El Fundamentalismo: La historia de un remanente

I. Los remanentes de Dios a lo largo de la historia: Contendiendo por la fe

No es fácil escribir una breve historia del Fundamentalismo.  Tal vez sea porque escribir la historia del fundamentalismo significa escribir la misma historia del Cristianismo nuevo-testamentario. El Fundamentalismo es la continuidad de la fe cristiana la cual fue pasada de mano a mano como una antorcha en el transcurso de diferentes grupos o remanentes bíblicos. Es mi deseo que estas líneas ayuden a reflexionar, a despertar el apetito del lector por la investigación histórica.  Intentemos  resumir en pocas palabras los acontecimientos que tardaron años en ser grabados en las tablas del tiempo

El estudio de la historia de la Iglesia es tal vez uno de los estudios más apasionantes e intrincados de los anales históricos.  Pero a la vez es también el más apoteósico e incluso triste jamás registrado.  Es una especie de hilo enmarañado en medio del cual transcurre y se desarrolla el peregrinaje del remanente santo, el sobrevivir de los puritanos en medio de los sistemas eclesiásticos, las pugnas, las defensas, el agonizar de la iglesia de Cristo y de los hombres de Dios en contra del sistema religioso establecido.

Es difícil contestar a la pregunta de ¿cuál es la historia del remanente de Dios? No sólo la historia del “cristianismo” nominal sino la historia de los cientos de creyentes anónimos que fueron fieles a la Palabra de Dios y a sus preceptos de separación en medio de una amalgama religiosa. Se les llamó de diferentes nombres, apelativos gratos e ingratos, se les tachó de separatistas, de secta, de inconformistas.  Entre este grupo de personas se encontraban los Albigenses, los Bogomiles, los Petrobrusianos, los hermanos Bohemios, Los Valdenses, los Anabaptistas, etc. etc.

El estudio de dichos grupos es un estudio arduo desarrollado a lo largo de dos mil años de historia donde se debe enlazar el presente con el pasado en un intento de comprender los trajines de 20 siglos que han llevado a la presente condición espiritual de nuestras iglesias, a los tiempos Laodiceanos, apostatas de nuestros días.

Los inicios del Fundamentalismo se encuentran basados y enraizados en la misma Palabra de Dios siguiendo la tradición apostólica y sobre todo las Sagrada Escrituras en su totalidad. El Fundamentalismo cree en una interpretación literal de la Biblia siendo esta la única Palabra de Dios revelada y por lo tanto rechaza cualquier otra fuente de autoridad externa a la Biblia.  Esa es una de las razones que se les llamó  “Biblicistas” ya que su fe y doctrina viene directamente de los Evangelios, y por supuesto de la totalidad del Antiguo y del Nuevo Testamento.  Es por esto que es un concepto erróneo hablar de una fecha de “inicio” de la fe, doctrina y convicciones Fundamentalista, pues nuestro Fundamento es Cristo como el único nombre debajo del cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos. El deseo del Fundamentalismo ha sido mantener el Cristianismo en su esencia, tal como se predicaba y enseñaba en el siglo primero, sin añadir las maneras de pensar e ideas humanas extrañas a las sagradas escrituras que vendrían en siglos posteriores.  Una de las características principales de los hombres que se volvieron como “peregrinos” en medio de la apostasía reinante fue el apartarse de todo aquello y denunciar todo intento que iba en contra de Cristo y de la fe bíblica.

Todo buen estudiante de historia eclesiástica debe conocer el trasfondo histórico y las fechas clave que indican y produjeron la dicotomía entre estas Iglesias y la Iglesia de Roma.

En el año 313 el emperador Constantino reconoció el cristianismo, hasta aquél entonces perseguido y prohibido, como religión del estado.  Las  Iglesias pasaron de ser perseguidas a ser las dirigentes de la vida social y política de los ciudadanos. Antes de esa fecha ser cristiano significaba firmar la sentencia de muerte, ahora ser cristiano era una buena conveniencia.  La Iglesia empezó a pactar con el Estado y a recibir del mismo todo cuanto era necesario.  Constantino entregó a los cristianos los antiguos edificios y templos paganos para convertirlos en Iglesias.  Entre 313 y 590 la vieja fe Católico-Apostólica en la cual todos los obispos o pastores habían sido iguales se convertiría en la Iglesia Católico-Romana en la cual el obispo de Roma ganaría importancia por encima de los otros obispos estableciendo una diferenciada jerarquía.  El ritual de la Iglesia iba a ser ahora mucho más elaborado mientras la Iglesia abrazaría los cánones y leyes del antiguo Imperio Romano.  El mismo obispo de Roma tomaría el título que Cesar ostentaba, Pontifice Maximus, la unión de la Iglesia con el estado bajo el mandato del emperador Constantino llevó a la Iglesia, hasta aquél entonces perseguida, a una más creciente secularización.  El culto cristiano se vio mezclado con los ritos paganos y fue durante estos años que empezaron a entrar en el cuerpo de doctrina Cristiana creencias ajenas a las Sagradas Escrituras.  Algunos historiadores han llamado a la época de los años 500 al 1000 los años del oscurantismo espiritual, marcados por la caída del Imperio Romano  y el inicio de la edad media que no terminaría hasta 1095.

Durante estos años de suma importancia para la historia eclesiástica ya empezarían a surgir grupos aislados que se opondrían abiertamente a los pactos hechos con el estado y al incremento de poder  y hegemonía del obispado de Roma.

El surgimiento del imperio carolingio daría lugar al resurgimiento del “Santo Imperio Romano”.  En 1054 dicho imperio se vería dividido en dos partes; en oriente la Iglesia Ortodoxa Griega y en occidente la Iglesia Católico Romana.

