Mateo 3:1-9 relata una ocasión cuando Juan el Bautista estaba bautizando. Muchos de Judea y toda la provincia de alrededor vinieron para ser bautizados por él, confesando sus pecados. Entre la muchedumbre también vinieron muchos fariseos y saduceos. Juan presumió, y con razón, que ellos vinieron fingiendo que ellos también estaban arrepentidos. Los demás vinieron confesando sus pecados, no más. Juan pidió algo mas de los fariseos y saduceos. Fue bien conocido que muchos de ellos eran hipócritas. Mateo 23:28-29 dice «Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por adentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!» Ellos guardaron la ley estrictamente y, por afuera, tenían la apariencia de ser intachable, pero por adentro fueron llenos de orgullo.
Puede ser que ellos estaban preocupados por el gran número de judíos que fueron al bautismo de Juan. El no fue autorizado por ellos. Ellos tenían temor de perder su poder e influencia sobre los judíos. Por eso, tomaron la decisión de ir también a su bautismo y ser bautizados por él. Fue un acto con el pretexto de estar de acuerdo con él.
Juan pidió que ellos hagan frutos dignos de arrepentimiento. Esto quiere decir que sus obras deben manifestar claramente que fueron arrepentidos. La palabra bíblica «arrepentimiento» significa el cambio de mente de aquellos que han comenzado a aborrecer sus errores y maldad y han tomado la decisión de comenzar una vida mejor. Incluido también en la palabra es el reconocimiento de pecado y tristeza por su causa. Así, el arrepentimiento se manifiesta por buenas obras.
Aún en el día de hoy también hay los que fingen arrepentimiento con el fin de engañar el pueblo de Dios. Conozco una familia en los EE. UU. que sufrieron y siguen sufriendo un caso de esto. Su hija se enamoró de un hombre joven que no era creyente. El sabía que, para ganar la aprobación de sus padres, él tendría que hacerse cristiano. El fingió arrepentimiento y comenzó a asistir a la iglesia. Poco después del casamiento él no fue más a la iglesia y abandonó todo indicio de ser creyente. Todos los días algo como esto sucede.
Muchas veces usamos la palabra «hipocresía» en hablar de religiosos. Desgraciadamente, la hipocresía se encuentra en todas las relaciones humanas. Está desenfrenada en la política. No todos los hipócritas son religiosos. Es una excusa que muchos usan por no asistir a la iglesia. Al escuchar esto, tengo ganas de decirles, «Sí, tiene razón. Hay hipócritas en la iglesia. Sería mejor que usted no vaya porque así habrá uno más en la iglesia».
Somos todos capaces de identificar algunos de los hipócritas en nuestro alrededor. Nos da satisfacción pensar que somos capaces de reconocerlos. En hacerlo, miramos por alto la hipocresía en nosotros. No hay nadie tan bueno que está totalmente libre de la hipocresía. Cada vez que cubrimos la verdad sobre nuestras acciones vergonzosas somos culpables de la hipocresía. Tal vez no es una hipocresía tan insolente como la de otros, pero es hipocresía. Pedro dijo en I Pedro 2:1-2: «Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación».
Al parcer la ipocresia es inebitable en nosotros y cuando mas en la iglesia, pero la diferencia entre un ipocrita arrepentido y uno que no, es que el arrepentido muestra buenas obras de arrepentimiento y es un cristiano que crece constantemente en la obra del señor y su yo interior muere cada dia ¿que hacer con los ipocritas que se encuentran en la iglecia y ocupan un lugar de onor?
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