El sistema de gobierno congregacionalista de los bautistas

Hemos considerado ya los principios que los Bautistas sostienen y propagan con respecto a sus miembros. Ahora se nos presenta la cuestión de qué clase de organización deben tener para la mejor presentación y propagación de estos principios. ¿Qué forma de gobierno eclesiástico deben poseer? Hay cuatro formas:

1. La jerarquía. Esta es la idea católica. Es monárquica y despótica, está bajo el dominio y gobierno absoluto de un sólo hombre. Corresponde a la forma monárquica de gobierno civil, tal como la de Rusia y Turquía (antes de la gran guerra).

2. La episcopal, el gobierno de obispos. Esta es la forma Episcopal y Metodista. Corresponde a la monarquía limitada, tal como la de Alemania e Inglaterra (antes de la guerra).

3. La forma presbiteral, el gobierno de presbíteros o ancianos. Esta es la forma presbiteriana y cambelista. Corresponde a una forma oligárquica de gobierno civil, o el gobierno de los pocos, tal como el Triunvirato en Roma y el Directorio en Francia en el tiempo de Napoleón.

4. La forma congregacional, o el gobierno por la congregación; lo que quiere decir por todo el pueblo en lugar de uno, como en la jerárquica, o de unos pocos como en la forma episcopal o presbiteral. Esta corresponde a la forma democrática de gobierno civil, como la de los Estados Unidos o Francia. Esta forma, como el nombre indica, significa el gobierno del pueblo, de todo el pueblo. La forma jerárquica presupone la ignorancia de los miembros constituyentes y presume que no son capaces de gobernarse a sí mismos. Así es también hasta cierto punto con la forma episcopal; pero la forma congregacional presupone inteligencia en los miembros constituyentes.

Las varias formas de gobierno eclesiástico corresponden a las doctrinas de las diferentes denominaciones y en su mayor parte son resultado de ellas. Tómense, por ejemplo, los Católicos y los Bautistas, que ocupan los dos extremos opuestos. El católico, que cree en una religión formal y ceremonial, práctica el bautismo infantil y considera que el niño se salva en el bautismo y no tiene necesidad de que su corazón sea regenerado después, siente la necesidad de un gobierno fuerte para gobernar al conjunto de miembros ignorantes y no regenerados que se han introducido de esta manera en la iglesia católica.

Por otra parte, el Bautista con su principio de regeneración antes de la relación de miembro de iglesia, cree que la membresía se compone de individuos regenerados e inteligentes, cada uno responsable y digno de confianza y por consiguiente son capaces de gobernarse a sí mismos y no necesitan de nadie que les dirija sus acciones y dicte cómo debieran portarse en asuntos de doctrina y de gobierno. Es simplemente otra manera de ver las cosas.

Depende en gran manera del punto de vista cuál sea la mejor forma de gobierno. Del punto de vista católico, quizá la jerarquía sea la mejor; pero desde el punto de vista bautista sin duda la democrática es la mejor; es la forma ideal cuando todos los miembros de la iglesia son regenerados e inteligentes. Aunque es verdad que no todos los miembros de las iglesias bautistas son regenerados e inteligentes, sin embargo todos tienen que profesar ser regenerados y se supone que todos son inteligentes, de modo que son capaces de gobernarse a sí mismos. Además, el cristianismo es una religión de ideales; trata de elevar al pueblo a su norma y no de bajar la norma al nivel del pueblo. Pero ¿no puede ser que haya diversidad de opiniones entre los miembros, si a ellos se deja enteramente la responsabilidad de resolver estos asuntos? Bueno, sí, precisamente como hay probabilidad de diversidad de opiniones entre los hombres inteligentes en cualquier lugar. Los hombres no siempre ven las cosas del mismo modo. «Muchos hombres de muchas opiniones» es tan cierto entre los miembros de iglesia como lo es de otros. ¿No conduce a las contiendas y divisiones esta diversidad de opiniones? No necesariamente, aunque a veces sí. ¿Entonces quién resuelve estas diferencias? ¿No debe haber alguien con autoridad para hacerlo? Bueno, generalmente se puede dejar al sentido común consagrado de los individuos regenerados e inteligentes el arreglo de sus propias diferencias; o si no pueden llegar a un acuerdo, pueden invitar a sus hermanos que les ayuden. Si un extraño que tenga autoridad para imponer una reconciliación, sea satisfactoria o no, interviene, entonces se destruyen la libertad y la individualidad de los miembros. Seguramente es mejor que los miembros resuelvan sus dificultades entre sí, llegando a un acuerdo satisfactorio por medio de concesiones mutuas, o la confesión de errores cometidos de parte de uno o de otro, y dejando la controversia en manos de sus hermanos, más bien que dejar que estas diferencias se arreglen por fuerza ejercida por alguna autoridad extraña y a expensas de la libertad y el individualismo.

