Este artículo no es necesariamente un análisis de los manuscritos bizantinos, sino más bien un intento de informar a los lectores acerca de diversos personajes que han escrito aportando datos acerca del Texto Bizantino. También he incluido una selección de sus escritos traducidos para el beneficio de los lectores que no leen inglés.
No todos los que han estudiado los manuscritos bizantinos son defensores de dichos manuscritos. Incluso muchos defensores del Texto Bizantino no son defensores del Texto Recibido, porque ambos no son idénticos. Pero el Texto Bizantino coincide con el Texto Recibido en más del 90%, por tanto defender el Texto Bizantino coincide casi siempre con la defensa del Texto Recibido. Muchos de los manuscritos bizantinos no se han estudiado a fondo, por tanto estamos endeudado a los que los estudian y reportan sus conclusiones, aun si son partidarios del texto crítico. Por tanto los escritores mencionados aquí representan diferentes teorías y perspectivas, pero consideramos los datos que aportan más importante que sus opiniones personales para efectos de este escritos.
Algunos de los escritores tratados aquí que defienden el Texto Bizantinos son expertos en griego y la crítica textual, hacen sus investigaciones de fuentes primarias y son respetados aun por los que abogan por el texto crítico. Comenzaremos con uno que obtuvo el respeto de investigadores que reflejan una perspectiva textual diferente.
Harry A. Sturz
El profesor Harry Sturz (1916-1989) es recordado especialmente por su contribución a la defensa de manuscritos bizantinos en su libro The Byzantine Text-Type and New Testament Textual Criticism. En dicho libro presentó evidencia con lucidez de que varios papiros antiguos reflejaban lecturas bizantinas antes del fin del segundo siglo, lo cual dejó invalidado un elemento importante de la teoría textual de Wescott y Hort. He traducido algunas porciones selectas de este libro:
«Bizantino» se refiere a aquel tipo de texto que caracteriza la mayoría de los manuscritos unciales, semiunciales y minúsculos del Nuevo Testamento. También es la clase de texto que se encuentra en la peshita siriaca, y las versiones góticas y en las citas sobrevivientes de los padres de la iglesia empezando con Crisóstomo en adelante. Este texto deriva su nombre de la proveniencia (origen) de la mayoría de sus manuscritos: el imperio bizantino. … Es mayormente el texto que descansa detrás del Textus Receptus y la versión King James. (p. 13)
Además de «Bizantino», se le ha llamado: «Antioqueño», por el supuesto lugar de su origen, y la «Recensión Lucianica», por su supuesto editor. Es el «Oriental» de Semler, «Asiático» de Bengel, «Constantinoplitano» de Griesbach, «Sirio» de Westcott y Hort, y «Tradicional» de Burgon. Otras designaciones del mismo texto incluyen: «K» de Von Soden y Merk, que representa el «Koiné» o texto «Común»; el «A» de Lagrange y «Alpha» de Kenyon. (p. 13)
En vista de lo anterior, se concluye que los papiros proveen pruebas válidas que las lecturas claramente bizantinas no fueron creadas en el siglo cuarto, pero ya existían antes del final de la segunda; y que, debido a esto, las lecturas bizantinas merecen seria consideración. (p. 69)
Las lecturas distintivamente bizantinas son las que son apoyadas por la cantidad masiva de manuscritos tardíos pero que no son atestiguados por los mejores representativos de los Textos Alejandrinos y Occidentales. (p. 141)
Se debe mencionar que Sturz no creía en la superioridad total del texto Bizantino o del Textus Receptus. Su libro incluyó unas críticas muy duras contra algunas creencias de John Burgon y Edward Hills. Sturz se destacó en el libro por enfatizar que se debía tomar el texto Bizantino más en cuenta en vez de ser prácticamente ignorado (como es el caso con muchos críticos textuales y traductores) porque se ha comprobado que tiene muchas lecturas antiguas.
… El tipo de texto bizantino, aunque no necesariamente sea considerado el texto «mejor» o «estándar» como sostienen los seguidores de Burgon, sin embargo no debe ser dejado de lado como insiste la teoría de Wescott y Hort …. El Texto Bizantino debe ser reconocido como sosteniendo un lugar importante y útil en la crítica textual porque es un testigo independiente de una forma temprana del texto del Nuevo Testamento. (p. 23)
Gordon Fee y Michael Holmes, ambos promotores del Texto Alejandrino, confesaron lo siguiente acerca de las investigaciones de Harry Sturz:
Sturz es digno de elogio por este intento de hacer que algunos de nosotros en la crítica textual tomemos las lecturas del tipo de Texto Bizantino más en serio de lo que a veces solemos hacer. … Lo que ha demostrado es lo que hemos sabido desde el principio, a saber, que muchas de las lecturas que finalmente se unieron en este tipo de texto [Bizantino] son muy tempranas. (Fee, Gordon. «The Byzantine Text-Type and New Testament Textual Criticism» Journal of the Evangelical Theological Society. 28, 1985 p. 240)
Sturz, sin embargo, se ha propuesto la tarea de examinar, de manera bastante sistemática, todos los papiros antiguos en busca de casos en los que apoyen lecturas bizantinas o bizantinas/occidentales y ha recopilado en las listas I y II más de 300 ejemplos de este tipo. Esta evidencia adicional (no toda la cual, por supuesto, es de igual valor) refuerza ampliamente las conclusiones de Zuntz y es suficiente para establecer la tesis básica de Sturz, a saber, que el Texto Bizantino debería jugar un papel más importante en la crítica textual del Nuevo Testamento que el permitido por las teorías de Westcott y Hort. (Holmes, Michael «The Byzantine Text-Type and New Testament Textual Criticism» Trinity Journal. 6, 1985, p. 228)
El Texto Mayoritario de Hodges y Farstad
Zane C. Hodges (1932-2008) y Arthur Farstad (1935-1998) fueron editores de un Nuevo Testamento griego basado en el Texto Mayoritario. Las ediciones de 1982 y 1985 de The Greek New Testament according to the Majority Text fueron publicados por Thomas Nelson Publishers. Además de los editores principales Hodges y Farstad, fueron asistidos por los siguientes consultores: Jakob Van Bruggen, Alfred Martin, Wilbur N. Pickering y Harry A. Sturz.
¿Qué es para ellos el Texto Mayoritario? Ellos lo contestan en el prefacio a su Nuevo Testamento griego de la siguiente manera:
El Texto Mayoritario es un texto que emplea la evidencia de toda la gama de manuscritos supervivientes en lugar de depender principalmente de la evidencia de unos pocos. Para nosotros no es científico ignorar prácticamente ochenta al noventa por ciento de la evidencia en cualquier disciplina.
A todos los efectos desde el tiempo de Westcott y Hort, las lecturas de la mayoría de los manuscritos han sido rechazados como “tardíos y secundarios”. Gran parte del apoyo a este enfoque ha sido la teoría que hubo una recensión eclesiástica oficial impuesta sobre la iglesia en el siglo IV, explicando así la preponderancia de los llamados manuscritos bizantinos a partir de entonces. Otro apoyo fue que nada de la evidencia manuscrita antes del siglo IV aparentemente apoyaba a las lecturas bizantinas. Además, un puñado de supuestas conflaciones se utilizaron para sugerir que el texto tradicional estaba lleno de ellos. (En realidad, todos los manuscritos tienen algunos.) La historia no ha dado ninguna prueba de tal recensión, y este aspecto de la teoría está ahora en gran parte abandonado. Los papiros del siglo II y III ahora apoyan muchas lecturas que una vez fueron descartadas como «tardías». Además, muchas de las «conflaciones» podrían ser justo lo contrario: un texto más completo de la que parte ha desaparecido por tales causas como homeotéleuton [cuando un copista accidentalmente una palabra o frase porque hay más adelante otra palabra con la misma terminación], consideraciones estilísticas o teológicas, o puro descuido.