Entre 1054 y 1305 los pontificados de Gregorio VII e Inocencio III  marcaron el cenit del poder de Roma pues dichos Papas llegaron a tener mucho más poder y riquezas que los reyes contemporáneos.  Con Bonificacio VIII (1294-1303) vendría el decline del pontificado que culminaría con el cese de la catedra papal en Roma en los que ha pasado a llamarse  “la cautividad babilónica de 1309”.  Los crecientes problemas económicos, políticos, sociales y morales y el desgaste ocasionado por las cruzadas (1095-1291) hicieron más que evidente la necesidad de una reforma dentro de la Iglesia Instituida.  Durante todos estos años seguía habiendo una corriente que se oponía por completo a lo que estaba aconteciendo dentro del cuerpo de la fe cristiana, pero eran grupos demasiado reducidos que no tenían fuerza para llevar a cabo la Reforma tan anhelada.  Así  pues algunos grupos de base que hoy ciertos historiadores llaman los “pre-reformistas” intentaron cambiar el estado decadente de la fe.  Muchos intentaron desde el seno de la Iglesia Romana hacer los cambios necesarios para volver al “Reino de los Cielos” a poner la mira en los asuntos espirituales en vez de los asuntos terrenales y en los “reinos del mundo” que tantas energías estaban quitando a la verdadera misión de la Iglesia.  La aparición de los monjes y frailes, los monasterios, y los movimientos místicos fueron un intento de cambiar el curso seguido por la Iglesia, pero dicho intento de cambio interno no alcanzó su abnegado propósito.  Mucho más audaz fue la actuación de los precursores de la Reforma Protestante, los Valdenses y Albigenses que verían truncadas sus aspiraciones de reforma al ser enfrentados y perseguidos hasta la muerte por la Santa Inquisición creada por los Dominicos en 1233 y que tanta sangre derramaría en tierras de España.

De igual modo resultaron en vano los intentos del Escolasticismo, del Realismo e incluso del mismo Tomas de Aquino (1225-74), de Jiménez Francisco de Cisneros, o los humanistas como Juan Colet, Lefevre o el mismo Erasmo para conseguir una reforma o cambio de la Iglesia Establecida.  Pronto se pudo ver que un cambio interno iba a ser imposible, era necesario romper con los esquemas, volver al cristianismo original y a la sencillez de las Escrituras.  No fue hasta 1351 cuando Juan Wycliffe junto con John Hus (1373-1415) sembraron la semilla protestante que daría su fruto aquel famoso 31 de Noviembre de 1517 cuando Martín Lutero, un monje Dominico, clavaría sus 95 tesis protestando en contra de los abusos de Roma…esa fecha marcaría el principio de la Reforma Protestante, una reforma que se había incubado desde hacía siglos por un grupo de fieles cristianos que no querían perder la verdadera fuente del Cristianismo.

Pero la cizaña siempre se mezcla con el trigo, y de esta manera el “Protestantismo” volvió a mezclarse con la vieja levadura muy pronto.  La apostasía crecía de nuevo en las iglesias que habían salido de Roma y se extendería como un fuego impetuoso desde las escuelas teológicas de Europa arrasando la verdad a su paso.  Era necesario que de nuevo el pueblo santo, el verdadero remanente de Dios hiciera oír su voz.  Era a finales del siglo XVIII en medio de los grandes avivamientos en Inglaterra que la semilla de un nuevo remanente estaba siendo plantada, pronto nacería el Fundamentalismo Bíblico.

 II.  El Fundamentalismo; La sobrevivencia de la Fe Neo-Testamentaria

El Fundamentalismo no es un movimiento nuevo.  Aunque no podemos negar que sus inicios como “movimiento” fueron desarrollados en un momento muy específico y en determinados lugares de habla Inglesa, sobre todo en los Estados Unidos, el Fundamentalismo es la continuación de las Enseñanzas Neo-Testamentarias y de las verdades Bíblicas defendidas, tal y como hemos visto, por diferentes remanentes a lo largo de la historia.  Todos estos remanentes tuvieron en común el deseo de preservar la pureza de la doctrina y de la práctica ante los ataques de los incrédulos y las herejías internas. Tanto los defensores del fundamentalismo como sus propios enemigos han hablado de este como la proyección de las enseñanzas Moisés y los profetas, de Cristo y de sus apóstoles, de Agustín y de Calvino, de los Separatistas Ingleses y de los Puritanos, de Wesley y de Whitefield, de los pietistas alemanes y de los Hermanos, de Spurgeon en Londres y de Warfield en Princeton.  Aún teólogos liberales como Kirsopp Lake han llegado a la conclusión que el Fundamentalismo es virtualmente sinónimo con el Cristianismo Ortodoxo.  Lake escribió:

“es un error, a menudo cometido pro personas educadas que resultan tener poco conocimiento de la teología histórica, suponer que el Fundamentalismo es una forma de pensamiento nueva y extraña.  No es nada de eso: es la subsistencia de una teología que fue sostenida una vez universalmente por todos los Cristianos….El Fundamentalista puede estar equivocado, personalmente creo que lo está, pero somos nosotros los que nos hemos alejado de la tradición, no él, y lo siento mucho por desgracia que sufrirá cualquiera que intente discutir con un fundamentalista en base a la autoridad. La Biblia y el Corpus Theologicum  de la Iglesia está en el mismo bando que el Fundamentalista.”

Pero no todos los comentarios de los enemigos del Fundamentalismo han sido tan halagadores como estas.   El fundamentalismo ha sido visto por muchos como un movimiento ofensivo, ignorante, e ingenuamente enamorado del pasado.  Ha sido acusado de “dividir Iglesias”, de carecer de “amor”,  de no cooperar con las necesidades del mundo, y de estar atacando continuamente la educación, la ciencia y los intereses culturales.  Por suerte estudios realizados de este movimiento han demostrado que todas estas acusaciones eran falsas o mostraban una transgiversada realidad.

El Fundamentalismo ha cambiado a lo largo de su historia en cuanto a sus métodos pero no en sus convicciones. Su mayor lucha ha sido mantener lo que han creído como pureza bíblica. Esto no implica que creyeran en perfeccionismo, pero muestra que sus convicciones han intentado acercarse lo más posible a lo que ellos entendían como la doctrina de la santidad.  Este distintivo ha sido el consistente motivo que ha apartado al Fundamentalismo de la religión organizada.  La doctrina y la práctica de la santidad ha sido su énfasis característico.  Tanto en el griego como en el hebreo la palabra “santidad” implica en sí misma la idea básica de separación.  Esta es una doctrina fundamental, junto con las demás enseñanzas de las escrituras.  La doctrina de la “comunión cristiana” fluye de la misma doctrina de la absoluta santidad de Dios e implica separación (santificación) del mundo, de la religión falsa, y de cualquier práctica que sea contraria a las enseñanzas de las Escrituras.

