«¡El tiempo no cura todas las heridas!» Éstas fueron las palabras sollocientas que penetraron en el alma de Roberto, palabras expresadas por una de las jóvenes de su grupo. Como pastor de jóvenes, Roberto había tratado con jóvenes quebrantados de espíritu y él mismo se había sentido dolido cuando se daba cuenta que a un joven se le había dado un consejo antibíblico sobre algún asunto muy importante. Brenda era una muchacha que hacía poco se había unido a su grupo de jóvenes. Ella le expresó a Roberto que su abuelo le había abusado sexualmente cuando ella era pequeña.
Roberto le dijo, «Es cierto Brenda, el tiempo no cura todas las heridas. El tiempo cura la mayoría de las heridas físicas porque el mismo cuerpo pone en acción la capacidad que Dios le ha dado de reconstruirse cuando éste es dañado».
«En cuanto al dolor de tu corazón, el tiempo solamente permite que te olvides temporalmente de lo que pasó, pero realmente no soluciona el problema. Cuando no estás pensando en tu abuelo, no te duele tanto como cuando algo te trae la memoria a tu abuelo o lo que él hizo y tus emociones salen tan fuertes como la última vez que te acordaste de lo mismo. Algunas veces, aunque tú no andes pensando en el pasado, tu corazón te duele como si tú anduvieras caminando sin algo que te hace falta. ¿Es eso cierto, Brenda?» Ella movió la cabeza expresando que sí.
El pastor continuó diciendo, «Brenda, tú vives en un mundo perverso y has sido lastimada por un hombre de naturaleza pecaminosa. Además, tu propia naturaleza también complica más el problema. Tú mencionaste hace algunos minutos que estás consiente que tu enojo y odio para tu abuelo son incorrectos. El tiempo no cura todas las heridas, pero tu corazón puede ser corregido si permites que Dios te transforme por medio de la renovación de tu entendimiento (Romanos 12:2)».
El pastor agregó, «El apóstol Pedro escribió dos cartas a personas en sufrimientos y en quebrantos de corazón. Pedro le escribió a personas que habían sido sacadas de sus propias casas en Jerusalén, personas que habían sido desterradas (ostracismo) y torturadas por causa de la fe cristiana. El apóstol Pedro les dijo que si ellos querían sobrevivir el sufrimiento, tenían que llegar a tener el concepto correcto de algunas cosas en sus vidas. Brenda, en I Pedro hay unos principios básicos en los cuales tienes que enfocarte mientras te sientes lastimada. Recuerda que estos fundamentos (principios) no son todo lo que necesitas saber para sobrellevar el sufrimiento, pero sí son algo en donde puedes iniciar a trabajar. Estos puntos te darán algo específico por donde comenzar y, a medida que pasen las semanas, estaremos construyendo sobre ellos. Los cristianos sufren o son quebrantados al igual que los que no son creyentes. La diferencia es que los cristianos pueden saber que hacer cuando son lastimados o quebrantados».
Veamos los principios que Roberto le dio a Brenda en aquella primera sesión.
LA SOLUCIÓN PERMANENTE DE DIOS
Se sobrentiende que a nadie le gusta el dolor. Físicamente hablando, el dolor es una advertencia de peligro. Cuando tu dedo siente la vasija que ha estado en el horno de una estufa, instantáneamente lo retiras para obtener alivio.
De la misma manera, cuando nosotros somos lastimados por algo o por alguien, nuestra tendencia es buscar el alivio rápidamente. Sin embargo, buscando el alivio rápidamente, nos podríamos encontrar alejándonos de Dios, de su gente y de su Palabra durante el tiempo en que más nos duele o en que más estamos angustiados: Si vamos más allá, para muchos de nosotros que hemos sufrido mucho, el simple hecho de reconocer el dolor en nuestros corazones, ya no digamos el hablar de esto con alguien, nos pone los pelos de punta.
Sin embargo, mientras lees este artículo, pídele a Dios en oración que te de el valor que necesitas para empezar a tratar estos problemas de una manera bíblica. Así como el cuerpo «empieza a trabajar» para restaurar el tejido dañado y empieza a pelear contra la enfermedad, tenemos que «poner a trabajar» nuestros corazones para restaurar la perspectiva bíblica de nuestros problemas.
Recuerda, un cuerpo que está lastimado está más propenso a infectarse; así, un corazón dolido está propenso a experimentar tentación hacia el enojo, ira y el miedo. Las instrucciones del apóstol Pedro nos dice cómo podemos sobrellevar esas tentaciones.
