Un escrito breve de 1913 que todavía tiene relevancia.
«Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos». Lucas 6:31
Cortesía contigo mismo: Sé honrado, puro y veraz. Nunca uses mal lenguaje. Conservas limpia tu cara y tus manos, y mantén tu ropa y tus zapatos siempre aseados y correctos. Apártate de las malas compañías.
Cortesía en el hogar: Ayuda a tus padres con todo lo que puedas. Sé cariñoso con tus hermanos y hermanas. No seas egoísta, antes reparte tus cosas buenas entre los demás. Esfuérzate en agradar a tus padres.
Cortesía en la escuela: Respeta a tus maestros y ayúdalos en cuanto puedas. Observa las disposiciones y reglamentos escolares. No imites a los muchachos malos. No cortes la cubierta de los escritorios ni escribas en los libros. Jamás permitas que castiguen a otros equivocadamente en lugar tuyo; esa es cobardía.
Cortesía en los juegos: No hagas trampas a tus compañeros de juego. No seas burlón. Sé agradable y no pendenciero. No irrites a tus compañeros ni les pongas apodos.
Cortesía en la calle: Saluda a los ministros, y a tus maestros y conocidos al encontrarte con ellos, que ellos te contestarán. No empujes a ninguna persona, ni corras entre la gente. No ensucies las paredes o las puertas con inscripciones de ninguna clase. No arrojes piedras, ni destruyas la propiedad ajena. No arrojes cáscaras de fruta en el pavimento, pues esto trae a veces muchos accidentes desgraciados. No mires con fijeza a los inválidos ni te rías de los defectos ajenos. Sé especialmente atento con los extranjeros.
Cortesía en todas partes: Acuérdate de usar las palabras «por favor» y «muchas gracias». Ocúpate siempre de tus negocios. Al entrar en un cuarto es propio llamar primero a la puerta; y no olvides de cerrarla tras ti. Procura siempre ser cuidadoso con los animales y tenles compasión. Nunca seas brusco con las personas, sean más jóvenes o más grandes, más ricas o más pobres que tú. Usa de atención con los ancianos y con los extranjeros, pregúntales por lo que necesiten, y ayúdales con benevolencia. Nunca interrumpas a la persona que esté hablando. Sé limpio y sé puntual.
Cortesía para todos: En la casa sé activo, decente, humilde, y acomedido. No grites ni molestes a nadie. En el templo sé callado y atento. No escupas en el piso; no hagas ruido con los pies; no cambies de asiento; no entres y salgas, sino conserva tu lugar hasta que se termine el servicio. En el tren cede tu asiento a las señoras; no hables en alta voz; no te rías indiscretamente. Honra a Dios sobre todas las cosas con una vida pura; y honra a tus padres con tu comportamiento decente y limpio. Sé pacífico, sonriente, ayudador, recto en tus negocios y «que alumbre tu luz delante de los hombres, para que glorifiquen a tu Padre que está en los cielos». Mat. 5:16
Traducido por A. B. Carrero