El Fundamentalismo defiende las doctrinas “Fundamentales”, las cuales todo hombre tiene que creer para poder ser salvo.  La infalibilidad de las escrituras, el nacimiento virginal del Señor Jesucristo, su Deidad, su muerte vicaria y sus milagros han recibido el nombre de los Cinco Fundamentos de la Fe cristiana.  Negar estos mínimos de la fe cristiana significa estar fuera de los círculos del fundamentalismo histórico, pero el hecho de estar alrededor de este círculo tampoco hace de una persona un fundamentalista.  En otras palabras, el fundamentalismo no está sujeto a estos mínimos denominadores comunes del cristianismo, sino que mantiene y defiende “Todo el consejo de Dios” en su búsqueda de la pureza Cristiana, creyendo que lo que la Biblia dice es así.

III. El Término “Fundamentalista”

Se hace difícil poder definir el término “Fundamentalismo” debido en parte a su amplio uso en contextos fuera del cristianismo.  Podemos decir lo que no es y los falsos conceptos o definiciones que se le han atribuido.   Muchas veces este término es usado para definir cualquier movimiento anti-modernista, tal y como el “Fundamentalismo Islámico.”   Los enemigos del protestantismo lo han empleado también para hablar de grupos sectarios anti-intelectuales muy comunes en los estados Sureños de América del Norte, o a los “encantadores de serpientes” populares en esta zona.  Otros los han usado para referirse a grupos racistas.  Pero todo esto no tiene nada que ver con el verdadero Fundamentalismo bíblico. Históricamente el Fundamentalismo surgió debido a las controversias doctrinales que aparecieron en las Iglesias de Estados Unidos cuando el modernismo empezó a echar raíces en varias denominaciones.

Así el Fundamentalismo es un fenómeno surgido en las Iglesias de Estados unidos, pero surgió por causa de problemas teológicos que venían de Europa, particularmente de Alemania y Francia cunas del liberalismo y la neo-ortodoxia.  Estas ideas se habían infiltrado en muchas de las Iglesias en Europa  que tradicionalmente eran Fundamentalistas en creencia y convicciones pero que al no organizar un movimiento de repulsa cayeron engañosamente en la sutil trampa de estas nuevas ideas.

El término “Fundamentalismo” apareció por primera vez en una serie de librillos publicados en la primera parte del siglo XX bajo el título de “Los Fundamentos”.  Dos hombres de negocios llamados Milton Steward y Lyman, pagaron los gastos de publicación de estos 12 volúmenes escritos tanto por evangélicos denominacionales  como por independientes.  Contenía alrededor de noventa artículos escritos por sesenta y cuatro autores diferentes. Hombres como R. A. Torrey, C. I. Scofield, James Orr, B.B. Warfield, G. Campbell Morgan etc.  Aunque muchos de los autores eran conocidos por su erudición, los artículos fueron escritos a un nivel laico.  Aparentemente el tema de los artículos no fue programado sino que se fueron recogiendo los diferentes artículos y puestos en orden por un comité para publicarlos en estos volúmenes.  El foco principal de The Fundamentals era la defensa la postura ortodoxa sobre las Escrituras, así que un gran número de estos artículos fueron dedicados al tema de la inspiración de las escrituras. Otro grupo de artículos trataban con los ataques de la alta crítica (ataques dirigidos por ejemplo a la unidad del libro de Isaías, el autor del cuarto evangelio, las profecías de Daniel, etc.) Otro grupo defendía doctrinas importantes que los liberales habían atacado, como por ejemplo la deidad de Cristo, su muerte vicaria, y el castigo eterno.  El volumen duodécimo fue dedicado totalmente al evangelismo y a las misiones.   Alrededor de trescientas mil copias fueron enviadas gratuitamente a pastores, estudiantes, y seminarios en los Estados Unidos, Inglaterra y Canadá. Es muy difícil determinar la influencia que estos escritos produjeron.  Pero sin duda alguna ayudaron a establecer las convicciones de muchos y a frenar los ataques de otros.  Los editores recibieron centenares de cartas agradeciendo el ánimo y la bendición que estos libros habían traído a sus vidas personales.  También se convirtió en un “libro de Texto” para educar a jóvenes en los seminarios.  Por último ayudó a preparar al movimiento para las luchas y controversias que vendrían en 1920.

También Curtis Lee Laws (1868-1946) usó el término “Fundamentalismo” públicamente el 1 de julio de 1920 en un artículo publicado en su revista llamada Baptist Watchman Examiner.
Muchas definiciones fueron dadas durante los años siguientes, pero no fue hasta los días 15-22 de junio de 1976, exactamente un siglo después de la primera reunión en Swampscott, Massachusetts, cuando otro grupo de fieles hermanos Fundamentalistas se reunieron en el Primer Congreso Mundial de Fundamentalistas convocado en Edimburgo, Escocia y dieron la definición oficial del Fundamentalismo.  Personas de todo el mundo se congregaron aquí para tener una semana de predicación y comunión.  Pudieron disfrutar de las predicaciones y mensajes de hombres como Dr. Bob Jones, Dr. Ian Paisley, Dr. O. T. Spence, Dr. Rodney Bell, Dr. J-B. Williams, Truman Dollar, y muchos otros. Al final del congreso se definió el término “Fundamentalista” como aquel que:

  1.  Mantiene una inamovible alianza a la infalible, inerrante, y divinamente inspirada palabra de Dios.
  2. Cree que todo lo que la Biblia dice es así.
  3. Juzga todas las cosas por la Biblia y es juzgado únicamente por la Biblia.
  4. Cree en las  verdades fundamentales de la fe cristiana histórica: la doctrina de la trinidad; la encarnación, el nacimiento virginal, la muerte vicaria, la resurrección corporal, la ascensión al cielo, y la segunda venida del Señor Jesucristo; el nuevo nacimiento mediante la regeneración del espíritu Santo, la resurrección de los santos para vida eterna, la resurrección de los impíos para el juicio final y para la muerte eterna; la comunión con los santos, los cuales son el cuerpo de Cristo;
  5. Practica fidelidad a la fe y hace todo lo posible para predicarla a toda criatura.
  6. Denuncia y se separa de toda negación eclesiástica de dicha fe, de toda intransigencia con el error, y de toda apostasía de la verdad;
  7. Contiende ardientemente por la fe que fue una vez dada a los santos.

