VAMOS A MIRAR A LAS PRESIONES BIBLICAMENTE
Supongamos que tú eres un pastor y que tu día ha ido de manera normal que, digamos, hasta el momento en que tenías que verte con Marta, una maestra del quinto grado de la escuela cristiana que tiene tu iglesia. Justamente han terminado la reunión, y tú no puedes creer lo que has oído de ella–¡Marta quiere renunciar al trabajo y olvidarse de la enseñanza de una vez por todas! Ella siempre ponía todo de su parte al llevar a cabo sus responsabilidades y parecía que a ella le encantaba compartir con sus estudiantes. Su testimonio había sido digno de imitar y era grato saber que ella siempre tenía el deseo de hacer lo correcto. Con lágrimas en sus ojos te había explicado cuán miserables habían sido sus últimos dos meses. Ella había perdido hasta el deseo de levantarse de cama en las mañanas. Y, como siempre, ella estaba resolviendo los problemas tanto de estudiantes, como de los padres de una manera excelente como lo hacía antes; pero ahora ella estaba ansiosa para que llegara mayo. Ella había ido a ver a su médico, y él le había diagnosticado una fuerte tensión y le dijo que ella necesitaba un tiempo fuera del aula para recuperarse. Ahora, ¿cómo tú le podrías ayudar?, o déjame hacerte la pregunta de esta manera, ¿cómo podrías lidiar con la fuerte tensión de los quehaceres tú mismo en tu vida? Tal vez puedes admitir que te has sentido casi de la misma manera que Marta en las últimas semanas. Veamos este problema desde el punto de vista bíblico.
El problema de estar cansado de los muchos quehaceres que tenemos o de estar bajo fuerte tensión por las muchas responsabilidades no es una enfermedad misteriosa; más bien, es la depresión que resulta cuando no lidiamos bíblicamente con nuestras responsabilidades. Para entender la solución al problema, tenemos que entender como trabajan la mente y el cuerpo al enfrentarse a las presiones de nuestras responsabilidades.
La tensión es primeramente sostenida por la mente. Pero cuando la mente no está pensando bíblicamente sobre las presiones de esta vida, algunos de los siguientes resultados pudieran ocurrir: depresión, aburrimiento, falta de interés, fácil en irritarse, fobias (miedos irracionales), problemas de ansiedad (pánico, ataques nerviosos, etc.), conducta extremista (perfeccionismo extremo, ejercicio excesivo) y cambios en hábitos sociales y personales.
Cualquier tensión o responsabilidad que no es enfrentada adecuadamente en la mente, pasa a poner tensión en el cuerpo. En seguida se mencionarán algunos efectos que pueden tener otras causas; pero que muy a menudo estos efectos son indicación de tensiones llevadas por el cuerpo por causa de no tratar correctamente con la presión de las cosas y responsabilidades, por ejemplo: tensión muscular y dolores de cabeza, insomnio, fatiga, apetito constante o falta de apetito, palpitaciones aceleradas del corazón, «tics», picazones, diarrea, úlceras, problemas del estómago y hasta calambres.
Hay muchos libros y seminarios que nos ayudan meramente a cómo ponernos metas de una manera efectiva, como planificar y como escoger nuestras prioridades. Las técnicas que vienen en esos tipos de ayuda tienen como propósito el disciplinar la mente. Algunos otros libros y seminarios de hoy en día enfatizan la necesidad del ejercicio y una buena nutrición. Y, en verdad, estos seminarios y libros enseñan que una mente y un cuerpo disciplinado pueden soportar las presiones sin muchos efectos negativos.
Ahora, mientras que estas disciplinas enseñadas en los libros y seminarios son como las varillas que refuerzan un muro de concreto, EL PROPÓSITO DE DIOS NUNCA FUE QUE EL HOMBRE SOPORTARA TODAS LAS PRESIONES EN SU PROPIA FUERZA (Mat. 4:4; Juan 15:4-6; II Cor. 3:5, 4:7).
Aunque la mayoría de nosotros sabemos las ventajas de una buena disciplina, no disciplinamos nuestros cuerpos de una manera adecuada. A esto, le sumamos que la disciplina de nuestra mente la llevamos a cabo en ciertas áreas, nada más. Y el resultado es uno de inconsistencia y confusión.
Las presiones pueden ser las que resultan de nuestras relaciones o responsabilidades (esposo(a), jefe de trabajo, oficial de la iglesia, padre, ministerio, pasatiempo, etc.), además de miedo, enojo y hasta de culpabilidad sobre cada una de las presiones normales de la vida. Para empezar a poner esto en el orden que debe ir, debemos examinar tres áreas.
¿SOBRECARGADO?
En primer lugar, necesitamos confrontar cualquier pecado que nosotros sepamos que tenemos en nuestras vidas. No hay presión más grande que tener la presión de una consciencia culpable. En Hebreos 12:1 se nos dice que «despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia». Este debe ser confesado ante Dios y olvidado (I Juan 1:9; Prov. 28:13). Muchas personas no pueden sobrellevar las presiones que están dentro de la voluntad del Señor para sus vidas porque ya están sobrecargadas con las presiones de una consciencia culpable.