Sostenemos que, en última instancia, la historia de la transmisión de cada libro del Nuevo Testamento debe ser rastreado por medio de un árbol genealógico. Este método falló bajo Westcott y Hort precisamente porque se negaron a dar el peso y el papel adecuados a la mayoría de los manuscritos existentes. Pero cuando toda la gama de pruebas es utilizado apropiadamente, la genealogía se convierte en la opción más viable y prometedora para determinar qué lectura es original cuando la evidencia está significativamente dividida. Desafortunadamente, este método es actualmente posible sólo en el Pericope Adulterae [Juan 7:53–8:11] y en Apocalipsis porque un gran porcentaje de los materiales nunca han sido completamente cotejados en el resto del Nuevo Testamento. En estos dos lugares, a través del extenso trabajo de Von Soden y Hoskier, la mayor parte de las pruebas manuscritas han sido minuciosamente cotejadas. En el resto del Nuevo Testamento nos vimos obligados a depender en gran medida del trabajo de Von Soden, aumentado por Tischendorf (acrecentado aún más por Legg en Mateo y Marcos). Todavía hay mucho trabajo por hacer en la crítica textual nuevotestamentaria, especialmente si uno cree en filtrar cuidadosamente toda la evidencia en lugar de apoyarse tanto en el pequeño cúmulo de manuscritos egipcios que resultan ser nuestras copias existentes más antiguas. (The Greek New Testament according to the Majority Text. Eds. Zane C. Hodges and Arthur Farstad. Nashville: Thomas Nelson, 1985, pp. v-vi)
Aquellos que son amistosos con el punto de vista del Texto Mayoritario se complacen en tener una edición compacta y fácil de leer de un texto del cual sólo se ha podido discutir y escribir hasta ahora. Los que son neutrales le han dado la bienvenida a la edición como una contribución al mercado abierto de ideas en una ciencia que aún no ha producido la respuesta final. Incluso los de un punto de vista opuesto han coincidido en gran medida en que es útil tener una edición de esta clase. Esto es cierto porque nuestro texto puede ayudar a hacer comparaciones con otras formas de texto. (The Greek New Testament according to the Majority Text. Eds. Zane C. Hodges and Arthur Farstad. Nashville: Thomas Nelson, 1985, p. v)
El hecho de que Hodges y Farstad no consideraron su obra como la palabra final es evidente en el último párrafo del prefacio a su Nuevo Testamento griego:
Por último, cabe destacar que consideramos nuestro texto ser un paso adelante para la disciplina de la crítica textual del Nuevo Testamento. Pero al mismo tiempo reconocemos la gran cantidad de trabajo aún para hacer. Si nuestras premisas son correctas, el desarrollo de historias genealógicas para cada libro del Nuevo Testamento es un desideratum [algo necesario o deseado]. Se necesitarán muchas mentes y manos para llevar a cabo la tarea, pero si los futuros investigadores concluyen que los hemos apuntado en la dirección correcta, los editores se sentirán muy satisfechos. También estaremos agradecidos a Dios por concedernos la fuerza para hacer nuestra parte. (The Greek New Testament according to the Majority Text. Eds. Zane C. Hodges and Arthur Farstad. Nashville: Thomas Nelson, 1985, p. vii)
El hecho de que sus editores mantuvieron un nivel de humildad acerca de su obra es evidente en el siguiente párrafo de su introducción:
Los editores no se imaginan que el texto de esta edición representa en todos los detalles la forma exacta de los originales. A pesar de cuan deseable un texto así ciertamente sería, se debe hacer mucho trabajo adicional antes de que pueda ser producido. Por lo tanto, debe mantenerse en mente que la obra actual, The Greek New Testament according to the Majority Text, es tanto preliminar como provisional. Representa un primer paso en la dirección de reconocer el valor y la autoridad de la gran masa de documentos griegos sobrevivientes. El uso que se haga de esos documentos en esta edición debe estar sujeto a escrutinio y evaluación por parte de académicos competentes. Tal escrutinio, si se lleva a cabo adecuadamente, puede resultar en un mayor progreso hacia un Nuevo Testamento griego que refleje con mayor precisión los autógrafos inspirados. (p. x)
Lo siguiente es una explicación abreviada de la metodología que emplearon en su texto griego:
(1) Cualquier lectura atestiguada de forma abrumadora por la tradición manuscrita es más probable que sea original que sus rivales. Esta observación surge de la propia naturaleza de la transmisión manuscrita. En cualquier tradición en la que no haya perturbaciones importantes en la historia de la transmisión, la lectura individual que tiene el comienzo más temprano es la más propensa a sobrevivir en la mayoría de los documentos. Y la lectura más temprana de todas es la original. A menos que se comete un error en las primeras etapas de copiar, las posibilidades de supervivencia del error en las copias existentes en grandes cantidades se reducen significativamente. Cuanto más tarde se origina una lectura, menos probable es que sea ampliamente copiada.
Debe tenerse en cuenta que en el momento en que se copiaron los principales textos de papiro existentes, el Nuevo Testamento estaba muy por encima de un siglo de edad. Una lectura atestiguada por tal testigo, y encontrada sólo en un pequeño número de otros manuscritos, de ninguna manera es probable que sea una supervivencia del autógrafo. Por el contrario, es probablemente sólo una idiosincrasia de un rasgo estrecho de la tradición. La única manera en que la aceptación de un número sustancial de lecturas minoritarias podría justificarse es reconstruir una historia de transmisión plausible para ellas. Esto fue, por supuesto, precisamente lo que Westcott y Hort trataron de hacer en defensa de א y B. Pero el colapso de su esquema genealógico bajo la crítica académica ha anulado su argumento más esencial. Nada lo ha reemplazado.
(2) Las decisiones finales sobre las lecturas deben tomarse sobre la base de una reconstrucción de su historia en la tradición manuscrita. Esto significa que para cada libro del Nuevo Testamento se debe construir una genealogía de los manuscritos. Los datos disponibles para ello en las fuentes estándar son actualmente insuficientes, excepto para el Apocalipsis. (pp. xi-xii)
La introducción sigue a través de 35 páginas con explicaciones complejas.
No se utilizó la evidencia de leccionarios, versiones antiguas ni citas patrísticas. Los editores lo explican como sigue:
La presente edición no cita el testimonio de las versiones antiguas o padres de iglesia. Tampoco se consideran los textos leccionarios. Esto no se debe a que esas fuentes no tengan valor para la crítica textual. Más bien, se debe a los objetivos específicos de esta edición, en la que el objetivo principal ha sido la presentación del Texto Mayoritario tal como aparece en la tradición manuscrita regular. (p. xviii)
Ambos editores han fallecido, y ya no se publica su Nuevo Testamento griego. Pero sigue siendo una herramienta de referencia.
Zane Hodges
Zane C. Hodges (1932-2008) fue un coeditor del Nuevo Testamento griego que acabo de tratar. Él escribió muchos artículos que contribuyeron a la defensa del Texto Recibido y el texto bizantino. Lo siguiente es un surtido de sus escritos seleccionados por su aportación al tema:
Quienes leen el Textus Receptus están leyendo un texto resultante de un consenso de manuscritos. Este consenso necesita refinamiento, pero la preponderancia de la evidencia para ello constituye una entidad textual básicamente estable, cuyo carácter general se ha corregido desde que existe evidencia de ello. (Hodges, Zane. “A Defense of the Majority Text.” As quoted in Letis, Theodore. The Majority Text. Philadelphia: The Institute for Renaissance and Reformation Biblical Studies, 1987, p. 16)
Tal vez la mayor sorpresa para muchos cristianos creyentes de la Biblia será el descubrimiento de que los críticos textuales tratan de defender su preferencia por los manuscritos más antiguos afirmando que son mejores porque, de hecho, contienen las mejores lecturas. El texto de la mayoría, insisten, nos ofrece repetidamente variaciones con poca o ninguna pretensión de ser originales. Por tanto, en el análisis final, un manuscrito es atestiguado por sus lecturas en lugar de al revés. En la mente de los eruditos contemporáneos, sin embargo, no hay ningún argumento circular involucrado en esto. El estudio cuidadoso del contexto de un pasaje, además de un buen conocimiento de los hábitos de los escribas y de los fenómenos textuales en general, permite al crítico experto–tal como se afirma–emitir un juicio válido sobre las lecturas competidoras y, en muchos casos, llegar a conclusiones que pueden considerarse casi seguras. Por lo tanto, de esto se deduce que la confianza en los textos griegos críticos modernos depende en última instancia de la confianza de uno en el juicio académico contemporáneo. (Hodges, Zane C. «The Greek Text of the King James Version» Bibliotheca Sacra. Vol. 125 No. 500, 1968, p. 342)
Sin embargo, debe quedar claro que cuando todo el problema de la crítica textual se reduce a una serie de argumentos sobre los méritos relativos de esta lectura en contra de esa lectura, hemos llegado a un ámbito en el que la opinión personal (e incluso el prejuicio personal) puede determinar fácilmente la decisión. Esto ha sido admitido recientemente por un crítico textual destacado que, él mismo, ha defendido esta lectura mediante la metodología de lectura. Hablando de los dos criterios invocados principalmente por los críticos modernos para decidir sobre una lectura (a saber, «Elija la lectura que se ajuste al contexto» y «Elija la lectura, que explica el origen de la otra lectura,»), E. C. Colwell ha confesado, «De hecho, estos dos criterios estándar para la evaluación de la evidencia interna de lecturas pueden fácilmente cancelarse mutuamente y dejar al erudito libre para elegir en términos de sus propios prejuicios.» (Hodges, Zane C. «The Greek Text of the King James Version» Bibliotheca Sacra. Vol. 125 No. 500, 1968, p. 343)