Por lo tanto el fundamentalismo es ortodoxia militante con celo evangelistico.

El fundamentalismo histórico se define como la exposición literal de las afirmaciones y actitudes de la Biblia y el desenmascaramiento de toda afirmación y actitud no-bíblicas, al igual que la exaltación suntuosa del evangelio del Señor Jesucristo mediante una separación bíblica del pecado y del error y un acercamiento hacia la pureza y la verdad.  Un cristiano fundamentalista es alguien que desea alcanzar con amor y compasión a la gente, cree y defiende la Biblia  entera como la inerrante, absoluta y autoritaria Palabra de Dios y permanece comprometido a la doctrina y práctica de la Santidad. La doctrina de la separación Bíblica es la característica diferencial del verdadero fundamentalista.  Históricamente los fundamentalistas han luchado por la pureza de doctrina y práctica.  Uno puede creer  en las “doctrinas Fundamentales” y no ser un fundamentalista.  La santidad, creer todo lo que la Biblia dice, la separación bíblica (y no la infiltración),  y la militancia en contra del error  es lo que marca la diferencia.

Pero cual fue el detonante que hizo florecer este movimiento.  Se han dado diferentes teorías. H. Richard Niebuhr, teólogo neo-ortodoxo, defendía que el origen del Fundamentalismo debe encontrarse en un origen social.  Pensaba que surgió en 1920 como una reacción en contra de la urbanización, la industrialización, la evolución y al liberalismo.  Un estudio cuidadoso del movimiento y sus predecesores muestra que esta teoría es totalmente errónea. Ernest Sandeen fue el primer historiador que vio al Fundamentalismo como un movimiento de convicciones teológicas sinceras y distintivas. Escribiendo en 1970 Sandeen en su “Interpretación Teológica” del movimiento mantenía que este se originó  en el siglo diecinueve junto al levantamiento de la escatología milenial y al dispensacionalismo.

George Dollar, en su libro History of Fundamentalism in America (1973) está de acuerdo con la tesis presentada por Sandeen pero añade que el Fundamentalismo nació debido a una reacción centrada en el estudio profético.  Esta reacción era un rechazo hacia el liberalismo teológico.

En 1980 el historiador George Marsden dio su interpretación de “Avivamiento”, es decir, creía que el Fundamentalismo surgió como una rama militante de aquellos evangélicos que habían heredado la tradición de los avivamientos del siglo XVIII y XIX.

Dr. David Beale en su excelente libro In Pursuit of Purity (1986) defiende que las raíces del Fundamentalismo se encuentran en las reuniones de oración de Avivamiento de 1857. Como consecuencia de estas reuniones de avivamiento aparecieron una serie de reuniones de creyentes que dieron lugar a grandes conferencias proféticas al final del siglo XIX.  La mayoría de los líderes de la primera generación de Fundamentalistas formaron parte de estas conferencias.

El problema con estas estudios históricos es que dejan la impresión que el Fundamentalismo es un fenómeno del siglo XIX.  Aunque es cierto que anteriormente a esta fecha no existía un movimiento llamado “Fundamentalismo” sus doctrinas, convicciones, estatutos y postulados son el resultado de la tradición Neo-Testamentaria.  Por eso se hace necesario distinguir en el estudio del Fundamentalismo su momento histórico, en un lugar geográfico determinado, en una situación muy detallada por eventos circundantes, pero no olvidar que es Fundamentalismo es la continuación del remanente histórico del verdadero Cristianismo.

IV. Los Inicios del Movimiento

La incredulidad y los falsos conceptos de las Escrituras empezaron a hacer mella dentro de muchas de las grandes denominaciones. Sin embargo, algunos grupos dispersos empezaron a enfatizar la necesidad de una separación de la apostasía. Su influencia aunque pequeña fue muy significante.