¿Pero no es verdad que bajo este sistema tenemos con frecuencia pastores sin pastorado e iglesias sin pastor, sólo porque no hay quien diga al pastor: Ven, y viene; o: Ve, y va? Con otros sistemas ¿no tiene cada iglesia un pastor y cada pastor una iglesia? Con frecuencia, sí; y hasta aquí, bien; pero algunas veces sucede que la iglesia no quiere al pastor y el pastor no quiere la iglesia. ¿No sería mejor que de vez en cuando la iglesia no tenga pastor o que el pastor quede sin pastorado, que tener una iglesia con un pastor que no desea, o un pastor con una iglesia que no quiere? El matrimonio voluntario es mejor que el obligatorio. El matrimonio obligatorio es la idea europea; el matrimonio voluntario es la americana. E igualmente, ¿no es mejor el matrimonio voluntario entre el pastor y la iglesia que el obligatorio? ¿No es probable que sea más feliz, así como con un matrimonio civil? A veces una iglesia puede encontrar alguna dificultad para conseguir a un pastor, y mayor dificultad tal vez para deshacerse de él; pero lo primero puede lograrse por medio de la oración, y lo segundo, por la paciencia.

Otros están acercándose a la posición bautista sobre el gobierno eclesiástico. El Abogado Cristiano, de esta ciudad (Nashville, Tenn.) dijo hace tiempo:

«Hay centenares de hombres en el ministerio metodista hoy día que fracasan por completo. ¿Quién tiene la culpa de que hayan llegado a este puesto y de que queden en él? En las demás denominaciones, el ministro que no puede tener éxito se deja desaparecer por las mismas circunstancias, pero parece que el Metodismo no puede retirar a los incompetentes. Es bien sabido que algunos han ocupado puestos importantes en la iglesia por muchos años y durante todo este tiempo se sabía que eran palpablemente ineficientes. El retener en la Conferencia a un individuo ineficiente no sólo es una injusticia al pueblo que debe de servir, sino también a la iglesia que representa, a sí mismo y a su familia. La retención de tales hombres en el ministerio ha dado por resultado la depreciación del ministerio en la estimación del pueblo».

Nuestros amigos metodistas con frecuencia se jactan de que su gobierno provee de pastor a cada iglesia, y de pastorado a cada pastor. He preguntado ya: «Supóngase que la iglesia no quiera al hombre que se le designa y que el pastor no quiera a la iglesia, ¿entonces qué? Las siguientes palabras del Abogado Cristiano son un testimonio confirmativo respecto a las ventajas del sistema voluntario bautista más bien que el obligatorio metodista, para conseguir pastores para las iglesias:

No hace mucho, El Abogado Cristiano dijo en un editorial sobre el asunto de nombramientos de pastores:

«¿Por qué deprecar y aún procurar pasar por alto el desarrollo del espíritu de independencia y autonomía de parte de las congregaciones locales? ¿No es esto precisamente lo que hemos procurado por cien años? El sentir la solidaridad, la vida corporativa y genuinamente espiritual en la iglesia particular, es uno de los mejores síntomas. Significa que la obra del Señor se hará, su reino será establecido. Y en efecto ¿no merecería tal iglesia el desprecio si no tuviera ningún poder electivo en el asunto de quien debe ser su pastor? En lugar de disuadir a nuestras congregaciones de tomar parte en este negocio, debemos alabarlas por ello».

Esta es la declaración más fuerte y cándida que jamás he visto del espíritu creciente del congregacionalismo entre nuestros hermanos metodistas. Sin duda la levadura de la influencia bautista está leudando toda la masa.