La forma general de texto en la edición de Hodges/Farstad es claramente la forma que se encuentra en la mayoría de los documentos neotestamentarios (excepto en Juan 7:53–8:11 y en Apocalipsis, donde ninguna «forma» del texto se encuentra en la mayoría). (Farstad, Arthur and Hodges, Zane. «The New Testament in the Original Greek According to the Byzantine/Majority-Textform» Journal of the Grace Evangelical Society. Vol. 4, No. 2 Autumn 1991, p. 83)
Creo que la teología de un hombre puede afectar sus teorías textuales, pero estoy perfectamente dispuesto a considerar argumentos razonables de cualquier parte sin importar con qué teología puedan estar asociados. (Hodges, Zane. «Modern textual criticism and the Majority Text: A response» JETS 21/2 June 1978, pp. 145-146)
En primer lugar, todos nuestros manuscritos más antiguos derivan básicamente de Egipto. Esto se debe principalmente a la circunstancia de que el clima de Egipto favorece la preservación de textos antiguos de una manera que el clima del resto del mundo mediterráneo no lo hace. No hay una buena razón para suponer que los textos encontrados en Egipto nos dan una muestra adecuada de los textos del mismo período que se encuentran en otras partes del mundo. Con tal lógica se podría afirmar que probar la flora y fauna del valle del Nilo es conocer la flora y fauna de Grecia, o Turquía, o Italia. Por lo tanto, lo más probable es que el texto sobre el que descansan nuestras traducciones modernas es simplemente una forma egipcia muy temprana del texto cuya cercanía al original está abierta al debate. De hecho, Kurt Aland, quien es coeditor de los dos textos griegos críticos más utilizados y que es sin duda el principal erudito textual en el continente europeo, propone que el texto de P75 y B representa una revisión de un texto local de Egipto que se impuso como el texto dominante en esa provincia eclesiástica en particular. Pero si es posible, de hecho, que se pueda dar tal explicación del texto de estos antiguos testigos, está claro que debemos buscar otras razones para preferir su evidencia que la edad solamente. Puesto que un texto revisado puede ser bueno o malo y en cualquier caso es el resultado del juicio de quienes lo revisaron. Esto ilustra una razón por la que la mayoría de los críticos textuales no argumentarían la superioridad de un manuscrito simplemente porque era más antiguo que otros. (Hodges, Zane C. «The Greek Text of the King James Version» Bibliotheca Sacra. Vol. 125 No. 500, 1968, p. 337)
[Uniformidad del texto bizantino] Nadie ha explicado todavía cómo un proceso largo y lento extendido a lo largo de muchos siglos, así como en una amplia zona geográfica, y que involucra a una multitud de copistas, que a menudo no sabían nada del estado del texto fuera de sus propios monasterios o scriptoria, podría lograr esta uniformidad generalizada a partir de la diversidad presentada por las formas anteriores de texto. Incluso una edición oficial del Nuevo Testamento, promovida con sanción eclesiástica en todo el mundo conocido, habría tenido grandes dificultades para lograr este resultado como demuestra la historia de la Vulgata de Jerónimo. Pero un proceso no guiado que logra la relativa estabilidad y uniformidad en las circunstancias textuales, históricas y culturales diversificadas en las que se copió el Nuevo Testamento, impone tensiones imposibles en nuestra imaginación. (Hodges, Zane C. «The Greek Text of the King James Version» Bibliotheca Sacra. Vol. 125 No. 500, 1968, p. 341)
El Nuevo Testamento griego bizantino de Robinson y Pierpont
En 1991 Maurice A. Robinson y William G. Pierpont publicaron la primera edición de su Nuevo Testamento griego basado en manuscritos bizantinos. La segunda edición se publicó en 2005 bajo el título The New Testament In The Original Greek: Byzantine Textform.
Robinson-Pierpont se refieren a su texto como Byzantine textform (forma de texto bizantino), distanciándose del término Texto Mayoritario, porque admiten que algunos casos su texto no refleja estrictamente la mayoría de manuscritos sin excepciones. Esto es debido a la implementación de su teoría de evidencia interna, que en algunos casos aislados no favorece la mayoría. Parte de la crítica contra la teoría de seguir la lectura de la mayoría de los manuscritos es que consiste simplemente de “contar narices.” La implementación de unos principios que en ocasiones hace una excepción a la mayoría le da un toque de sofisticación.
Si bien la posición Texto Mayoritario se caracteriza por su principal uso de evidencia externa, este no es el único criterio sobre en la que se basa la teoría del Texto Mayoritario. También se aplica evidencia interna y en la mayoría de los casos ningún criterio interno adverso supera criterios internos favorables que respaldan los datos externos. (Robinson, Maurice. The Credibility of the Majority Text and its Value for Apologetics. Unpublished paper, ETS Southeastern Regional Meeting, Nashville, TN, Marcy 21, 1986, p. 5)
Hay aproximadamente 1.500 diferencias entre este texto griego y una edición típica del Texto Recibido. Esto se debe en parte a que el Texto Recibido no siempre refleja la mayoría de los manuscritos.
Los escritos de Robinson aportan mucho al estudio de manuscritos bizantinos, que forman la base del Texto Recibido. He aquí una traducción de porciones selectas de la introducción a la segunda edición del Nuevo Testamento griego de Robinson y Pierpont:
La forma de texto bizantina conserva con una consistencia general ese tipo de texto del Nuevo Testamento que dominaba el mundo de habla griega. Este dominio existió desde al menos el siglo IV hasta la invención de la imprenta en el siglo XVI. (p. v)
… Un texto que demuestra la continuidad y el dominio de la transmisión durante más de mil años como la representación más probable de los autógrafos sagrados. (pp. viii-ix)
La forma de texto bizantina refleja un patrón dominante de consenso de lecturas que se mantiene durante la mayor parte del Nuevo Testamento. (p. ix)
Von Soden identificó siete líneas distintas de transmisión dentro de esta breve sección de texto. (p. xi)
Para la mayor parte del Nuevo Testamento, la forma de texto bizantina [Byzantine Textform] está respaldada por casi toda la tradición manuscrita; en casi todos los casos la lectura bizantina refleja la concurrencia de al menos el 70% y por lo general más del 80% de los manuscritos existentes. (p. xiv)
En general, los escribas tendían a preservar el texto que estaba delante de ellos en sus ejemplares; esto a pesar de las diversas corrupciones accidentales o alteraciones intencionales que ocurrieron durante el proceso de transmisión. La alteración extensiva no era frecuente ni generalizada: la gran parte del texto que se encuentra en todos los manuscritos, independientemente del tipo de texto, sigue siendo una posesión común. (p. xv)
Algunas ediciones impresas tempranas (normalmente Textus Receptus) y traducciones al inglés incluyen palabras o frases que no forman parte de la forma de texto bizantina [Byzantine Textform] (por ejemplo, partes de Hechos 9:5-6, 1 Juan 2:23, 1 Juan 5:7). (p. xx)
En cuatro casos (Lucas 17:36, Hechos 8:37, Hechos 15:34, Hechos 24:7) aparece un número de versículo solo en el texto principal, inmediatamente seguido por el siguiente número de versículo secuencial. Estos indican largas porciones de texto que se incluyeron en algunas ediciones impresas del Textus Receptus tempranas pero que nunca han sido parte de la forma de texto bizantina [Byzantine Textform] primaria. (p. xxi)
El texto autógrafo divinamente conservado existe y funciona en el marco de todos los documentos fuente griegos existentes (manuscritos, leccionarios, citas patrísticas). Este texto también se refleja sustancialmente en las diversas versiones antiguas y citas patrísticas no griegas. (p. xxii)
Dado que el método divino de preservación de autógrafos reside en la totalidad de la evidencia griega existente, el reclamante más fuerte para la originalidad de los autógrafos sigue siendo el texto de consenso general preservado entre ese material. (p. xxii)
Citas selectas del apéndice de su Nuevo Testamento griego The case for Byzantine priority (el caso por la prioridad bizantina)
Las discusiones de asuntos críticos textuales se refieren solo al 10% del texto nuevotestamentario donde existen unidades de variación significativa. (p. 535)
…el texto NA27 permanece aproximadamente 99.5% idéntico al de Westcott-Hort de 1881… (p. 551)
Hay muchos más casos en los que existe una alineación alejandrino-bizantino u occidental-bizantino que una alineación alejandrino-occidental en la que el bizantino se mantiene completamente aparte. (p. 556)
Bajo todas las teorías, alrededor del 90% del texto original del Nuevo Testamento se considera establecido. (p. 584)
Robinson ha aportado mucho al estudio de manuscritos bizantinos, los cuales han sido objecto de negligencia de parte de muchos investigadores, quienes manifiestan una parcialidad hacia los manuscritos alejandrinos. Un pasaje en que Robinson se ha enfocado es la llamada pericope adulterae o perícopa de la adúltera (Juan 7:53-8:11). Él explica su misión como sigue:
Durante el año sabático 1997-1998, el actual escritor comenzó en el Institute für Neutestamentliche Textforschung (INTF) en Münster un proyecto masivo con el objetivo de recopilar todos los manuscritos griegos disponibles del Nuevo Testamento que contienen la perícopa de la adúltera en su totalidad o en parte, tanto texto continuo como leccionario; (Robinson, Maurice A. “The Pericope Adulterae: A Johannine Tapestry with Double Interlock” The Pericope of the Adulteress in Contemporary Research. David Alan Black and Jacob N. Cerone, eds. London: Bloomsbury, 2016, p. p. 117)
En la página 118 de la obra que acabamos de citar, Robinson informa al lector que hasta agosto de 2015 se habían examinado un total de 2.935 manuscritos en relación a la perícopa de la adúltera. Parte de lo que motivó su investigación es el hecho de que dicho pasaje es una de las áreas donde tiende a haber muchas variaciones entre los manuscritos bizantinos.