El apóstol Pedro afirma que debemos tener el concepto correcto de Dios, el concepto correcto de nosotros mismos y el concepto correcto del problema por el cual estamos pasando. Cuando pensamos como Dios piensa acerca de estos problemas, experimentamos crecimiento espiritual en nuestras vidas. Y este crecimiento espiritual viene a ser la solución permanente de Dios para nuestro dolor. Es por esta razón que el apóstol Pedro le aconsejó a sus hermanos lastimados o en sufrimiento, que pusieran sus corazones a trabajar creciendo a través de «la leche espiritual» (I Pedro 2:1-2; II Pedro 3:18). Si ellos descuidaban este crecimiento, ellos ciertamente iban a estar inestables e iban a caer (II Pedro 3:17).
NECESITAMOS TENER EL CONCEPTO CORRECTO DE LO QUE SON NUESTROS CORAZONES
Cuando Pedro le enseñó a cristianos que sufrían cómo responder bíblicamente a su dolor, él les dijo, «santificad a Dios el Señor en vuestros corazones» (I Pedro 3:15). «Santificar» significa «apartar para algo especial». Por ejemplo, el «santuario» en una iglesia, es un lugar que hemos «apartado» para el propósito especial de adorar a Dios. El apóstol Pedro dijo, «cuando te duelas, es de suma importancia para Dios, el tener un «lugar especial» en tu corazón. Ese «lugar especial» es el «trono» de Dios en nuestro corazón. En este versículo, el apóstol Pedro literalmente dice que «pongas especialmente a Cristo como el Rey (el que gobierna) de tu corazón».
Eso significa que como un acto de entrega a él, le decimos a Dios que reconocemos Su sabio y amoroso control sobre cualquier circunstancia en nuestra vida y que estamos dispuestos a sobrellevar las dificultades de la manera que él quiere.
Ahora, ¿por qué Pedro tendría que recordarnos el dar una consideración especial a nuestro Dios en tiempos de dolor?
Primero, porque nuestros corazones tienen la tendencia de olvidarse de Dios, estamos tan propensos a «apoyarnos en nuestra propia prudencia (entendimiento)» (Prov. 3:5). El rey Salomón también nos recuerda que «El que confía en su propio corazón es necio» (Prov. 28:26).
Recordemos que el pecado del hombre entró cuando Adán y Eva hicieron decisiones no tomando en cuenta a Dios. Y hoy día, nuestra naturaleza todavía tiene la tendencia de dejar a Dios fuera de nuestro pensamiento (Isaías 55:6-11).
Segundo, el apóstol Pedro tiene que recordarnos que debemos «poner a Cristo como Señor» porque nuestros corazones tienen la tendencia de pelear con Dios. Somos tentados hasta el punto de levantar nuestro puño en contra de Dios demandándole que «si él es tan bueno, ¿por qué permite que cosas como éstas nos ocurran?»
Tenemos que entender que Satanás está tratando de destruimos enviándonos el mal a nuestro paso. Mientras tanto Dios, llevando a cabo sus propósitos, permite que Satanás haga lo malo en esta época. Dios es lo suficiente sabio y amoroso permitiendo «que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien» (Rom. 8:28).
Volvemos a decir, el problema es que nosotros no pensamos como Dios piensa. No sabemos lo que realmente es bueno para nosotros. Nos olvidamos que el sufrimiento no es nuestro más grande enemigo. Nuestro corazón pecaminoso es nuestro más grande enemigo. Recordemos, el bien más grande no es que nos sintamos bien sino que hagamos el bien.
Cuando el Señor Jesucristo sufrió en la cruz, él oró, «Padre, perdónalos» (Lucas 23:24). Él estaba haciendo el bien o lo bueno (comportándose en una manera que honraba al Padre) aun cuando estaba siendo torturado hasta la muerte a través de la crucifixión. Cuando nosotros respondemos al dolor de una manera similar, lo malo que nos hacen trae como resultado algo bueno—el conformarnos más a Jesucristo.
No hay otra cosa que perjudica más el crecimiento espiritual que un corazón necio que se niega a reconocer a Cristo como nuestro Señor. Cada vez que parece que estás fuera de tono en tu vida cristiana y estás haciendo el intento de crecer, mientras estás lastimado o dolido, pon atención a tu vida, no vaya a ser que haya un puño levantado en tu vida en contra de Dios.
¿Pudieras decir honestamente que le has apartado tu corazón a Dios para tener a Cristo como Señor de tu vida? Si no lo has hecho, pregúntate, ¿por qué no? Escribe las razones en un papel para que no te olvides de esos pensamientos. Después pídele a un creyente maduro, en quien confías, que te muestre cómo Dios quiere que remedies ese problema.
Si necesitas más ayuda en esta área de tu vida, usa el método de meditación MAP que se encuentra al final de este articulo para que lo apliques a Rom. 8:18, 26-39 y II Cor. 1:7-9; 4:7-9, 16-18;
12:7-10. Lee y medita en estos versículos usando el método de meditación MAP.
