que fueron el resultado directo de la inspiración y que Pablo aquí asocia con la forma original de la Escritura como proveniente de Dios. Asimismo, en 2 Pedro 1:19-21 se nos dice que “tenemos también la palabra profética” (presumiblemente en copias) y debemos prestarle atención y tratarla como autoritaria. ¿Por qué es así? Porque los hombres hablaron de parte de Dios, siendo “inspirados” por el Espíritu Santo. La suficiencia y función de los manuscritos bíblicos existentes no se divorcia, sino que se explica en términos de los manuscritos originales, que eran productos divinos. (Bahnsen, Greg L. “The inerrancy of the autographa” in Inerrancy. Ed. Norman L. Geisler, Grand Rapids: Zondervan, 1980, pp. 164-165)
Abandonar la infalibilidad de la Biblia es como entrar una calle de un solo sentido en la dirección equivocada
Rara vez se escucha uno de un viraje del liberalismo a la ortodoxia, desde una Biblia falible hasta una Biblia infalible. En su mayor parte, es una calle de un solo sentido en la dirección equivocada. Es la opinión de este escritor que los defensores moderados entre los neoevangélicos se presentan en peligro mortal de desertar de la base en la que se construyó el nuevo evangelismo, de evacuar a lo que vino a defender, de rendirse a una teología inclusiva a la que se oponía, y de ocultar su engaño en una plétora de palabras disfrazadas semánticamente para ganarse el favor de quienes niegan la infalibilidad y, al mismo tiempo, conservar la lealtad de quienes se aferran a la antigua doctrina. (Lindsell, Harold. “A Historian looks at Inerrancy.” In Evangelicals and Inerrancy. Ed. Ronald Youngblood. Nashville: Thomas Nelson, 1984, p. 57)
La perspectiva bíblica
Una perspectiva bíblica de las Escrituras no afirma que no se hayan infiltrado errores en ninguna de las copias. Dios nunca afirma tener traductores y copistas infaliblemente inspirados (aunque sí promete mantener pura su Palabra a lo largo de los siglos; Isaías 40:8). Los errores en los manuscritos originales atribuirían el error a Dios, pero los defectos en las copias atribuyen el error solo a los copistas. Solo los autores originales fueron inspirados por Dios para escribir sin error (2 Pedro 1:20-21; Éxodo 32:15-16; 2 Samuel 23:2; Jeremías 1:9), y las copias son las inspiradas, inerrantes e infalibles Palabra de Dios sólo en la medida en que reflejen las palabras originales. (Crampton, W. Gary. «Original Manuscripts, the Majority Text, and Translations» The Trinity Review. July/August 2004, Numbers 233 and 234, p. 1)
El uso de aproximaciones no invalida la infalibilidad de la Biblia
Del mismo modo, cuando se pregunta a las personas sobre su edad, suponiendo que se quiera transmitir una información veraz, no se responde: “32 años, cinco meses, cuatro días, dos horas, 52 minutos”… Aquí no está en juego la integridad de la verdad. Dios, que conoce todas las cifras sin aproximación, sin embargo ha considerado apropiado usar aproximaciones repetidamente a lo largo de la Escritura. Este es indudablemente el caso en todo tipo de cuestiones como el número de personas, el tamaño de los ejércitos, así como en cuestiones cronológicas o de medidas. La precisión puntillosa en el sentido científico obviamente no es un objetivo de la Escritura. Siempre que las aproximaciones sean apropiadas, no se puede formular ningún cargo de no observar la verdad. (Nicole, Roger. “The nature of inerrancy” Inerrancy and Common Sense. Roger R. Nicole & J. Ramsey Michaels, eds. Grand Rapids: Baker, 1980, p. 84)
Las copias en nuestra posesión son noblemente precisas
