Al leer las diversas críticas de los que se oponen al fundamentalismo bíblico, es común toparse con la acusación de que en dicho movimiento prevalece un ámbito antiintelectual. Los que se oponen al fundamentalismo han hecho un esfuerzo para pintar al fundamentalista típico con el estereotipo de ser antiintelectual, divisorio y pasado de moda. El fundamentalismo ha sido acusado de ser antiintelectual por sus detractores desde sus comienzos. La siguiente acusación proviene de 1950:
La ignorancia era una característica del movimiento, y era una insignia que los líderes ortodoxos a menudo llevaban con orgullo. Tenían la convicción de que la fe era la única exigencia que Dios imponía a su pueblo, y que la educación superior tenía un valor limitado, incluso un obstáculo, en la búsqueda del Reino. (Furniss, Norman F. The Fundamentalist Controversy, 1918-1931. Doctoral dissertation, Yale University, 1950, p. 74)
¿Será cierto la acusación? Consideremos una variedad de factores en busca de la respuesta.
En casi todas las críticas que he visto, parece que las acusaciones de supuesto antiintelectualismo en el fundamentalismo son basados en premonición y observaciones personales limitadas y no basado en criterios transparentes donde se puede reconocer cómo se llegó a tal conclusión. También hace falta preguntar si la crítica incluye no solo ministros, sino los laicos y miembros típicos de iglesias locales fundamentales.
Al considerar el asunto, mucho depende de la definición de antiintelectualismo. Por antiintelectual, ¿se refieren a la creencia en una creación de seis días? ¿Inerrancia de los manuscritos originales? ¿La creencia en solo dos géneros? ¿La aceptación por fe de todos milagros relatados en la Biblia? Se podría estar tratando injustamente al fundamentalista como antiintelectual por su oposición declarada a tales enseñanzas como la evolución, la alta crítica de la Biblia, el movimiento intersexual y la filosofía humanista. El fundamentalista puede poseer un alto nivel de educación o tener un alto concepto de la educación cuando está libre de los efectos nocivos enumerados, pero aun así ser estereotipado injustamente como antiintelectual. Por tanto, hace falta tomar en cuenta el posible criterio de qué se entiende por educación por los que expresan su opinión de que los fundamentalistas son antiintelectuales.
Creo que la crítica de que el fundamentalista no valora la educación tiende a ser exagerada y mayormente errónea, aunque hay regiones y grupos y casos individuales donde hace falta mejorar el nivel de educación o la actitud acerca de su importancia. A continuación, quiero enfatizar la importancia y valor de la educación teológica (especialmente para pastores, misioneros y evangelistas) y el pensamiento crítico, pero con limitaciones para que se mantenga dentro de parámetros bíblicos.
Se reconoce que hay algunos fundamentales que parecen tener la actitud de que toda educación teológica avanzada es una pérdida de tiempo, porque no es necesario para poder predicar el evangelio. Pero es injusto caracterizar la actitud de algunos como si impregnara todo el movimiento.
No debe haber la actitud de que la ignorancia general de todo excepto la Biblia es una garantía segura de espiritualidad. Se cuenta que un joven quien decía sentir el llamado a predicar argumentó con un predicador anciano diciendo, “Dios no necesita mi educación”. “Dios no necesita tu ignorancia tampoco”, fue la réplica del sabio pastor.
Lo más joven que sea el que anhela servir en el ministerio, especialmente si todavía es soltero, lo más importante es su educación teológica. Para el de edad madura que siente el llamado a predicar, los años de madurez en sí no reemplazan la educación, pero puede ayudar a compensar. Esto es debido a que los de mayor edad tienden a ser más serios, y hay más probabilidad que dediquen más tiempo preparando sus sermones y enseñanzas para contrapesar una falta de profundidad en estudios teológicos formales. Hay pastores, generalmente ya maduros en edad, que comienzan sus estudios teológicos formales estando ya en el ministerio. En el seminario donde enseño, por regla general, los estudiantes que son más serios, dedicados y motivados han sido los pastores.
Algunos no han logrado comenzar o acabar estudios teológicos formales debido a circunstancias fuera de su control, o decisiones en el pasado o antes de convertirse que tuvieron el efecto de limitar sus opciones. Puede haber una diferencia muy grande entre una persona que valora la educación, pero no ha tenido abundantes oportunidades para desarrollarse en dicha área comparado a una persona que ha ignorado oportunidades porque cree que la educación superior es una pérdida de tiempo.
La actitud en cuanto a la intelectualidad varía de un ministerio a otro. Algunos pastores hablan mal del concepto del que es llamado al ministerio estudie en algún lugar lejano, sin importar cuan buena sea la institución. No siempre es evidencia de antiintelectualismo. En algunos casos el pastor desea que el miembro de su iglesia con el llamado se mantenga en la misma iglesia sirviendo y aprendiendo bajo su tutela. En algunos casos los resultados han sido maravillosos, mientras que en otros casos el pastor no dispuso del tiempo suficiente o el estudiante no trató la enseñanza informal con la seriedad debida. En nuestros días hay más recursos para matricularse para estudiar por internet mientras uno sigue sirviendo en su iglesia bajo su pastor.