NECESITAMOS TENER EL CONCEPTO CORRECTO ACERCA DE NUESTRA ESPERANZA
El apóstol Pedro nos dice en I Pedro 3:15 «estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en vosotros». Nadie puede soportar por mucho tiempo bajo la carga del sufrimiento y dolor, a menos que tenga una esperanza–una confianza segura. La esperanza bíblica no es una mera anticipación de alivio del problema sino que es una confianza o esperanza segura, que Dios está haciendo algo bueno a través de la tribulación. La esperanza cristiana es como el ancla del alma que nos permite permanecer firmes durante las tempestades de dolor (Heb. 6:19).
Las personas que reaccionan al sufrimiento de una manera melancólica y con desánimo han perdido la esperanza cristiana. Ellos nunca han aprendido, o bien se han olvidado de la esperanza que ellos tienen. El apóstol Pablo declara que «por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza» (Rom. 15:4). Así que, un buen conocimiento de la Biblia nos proveerá la esperanza de la vida cristiana.
Algunas personas en sufrimiento que se «sienten mal», tratan de hallar alivio en la comida. Otras personas optan por alguna conducta errónea o dependencia excesiva en el novio, la novia, el esposo (a) u otro amigo. El peligro con esto es que cualquier cosa que toma el lugar de Dios, éste o esto viene a ser el que provee o la que provee el alivio de nuestras vidas llegando a ser ídolos, o sea, un substituto de Dios.
A esto le sumamos que un substituto pudiera darnos el «alivio» por un poco de tiempo. Pero de hecho, los substitutos crean más problemas de los que resuelven en nuestras vidas. Precisamente, Dios nos recuerda esto en Jeremías 2:13 donde nos dice: «Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua».
Las soluciones que dejan a Dios fuera del plan tal vez pueden traer un alivio temporal, pero nunca van a satisfacer completamente. Y al final, éstas solamente producen una esperanza falsa que no va ayudarnos. Nuestro Señor sufrió mucho (Isaías 53) y él se ofrece a sí mismo como el alivio para cualquiera que viene a El por ayuda. La Biblia afirma que «pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados» (Heb. 2:18).
NECESITAMOS TENER EL CONCEPTO CORRECTO ACERCA DE NUESTRAS REACCIONES
Por último, el apóstol Pedro nos instruye que mientras sufrimos, debemos llevar nuestras vidas «teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo» (I Pedro 3:16). Es siempre necesario tener una reacción bíblica para que podamos crecer espiritualmente a través de esa tribulación, y para que Dios pueda usar nuestro testimonio positivamente durante esa tribulación.
Una reacción correcta es esencialmente importante cuando nuestro sufrimiento proviene de alguien quien nos está tratando de hacer daño intencionalmente. El apóstol Pedro nos recuerda que nuestros murmuradores serán «avergonzados» únicamente cuando nos vean reaccionar conforme a nuestro Señor Jesucristo.
Recordemos que José fue traicionado por sus hermanos pero él no estaba amargado. David tuvo que esquivar la lanza del rey Saúl mientras ambos estaban sentados a la mesa, pero David no tomó la lanza y trató de vengarse. También Job sufrió mucho pero «en todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno» (Job 1:22). El apóstol Pedro y otros fueron azotados por predicar el evangelio pero «ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer (sufrir) afrenta por causa del Nombre» (Hechos 5:41). El mártir Esteban, mientras era apedreado hasta morir, oró por los que le mataban: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado» (Hechos 7:60).
En cada uno de estos ejemplos, los perseguidores o malhechores fueron reprendidos por la misma reacción bíblica de quienes estaban atormentando o a quienes les estaban haciendo mal. Aún más claro fue la reacción santa de nuestro Señor Jesucristo ante el sufrimiento; y el apóstol Pedro nos narra la crucifixión de nuestro Señor de la siguiente manera en I Pedro 2:20-24:
20 Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.
21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;
23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;
24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
Nuestro Señor entiende lo que es sufrir y él está dispuesto a ayudar a todo aquel que venga a él para «alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Ver Heb. 2:17-18; 4:14-16).
NECESITAMOS TENER EL CONCEPTO CORRECTO ACERCA DE LAS OCASIONES CUANDO NOS ENCONTRAMOS EN SUFRIMIENTOS
En conclusión, cuando estamos en sufrimientos debemos tener un corazón humillado o entregado a nuestro Dios, debemos tener la esperanza segura (ej. la confianza que Dios está haciendo algo bueno a través de la tribulación) y debemos tener una buena conciencia como resultado de nuestra reacción correcta en medio de la prueba.
Recuerda, estos principios son solamente algo que nos van a guiar en la dirección correcta mientras estamos sufriendo. La mayoría de la gente está tratando de escapar de sus problemas, pero nuestro Dios está buscando personas que van a sobrellevar esos problemas teniendo el concepto correcto y llegando a ser unos dignos ejemplos de la persona de Cristo mientras van en medio de la prueba.
El Escudo de la Fe
Julio / Agosto 1994