1. Una necesidad común. “Pan”. Hay muchas cosas que podemos hacer sin ellas, pero no se puede vivir sin pan. Cristo es el pan de la vida. Si no comemos de este pan, moriremos (Juan 6:50).
2. Una vida malgastada. “Gastáis el dinero” (v. 2). Estas gastando innecesariamente cuando estás tratando de salvarte; cuando estás tallando cisternas que no pueden contener agua; Cuando intentas vivir sin fuerzas.
3. Una pregunta punzante. “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan?” (v. 2). ¿Responderás a esta pregunta diciéndole a Dios qué sigues trabajando y dando para obtener satisfacción, y sin embargo nunca lo logras?
4. Un buen consejo. “Inclinad vuestro oído” (v. 3). Escúchalo. Toma su camino, y encontrarás lo que necesitas. “Al que tuviere sed, yo le daré” (Apoc. 21:6). La salvación es del Señor.
Solo él puede revelar e impartir vida eterna. Escucha lo que Dios el Señor dice.
5. Una invitación misericordiosa. “A todos los sedientos: Venid” (v. 1). Se ha abierto una gran fuente. Cristo ha terminado la obra. Aquellos que le escuchen, seguramente obtendrán una invitación. “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apoc. 22:17).
6. Una condición simple. “Sin dinero y sin precio” (v. 1). Tu vacío y necesidad es lo único que puedes ofrecer. El Señor te dice, “Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego” (Apoc. 3:18). Tu penitencia no sirve para esto. “Por gracia sois salvos por medio de la fe” (Efesios 2:8).
7. Una perspectiva feliz. “Se deleitará vuestra alma con grosura” (v. 2). Esta satisfacción deliciosa llega cuando bebes del “torrente de tus delicias” (Sal. 36:8). El mundo no te lo puede dar. “Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma” (v. 3).