¿Y que de ti? Mira en la presión que David sintió de parte de Dios mientras él estaba encubriendo su pecado (Salmo 32, 38). Dios no nos puede ayudar (no es que falte poder, sino que sus mismos principios lo limitan) si hay pecado en nuestras vidas (Isaías 59:1-2). Pídele a Dios que examine tu vida (Salmo 139:23-24). Haz una lista de cualquier pecado que conoces en tu vida, confiésate al Señor y apártate de ese pecado (Prov. 28:13).
¿SOBRECOMPROMETIDO? (OCUPADISIMO)
En segundo lugar, debemos de remover de las presiones cualquier responsabilidad que hayamos asumido fuera de la voluntad del Señor. Tal vez a nuestra vida le hemos sumado actividades que en sí no son pecaminosas pero que requieren mucho tiempo y energía. Estas actividades pueden incluir pasatiempos, deportes, clubes, un segundo trabajo o ministerios adicionales. La mayoría de las veces, estas actividades son sumadas o adquiridas para satisfacer un deseo personal y pudiera ser que no sea la voluntad del Señor al presente. Este tipo de actividad llega a ser otras cargas que debemos echar a un lado (Hebreos 12:1).
¿Y qué de ti? Haz una lista de las responsabilidades que Dios te ha dado (en orden de importancia). ¿Pudieras decir confiadamente que Dios te dio estas responsabilidades? O ¿sumaste algunas de estas actividades sin el permiso de Dios y sin su dirección? Si así fue, arrepiéntete de tu espíritu independiente y elimina estas «responsabilidades» de tu horario.
¿SOBREGIRADO?
Como hemos notado, las presiones en nuestra vida son en primer lugar evaluadas por nuestra mente. Por ejemplo, si un jefe le suma cierta responsabilidad al trabajo de un trabajador, el trabajador debe evaluar si tiene suficiente tiempo y energía para llevar a cabo su responsabilidad. Si sus medios son insuficientes, su mente empezará a trabajar para dar una solución al problema. Si él no puede encontrar una solución, él bien puede caer en la preocupación. Este mismo trabajador hace lo mismo cuando evalúa un cobre que él recibe a través del correo. Él evalúa esta presión a esta demanda del cobre comparándolo con el balance de su chequera. Si él tiene suficientes fondos para cubrir el cobro, él queda en paz. Pero si el cobro va a sobregirar el balance de su chequera, él se siente presionado o preocupado.
Sin embargo, un creyente con una mente renovada o un entendimiento renovado (Rom. 12:2), ve cada presión de la misma manera que Dios la ve. La «chequera espiritual» de un cristiano nunca puede estar sobregirada. Nuestro Dios da suficientes fondos espirituales para hacer aquellas cosas que están dentro de su voluntad. Él ha prometido suplir todo lo que necesitamos para vivir una vida santa (II Pedro 1:3) y para servirle también (II Corintios 9:8 y 12:9-10).
¿Y que de ti? Tal vez Dios está permitiendo estas presiones en tu vida para hacerte ver que tienes un concepto incorrecto de él. ¿Tus presiones y preocupaciones siempre se ven más grandes que lo que Dios se ve para ti? Lee I Crónicas 29:12; Lucas 1:37 y Efesios 3:20. Déjame hacerte una pregunta, ¿por qué crees que tu concepto de Dios es tan bajo? Romanos 10:17 y Mateo 5:8 revelan dos posibles cosas que resultan en un concepto incorrecto de Dios. Busque estos versículos y anote los posibles problemas en el espacio de abajo.
Un creyente con una mente renovada comprende los propósitos de Dios aun bajo presión (Santiago 1:2-3; I Pedro 1:6-7; II Corintios 4:16-18; Hebreos 12:1-3). Un creyente así entiende el amor de Dios, Su gracia y Su poder ayudador. El cristiano con el entendimiento renovado sabe como orar. En pocas palabras, este cristiano ve las cosas desde el punto de vista de Dios. Este tipo de perspectiva en la vida cristiana da el poder para sobrellevar cualquier carga que Dios pone sobre nosotros.
Una fuerte tensión es la luz roja de Dios que él pone en el tablero del carro para indicar que se está sobrecalentando. Marta no tiene que dejar el trabajo de maestra en la escuela cristiana, pero, sí, Dios la está mostrando que debe dejar de llevar las presiones o cargas por su propia cuenta. Ella necesita ser transformada por medio de la renovación de su entendimiento (Rom. 12:1-2). La próxima sección muestra cómo eso puede llevarse a cabo.
COMO DESARROLLAR UNA MENTE RENOVADA
A una mente espiritualmente inmadura, la Biblia la llama una mente carnal (I Cor. 3:1-2). Una mente carnal evalúa los problemas y las presiones de la vida desde el punto de vista puramente humano.
