La gente del mundo no nos entiende cuando hablamos del mundo. La Biblia usa la palabra “mundo” en más que un sentido. Cuando Juan 3:16 dice “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito” se trata de la gente del mundo. En Hechos 17:24, cuando leemos del “Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay” por supuesto se trata del mundo físico. La misma palabra griega “cosmos” se encuentra en I Juan 2:15 y dice, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. ¿Por qué no debemos amar al mundo? Es obvio que en este versículo no se tata del mundo de gente ni del mundo físico. ¿Qué significa entonces? II Pedro 1:4 habla de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. En este sentido se trata del orden o sistema bajo el cual Satanás ha organizado a la humanidad incrédula. Es una filosofía o actitud que dice que la satisfacción carnal debe tener suma importancia. Esta satisfacción se realiza a través de bienes materiales y los deseos carnales. Para la gente de este mundo, las cosas de Dios tienen poca importancia. Lo de hoy tiene prioridad sobre lo eternal y lo que se ve vale más de lo que uno tiene que tomar por fe. Con esta actitud hay un anhelo de identificarse con la gente de este mundo. Requiere que sigamos su ejemplo en nuestra manera de hablar, vestirnos, divertirnos, etc. Era de esto que el Apóstol Juan habló cuando dijo, “No améis al mundo”. Nos preocupamos cuando esta actitud se ve en nuestras iglesias. La iglesia debe estar llena de gente que ama a Dios. Santiago 4:4 dice claramente que no podemos amar a Dios y al mundo, los dos a la vez. “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiere ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios”.

El mundo se mete en nuestras iglesias a través de varias fuentes. Tenemos que vivir en este mundo y es imposible escaparnos por completo de su influencia. Tenemos que vigilar y tener prudencia en cuanto a lo que aceptamos.

Hoy en día una de las fuentes potentes por el cual el mundo se mete es la música. La gente del mundo se expresa a través de la música. Los creyentes también se expresan a través de la música, pero lo que expresamos debe ser alabanza a Dios. Si escuchamos la música del mundo vamos a estar impregnados con la filosofía del mundo. Es lamentable que hay los que piensan que está bien usar la música del mundo en la iglesia con tal que cambiemos la letra. Resulta en una perversión de la música del mundo y música cristiana. No es ni la una ni la otra cosa. La música sirve para crear un estado de mente que afecta a las emociones. Por regla general la música del mundo es excitante. En nuestras iglesias hace falta de música que promueva reverencia.

Otra fuente por la cual el mundo se mete en nuestras iglesias es a través de la televisión y la radio en los hogares de la gente que asisten a la iglesia. No es que es pecado tener una radio o televisión, pero es pecado no controlar lo que se emiten. En algunas casas, la radio queda prendida casi todo el día. Muchos piensan, “Está bien. Mucho del tiempo no estoy escuchando”. Si es así, ¿por qué no apagarla? Sin darse cuenta nuestra mente subconsciente capta algo de lo que sale por la radio y la televisión. La radio y la televisión sirven para promover la actitud del mundo. Mucho de lo que se escucha por la radio y lo que se ve en la televisión no conduce a la vida sagrada.

El mundo también se mete en nuestras iglesias por el vestir. La gente forma sus normas de vestir por mirar a la gente de este mundo y por lo que ven en la televisión. Hoy en día aun la vestimenta que sirve en la alta sociedad no sirve en la iglesia. La meta parece ser el de destapar el cuerpo a lo máximo. Aun muchas de las telas hoy en día que se usan son medio transparentes. I Timoteo 2:9 dice que la ropa de la mujer debe ser «decorosa, con pudor y modestia”. Para los hombres la ropa que es de moda es la que le deja sentirse cómodo. Hay tiempo y lugar para andar en vaqueros pero también hay lugar y tiempo por vestirse con pantalones de vestir. La iglesia debe ser uno de esos lugares.

Hay iglesias que tratan de impedir al mundo penetrar con listas de normas de cosas aceptables. A veces son necesarias, pero la prevención mejor es animar a los hermanos a tener la relación debida para con Dios. Así su oración será “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío”. (Salmo 19:14) “Enséñame, oh Jehová, tu camino. Caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre”. (Salmo 86:11)