Pierpont falleció en 2003, pero Maurice Robinson sigue activo en sus investigaciones. Norman Simon Rodriguez ha traducido La superioridad del texto bizantino del Nuevo Testamento por Maurice A. Robinson, obra que se puede bajar de forma gratuita desde el siguiente vínculo: https://www.academia.edu/100515487/La_superioridad_del_texto_bizantino_del_Nuevo_Testamento
Diferencias entre Robinson-Pierpont y Hodges-Farstad
El siguiente índice exhaustivo revela que las diferencias son mínimas, excepto el libro de Apocalipsis:
http://www.bible-researcher.com/robinson-hodges.html
En Apocalipsis los manuscritos bizantinos están divididos en dos familias, cada una apoyada por un número aproximadamente igual de manuscritos. Estas dos familias se denominan Av y Q. Cuando las familias Av y Q están de acuerdo, existe un verdadero texto consensuado mayoritario. Debido a la frecuencia de desacuerdo entre las familias Av y Q, las diferencias más notables entre Hodges-Farstad y Robinson-Pierpont se hallan en el libro de Apocalipsis.
Kirsopp Lake
Kirsopp Lake (1872-1946) fue un profesor británico neotestamentario, historiador, y autor de muchos libros. Se interesó en la crítica textual cuando trabajó clasificando manuscritos griegos para una biblioteca. Durante su vida realizó varias expediciones en busca de manuscritos bíblicos. Esto incluyó bibliotecas en Basilea, Venecia, Roma y San Petersburgo, el Monasterio de Santa Catalina en Egipto, así como múltiples viajes a monasterios griegos en el Monte Athos de Grecia. Gran parte de estos manuscritos eran bizantinos. En algunos casos solo se conocía de la mera existencia de ciertos manuscritos antes que Lake publicó reproducciones facsimilares, describió el caracter textual de ciertos manuscritos o publicó catálogos de los manuscritos inspeccionados. Aunque Lake no era partidario de los manuscritos bizantinos, sus expediciones y publicaciones aportaron una contribución importante al estudio de dichos manuscritos. Observe un ejemplo de lo que escribió, y luego se explicará su impacto:
Los resultados son instructivos, especialmente en sus aspectos negativos. Esta recopilación cubre tres de las grandes colecciones antiguas de manuscritos; y estos no son conglomerados modernos, reunidos desde todas las direcciones. Muchos de los errores de manuscritos ahora en Sinaí, Patmos y Jerusalén deben haber sido códices escritos en los scriptoria de estos monasterios. Esperábamos encontrar una colación que cubriera todos los manuscritos en cada biblioteca mostrarían muchos casos de copia directa. Pero prácticamente no existen tales casos. … Además, la cantidad de genealogía directa que se ha detectado en los códices existentes es casi insignificante. Tampoco se conocen muchos manuscritos códices hermanos. … Aparte de estos dos, parece que no hay grupos de manuscritos que son posiblemente descendientes de un único códice perdido. Hay grupos afines – familias de primos lejanos – pero los manuscritos que tenemos son casi todos niños huérfanos sin hermanos o hermanas.
Tomando este hecho en consideración junto con el resultado negativo de nuestra recopilación de manuscritos en el Sinaí, Patmos y Jerusalén, es difícil resistirse a la conclusión de que los escribas normalmente destruían sus ejemplares cuando habían copiado los libros sagrados. (Lake, Kirsopp; Blake, Robert P. & New, Silva. «The Caesarean Text of the Gospel of Mark.» Harvard Theological Review. Vol. XXI, No. 4, Oct. 1928, pp. 348-349)
¿Por qué es significativo que Lake no encontró casi ningún caso de copiado directo entre manuscritos Bizantinos? Los que desconfían en los textos bizantinos dicen que la similitud entre manuscritos bizantinos es evidencia que descienden de un solo ejemplar. Por tanto, aun si hubiese mil manuscritos bizantinos con una cierta lectura, solo cuenta como un testigo en vez de mil. De esa forma pueden anular de un solo golpe hasta el 99% por ciento de la evidencia. Pero las investigaciones de Lake concerniente a una falta de evidencia de copiado directo entre manuscritos hace mucho daño al argumento que se debe tratar a todos los manuscritos bizantinos como un solo testigo.
Otros más en simpatía con el texto bizantino habían señalado algo similar anteriormente, pero el hecho de que Lake llegara a la misma conclusión fue significativo. Scrivener, quien había adquirido experiencia cotejando manuscritos, años antes había señalado:
Cuanto más de cerca se examinan los ejemplares cursivos de las Escrituras, más se desarrolla el carácter individual de cada una de ellas. Con ciertos puntos de semejanza general, por los cuales se distinguen de los documentos más antiguos de la clase alejandrina, abundan con variaciones mutuas tan numerosas y perpetuas como para garantizar el origen independiente de casi todos ellos, y su estudio exacto “ha barrido a la vez y para siempre» (Tregelles’ Account of Printed Text, p. 180) la fantasía de un texto Constantinopolitano [Bizantino] normativo, y cada inferencia que se había basado en su supuesta existencia. (Scrivener, F.H.A. A Plain Introduction to the Criticism of the New Testament for the use of Biblical Students. Cambridge: Deighton Bell, 1883, p. 476)
Klaus Wachtel
Uno de los escritores de nuestros tiempos que ha estudiado manuscritos bizantinos es el alemán Klaus Wachtel. Él no es un defensor del Texto Recibido ni del texto bizantino, pero sus estudios sobre manuscritos bizantinos y leccionarios han aportado datos y observaciones valiosas. No todos su libros o artículos han sido traducidos al inglés, y a mi conocimiento nada suyo ha sido traducido al español. Para el beneficio de mis lectores, he traducido algunas pequeñas porciones selectas de sus escritos:
El Texto Mayoritario consiste en la mayoría de lecturas y pasajes que se han transmitido sin variación. La lectura mayoritaria es una variante apoyada por la mayoría de los manuscritos griegos. Por regla general, tal lectura es atestiguada por los manuscritos más antiguos y mejores, así como por la mayoría de los manuscritos medievales. Normalmente, hay pocas razones para dudar de que también es la lectura original. Sin embargo, cuando usamos el término «Texto Bizantino», pensamos en aquellas lecturas mayoritarias que difieren de otras formas de texto que desde Lachmann, Tischendorf y Hort han sido preferidos en el proceso de reconstrucción del texto al que se remonta nuestra tradición manuscrita. Es importante tener en cuenta que se ve un tipo especial de lecturas de mayoría tardía que caracterizan el «Texto Bizantino».
La mayoría de los manuscritos griegos del Nuevo Testamento fueron escritos en los siglos XII-XIV. Esto debería hacernos conscientes de que es una generalización engañosa clasificar toda la tradición manuscrita bizantina sobre la base de lecturas mayoritarias de su última fase. En el sentido histórico común de la palabra, toda la tradición manuscrita griega del Nuevo Testamento desde 324 podría llamarse «bizantina». Además, el verdadero texto mayoritario sería atestiguado por la mayoría de todos los manuscritos griegos del Nuevo Testamento jamás escritos. Lo que solemos llamar el «Texto Bizantino» es el texto de la mayoría de los manuscritos bizantinos tardíos. (Wachtel, Klaus. “Early Variants in the Byzantine Text of the Gospels” Transmission and Reception: New Testament Text-Critical and Exegetical Studies. G.W. Childers, D.C. Parker, eds. Piscataway: Gorgias Press, 2006, p. 29)La noción de una recensión luciana temprana [un pilar de la teoría Westcott y Hort] que conduce al texto imperial bizantino ya ha sido abandonada en gran medida… (Wachtel, Klaus. «The Byzantine Text of the Gospels: Recension or Process?» Paper prepared for the NTTC session 23-327 at SBL 2009 p. 8)
Dado que el Textus Receptus fue superado por la crítica textual académica del siglo XIX, hay un sesgo negativo tenaz contra el texto mayoritario bizantino. Dondequiera que los testigos textuales más antiguos conocidos como el Vaticano y el Sinaítico, (y más aún en combinación con un papiro), se oponen a la mayoría de los minúsculos, la decisión contra el texto mayoritario se tomaba a menudo fácilmente, sin considerar seriamente la calidad de las variantes en cuestión. (Wachtel, Klaus. Editio Critica Maior. III.1 part 1.1 p. 30)
Kurt Aland
Kurt Aland (1915-1994) fue editor del texto crítico que contiene su apellido junto con el editor original: Nestle-Aland. No pretendemos que Aland sea un amigo del texto Bizantino. En varias ocasiones se puede notar expresiones de desprecio por los manuscritos bizantinos o el Texto Recibido en sus escritos. ¿Por qué incluir a Aland aquí? Relativamente pocos han estudiado manuscritos bizantinos con profundidad. Los que logran tener acceso a copias físicas de manuscritos bizantinos (lo que permite un mejor estudio comparado a fotografías o microfichas cuando un manuscrito dado contiene porciones casi indescifrables) muchas veces no son partidarios del Texto Bizantino.