El propósito del Fundamentalismo es separarse de todo aquello que pueda guiar a la apostasía y al error, apartándose de cualquier grupo que permita la presencia y la propagación del error, pero el propósito de esta separación es una unión más profunda con el Señor.  Tal como hiciesen los puritanos Ingleses, el fundamentalismo intentó “purgar” las denominaciones de sus errores desde dentro, pero viendo que esto era una tarea imposible se convirtieron en peregrinos abandonando sus denominaciones. El estudio del movimiento revela que los Fundamentalistas anteriores a 1930 eran no-conformistas, pero los posteriores a 1930 fueron separatistas. Hasta ese año los Fundamentalistas habían luchado por mantener fuera de las Iglesias a los liberales y modernistas.  Para los fundamentalistas este era el modelo bíblico a seguir. Debían alejar de las Iglesias cualquiera que no siguiera lo que era conforme a la sana doctrina (II Juan 9-11; Gálatas 18:19; I Timoteo 6:20-21). Ningún pasaje de las Escrituras instruye implícitamente que los creyentes deban separarse de “Iglesias”.  Pero sí que existen versículos en los cuales la Biblia enseña que las congregaciones deben sacar de sus iglesias cualquier elemento que no sea escritural, y separarlo de su comunión con el propósito de mantener la pureza eclesiástica. Los cristianos “conservadores” fracasaron en su deber de cumplir este requisito bíblico y los liberales tomaron los púlpitos y los lugares de liderazgo. Las estructuras políticas de las denominaciones tenían mucho control sobre las Iglesias locales. Por desgracia para estas iglesias los hombres que eran más fieles a las denominaciones que a las Escrituras o a la pureza de las Iglesias. Las Iglesias mismas debían haber impedido estas influencias y debía haber sido el deber de las denominaciones respaldar a sus Iglesias, pero este no fue el caso.  En medio de esta situación después de los años 30 los fundamentalistas que se habían convertido en una minoría dentro de sus denominaciones se vieron obligados a practicar la santidad (separación), separándose de sus denominaciones dirigidas ahora por liberales o conservadores tolerantes. Ahora el fundamentalismo se había convertido en un movimiento separatista.  Al final de 1940 y principios de 1950 muchos fundamentalistas empezaron a darse cuenta que bajo el amplio paraguas de los llamados “evangelistas” se habían congregado una serie de individuos que buscaban el reconocimiento y la respetabilidad del mundo aunque eso significara establecer diálogos con los liberales y unirse al movimiento ecuménico. El neo-evangelicalismo estaba naciendo y sus súbditos tomando lugares de liderazgo. Mientras que los fundamentalistas anteriores a 1930 se habían separado primordialmente  de la mundanalidad, y los posteriores 1 1940 se habían separado principalmente del modernismo y liberalismo, ahora los fundamentalistas de mitad del siglo XX  llegaron a la convicción que debían separarse de un nuevo enemigo, evangélicos desobedientes que estaban abrazando la filosofía del neo-evangelicalismo.  A la luz de pasajes tales como Mateo 18:15-18, I Corintios 5:1-13 y II Tesalonicenses 3:6, 14-15 vieron la necesidad de separarse de sus hermanos neo-evangélicos que voluntariamente estaban permaneciendo en una rebelión abierta. El neo-liberalismo y la neo-ortodoxia con palabras que sonaban cada vez más “conservadoras” y con técnicas engañosas habían tendido el cepo para que los neo-evangélicos colaborasen con ellos.   De esta manera el Fundamentalismo se convirtió en el primer centro de ataque de los Neo-evangélicos. Durante la historia del fundamentalismo y antes de 1950, los términos evangélico y conservador eran  sinónimos de Fundamentalismo. Pero hoy en día esto ha dejado de ser cierto.  Mientras que todos los fundamentalistas son evangélicos y conservadores no todos los evangélicos y conservadores son fundamentalistas. Muchos evangélicos que deseando llevar la etiqueta de “Fundamentalistas” pero a la misma vez manteniendo una postura conformista y no separatista, contemporizando con el mundo y usando los mismos métodos que usan los neo-evangélicos han dado nacimiento al neo-fundamentalismo.   Este neo-fundamentalismo es una postura de compromiso, situada en medio de lo correcto y lo incorrecto, no es ni blanco ni negro, sino una mezcla una síntesis.  Desea poseer lo bueno del “Fundamentalismo” y disfrutar a la misma vez del libertinaje del neo-evangelicalismo. Mantiene la misma teología pero difiere en práctica y en convicciones.  No es militante y usa el amor como excusa para el permisivismo.

Las batallas del fundamentalismo son mucho más dificultosas hoy de lo que lo fueron en sus inicios.  La primera y segunda generación de Fundamentalistas lucharon contra enemigos que abiertamente atacaban la Biblia, o su interpretación histórica dentro de las Iglesias protestantes.  Era una confrontación y denuncia de las herejías del Romanismo, del Liberalismo y de los grupos sectarios.  Pero después de 1950 la lucha cambió. Ahora el Fundamentalismo debía enfrentarse al neo-evangelicalismo, que más que un sistema teológico era una corriente de pensamiento y una filosofía de vida.  Este movimiento había tomado el control de las Iglesias, colegios y universidades cristianos, seminarios, instituciones y denominaciones fundamentalistas.  Ante esta situación muchos se vieron forzados a empezar todo de nuevo en su búsqueda de la santidad de doctrina y práctica.  La doctrina de la santidad bíblica es el estandarte que distingue la postura fundamentalista en contraposición con la neo-evangélica que aboga por la colaboración y la mezcla en un popurrí de justicia e injusticia.

¿Cuál fue pues el detonante que hizo emerger esta “separación”? ¿Qué había en las convicciones de los Fundamentalistas que les obligaba a separarse de aquellos grupos marcados por la apostasía?  Las Escrituras estaban siendo atacadas desde diferentes frentes. La publicación de El Origen de las Especies por Charles Darwin en 1859 provocó que los liberales empezaran a cuestionar la autoridad de las Escrituras.  Conservadores como A. A. Hodge, B. B. Warfield y los teólogos del seminario teológico de Princeton defendieron la inspiración divina y la infalibilidad de las Sagradas Escrituras mientras que teólogos liberales como Charles A. Briggs del Seminario Teológico de Unión la atacaban. El pensamiento filosófico de Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), Emmanuel Kant (1724-1804)  y Barth trajeron el relativismo moral y la ética situacional.  Estas corrientes de pensamiento atacaban la autoridad de la Biblia en materia de fe y práctica.  Anteriormente a estos filósofos alemanes, la gente veía la verdad como algo que podía ser conocido.  La verdad era la verdad, y lo contrario era falso.  Tal vez los hombres no estuvieran plenamente de acuerdo en su definición de la verdad, pero creían que podía ser conocida.  Hegel entonces emprendió una nueva manera de pensar.  Al final muchos llegaron a la conclusión que la verdad absoluta era algo que no podía ser conocido.   El concepto de la verdad se convirtió en algo relativo. La verdad dejó de ser verdad y su contraparte, dejo de ser mentira, se convirtió así en una simple “tesis”, en algo que en un momento dado podía ser verdad.  Su opuesto dejo de ser un “error” para convertirse en una “antítesis”, una especie de verdad nebulosa.  Así que en la búsqueda de la verdad uno debe aceptar todas las creencias como parte de una verdad relativa.  Así pues, nadie posee la verdad absoluta.  Incluso la “síntesis” no era una verdad absoluta, porque también esta puede ser incluida en una especie de “síntesis” de unión entre lo verdadero y lo falso en la búsqueda interminable de la verdad.  Así pues la verdad no podía ser encontrada ni siquiera en las Escrituras y en sus preceptos, sino en la unión de los puntos de vista divergentes, por más contrarios que fuesen unos de otros, para crear una “síntesis” y así continuamente. Muchos teólogos liberales y modernistas abrazaron estas ideas y las mezclaron con los postulados cristianos. Aceptaron este error con el propósito de buscar siempre la verdad, sin ser capaces de alcanzarla. Ya que pensaban que la verdad era relativa les era imposible conocer la verdad absoluta. Así rebajaron la Biblia a un nivel de verdad relativa.  Cuando las personas consideraban la Biblia había perdido para ellos el verdadero significado debido a su propio método de interpretación; alegórico, mitológico o simplemente una manera de llegar a la verdad.  El mismo Barth habló de la Biblia como “una Biblia falible a través de la cual vino la verdad de Dios.”  Un canal a través del cual Dios habló a los hombres, en vez de ser la verdadera Palabra de Dios que comunicaba el verdadero mensaje para la humanidad. El modernismo abrazó esta manera de pensar.