Por doce años el obispo E. E. Hoss era redactor del Abogado Cristiano de esta ciudad (Nashville, Tenn.). Durante ese tiempo yo era redactor del Baptist and Reflector. Éramos buenos amigos y aliados declarados en la causa de la temperancia. Como muchos de nuestros lectores recordarán tal vez, solíamos sostener muchas discusiones y especialmente sobre el asunto del gobierno de la iglesia, él abogaba por la forma obligatoria de gobierno de la Iglesia Metodista Episcopal, que es solamente una forma monárquica modificada, una oligarquía en lugar de una monarquía, y yo por la forma democrática, voluntaria, congregacional y novo testamentaria (como yo creo) de gobierno para la iglesia. Con frecuencia escribíamos en nuestros editoriales sobre esta cuestión.

Imagínese pues mi sorpresa y satisfacción al leer recientemente un artículo muy interesante escrito por él en El Abogado Cristiano, sobre «La Época Democrática», y al encontrar lo siguiente:

«La época en la que vivimos es preminentemente una época democrática. La antigua doctrina de gobierno por el derecho divino ha desaparecido para siempre y ha venido a ocupar su lugar tanto en la iglesia como en el Estado la idea de la soberanía del pueblo, a veces de una forma exagerada y dando por resultado consecuencias de las más dañinas, y sin embargo, en su esencia, sustancialmente verdadera y recta. No se puede admitir que la voz del pueblo es siempre la voz de Dios, mucho menos se puede creer que la voz de los soberanos hereditarios merezca tal distinción».

¿Qué diremos acerca de la voz de los obispos? Se dice que los ministros que son enviados a pastorear buenas iglesias creen que la voz del obispo es la voz de Dios, pero los que son mandados a los lugares que no les son satisfactorios, tienen dudas acerca de ello. De todas maneras hay una tendencia creciente entre nuestros amigos Metodistas de dejar que se oiga más la voz del pueblo, lo que significa sencillamente que se acercan más y más a la forma congregacional de gobierno. Es muy significativo el que un individuo como el obispo Hoss reconoce esta tendencia. Pero el obispo dice más:

«En los años venideros, la democracia tiene que prevalecer aún más que en la actualidad. Todos los que tengan interés en esto, tomen nota y pongan sus casas en orden. Y todos los que aman su patria y su raza hagan lo posible para que este soberano de muchas cabezas (el pueblo) sea competente y digno. Nada sino la inteligencia, la moralidad y la religión puede preparar al pueblo para cumplir eficientemente con los deberes que les correspondan. Si faltan éstas, ¡ay, ay, de la república y del mundo!»

Esta es una amonestación imparcial y oportuna, y procede de una fuente autoritativa. Espero que nuestros hermanos Metodistas hagan como el obispo Hoss indica, porque este espíritu democrático se manifiesta tanto en la esfera religiosa como en la política.

Lo que el obispo Hoss dice acerca de la importancia de educar las masas, los que serán los gobernantes soberanos en la iglesia y el Estado, yo y otros Bautistas lo hemos dicho con frecuencia. Si el individuo ha de gobernar, debe ser inteligente para poder gobernar sabiamente. Es muy satisfactorio escuchar a un personaje como el obispo Hoss afirmar tan vigorosamente la posición bautista.

El obispo está en lo recto. Esta es la época democrática, la época de la soberanía del pueblo, cuando no sólo un hombre, sino todo hombre es soberano; cuando tenemos un gobierno «del pueblo, para el pueblo y por el pueblo,» y no un gobierno de la minoría, para la minoría y por la minoría.

Esta es la posición americana; es la bautista; y esta es la razón por la que en esta época democrática y mayormente en la América democrática, los Bautistas prosperan como nunca antes. Al fin están alcanzando lo suyo propio.

Esta es la idea americana; es la bautista; y es la bíblica. Las Escrituras enseñan la necesidad de la regeneración del individuo. Enseñan la responsabilidad de este individuo ante Dios, y por consiguiente su necesidad de la inteligencia para el desempeño correcto de esta responsabilidad. Y enseñan una forma sencilla de gobierno para este individuo regenerado e inteligente, un gobierno que tiene a estos individuos regenerados e inteligentes como la fuente de autoridad, bajo Dios, y con dos clases de oficiales, ambas nombradas por ellos para hacer su voluntad, obispos y diáconos—los obispos para atender los asuntos espirituales y los diáconos para vigilar los negocios temporales de la iglesia. Los obispos son llamados también pastores o ancianos.