Kurt Aland creó una lista de 1000 pasajes de prueba con la idea de facilitar la determinación del carácter textual de un manuscrito dado. Él lo explica del siguiente modo:
Por lo tanto, hace años comenzamos a ordenar todos los minúsculos críticamente. Se seleccionaron mil pasajes en el Nuevo Testamento, donde los manuscritos muestran diferencias características. Se trata de muchos más pasajes de los que un filólogo suele hacer referencia para la clasificación del manuscrito de un autor clásico. … Más de 1000 manuscritos ya han sido examinados de esta manera. (Aland, Kurt. “The Greek New Testament: Its present and future editions.» The Journal of Biblical literature. 87, 1968, p. 185)
Después de que Kurt Aland ideó un programa de pasajes de prueba para medir el carácter textual de un manuscrito, tomó años la labor de cotejar antes de que se pudiera publicar la investigación sobre las epístolas generales (cf. p. 317). Las cartas paulinas, Hechos y los Evangelios Sinópticos ya han sido estudiados, demostrando que más del 80 por ciento de los manuscritos contienen exclusivamente el texto de la Mayoría (es decir, esencialmente el Texto Bizantino, imperial o koiné, como puede ser llamado en su varios sombreados y graduaciones). Pero aproximadamente el 10 por ciento de ellos ofrecen un valioso texto temprano que puede competir incluso con lo mejor de los unciales. (Aland, Kurt and Barbara. The Text of the New Testament. Grand Rapids: Eerdmans, 1989, p. 128).
Kurt Aland en su libro The Text of the New Testament, 1989, p. 142, muestra su desprecio por el valor de los manuscritos bizantinos al declarar: “son irrelevantes para la crítica textual, por lo menos para establecer la forma original del texto y su desarrollo en los siglos tempranos”. Esta opinión sin duda es debido a que los manuscritos alejandrinos tienden a ser más antiguos, pero de todos modos no se les da la importancia a los manuscritos bizantinos que merecen. Este punto de vista es probablemente la razón por qué han ignorado el estudio de muchos de los manuscritos minúsculos. Note lo que admite Aland: “La mayoría de los minúsculos no han sido examinados para su valor textual todavía…” (p. 128)
Hay veces que los promotores del texto crítico revelan cosas asombrantes en sus escritos que pueden ser notados por lectores alertos. Antes de presentar la siguiente cita de los escritos de Aland, hace falta explicar que él no cree que Marcos 16:9-20 es genuino, porque no aparece en los códices Vaticano y Sinaítico además de otras pocas razones que no trataremos aquí. Pero observe lo que confiesa acerca de la evidencia abrumadora en contra de su postura:
Es cierto que el final más largo de Marcos 16:9-20 se encuentra en el 99 por ciento de los manuscritos griegos, así como en el resto de la tradición, disfrutando durante un período de siglos prácticamente de una sanción eclesiástica oficial como parte genuina del evangelio de Marcos. (The Text of the New Testament, 1989, p. 292)
Más citas de Aland de interés:
Es indiscutible que Lutero utilizó el Textus Receptus griego para su traducción del Nuevo Testamento alemán en 1522 y todas sus ediciones posteriores (aunque el término en sí todavía no estaba en uso en ese momento). A través de la reimpresión de Hagenau de 1521, Lutero dependía de los editio princeps de 1516 de Erasmo, al igual que todos los traductores del Nuevo Testamento en el siglo XVI (por ejemplo, la versión de Zúrich). Todas las traducciones del siglo XVII, incluyendo la versión King James de 1611, la «Versión Autorizada», también se basaron en este texto. Así, el Nuevo Testamento de la iglesia en el período de la reforma se basó en el Textus Receptus. (Aland, Kurt. «The Text of the Church?» Trinity Journal. 8, 1987, p. 131)
Es igualmente indiscutible que en el siglo XVI o XVII (y hasta bien entrado el siglo XVIII) cualquiera con un Nuevo Testamento griego habría tenido una copia del Textus Receptus (el término fue acuñado por la prensa Elzevir en 1633: en el prefacio de su segunda edición en 1633 ocurre la frase promocional pegadiza: «Textum ergo habes, nunc ab omnibus receptum: in quo nihil immutatum aut corruptum damus»). Naturalmente, los textos de estas ediciones no eran idénticos. El propio Erasmo hizo cambios en los textos de sus sucesivas ediciones. Luego estaba la influencia de la políglota complutense que afectó a los editores posteriores de muchas maneras diferentes (aunque el Nuevo Testamento complutense fue impreso en 1514 no vio la publicación hasta después de 1520). Y sin embargo, a pesar de todas sus diferencias individuales, estas ediciones pueden ser consideradas como una unidad, cualquiera que sea el responsable de ellas. Todos ellos se basaron en el texto de los manuscritos bizantinos tardíos, el «Texto Mayoritario», que se encuentra en el 80% de los manuscritos griegos del Nuevo Testamento, y que se caracteriza por una unidad general a pesar de la presencia de numerosas variaciones. (Aland, Kurt. «The Text of the Church?» Trinity Journal. 8, 1987, p. 131)
Su libro The Text of the New Testament escrito junto con su esposa Barbara Aland contiene un capítulo nombrado “The manuscripts of the Greek New Testament” con datos valiosos acerca de una gran cantidad de manuscritos bizantinos. En su libro asigna un carácter textual para casi todos los manuscritos del Nuevo Testamento basado en estudios preliminares con sus pasajes de prueba. Pero el lector deberá reconocer que Aland aborda el tema con una parcialidad en contra de manuscritos bizantinos, y en no menos de dos ocasiones en el mismo capítulo opina que dichos manuscritos son “irrelevantes para la crítica textual” (págs. 104, 142). Lamentablemente los que han estudiado los manuscritos bizantinos más a fondo han sido los que menos los aprecian.
Wilbur Pickering
Uno de los escritores destacados que ha escrito en defensa de la mayoría de manuscritos es Wilbur N. Pickering. Pickering es muy diferente comparado a otros en el campo de la crítica textual. Él es un misionero en Brazil con la agencia misionera New Tribes Mission. Que él haya hecho sus estudios sin perder de vista la gran comisión es admirable. Él estudió en Dallas Theological Seminary bajo el profesor Zane Hodges. Escribió el libro The Identity of the New Testament Text en 1977 promoviendo el Texto Mayoritario. He traducido porciones selectas para el beneficio de los que solo leen el español:
En términos muy amplios y demasiado simplificados, un lado generalmente sigue la gran mayoría de los manuscritos (entre 80 y 90 por ciento) que están en acuerdo esencial entre sí, pero que no datan de antes del siglo cinco d.C., mientras que el otro generalmente sigue a un pequeño puñado (a menudo menos de diez) de manuscritos anterior (del tercer, cuarto y quinto siglos) que no sólo no están de acuerdo con la mayoría, sino que también discrepan entre sí. El otro lado ha estado en control general del mundo académico durante los últimos 100 años. (p. 16)
La principal conclusión con respecto al Texto Bizantino es que era extremadamente fluido. Se puede esperar que un solo manuscrito muestre una cantidad de afinidades cambiantes. Sin embargo, dentro de la variedad y la confusión, se han distinguido algunos tipos de texto. … Estos tipos no están estrechamente agrupados como las familias, pero son como la amplia Vía Láctea, incluyendo muchos miembros dentro de una afinidad general. (pp. 51-52)
¿Por qué no hay manuscritos “bizantinos” tempranos? ¿Por qué habría o debería haberlo? Exigir que un manuscrito sobreviva durante 1.500 años es, en efecto, requerir tanto que no se haya utilizado y que se haya almacenado en Egipto (o Qumrán). Incluso un manuscrito sin utilizar requeriría un clima árido para durar tanto tiempo. ¿Pero son razonables estos requisitos? A menos que hubiera una persona tan rica como para poder hacer proliferar copias de las Escrituras para su salud o diversión, las copias se harían a pedido para poder usarlas. A medida que el uso del griego desapareciera en Egipto, la demanda de Escrituras griegas también desaparecería, por lo que no deberíamos esperar encontrar muchos manuscritos griegos en Egipto. Sin embargo, no debe asumirse que el texto «bizantino» no se usó en Egipto. Aunque ninguno de los primeros papiros puede llamarse razonablemente «bizantino», cada uno de ellos contiene lecturas «bizantinas». Además, los códices A y W, ambos del siglo V, son en parte «bizantinos». (p. 129)