Los fundamentalistas reforzaron su posición contra dichas corrientes enemigas de la santidad cristiana. En medio de la batalla contra el modernismo los llamados Fundamentalistas  desarrollaron como nunca antes un gran amor y compromiso hacia la autoridad de las Sagradas Escrituras. Era justo en este tema donde el modernismo estaba destruyendo los “Fundamentos” de la fe cristiana.  La Biblia estaba siendo discriminada y mofada en los ojos de la opinión pública.  Se había convertido en un libro más, en “otro libro de carácter santo”.  Los Fundamentalistas se levantaron para defender la Biblia de dichos ataques y para proclamar su autoridad y su inspiración.   Esta “defensa” hizo levantar en las conciencias de estos hermanos una importante pregunta; ¿Si la Biblia es la verdad, y debe ser mi única autoridad en materia de fe y práctica, y si tanto mi denominación como sus líderes se están apartando de esta verdad, entonces cual es mi responsabilidad ante esta situación?  Por una parte estaban aquellos que rogaban por  una “unidad en la denominación” pues, decían ellos, era un pecado “rasgar el cuerpo de Cristo.” Sin embargo otros fundamentalistas vieron claramente que la fidelidad a la Palabra de Dios era más importante que lealtad hacia una denominación. Cuando aparecía una contradicción o conflicto entre ambos, la Biblia y las enseñanzas de la denominación, la Biblia debía ser obedecida aunque esto significase romper con un cuerpo religioso.

El Fundamentalismo, pues, se formó por la unión de hermanos de diferentes denominaciones (Bautistas, Congregacionalistas, Presbiterianos, Independientes e incluso algún Metodista) para luchar juntos en un frente común contra el liberalismo y el modernismo.  Es en esto donde radica su fuerza y aun la prueba de que este no es un movimiento humano.  Su unidad transdenominacional es su fortaleza, en un deseo de mantener los distintivos denominacionales y al mismo tiempo estar unidos ante un enemigo común.  El Fundamentalismo nunca ha estado ni nunca estará delimitado por los distintivos de una sola denominación. Mientras que las diferencias entre denominaciones siempre han existido en cuanto a ciertas interpretaciones de las Escrituras ha sido la defensa de la fe, el avance del Evangelio, la aceptación de la Biblia como única autoridad en materia de fe y práctica, divinamente inspirada e inerrante y el contender por la santidad cristiana lo que ha unido a estos hermanos en comunión.  Tampoco es cierta la idea de que el Fundamentalismo pueda resumirse a  los “cinco puntos doctrinales” publicados en la conferencia Bíblica de Niagara en 1895.  Este es un mito que se repite muchas veces.  Pero se olvida que fueron 14 los puntos establecidos en dicha conferencia.  Verdaderamente la declaración de “cinco puntos” que influencio al Fundamentalismo fue la establecida en 1910, luego ratificada en 1916 y 1923 por la asamblea de Iglesias presbiterianas.

Además de esta situación empezó a ver un problema real dentro de muchas de las Iglesias denominacionales.  Muchos de los miembros de estas iglesias que buscaban el bien espiritual de ellos mismos y de sus familias empezaron a darse cuentas que sus necesidades espirituales no eran suplidas.  Cada vez había más frialdad, mundanalidad y pérdida de las doctrinas Bíblicas dentro del ambiente “liberal” de muchas de estas Iglesias.  La situación para estos hermanos era clara; o permanecer dentro de una Iglesia corrupta, y perecer dentro de ella, o buscar otra donde recibieran el maná espiritual que necesitaban. Muchos decidieron tomar esta última decisión buscando ministerios e Iglesias donde fueran enseñados todo el consejo de Dios en vez de recibir desde el púlpito constantes indirectas, menosprecios y criticismo contra la Palabra de Dios, esa Palabra que para ellos era preciosa en contraposición del desprecio que tenían los modernistas hacia ella.

Tanto la predicación como la enseñanza de los primeros fundamentalistas era un ataque directo a  la doctrina de la falsa Iglesia apóstata que se estaba levantando y que era ni más ni menos que una  parte de la Iglesia anatema de los últimos días descrita en Apocalipsis 17. Estos hermanos se dieron cuenta que estaban viviendo los días de la Iglesia de Laodicea, una Iglesia contemporizada, transigiendo en cuanto a sus convicciones, llena de riquezas mundanas más pobre para con Dios, falta de arrepentimiento, autosuficiente y auto complacida, desnuda y despojada de las doctrinas Bíblicas, y  lo peor de todo, sin Cristo.

Los críticos del Fundamentalismo y del separatismo Bíblico han intentado demostrar que esta visión de la Iglesia provenía de las enseñanzas del dispensacionalismo, sistema hermenéutico hecho popular por los Hermanos de Plymouth, en especial J. N. Darby y  por la Biblia de Scofield.   Sin duda alguna estos hermanos contribuyeron al Fundamentalismo en ciertos aspectos, pero está más que demostrado que estas enseñanzas sobre la iglesia apóstata y la necesidad de salir de en medio de ella pueden ser trazadas a lo largo de toda la historia de los remanentes bíblicos. El fundamentalismo ve la situación apostata de la Iglesia nominativa, aun así ora por un avivamiento.  Aunque no espera un “avivamiento mundial” sí anhela ver un avivamiento en el cual individuos, Iglesias locales, seminarios, etc., reciban un avivamiento de lo alto.  Esto sólo puede venir mediante la oración persistente, la santidad y la predicación constante de todo el consejo de Dios.

