¿Qué es la Biblia? La Biblia es la Palabra de Dios para los hombres. Es el libro de los libros. Es el libro básico de la religión cristiana; todas las ramas del cristianismo, sin excepción, lo reconocen como la fuente fundamental de la verdad y de la revelación divinas.
En realidad, la Biblia, más que un libro es una colección de sesenta y seis pequeños libros retenidos en un solo tomo: treinta y nueve de los cuales forman la parte llamada Antiguo Testamento y veintisiete la parte que se conoce con el nombre de Nuevo testamento. El Antiguo Testamento fue escrito antes de la venida de Cristo al mundo y perteneció de manera especial al pueblo de Israel, y el Nuevo Testamento fue escrito a principios de la era cristiana por algunos de los apóstoles y discípulos inmediatos de Jesús.
Fueron escritos los libros de la Biblia en un período de unos 1500 años, por muchos diferentes autores, entre los cuales se cuentan sabios renombrados en sus días, como Moisés y Daniel, pastores y agricultores, como algunos de los profetas, por ejemplo Oseas; escribas doctos como Esdras; reyes como lo fueron David y Salomón; sencillos pescadores como el evangelista Juan; empleados públicos como el publicano Mateo; médicos como Lucas; rabinos como Pablo.
La Biblia contiene historia, profecía, poesía, biografías, apologética e infinidad de aspectos literarios más. Fue escrita en diversos países: Arabia, Palestina, Asiria, Grecia y Roma. Sin embargo, y allí está lo maravilloso de este libro, a pesar de la diversidad de autores, de su desnivel de cultura y del tiempo que los separó, la Biblia constituye un todo armónico que demuestra cómo Dios se revela y ama al hombre. Sólo puede explicarse este hecho si se tiene en cuenta lo que dice el apóstol Pedro: «los santos hombres de Dios hablaron inspirados del Espíritu Santo».
Ningún libro es más leído y amado en el mundo que la Biblia. Solamente los que no conocen la realidad de las cosas pueden creer ingenuamente que la Biblia y la fe que ella proclama están pasadas de moda. El satírico Voltaire dijo que cien años después la Biblia no se imprimiría más. Han pasado más de ciento cincuenta años desde la muerte del crítico y ¿qué ha sucedido? La historia es sorprendente. Desde que Voltaire ridiculizó la Biblia hasta ahora, su lectura y publicación ha aumentado como ningún otro libro que conociera la humanidad. Se han fundado desde entonces decenas de instituciones evangélicas llamadas Sociedades Bíblicas, cuyo único objeto es publicar y distribuir las Sagradas Escrituras a precios por debajo de su costo y, algunas veces, gratuitamente.
¿Por qué estos esfuerzos de los cristianos evangélicos en divulgar las Sagradas Escrituras en todo el mundo y también en nuestro país? Porque están plenamente convencidos, por experiencia propia, de los beneficios de su lectura. La Biblia nos enseña a encontrar a Dios; ilumina la vida: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino», dice el salmista; ella muestra los errores y los pecados porque es viva y eficaz y más penetrante que espada de dos filos», ella purifica el corazón, porque si no «¿con qué limpiar el joven su camino? con guardar tu palabra»; ella alimenta espiritualmente porque, como dijo Jesús, «no con solo pan vivirá el hombre, más con toda palabra que sale de la boca de Dios».
Cada hombre tiene no sólo el derecho, sino también la necesidad de conocer la Biblia. Bien lo decía Tolstoi: «Dios reveló a los hombres la verdad. Yo soy hombre: entonces no solamente tengo derecho, sino que estoy obligado a conocerla y a estar en contacto con ella, sin intermediario alguno. La doctrina de Cristo es tan preciosa a los hombres, que no pueden prescindir de ella».
La Biblia es un libro que habla a la conciencia revelándose sus necesidades y satisfaciendo su sed interior. Algunos libros pueden compararse a áridos desiertos o a lúgubres cementerios, pero la Biblia es un libro vivo. Sus enseñanzas comunican energía, dirigen los pensamientos hacia el bien, limpian el corazón y van construyendo un carácter cristiano.
La Biblia habla a cada hombre con su mensaje de Dios, muy personal y eminentemente necesario. Su lectura ha servido de consuelo a los tristes en sus horas de penas; ha levantado el ánimo a los desalentados, dado valor a los débiles, y hecho fuertes a los cobardes; ha fortalecido y orientado las energías de los valientes, pero sobre todo, ha guiado al alma pecadora al único medio de salvación: Cristo Jesús y su muerte en el Calvario. Todo en la Biblia tiene por objeto supremo llevar el hombre a Dios por medio de Jesucristo. Por eso todas sus enseñanzas convergen hacia Cristo, de quien el apóstol Pedro dijo: «No hay otro nombre debajo del cielo en el cual podamos ser salvos».
La Biblia, es, pues, el libro que necesita nuestro país para que, como Palabra de Dios, nos guíe a la verdadera fe cristiana que puede transformar y elevar al pueblo a los verdaderos sentimientos de justicia y rectitud. La Biblia es el libro que necesitan nuestros hogares para que su influencia santifique las costumbres, dignifique las relaciones familiares, e introduzca en ellos la armonía y el amor de Dios. La Biblia, es el libro que necesita cada hombre y cada mujer para hallar por su intermedio a Jesucristo el único Salvador, el único Mediador y la única Esperanza en esta vida y en la Eternidad.
Mensajero Valdense, 1948