Cuando pastores tienen una educación inferior al promedio de los miembros de su iglesia, hay una probabilidad más alta de conflictos con los miembros. Un gran peligro cuando un líder no tiene una educación teológica adecuada es que podría acabar patinando cerca del hielo delgado de la herejía sin darse cuenta por dónde va.
El pastor que está pastoreando con un conocimiento que apenas cumple con las condiciones bíblicas de no ser un neófito (1 Tim. 3:6) debe tener la disciplina propia para seguir aprendiendo. No se puede impartir conocimiento que uno mismo desconoce. Debe estar acumulando libros teológicos que no simplemente sirven de adorno en su oficina. Algunos pastores destacados del pasado no tuvieron entrenamiento teológico formal, sin embargo, al leer sus sermones y libros es obvio que adquirieron sabiduría y conocimiento. Queda establecido que no fueron perezosos. Aunque no se debe descartar el factor del poder de Dios sobre su ministerio, esto no ocurre en la ausencia de la diligencia.
Un líder que se encuentra con tiempo inesperado a su disposición y valora la educación propia, se pondrá a leer algo provechoso en vez de jugar juegos en su celular, por ejemplo. Esto no quiere decir que nunca se debe permitir tiempo para el esparcimiento, pero hay los que se excusan por no leer diciendo que no tienen tiempo. Generalmente la lectura es un asunto de prioridades.
Por lo general los pastores que necesitan enfocarse más en la importancia de la educación leen muy poco. Desafortunadamente, muchos de los pastores que necesitan ser motivados en esta área no leerán este material que tiene potencial de ayudarles. Alguien ha dicho sabiamente que leer es tomar prestado el cerebro de otro. Es una buena práctica. ¡Lo recomiendo!
Sin embargo, un énfasis indebido en el intelectualismo podría causar que iglesias se queden sin pastores e iglesias nuevas no sean establecidas cuando los hermanos sean desmedidamente exigentes o pastores potenciales no se sienten capacitados.
Dios puede utilizar todas clases de obreros en su viña. En una ocasión un hermano que estaba haciendo una obra misionera en un lugar muy remoto y pobre hizo aplicación a la agencia misionera donde sirvo. Aplicó con una buena recomendación de un pastor respetado. Para ser entrevistado por videoconferencia tuvo que viajar a un pueblo para tener acceso a internet, debido a que el lugar donde estaba sirviendo en un área de selva no tenía acceso a la tecnología y comodidades de las ciudades. Durante el transcurso de la entrevista, era obvio que no se destacaba en el ámbito intelectual; incluso nos contó que había aprendido a leer como adulto durante un encarcelamiento poco antes de convertirse. Pero debido a su buen testimonio posterior, el fruto de la obra misionera que estaba haciendo, además de su humildad y entrega, fue aceptado como misionero por la junta de directores. Aunque los directores reconocieron que no tenía mucha educación, les impactó el hecho que estaba sirviendo en un lugar donde pocos estarían dispuestos a ir, sirviendo entre gente de bajos recursos en lugares remotos donde el misionero gozaba del respeto de su gente.
La educación valorada en el fundamentalismo desde sus comienzos
No le falta ironía al hecho de que muchas instituciones académicas ahora famosas y liberales como Harvard, Yale y Princeton fueron fundadas como instituciones teológicas conservadoras. Cómo varias de estas instituciones cayeron en apostasía –en algunos casos por maniobras engañosas de ciertas personas o grupos– está documentado en The Leaven of the Sadducees, 1926, por Ernest Gordon entre otras obras.
La evidencia de que el fundamentalismo en general no desprecia la educación es visto en que no demoraron en establecer sus propias instituciones educativas al separarse de las denominaciones y seminarios que estaban cayendo en apostasía.
Las instituciones educativas de los fundamentalistas ha sido una de las claves de la propagación del movimiento. La gran cantidad de institutos es un testimonio de cooperación entre líderes con los mismos valores doctrinales. En un instituto típico, aun los que son un ministerio de una iglesia local, utilizan a pastores de su zona geográfica para ayudar con la carga de la enseñanza de los cursos.
Iglesias locales eran ideales para comenzar institutos bíblicos, dado que podrían entrenar a sus propios miembros (y los de iglesias hermanas cercanas) mientras seguían sirviendo bajo su pastor en la iglesia local. Con sus salones de escuela dominical a la disposición, no requería facilidades apartes, manteniendo el costo al mínimo. Con frecuencia los pastores de iglesias hermanas cercanas servían como maestros.