[Del apéndice por Zane y David Hodges] Los estudios realizados en el Institut für neutestamentliche Textforschung en Münster (donde ya se han recopilado fotos o microfilmes de más de 4.500 manuscritos) tienden a respaldar la opinión general de que hasta el 90 por ciento de los manuscritos griegos en cursivo (minúsculos) existentes exhiben sustancialmente la misma forma de texto. Si se consideran los papiros y los manuscritos unciales (mayúsculos) junto con los cursivos, el porcentaje de textos existentes que reflejan la forma mayoritaria difícilmente puede ser inferior al 80 por ciento. Pero esta es una cifra fantásticamente alta y absolutamente exige una explicación. De hecho, aparte de una explicación racional de una forma de texto que impregna todo menos el 20 por ciento de la tradición, nadie pretende afirmar seriamente saber cómo manejar nuestros materiales textuales. Si se afirma que es posible un gran progreso hacia el original, mientras que el origen del 80 por ciento de la evidencia griega está envuelto en la oscuridad, tal afirmación debe verse como monstruosamente anticientífica, si no peligrosamente oscurantista. Ninguna apelación a las preferencias subjetivas por esta lectura o aquella lectura, este texto o aquel texto, puede ocultar este hecho. El texto de la mayoría debe explicarse como un todo, antes de que sus afirmaciones como un todo puedan ser científicamente rechazadas. (p. 160)
[Zane y David Hodges] En circunstancias normales, cuanto más antiguo es un texto que sus rivales, mayores son sus posibilidades de sobrevivir en una pluralidad o una mayoría de los textos existentes en cualquier período posterior. Pero el texto más antiguo de todos es el autógrafo. Por tanto, debe darse por sentado que, salvo alguna dislocación radical en la historia de la transmisión, será mucho más probable que la mayoría de los textos representen correctamente el carácter del original que una pequeña minoría de textos. Esto es especialmente cierto cuando la proporción es abrumadora de 8:2. (p. 161)
En años recientes Pickering se ha dedicado al estudio de una categoría de manuscritos entre el Texto Bizantino. Él comparte su investigación en su libro publicado en 2018, God Has Preserved His Text! Creo que su investigación de una subfamilia dentro de los manuscritos bizantinos que él llama F35 (para reemplazar el término Kr de Von Soden) es sumamente interesante. Pickering documenta que F35 (que representa el 16% de los manuscritos sobrevivientes) mantiene una similitud entre sí y una precisión al haberse copiado que supera todos los demás subgrupos de manuscritos. Pero creo que ha caído en el error de confiar de forma excesiva en sus propias investigaciones, hasta el punto que ha declarado en el libro anteriormente mencionado, “Afirmo que Dios usó la familia 35 para preservar la lectura original precisa del texto del Nuevo Testamento; se reproduce en mi edición del texto griego” (p. 56). Y efectivamente, ha producido un Nuevo Testamento griego utilizando las conclusiones de sus investigaciones de la “Familia 35”.
Algo que es notablemente ausente son las recomendaciones de sus investigaciones y su texto griego basado en F35 por otros que son capacitados para revisarlo con seriedad. A veces Pickering es muy apresurado en juzgar los motivos de aquellos con quienes no está de acuerdo. Aunque recomiendo sus escritos a los que desean estudiar más el texto de los manuscritos bizantinos, no estoy respaldando sus conclusiones finales ni su texto griego como probado y establecido. Aún si uno no está totalmente de acuerdo, es bueno ver los escritos y análisis de los que no son partidarios del texto crítico, porque ofrece una perspectiva nueva y puede tener el efecto de proveer retos a los que piensan que sus posturas críticas son irrefutables o la única opción.
Theodore Letis
Theodore P. Letis (1951-2005) escribió varios libros en defensa del Texto Bizantino y el Texto Recibido, incluyendo The Ecclesiatical Text y The Majority Text. Él fue un admirador de Edward Hills y mantuvo correspondencia por carta con él.
Lo siguiente son citas selectas de su libro The Majority Text:
Metzger dice que «el único método adecuado es examinar la evidencia de cada variante de manera imparcial, sin predilecciones a favor o en contra de ningún tipo de texto», pero, por otro lado, «lecturas respaldadas únicamente por testigos koiné o bizantinos (el grupo sirio de Hort) puede dejarse de lado como casi seguro secundario”. (p. 27) [De dos libros de Metzger escritos con solo un año de diferencia]
Westcott y Hort, sin embargo, desarrollaron una especie de razonamiento circular que prácticamente elimina una consideración razonada de la masa de manuscritos que componen la evidencia externa. (p. 48)
La teoría de Westcott-Hort ha llevado a la adopción de reglas básicas para decidir casos de evidencia interna: (1) Prefiere la lectura que mejor explica el surgimiento de otras variantes; (2) prefieren la lectura más corta; (3) prefieren la lectura más difícil; (4) prefieren la lectura más característica del autor. Naturalmente, cada uno de estos cánones en gran medida debe aplicarse subjetivamente. Cuando una decisión es difícil en el área de la evidencia interna de las lecturas, los académicos a menudo recurren al viejo razonamiento circular de que «ciertos manuscritos tienden a apoyar el texto ‘original’ con más frecuencia que otros y que esos manuscritos son los primeros alejandrinos. Por lo tanto, cuando la evidencia interna no puede decidir», aconseja Gordon Fee, «la guía más segura es ir con los ‘mejores’ manuscritos». Por lo tanto, con demasiada frecuencia la evidencia externa es el último recurso, y cuando se recurre a ella, los resultados ya han sido determinados por una preconcepción de cuáles manuscritos son los «mejores». (p. 49)
Los defensores de textos mayoritarios ciertamente tienen algunos problemas: cómo ver las lecturas no mayoritarias encontradas en el Texto Recibido, por ejemplo. (p. 200)
Jacob van Bruggen
Hemos traducido una obra completa de él. Véase El Antiguo Texto del Nuevo Testamento.
Hermann Von Soden
Hermann Von Soden (1852-1914) y su equipo de investigadores estudiaron una cantidad increíble de manuscritos. Entre otros manuscritos, estudiaron más de 1.200 minúsculos de forma total o parcial. Como resultado, Von Soden identificó lo que consideró ser cinco “hilos” o ramales principales, algunos con una variedad de subalternos entre los manuscritos bizantinos. Él designó estos ramales K1, Ki, Kx, Kr y Ka. De estos cinco ramales, Kx es el más numeroso y se asemeja más al Texto Recibido, con Kr en segundo lugar por número de lecturas. Al que dice “no voy a complicarme la vida, simplemente voy a seguir el Texto Bizantino” le va ir bien mientras estos ramales están de acuerdo. ¿Pero qué hará cuando los manuscritos se dividen en diferentes ramales en algún pasaje? Para los que dicen que se debe seguir consistentemente el ramal Kx, con los manuscritos más numerosos, es en realidad el ramal menos conocido. Fue por esto que Von Soden utilizó la letra x para designar este grupo. Von Soden fue severamente criticado por falta de precisión en sus datos y por presentarlos de una forma dificultosa de utilizar. También excluyó los leccionarios de su investigación.
Los escritos de Von Soden han permanecido en alemán, por tanto he dependido en el análisis de parte de terceros acerca de Von Soden:
Excepto en las páginas inexactas y no utilizadas de Von Soden, nunca se les ha permitido hablar a los minúsculos. Una vez escuchadas, se podrían hallar defectuosos, pero al menos su caso se habrá presentado, y luego, por razones buenas y necesarias, se contentarán con descansar en bibliotecas y colecciones de libros raros. Los críticos textuales merecen tener todas las pruebas ante ellos, evidencia que no ha sido anteriormente prejuzgada. (Wisse, Frederik. The Profile Method for Classifying and Evaluating Manuscript Evidence. Grand Rapids: Eerdmans, 1982, p. 5)
Duro como uno debe calificar la calidad del producto final y el procedimiento general de Von Soden, no se puede ignorar su logro. Von Soden examinó total o parcialmente más de 1.200 minúsculos. Su clasificación es en la gran mayoría de los casos la única información que tenemos sobre el texto de manuscritos. Años de uso han demostrado que las clasificaciones de Von Soden de códices, aunque no siempre correctas, suelen ser útiles. … Von Soden ha dado al estudiante de grupos un punto de partida, no un producto terminado … dio una imagen general de la masa de minúsculos en términos de grupos, y la promesa de que el orden puede introducirse en el mundo caótico de manuscritos Neotestamentarios bizantinos. (Wisse, Frederik. The Profile Method for Classifying and Evaluating Manuscript Evidence. Grand Rapids: Eerdmans, 1982, págs. 17-18)
En algunos casos la documentación de Von Soden es la única información que ha sobrevivido del carácter textual de algunos manuscritos que han perecido debido a guerras o desastres naturales.