Resumiendo podemos llegar a la conclusión que los elementos de las enseñanzas del Fundamentalismo al final de 1800 y principios de 1900 contribuyeron profundamente al desarrollo de actitudes separatistas en muchos. Aunque no todos se separaron de las denominaciones, un gran número de estos hermanos decidieron abandonar sus denominaciones denunciando sus errores.  Estos hermanos por otras parte fueron enriquecidos con la verdad que no encontraban en sus Iglesias, y con las profundas enseñanzas de la Palabra de Dios mediante las reuniones, conferencias bíblicas, y escritos que trascendían más allá de las barreras denominacionales siendo unidas bajo un lema común; la autoridad de las Sagradas Escrituras.

V. La Voz del Fundamentalismo

El propósito de estos hermanos ahora era claro.  Debían contender ardientemente  por la fe dada una vez a los santos.  La persona de Cristo, las doctrinas más vitales de las Sagradas Escrituras, la mismas Escrituras y la fe del cristianismo habían sido atacadas desde diferentes frentes de incredulidad y aún se habían levantado dentro de las mismas Iglesias lobos rapaces y falsos profetas bajo la bandera del modernismo, el liberalismo, y la falsamente llamada ciencia.  Había pues que luchar en defensa de la verdad.  Había que denunciar el pecado y a los falsos maestros por nombre aunque esto envolviera hablar en contra de la “Iglesia Madre”.  No se podía ceder ni un centímetro ante el enemigo, demasiadas cosas de valor eterno estaban involucradas para ser transigente. En su continua búsqueda por la pureza de doctrina y de práctica todo Fundamentalista debía convertirse en un soldado de la cruz, militante en contra de la apostasía, Magnificente en cuanto a la exaltación de Cristo.

Bajo estos puntos y directrices nacieron a lo largo de los Estados Unidos y más tarde en Europa algunos campos ministeriales que se convertirían en la voz del fundamentalismo. Desde 1875 en adelante empezaron a emerger y a florecer importantes conferencias bíblicas a lo ancho de los Estados Unidos.  Entre las primeras destacan las realizadas en Montrose, Pensilvania; Winona Lake, Indiana; Pinebrooks, cerca de Stroudsburg, Pensilvania; Northfield, en Massachusetts, New York (1893-1898) y muchas otras más. Grandes predicares, pastores de renombre y fieles misioneros atrajeron grandes multitudes a estas conferencias. La palabra de Dios y los fundamentos de la fe eran enseñados y defendidos por corazones ardientes.  Se atacaban y denunciaban las falsas enseñanzas del liberalismo y sus secuaces.  La doctrina de la separación bíblica fluyó de esos corazones cuyo mayor deseo era “Santidad al Señor” y que por lo tanto se veían obligados a separarse de todo aquello que no le era agradable.

En este mismo periodo se hicieron populares campañas evangelisticas en las grandes ciudades.  Evangelistas de tal renombre como Dwight L. Moody, J. Wilbur Chapman, R. A. Torrey, Billy Sunday y Bob Jones Sr. y Rodney (Gipsy) Smith predicaron a grandes multitudes a lo ancho de América y en otros continentes.  Estos predicadores venían de diferentes trasfondos teológicos con sus propios distintivos doctrinales, aun así estaban unidos bajo un mismo estandarte y abrazaban un mismo sentir; La defensa de la Palabra y los fundamentos de la fe. Fue durante este tiempo cuando C. I. Scofield (1843-1921) popularizó las doctrinas dispensacionales y premilenialistas en las notas de su Biblia publicada en 1909.

La radio que en aquellos días empezaba a crecer con popularidad fue usada rápidamente con el fin de llevar la Palabra del Señor a rincones lejanos del país y diseminar las verdades del Evangelio.  Uno de los primeros programas en aparecer fue el llamado “Old Fashioned Revival Hour” bajo el auspicio del amado hermano Charles Fuller.  Fuller era un Fundamentalista (aunque debemos aclarar que no todo lo que lleva inscrito su nombre en nuestros días puede ser designado como tal).  Otro ministerio semejante fue el de M. R. DeHaan y su “Radio Bible Class”.  La palabra de Dios se predicaba de una forma sencilla pero poderosa.  El fervor de los mensajes contrastaba para muchos con las huecas predicaciones que estaban recibiendo en sus iglesias.  Esto hizo que muchos buscaran en los ministerios del Fundamentalismo y en  los púlpitos del mismo el tesoro de la Palabra de Dios que habían perdido, o se les había robado, en sus denominaciones. Mediante el ministerio de la radio muchas almas fueron salvas y muchos corazones reavivados.

Este fuego de avivamiento espiritual como era de esperar, se extendió con rapidez más allá de las fronteras de los Estados.  Agencias misioneras independientes empezaron a proliferar con rapidez.  Aquellas personas que amaban a Cristo y a su Palabra y que habían salido de sus denominaciones no tenían ahora que pagar tributos a las mismas y así podrían usar su dinero para apoyar a misiones que no estaban unidas al Liberalismo. De esta manera surgieron misiones como la China Inland Mission, (Hudson Taylor), Sudan Interior Mission, Africa Inland Mission y muchas otras más.  (De nuevo debemos decir con tristeza que no todas estas misiones abrazan hoy la enseñanza de la separación bíblica y han desertado de las convicciones de sus fundadores). Estas misiones apoyaban a misioneros consagrados y fieles a la Palabra de Dios, que al mismo tiempo estaban instruyendo a los nacionales de sus piases de destino las verdaderas doctrinas bíblicas.

El amor hacia el libro eterno produjo también un mayor deseo de escudriñarlo y estudiarlo. Al mismo tiempo muchos jóvenes se consagraban al ministerio y era necesario educar a estos jóvenes fuera de los contextos liberales o incluso paganos de las universidades seculares. Así nació el movimiento de los institutos bíblicos.  El Señor levantó escuelas como Moody Bible Institute (1886), Institute of Los Angeles (1908), Philadelphia School of the Bible, Bob Jones Institute (Universidad actualmente, 1926), Nyack Missionary College en Nueva York (1882), Toronto Bible College (1894), el  Seminario Teológico de Dallas fundado por Lewis Sperry Chafer (1871-1952), etc.  En 1976 cincuenta mil estudiantes estaban matriculados en cuatrocientas escuelas Bíblicas Fundamentalistas.

