El peligro de estar encargado con responsabilidad (sobre el robo)

Voy a pedir que por favor lea Génesis 39:1-6. Así se dará cuenta de la gran responsabilidad que cayó de repente sobre José.

La disciplina que es necesaria para fortalecerse en contra de esta tentación viene desde temprano. Los niños prueban el buen sabor de los caramelos y descubren que se venden en el kiosco de la vuelta. Piden monedas para ir y comprarlos. Quizás los padres les dan permiso de comprar uno, no más, y dicen, “aquí hay cincuenta centavos. Trae el cambio”. Ellos entienden lo que es esto. Si los padres son negligentes, no se fijan si traen el cambio. Cuando sean más grandes los mandarán al almacén con una lista de cosas que comprar. Entonces tendrán la tentación de pasar por el kiosco y comprar caramelos con el cambio. Puede ser que los padres piensen que no es nada serio. Son solo monedas. Pero, por su negligencia, están enseñando a sus hijos a ser irresponsables en cumplir con su deber.

Seguro es que José no vivía a la vuelta de un kiosco y lo más probable es que no había caramelos en aquel entonces. Sin embargo, la tentación a ser infiel con los bienes de otros era tan fuerte para él como lo es para el joven moderno. Los ojos nuestros caen en los bienes de otros y nos preguntamos, “¿por qué no puedo tener, por lo menos, un poco de lo mucho que él tiene?”

Ojo, no estamos hablando de robar directamente. Estamos hablando de lo que se llama defraudación o estafa. Es apropiar para sí algo de los bienes que otros han encargado a nosotros. Es robar también, pero a los que han puesto confianza en nosotros.

El joven no está en gran peligro hasta aquel día cuando tiene un trabajo que pone a prueba su integridad. La verdad es que hay pocos trabajos que no ofrecen oportunidades de defraudar. Está la tentación de robar algo de la fábrica o del negocio. El que está encargado de manejar dinero está aún en más peligro. Los que están empleados en hacer colectas para una obra sin fines de lucro son tentados a meter algo en su bolsillo.

A veces el joven se encuentra en un aprieto. Él tiene una cuenta que pagar y no tiene dinero. Él se pregunta, “¿qué tendría de malo extraer dinero de la caja del patrón? De todos modos, voy a devolverlo la semana que viene después de cobrar”. Supongamos que lo hace y que lo devuelve y él patrón no se da cuenta. La próxima vez será aún más fácil. Con el tiempo él será más negligente. Tarde o temprano el patrón va a descubrirle. Mil veces mejor hubiera sido haber pedido prestado el dinero al patrón.

La tentación no es siempre un asunto de ser irresponsable con dinero o bienes materiales. Puede ser también con el tiempo. Tú estás recibiendo un sueldo a cambio de las horas de trabajo. Tú te has comprometido a dar las horas a tu patrón a cambio de un sueldo. No es tu tiempo para hacer lo que quieres. Si pasas 5 o 10 minutos cada día haciendo lo que tu quieres hacer, estás robando al patrón. Tal vez parece insignificante, pero si sacamos la cuenta, en un mes de trabajo sería una hora y 40 minutos sólo si quitas 5 minutos por día. Supongamos que tu sueldo es $4.00 por hora. Sería $6.64 cada mes que estás robando al patrón.

Proverbios 22:1 dice, “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro”. Tienes que entender que, a la larga, vas a ganar mucho más por mantener tu integridad. Muchas veces la tentación es tener algo antes del tiempo. Jesús fue tentado con esto también cuando Satanás le ofreció todos los reinos del mundo. Él tuvo la sabiduría de saber que el precio era demasiado alto y que todavía no era el tiempo.

Ni una sola vez leemos que José fue infiel con lo que le encargó a él. Cada vez que estés tentado a defraudar, estafar o robar, te conviene decir, “No. Lo que voy a perder es mucho más que lo que voy a ganar”.

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