Frederik Wisse
Frederik Wisse, siendo un crítico textual, no era un promotor consistente del Texto Bizantino. Por ejemplo, el creía que la pericope adulterae (Juan 7:53-8:11) y la conclusión larga de Marcos 16:9-20 era una interpolación. Pero de forma similar a Harry A. Sturz, creía que la mayoría de los críticos eran injustos en su trato de manuscritos bizantinos. Wisse escribió el libro The Profile Method for Classifying and Evaluating Manuscript Evidence en 1982. He traducido porciones selectas para el beneficio de los que solo leen el español:
… la masa de minúsculos siempre creciente ha sido una verdadera vergüenza para el crítico textual. … La masa de minúsculos crea un dilema para el crítico textual. O tratará de tener en cuenta a todas las pruebas manuscritas sin esperanza de terminar su tarea, o ignorará la gran mayoría de los manuscritos existentes y serán acusados de basar sus resultados sobre evidencia parcial y probablemente sesgada. (p. 1)
En una situación en la que la evidencia manuscrita se ejecuta en más de 5.000 documentos separados y un período de tiempo de más de 14 siglos, debe cuestionarse si toda esta evidencia es relevante para el establecimiento del texto original. Bien puede ser que las copias más antiguas existentes sean representantes adecuados de la tradición manuscrita para que el resto pueda ser ignorado. Después de todo, por qué comenzar más de 13 siglos después de que se escribieron los autógrafos, y navegar a través de literalmente miles de manuscritos en un proceso inmensamente complicado, si en el mejor de los casos, solo se puede llegar a un texto del quinto siglo, que ya está bien representado por copias de ese tiempo. Para encontrar la base de un edificio, uno no sube primero el techo; uno comienza en algún lugar debajo de la planta baja. Este argumento, obvio y tentador en la superficie, forma el fondo para todos aquellos que consideran que se justifica ignorar a todos, o casi todos, los minúsculos. Sin embargo, primero deben demostrar que la tradición manuscrita después de, digamos, el siglo IX, no agrega ninguna información pertinente para la recuperación del texto original del NT. Si uno sostiene que esta prueba requiere un estudio completo de las más de 2.700 minúsculos conocidas depende del punto de vista de uno. Naturalmente, los opositores del uso de minúsculos no consideran que este proceso de consumo de tiempo es necesario. (págs. 1-2)
Hort sabía de la existencia de menos de mil cursivos, y que solo 150 de estos estaban disponibles a él en una colación completa, aunque probó un poco más en algunos pasajes seleccionados. (p. 2)
Por lo tanto, con Aland y no menos que con Hort, el juicio de un valor está en obra. Los minúsculos tienen que pasar una prueba antes de que se consideren dignas de inclusión en un aparato textual. Todos los manuscritos que generalmente son bizantinos fallarán. Aland ve el Texto Bizantino como una unidad que, a pesar de todas sus diferencias y desarrollos internos, debe tratarse como uno. Este tipo de texto es para él ya lo suficientemente bien representado por algunos de los unciales tardíos. Él cree que el carácter y las lecturas del Texto Bizantino están tan bien establecidas que sus miembros pueden representarse bajo el símbolo M (texto mayoritario). Para separar las ovejas de las cabras, Aland propone una lista de lecturas que identificarán fácilmente un minúsculo como bizantino o no bizantino. (p. 4)
Excepto en las páginas inexactas y no utilizadas de Von Soden, nunca se les ha permitido hablar a los minúsculos. Una vez escuchadas, se podrían hallar defectuosos, pero al menos su caso se habrá presentado, y luego, por razones buenas y necesarias, se contentarán con descansar en bibliotecas y colecciones de libros raros. Los críticos textuales merecen tener todas las pruebas ante ellos, evidencia que no ha sido anteriormente prejuzgada. (p. 5)
Nadie jamás ha presentado un argumento concluyente contra el uso del Texto Bizantino. Ciertamente, el caso de Hort contra los minúsculos tardíos ya no convence, y Aland está rogando la pregunta. Por lo tanto, hasta que haya pruebas de lo contrario, los minúsculos deben desempeñar un papel significativo en la crítica menor del NT griego. (pp. 5-6)
Idealmente, un aparato crítico proporciona toda la evidencia manuscrita pertinente necesaria para el establecimiento del mejor texto posible, y nada más. Dado que el número de manuscritos utilizado en un aparato debe mantenerse dentro de límites razonables, está claro que solo se puede incluir una fracción del número total de manuscritos del NT griego. Esto podría conducir fácilmente a la arbitrariedad, y a menudo así ha sido, a menos que se pueda garantizar una representación verdadera de alguna manera. La selección es defendible solo si el usuario del aparato puede estar convencido de que la cantidad de manuscritos presentados abarca y representa toda la tradición en texto, fecha y, en la medida en que se conoce, la procedencia. (p. 6)
El carácter de la mayoría de los grupos es tal que el alcance de su texto puede estar representado por solo algunos de sus miembros. (p. 7)
Duro como uno debe calificar la calidad del producto final y el procedimiento general de Von Soden, no se puede ignorar su logro. Von Soden examinó total o parcialmente más de 1.200 minúsculos. Su clasificación es en la gran mayoría de los casos la única información que tenemos sobre el texto de manuscritos. Años de uso han demostrado que las clasificaciones de Von Soden de códices, aunque no siempre correctas, suelen ser útiles. … Von Soden ha dado al estudiante de grupos un punto de partida, no un producto terminado … dio una imagen general de la masa de minúsculos en términos de grupos, y la promesa de que el orden puede introducirse en el mundo caótico de manuscritos Neotestamentarios bizantinos. (pp. 17-18)
Cualquier persona que use variantes del Texto Recibido como base para la clasificación debe enfrentar el carácter especial del texto de Erasmo. En comparación con una gran cantidad de minúsculos tardíos, el Texto Recibido claramente está lejos de ser bizantino de forma uniforme. (p. 23)
El Texto Recibido se ha convertido en el «niño de azotes» en lugar del Texto Bizantino. Se considera el «cero absoluto» en la crítica textual del NT. Apartarse del Texto Recibido [según la mayoría de los críticos textuales] otorga automáticamente el favor sobre una variante textual. (p. 26)
Sutherland MacLean
Nunca había oído de Sutherland MacLean hasta que descubrí su tesis del año 1962 en la biblioteca de Dallas Theological Seminary. Se titula Is there a Byzantine Family of New Testament Manuscripts? Es obvio que manejó su tema con una erudición extraordinaria, por tanto es lamentable que aparentemente no escribió más sobre el tema de su tesis. He traducido porciones selectas para el beneficio de los que no leen el inglés:
El grupo «Bizantino» es lo suficientemente uniforme como para presentar muy pocos problemas textuales graves al lector. Sólo rara vez hay una división significativa entre sus autoridades. Es necesario trabajar en estos pocos casos de diferencia para resolver el problema de cuál lectura es genuina. Pero que se haga hincapié aquí en que el área de duda se reduce tan enormemente que es insignificante en comparación con el área de duda a la que se enfrentan la mayoría de los críticos contemporáneos. (p. 11)
La falacia radica en esto, que un uncial del siglo IV puede tener un texto más reciente y más depravado que el de una cursiva del siglo XIV. Un códice del siglo IV puede haber descendido a través de más copias que una cursiva mucho más tarde, y también puede haber sufrido depravación editorial, mientras que la cursiva posterior permaneció ilesa en su transmisión. (p. 15)
Sobre esta base, Scrivener concluye que los ejemplos de fusión de Hort «no prueban nada para nadie que no se haya decidido de antemano en cuanto a lo que debería ser la lectura». (p. 24)
Es razonable, si por el momento se puede suponer que el texto tradicional representa a los autógrafos, que sus lecturas sobrevivan en algún manuscrito o familia que no se conozca estrictamente como «bizantino». El número relativamente grande de versiones y familias antiguas seguramente garantizaría la preservación de las lecturas originales en una o más de ellas para cada caso que se conserva en el texto «bizantino». (p. 32)
El peligro en cada argumento del silencio es que el silencio puede ser quebrantado por alguien que investiga el campo en el que el silencio ha reinado hasta ahora sin perturbaciones y disputas. (p. 33)
¿No es extraño que la evidencia en contra del texto Tradicional sea siempre ambigua, admitiendo un debate interminable sobre si está a favor o en contra del texto? (p. 49)
… probablemente hubo una mayoría de manuscritos en cada etapa de la transmisión del texto, sin importar qué tan atrás se vaya, que dio testimonio de un tipo de texto «bizantino». De lo contrario, habría habido evidencia de una amarga lucha por el dominio con un texto anterior. (p. 65)
Entre estos 119 manuscritos, Lake no encontró ninguna instancia en la que uno fuera copiado directamente de otro. Todos tenían ejemplares desconocidos. Lake resume sus hallazgos así: «Hay grupos afines, familias de primos lejanos, pero los manuscritos que tenemos son casi todos niños huérfanos sin hermanos y hermanas. … De ese modo, Lake inadvertidamente ha producido evidencia que puede usarse para apoyar la afirmación de Burgon de que la masa tradicional de manuscritos desciende en líneas independientes de transmisión desde el autógrafo. (p. 79)
John Burgon
John W. Burgon (1813-1888) fue un decano anglicano de Inglaterra, contemporáneo con otros personajes de su tierra relacionados a asuntos críticos del Nuevo Testamento, incluyendo Westcott, Hort, Scrivener y Hoskier. Él escribió varios libros sobre el tema del texto del Nuevo Testamento, especializándose en los Evangelios. Después de que se publicó el Nuevo Testamento griego de Westcott y Hort y la nueva versión Revised Version en inglés en 1881, los escritos de Burgon adquirieron un tono más negativo. Fue muy criticado por esto, pero sus escritos continuaron siendo de carácter intelectual. Aunque a veces Burgon se excedió al caracterizar las intenciones de sus oponentes, sus escritos no se acercan al velo negativo que se encuentra en algunos denunciantes modernos de versiones modernas, como Peter Ruckman y Gail Riplinger. Aunque recomiendo los escritos de Burgon, no apruebo el exageramiento que a veces demostró en sus desacuerdos con otros. Es lamentable que muchos eruditos textuales de su época no lo tomaran en serio. Está más allá del alcance de este escrito examinar todas las posibles razones de esto. También podría ser que los eruditos ignoraran a Burgon solo porque se les permitió salirse con la suya.