El congreso mundial de Fundamentalistas, anteriormente citado, y que se reunió por primera vez en Edimburgo, 1976 fue organizado por el Dr. Bob Jones Jr, presidente de la universidad Bob Jones. (Su padre Bob Jones Sr. fue uno de los pocos ministros Metodistas que decidió unirse a la organización del Fundamentalismo en América.  Fundó en 1926 un colegio interdenominacional en Greenville, S.C. que en 1980 como la Universidad Bob Jones se convertiría en el principal centro Fundamentalista de América). Así pues el Congreso Mundial estableció un comité de unos 50 líderes Fundamentalistas para establecer planes en relación a otro futuro congreso.  De esta manera escogieron la ciudad de Manila para el siguiente congreso que tuvo lugar en dicha ciudad en 1980.  Peter Knig fue el predicador autóctono que dirigió el congreso.  Del 1 al 7 de agosto de 1983 se sostuvo el siguiente congreso esta vez en la universidad de Bob Jones situada en la ciudad de Greenville, Carolina del Sur, en los Estados Unidos. El siguiente se sostuvo también en Bob Jones University durante los días del 4 al 8 de agosto de 1986 Así varios congresos se han ido realizando desde entonces, siendo los últimos en la ciudad de Londres, 1990, y en Alemania, 1997.

Nos faltarían páginas para poder hablar de los más de 100 hombres que al principio del siglo veinte estaban involucrados en el nacimiento del Fundamentalismo, o que le influenciaron en alguna manera.  Podríamos citar algunos de estos nombres conocidos, provenientes de diferentes contextos teológicos, pero con la misma afinidad y amor hacia la palabra de Dios; algunos de estos hombres fueron; Andrew A. Bonar, John A. Broadus, John Brown, B. H. Carroll, Lewis S. Chafer, J. Wilbur Chapman, William Evans, Arnol Gabelein, A. J.  Gordon, James M. Gray, Mordecai Ham,  H. A. Ironside, Bob Jones, Sr., Sam Jones, Robert T. Ketcham, Clarence Larkin, Robert G. Lee, Clarence McCartney, Robert C. McQuilkin, J. Gresham Machen, Dwight L. Moody, William G. Moorehead, G. Campbell Morgan, Henry C. Morrison, Robert E. Neighbour, William R. Newell, J. Frank Norris, William Pettingill, Arthur T. Pierson, Paul Rader, W. B. Riley, Harry Rimmer, A. T. Robertson, Bud Robinson, Homer A. Rodeheaven, Ira Sankey, C. I. Scofield, T. T. Shields, Bob Shuler, A. B. Simpson, Oswald J. Smith, Gypsy Smith, C. H. Spurgeon, Billy Sunday, Louis Talbot, T. Dewitt Talmadge, Hudson Taylor, R. A. Torrey, Melvin Trotter, George Truett, Charles Trumbull, Robert Dick Wilson, Walter Wilson, Ian Paisley, Rodney Bell, O. T. Spence, Monroe Parker, y muchos otros más.  La lista no está completa y muchos de los mencionados no fueron fundamentalistas activos.  Aun el propio J. Gresham Machen hubiera preferido no usar el nombre de “Fundamentalista”.  Sin embargo creo que estos hombres tienen que ser incluidos para que podamos entender la influencia y el trasfondo del nacimiento del Fundamentalismo. Tengo la convicción que Dios soberanamente preparó el nacimiento del Fundamentalismo para confrontar la creciente apostasía del siglo XX.

El Fundamentalismo ha cambiado durante estos años. Muchas de las instituciones, agencias y movimientos han abandonado las convicciones que tuvieron en sus inicios.  La situación hoy es mucho más complicada que al principio donde o eras modernista o fundamentalista.  Los sistemas teológicos se han hecho más complicados, el levantamiento del neo-evangelicalismo, de los jóvenes evangélicos y del Pentecostalismo han complicado las cosas.  A esto hay que añadir el florecimiento de un pseudo-fundamentalismo potenciado por Jerry Falwell y Pat Robertson que enfatiza la doctrina fundamental pero que carece de la militancia y la separación bíblica. La propia ignorancia de los jóvenes fundamentalistas que desconocen su historia y menoscaban las convicciones por las que tan ardientemente lucharon sus padres ha creado aún más confusión en el campo difuminando las líneas de demarcación entre lo santo y lo profano. Pero ante esta situación debemos mantener que Dios ha guardado a su remanente a lo largo de la historia y que es nuestro deber pasar a las siguientes generaciones la antorcha de la sana doctrina y de una vida santa y consagrada, y sobre todo seguir contendiendo ardientemente por la fe que fue dada una vez a los santos.

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7 comentarios sobre “El Fundamentalismo: La historia de un remanente”

  1. Que nuestro gran Dios les bendiga por tan buena informacion fundamentalia.
    Concuerdo totalmente con que hay que lucha por la sana doctrina , sobretodo por que los calvinistas estan entrando sutilmente y estan engañando a nuestros lideres con sus doctrina de la eleccion , diciendo que Cristo no murio por todo el mundo , sino que solamente por algunos

  2. Si es verdad los calvinistas están entrando a las iglesias a engañar. Eso esta pasando en mi iglesia porque no hay pastor por ahora. Estas personas son de mucho cuidado pues llegan a dividir a la iglesia y a enfrentar a los hermanos que tanto nos amábamos.

  3. Prefiero no identificarme como Fundamentalista, ya es bastante suficiente con ser Cristianos con el apellido Bautista, eso ya dice mucho, es el deber de cada hijo de Dios apegarse a lo escrito, entendiendo que debemos ser como Cristo, para eso no necesito otro apellido mas, cada iglesia debiera tener sus doctrinas principales claras para no tolerar falsas doctrinas cuando realmente lo sean

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