Más y más a menudo escucho de creyentes que tratan de defender su mal comportamiento con su madurez espiritual. Quiero aclarar mis razones por no estar de acuerdo con esta filosofía.
Estoy hablando de exponerse a las tentaciones que sirven para echar leña a las pasiones carnales. Son actividades como leer libros y revistas pornográficas, mirar pornografía en la tele, videos e Internet. También el escuchar música rock con sus palabras indecorosas, e ir al baile con el contacto físico. Cada creyente está compuesto por dos naturalezas, la espiritual y la carnal. La madurez espiritual jamás derribará la naturaleza física. No importa la madurez espiritual, el exponerse a las tentaciones carnales siempre sirve para inflamar las pasiones carnales.
Me pregunto, ¿por qué es que estos creyentes quieren exponerse a estas tentaciones carnales? ¿Será porque les gusta la sensación, la excitación? Si es, como ellos dicen, que son tan espirituales que estas cosas ya no son una tentación, entonces ¿qué razón tienen para acercarse a la tentación? Para mí, es que ellos quieren consentir a sus pasiones carnales y, a su vez, ser conocidos como buenos cristianos. I Timoteo 5:6 dice que «la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta».
Según esta filosofía, el creyente puede manifestar su alto nivel de espiritualidad por su habilidad de acercarse al fuego sin ser quemado. Al contrario, el creyente debe sentir repugnancia hacía estas cosas vergonzosas. La única justificación para acercarse al fuego debe ser para rescatar a los que están enredados. Judas 23 dice que debemos «aborrecer aun la ropa contaminada por la carne».
La Biblia nos exhorta a huir de la corrupción. «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor». (II Tim. 2:22) «Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia» (II Pedro 1:4). Dios espera que el buen creyente huya de la corrupción. Dice: «habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo». Otros versículos dicen lo mismo. Por ejemplo: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (II Corintios 5:17). «¿Qué, pues, diremos ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (Romanos 6:1-2).
Nuestra mente es como una esponja que absorba lo que está a su alrededor. Nos conviene tener cuidado en cuanto a lo que se alimenta nuestra mente. Timoteo dice que es posible ser «corrupto de entendimiento». (I Timoteo 6:5 y II Timoteo 3:8)
Tito también habla de los que tienen su mente y conciencia corrompidas. (Tito 1:14-16) Gálatas 6:7-8 también es una clara exhortación a tener cuidado en cuanto a lo que alimenta la mente. Dice; «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna».
Los que se entregan a la corrupción manifiestan claramente que tienen un bajo nivel espiritual. Ellos quieren pensar que están exentos de las normas morales bíblicas porque tienen un alto nivel espiritual. Por su actitud y acciones, están manifestando que tienen un bajo nivel espiritual. El creyente maduro no piensa ni actúa así. A su vez, Dios no tiene una lista de normas morales para el creyente espiritual y otra para los inmaduros. No hay acepción de personas para con Dios. Romanos 2:11-15 dice; «porque no hay acepción de personas para con Dios. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados».
II Pedro 2:20 dice que los que están enredados en las corrupciones del mundo deben escaparse de ellas. Hermano, no importa tu nivel espiritual. Debes saber que no vas a encontrar nada de bueno en las corrupciones del mundo. No hay forma de justificarse por concederse a ellas.