Los siguientes pasajes bíblicos enseñan que hay dos clases de oficiales cuyos deberes son los ya indicados:

«Y enviando desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia». «Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual ganó por su sangre» (Actos 20:17, 28). «Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos» (Fil. 1:1). «Ruego a los ancianos que están entre vosotros yo anciano también con ellos, y testigo de las aflicciones de Cristo, que soy también participante de la gloria que ha de ser revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto». (1 Pedro 5:1, 2). «Palabra fiel: Si alguno apetece obispado, buena obra desea. Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar; no amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado, no litigioso, ajeno de avaricia; que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad; (porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) No un neófito, porque inflándose no caiga en juicio del diablo. También conviene que tenga buen testimonio de los extraños, porque no caiga en afrenta y en lazo del diablo». (1 Tim. 3:1-7.) «Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo que falta, y pusieses ancianos por las villas, así como yo te mandé: El que fuere sin crimen, marido de una mujer, que tenga hijos fieles que no estén acusados de disolución, o contumaces. Porque es menester que el obispo sea sin crimen, como dispensador de Dios; no soberbio, no iracundo, no amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias; sino hospedador, amador de lo bueno, templado, justo, santo, continente; retenedor de la fiel palabra que es conforme a la doctrina: para que también pueda exhortar con sana doctrina, y convencer a los que contradijeren». (Tito 1:5-9). «En aquellos días, creciendo el número de los discípulos, hubo murmuración de los Griegos contra los Hebreos, de que sus viudas eran menospreciadas en el ministerio cotidiano. Así que, los doce convocaron la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos a las mesas. Buscad pues, hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio, llenos de Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra. Y nosotros persistiremos en la oración, y en el ministerio de la palabra. Y plugo el parecer a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y de Espíritu Santo, y a Felipe, y a Prócoro, y a Nicanor, y a Timón, y a Parmenas, y a Nicolás, prosélito de Antioquía: A éstos presentaron delante de los apóstoles, los cuales orando les pusieron las manos en cima.» (Actos 6:1-6). «Los diáconos asimismo, deben ser honestos, no bilingües, no dados a mucho vino, no amadores de torpes ganancias; que tengan el misterio de la fe con limpia conciencia. Y éstos también sean antes probados; y así ministren, si fueren sin crimen. Las mujeres asimismo, honestas, no detractoras, templadas, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una mujer, que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que bien ministraren, ganan para sí buen grado, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús». (1 Tim. 3:8-13).

EL ATALAYA BAUTISTA

Publicado en 1919

4 comentarios sobre “El sistema de gobierno congregacionalista de los bautistas”

  1. Que buen artículo, para este tiempo en que se esta cambiando la forma congregacional de varias iglesias bautistas por el episcopal y presbiteraneo. Si bien es mas trabajo para el pastor es la única forma que los miembros alcancen la madures y tomen la responsabilidad del reino de Dios, donde Jesús es el único Señor de la iglesia. ¿Tienen alguna mención sobre el programa Iglesia con propósito de Rick Warren, donde se terminan con los diaconos y los ministerios sobre los cuales se edificó la denominación bautista( mision, edu. cristiana,etcv),? Gracias.

  2. Hermanos ,con amor les hago una observacion sobre este articulo
    Concidero que el gobierno de la Iglecia es del Sr. Jusucristo y que por lo tanto la congregacion al tomar una desicion en forma democratica esta siendo guiada por el Espiritu Santo ya que antes desometerse a votacion dicha propuesta se pone a concideracion de Dios mediante oracion .y haci todo el gobierno de la Iglesia sera la voluntad del Señor y no de los hombres.
    creo que el articulo esta bien solo habra que hacer enfasis en lo que respetuosamente refiero .
    Hasta luego que Dios los colme de bendiciones

  3. Mi punto de vista es que ya sea iglesias, bautistas, presbiterianos, pentecostáles, no deben perde de vista que la forma de gobierno no tiene un fin en si mismo, Dios nos dio la tarea más importante de predicar el evangelio, y toda forma de gobieno debe tener el objetivo de organizar, mantener y preservar la iglesia y organizarla para que cumpla con la gran comisión.

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