Muchos escritores en defensa del Texto Bizantino y el Texto Recibido han demostrado una dependencia sobre los escritos de Burgon. Que esto ha llamado la atención de críticos textuales es evidente:
La teoría del texto mayoritario de la crítica textual del Nuevo Testamento está fundamentalmente endeuda con los escritos de John W. Burgon (1813-88). Las obras del decano han formado la base de prácticamente todos los argumentos de los defensores del texto mayoritario en este siglo … (Wallace, Daniel B. «Historical revisionism and the majority text theory» New Testament Studies. Vol. 41, 1995, p. 280)
Aunque los escritos de Burgon pueden ser útiles, hay varios escritos modernos defensores del texto bizantino que escriben con más claridad que Burgon, y están más al tanto de acontecimientos, movimientos y personajes de los últimos 100 años.
El enfoque de Burgon fue más sobre el texto bizantino (que él llamaba el Texto Tradicional) que el Texto Recibido. Lo siguiente es una pequeña selección traducida entre una variedad de sus libros:
Nos oponemos a su especulación con pruebas. Exaltan B y ℵ y D porque en su propia opinión esas copias son las mejores. Tejen ingeniosas redes e inventan teorías sutiles, porque su paradoja de unos pocos contra muchos requiere ingenio y sutileza para su apoyo. El Dr. Hort se deleitaba con teorías finas y términos técnicos, como «probabilidad intrínseca», «probabilidad transcripcional», «evidencia interna de lecturas», «evidencia interna de documentos», que por supuesto connotan cierta cantidad de evidencia, pero son débiles pilares de una estructura pesada. Incluso las enmiendas conjeturales y los decretos inconsistentes no son rechazados. Están infectados con la teorización que estropea algunas de las mejores obras alemanas, y con el idealismo que es la perdición de muchas mentes académicas, especialmente en Oxford y Cambridge. En contraste con esta estancia en la tierra de las nubes, somos esencialmente de la tierra, aunque no terrenales. No somos nada, si no nos basamos en datos; nuestra apelación es a los datos, nuestra prueba radica en los datos, en la medida en que podamos construir testimonios sobre testimonios y amontonamiento de datos sobre datos, imitamos el procedimiento de los tribunales de justicia en las decisiones resultantes de la convergencia del producto de todas las pruebas, cuando ha sido contrainterrogada y escudriñado. (Burgon, John. The Traditional Text. 1896, p. 238)
James Snapp
James Snapp, Jr. es un pastor que ha estudiado la crítica textual y tiene un entendimiento profundo del tema. Escribe con regularidad para su sitio localizado en http://www.thetextofthegospels.com. Ha escrito libros en defensa de la autenticidad de Juan 7:53-8:11 y Marcos 16:9-20. A continuación presento un surtido de sus escritos traducidos:
Con el descubrimiento y la publicación de papiros egipcios del Nuevo Testamento en el siglo XX – comenzando con la obra de Grenfell y Hunt en Oxirrinco, y continuando hasta la actualidad – la afirmación de Hort de que las lecturas de Alejandría tienen una antigüedad demostrablemente mayor que sus rivales se han erosionado. Harry A. Sturz recogió y clasificó docenas de variantes bizantinas distintivas que fueron apoyadas por al menos un papiro temprano. Los datos de Sturz no reivindican todo el Texto Bizantino (y no debemos esperar necesariamente que los papiros encontrados en una zona atestigüen a las lecturas en un texto de otros lugares), pero demostró persuasivamente que la razón principal de Hort para rechazar lecturas bizantinas distintivas era poco sólida. Según el modelo de transmisión de Hort, ninguna de las primeras lecturas bizantinas distintivas enumeradas por Sturz debería existir. El hecho de que obviamente existieran, incluso en los papiros encontrados en Egipto, demostró que el Texto Bizantino puede, en cualquier momento, dar fe de una antigua lectura distintiva. (http://www.thetextofthegospels.com/2017/10/equitable-eclecticism-part-1.html)
El descubrimiento de los papiros llevó a algunos críticos textuales a abogar por un énfasis indebido en las edades de los testigos, lo que resultó en una falta de equidad hacia las variantes no egipcias. Debido a que el clima egipcio permitió la preservación de papiro, los ejemplares más antiguos casi siempre serán copias de Egipto. Favorecer la variante con la atestación más antigua es, en muchos casos, favorecer la variante en el manuscrito que se almacenó en el clima más suave. Pero esto no es más razonable que favorecer las variantes de un manuscrito porque fue encontrado más cerca del ecuador que otros manuscritos. Ciertamente, cuando se evalúan dos variantes rivales, y la primera es atestiguada uniformemente en los primeros testigos, mientras que la segunda sólo se encuentra en testigos tardíos, el caso para el primero se mejora. Pero asignar valores a los testigos de acuerdo a sus edades sin tener en cuenta factores como el clima es introducir una falta de equidad en el análisis de uno. (http://www.thetextofthegospels.com/2017/10/equitable-eclecticism-part-1.html)
Más bien, la declaración doctrinal de que Dios ha mantenido el texto puro en todas las épocas implica que el mensaje del texto original se ha perpetuado en el texto griego utilizado por la iglesia. Y el texto griego utilizado por la iglesia, como se muestra en miles de manuscritos griegos, es el Texto Bizantino o un subgrupo de la misma. (https://www.academia.edu/12547392/The_Text_of_Reasoned_Eclecticism_Is_It_Reasonable_and_Eclectic)
Aparte de los papiros de Egipto, no hay mucha evidencia manuscrita del Nuevo Testamento para indicar qué textos se utilizaron en todo el imperio romano antes del año 400. La evidencia manuscrita disponible no es ni remotamente lo suficientemente extensa como para justificar declaraciones sobre las lecturas de la mayoría de los manuscritos en el segundo o tercer siglo, en puntos donde el testimonio de la evidencia existente es diverso. Presumir que la evidencia manuscrita de Egipto representa el texto que se usó en otros lugares es una presunción enorme. Para el año 235 más o menos, Orígenes declaró que los manuscritos estaban en desacuerdo entre sí. Eso es difícil de conciliar con la idea de que un Texto Alejandrino uniforme, o cualquier tipo de texto, era un texto estándar establecido en ese momento en una multitud de áreas no egipcias. (https://www.academia.edu/12547392/The_Text_of_Reasoned_Eclecticism_Is_It_Reasonable_and_Eclectic)
Hasta los años 300, los manuscritos del Nuevo Testamento estaban hechos de papiro, que se descompone en prácticamente todos los climas excepto en el clima de baja humedad de Egipto. Esto no es una presunción; es un hecho científico. La alta humedad era aún más sistemática y exhaustiva que los perseguidores romanos que destruyeron manuscritos cristianos durante la persecución de Diocleciano. (https://www.academia.edu/12547392/The_Text_of_Reasoned_Eclecticism_Is_It_Reasonable_and_Eclectic)
Mi intención no ha sido de proveer una lista completa de investigadores del texto bizantino, pero confío que lo que he provisto haya sido de ayuda y bendición.
Estoy realmente impresionado por su trabajo en este sitio web. También muy contento por haberlo encontrado y doy gracias a nuestro Señor Jesucristo por ello. Me llegó el descubrimiento de su trabajo justo en la circunstancia cuando la Biblia es atacada como nunca lo había visto en mis 61 años en los caminos del Señor, en la mayor parte de los cuales, he sido pastor en Venezuela. Actualmente vivo en Ecuador por razones familiares, bueno, es una manera de explicarlo, pues creo firmemente que el Señor es el que decide por donde iremos.
Desde que he visto ataques tan blasfemos como bestiales contra la inspiración de las Escrituras; contra la divinidad de Cristo; contra el nombre de Dios, etc. el estudio de este asunto me ha apasionado como nunca imaginé. Lo sorprendente para mi es con lo hago con alegría y sin fatiga, aunque tarde horas leyendo un documento. Gracias por su trabajo, hermanos.
Juan de Mata Jiménez.
Saludos cordiales. Gracias por sus palabras de ánimo para este servidor.