La mente carnal hará evaluaciones más o menos así:
- «Ah, esa es una cosa asquerosa más que tengo que hacer esta semana. No lo podré hacer».
- «Pienso que este requisito es tonto, pero si a través de eso puedo conseguir lo que quiero, supongo que voy a tener que hacerlo».
- «¿Por qué esto nada más me sucede a mí? ¿No le importa a nadie lo que me está pasando»?
- «No necesito más de estas cosas. Ya tengo mucho de que preocuparme».
- «Él no puede hacer eso. ¡Yo no tengo que tolerar eso!»
¿Pudieras imaginarte a Cristo respondiendo de alguna de esas maneras cuando estaba bajo presión? Por el otro lado, la mayoría de los cristianos que se dan cuenta que respuestas como éstas son incorrectas, caen en el hábito de pedirle perdón a Dios de una manera superficial, diciéndole que tratarán de hacer las cosas de una manera mejor la próxima vez. El problema es que hacen las cosas correctamente por un tiempo, pero pronto fallan en su nuevo contrato que hicieron. Las razones de este fallo son dadas en pasajes como Efesios 4:22-24; Colosenses 3:8-10; Romanos 12:2 y Santiago 1:21-22. La mente tiene que ser renovada. Santiago 1:21-22 describe el proceso de una manera clara. El creyente tiene que:
- Dejar la práctica de la vida pasada–«Desechando toda inmundicia y abundancia de malicia».
- Humildemente darse cuenta que no puede manejar esto por su cuenta–«…con mansedumbre…»
- Meditar seriamente en la Palabra de Dios–«recibid con mansedumbre la palabra implantada».
- Hacer lo que la Palabra de Dios dice–«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores».
El creyente tiene que continuar meditando en los pasajes importantes que le van a ayudar a crecer hasta que una de dos cosas sucedan:
- Él no puede olvidar lo que ha aprendido.
- Él llegue a ser «hacedor de la palabra de Dios» de una manera consistente según Santiago 1:25, manejando las presiones en la nueva manera.
La mayoría de las personas no meditan en la Palabra de Dios al menos que usen un método. Recordemos que le promete estabilidad en las vidas a solamente aquellos que meditan en su Palabra (Josué 1:8; Salmo 1; Mat. 7:24-28; I Tim. 4:15-16 y Santiago 1:21-25).
A continuación se dan cuatro principios que le permiten al hombre lidiar con las presiones de la vida de una manera que glorifique a Dios. Memorízate estas cuatro verdades.
PRINCIPIOS BÍBLICOS PARA SALIR VICTORIOSO AUN ESTANDO BAJO PRESIÓN
- El AMOR de Dios hacia mí nunca cambia. Jeremías 31:3; I Juan 4:10, 16; Romanos 8:31-32,35-39; Juan 15:12-13; Deuteronomio 7:7-8a
- El PROPÓSITO de Dios para mi vida es que yo llegue a ser como Cristo. Romanos 8:28-29; Colosenses 1:28; Efesios 4:11-13; II Corintios 3:18
- La PALABRA de Dios es la «última palabra» a cualquier pregunta que tenga. II Timoteo 3:15-17; Hebreos 4:12; I Juan 5:3; II Pedro 1:3-4; Deuteronomio 6:6-9; 30:11-20; Juan 16:13-15
- La GRACIA de Dios es suficiente para mí. II Corintios 12:9; II Timoteo 2:1; Hebreos 4:15-16; Tito 2:11-12; Salmo 116:5; Romanos 5:20-21
LA PRUEBA DEL GOZO
Si un creyente tiene una mente renovada o un entendimiento renovado en cuanto a sus presiones o responsabilidades, él puede considerarlas como una causa de gozo (II Cor. 12:9-10; Santiago 1:23; I Pedro 1:6-9). Pero si por el otro lado, estas presiones y responsabilidades le causan irritación, enojo, miedo y culpabilidad, es muy probable que este creyente todavía no tenga la perspectiva de Dios en su vida.
El apóstol Pedro nos afirma (I Pedro 1:6) que un creyente bajo presión (uno que está afligido en diversas pruebas) puede experimentar gozo aun en tiempos difíciles. Las personas a quienes Pedro les escribió habían sido perseguidas por la razón de que eran creyentes. Sin embargo, él les instó (I Pedro 1:7) a que recordaran el propósito de Dios en esas aflicciones. Él les dijo (I Pedro 1:13) «ceñid los lomos de vuestro entendimiento». Eso significaba que ellos tenían que pensar solamente de la manera que Dios manda y responder a las aflicciones de la manera adecuada. El resultado sería el gozo. Y cada creyente puede experimentar el mismo gozo si solamente encara la aflicción de la manera que Dios manda. El profeta Isaías lo puso de esta manera:
«Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado» (Isaías 26:3).
El Escudo de la Fe
Noviembre / Diciembre 1994
muuuchas gracias por sus bosquejos, se evidencia su contenido biblico y generan confianza y lectura, DIOS LES BENDIGA MAS, y seguire leyendoles,