Las copias de las Escrituras que existen ahora son notablemente precisas y, por lo tanto, como el original, son “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16). De hecho, son menores los errores que se pueden encontrar en las copias de la Biblia que poseemos y que, mediante un estudio cuidadoso y erudito, se están eliminando en gran medida. Sin embargo, muy diferente fue el original. Esa fue la Palabra real inspirada por Dios, fiel a los hechos en todas sus declaraciones. Que nadie diga que es indiferente si este original era inerrante; es un asunto de suma importancia, porque están en juego el honor y la veracidad de Dios mismo. Si hay errores reales en las copias originales de la Biblia, la Palabra que ha salido de la boca de Dios no es una Palabra perfecta, y el Dios de verdad es culpable de error. Si Dios ha hablado falsamente en su Palabra, no es el Dios de verdad y, en consecuencia, la religión cristiana es una religión falsa. Esta conclusión no puede eludirse. Es por esta razón que quienes se aferran A la doctrina bíblica son tan celosos de mantener la perfección absoluta de la revelación divina en sus manuscritos originales. (Young, Edward J. Thy Word is Truth. Grand Rapids: Eerdmans, 1957, p. 88)
Traducciones o copias es otro tema
Cuando decimos que las Escrituras son divinamente inspiradas en todas partes, no hablamos de traducciones o copias, sino de los escritos originales. Que el Todopoderoso dirija las plumas de los escritores sagrados es una cosa, y otra muy distinta es guiar, infaliblemente, las plumas de todos los que en todas las épocas pueden copiar, traducir o citar la Biblia. (Adger, John B. “The Plenary Inspiration of the Scriptures,” Southern Presbyterian Review 4/4 (April 1851): 469. (as quoted in «What are the NT autographs? An examination of the doctrine of inspiration and inerrancy in light of Greco-Roman publication» by Timothy N. Mitchell. Journal of the Evangelical Theological Society. 59/2 (2016): p. 289
El resultado inevitable de abandonar la inerrancia
… una vez que se abandona la inerrancia [de los originales], inevitablemente resulta en más concesiones y apunta en la dirección de la apostasía. (Lindsell, Harold. The Bible in the Balance. Grand Rapids: Zondervan, 1979, p. 14)
Pensamientos concluyentes
El que acepta la autoridad, inspiración e infalibilidad de los manuscritos originales estaría en condiciones más favorables para aceptar los fundamentos de la fe, los cuales se manifiestan en las traducciones bíblicas en su propio idioma, los cuales están ligados a los autógrafos en una sucesión con los apógrafos y los textos en idiomas originales.
¿Tenemos la Palabra de Dios en la Reina-Valera? ¡Absolutamente! Aunque no tenemos los originales inspirados e infalibles, Dios no nos ha fallado. Su palabra se preservó, y se ha traducido de forma confiable. En realidad, la Reina-Valera es más práctica para nosotros en este momento que los originales. Esto es debido a que tenemos la Reina-Valera a la mano, y los originales no. La Reina-Valera es en español y los originales en idiomas desconocidas para la muchedumbre.
Quisiera concluir con dos pensamientos sencillos, uno escrito hace más de 365 años por un autor ahora casi desconocido, y otro por el sabio predicador bautista Carlos Spurgeon. A pesar de ser tan breves y sencillos, contienen una verdad profunda, perspicaz e impactante:
No es una paradoja sostener que una cosa no infalible [manuscritos de la Biblia no originales o traducciones] pueda, mediante su ministerio, llevarnos a esa certeza que es infalible. (Capel, Richard. Capel’s Remains. London: Printed by T.R. for John Bartlet, 1658, p. 73)
Los hombres hablan de “los errores de las Escrituras”. Doy gracias a Dios que nunca me he topado con ninguno. Puede haber errores de traducción, porque los traductores son hombres; pero nunca puede haber errores de la Palabra original, porque el Dios que la pronunció es infalible, y también lo es cada Palabra que habla, y en esa confianza encontramos un deleitoso descanso. (Spurgeon, Charles H. «No Fixity without Faith» Delivered April 11, 1889. Metropolitan Tabernacle Pulpit. Vol. 39. https://www.spurgeon.org/resource-library/sermons/no-fixity-without-faith/)
Para más sobre este tema, véase ¿Cuál es la autoridad final de todos los tiempos?