En algunos casos iglesias locales comenzaron con algo sencillo como clases nocturnas para entrenar maestros de escuela dominical sin exámenes ni créditos hacia un título académico. Al crear un interés en sus estudiantes por algo más profundo y extenso, en algunos casos se logró avanzar a una enseñanza más estructurada y formal, con matrícula de estudiantes, exámenes, libros de texto, proyectos escritos y créditos hacia algún diploma. Algunas instituciones ofrecieron material para facilitar el aprendizaje autodidáctico.
En un bachillerato de artes tradicional, se toma cursos en literatura clásica, psicología, etc. En contraste, en un instituto bíblico se da prioridad a cursos de Biblia y asuntos prácticos del ministerio.
En el siglo XIX la expectativa en Estados Unidos y Europa consistía de un mínimo de siete años de entrenamiento académico posterior a la secundaria para el que anhelaba ser ministro. Dicho tiempo prolongado y los arduos requisitos (aparte del cumplimiento de la secundaria) para ser aceptados por seminarios tenían el efecto de excluir a muchos que deseaban servir como pastores o misioneros.
La motivación de los promotores del modelo de institutos bíblicos no era de carácter antiintelectual, sino de practicidad y eficiencia. Esto se destaca por medio de sus testimonios:
[A. J. Gordon, fundador de la Escuela de Formación Misionera de Boston] Lejos de intentar interferir con cualquier escuela superior de aprendizaje bíblico, o alentar un atajo hacia el ministerio, el trabajo se emprendió únicamente para el beneficio de aquellos que no podían, bajo ninguna posibilidad, aprovecharse de estas oportunidades; … el propósito distintivo de todas estas escuelas es reclutar hombres para el servicio misionero que de otro modo no podrían obtener ninguna preparación. Los solicitantes de admisión provienen del banco de carpintero, del taller de pintor, de la sastrería, algunos de ellos confesando un deseo que los había agobiado durante años de entregarse al servicio misionero, pero no viendo ninguna oportunidad para ellos hasta que esta puerta abrió. Todos son pobres y se han comprometido durante su aprendizaje a trabajar para sus gastos en los lugares que la oficina del Tabernáculo pueda proporcionarles. (Brereton, Virginia Lieson. Training God’s Army: The American Bible School, 1880-1940. Indianapolis: Indiana University Press, 1990, p. 66)
Los fundadores del Instituto Bíblico de Los Angeles plantearon un argumento similar: «creían que había hombres y mujeres jóvenes deseosos de participar en las diversas formas de actividad cristiana a quienes se les habían negado privilegios educativos avanzados. Sin descartar la conveniencia de dicha capacitación cuando fuera posible, se estimó sin embargo que se podría poner a disposición de estos jóvenes un amplio campo de utilidad proporcionándoles las facilidades de formación necesarias para que, tras unos pocos años de trabajo intensivo con profesores cualificados y experimentados, pudieran dedicarse a trabajos adecuados a sus variadas habilidades.» (Brereton, Virginia Lieson. Training God’s Army: The American Bible School, 1880-1940. Indianapolis: Indiana University Press, 1990, p. 66)
[Los argumentos de A. T. Pierson, sucesor de Charles Spurgeon en el Tabernáculo Metropolitano, a favor de un tiempo de formación más breve] Hemos observado a menudo que los siete años de nuestra vida universitaria y de seminario no pocas veces dejan a los candidatos con un escalofrío crónico. El retiro prolongado del trabajo activo y la absorción en el mero estudio no son favorables para el celo ardiente. Los estándares intelectuales a menudo desplazan los ideales espirituales más elevados. (Brereton, Virginia Lieson. Training God’s Army: The American Bible School, 1880-1940. Indianapolis: Indiana University Press, 1990, p. 61-62)
La autora Virginia Brereton hizo un estudio detallado del movimiento de institutos bíblicos entre 1880-1940 y expresó la motivación del siguiente modo: “Simplemente querían abrir otras vías más cortas y accesibles al servicio cristiano, y temían que la iglesia perdiera dones y talentos potencialmente valiosos al insistir rígidamente en un largo curso de instrucción”. (Brereton, Virginia Lieson. Training God’s Army: The American Bible School, 1880-1940. Indianapolis: Indiana University Press, 1990, p. 63)
Una forma de medir el éxito de los institutos bíblicos fue su rápido crecimiento. El Instituto Bíblico Moody, por ejemplo, empezó con un edificio modesto de tres pisos en 1889. A finales de 1927, la escuela tenía treinta y cuatro edificios que ocupaban varias «manzanas» de la ciudad de Chicago. Llegó a ser considerado el «West Point del Fundamentalismo». El Instituto Bíblico de Los Angeles comenzó en un par de salones sobre un salón de billar en el centro de Los Angeles en 1908. Para el año 1914 bajo el liderazgo de R. A. Torrey había crecido al punto de ocupar el edificio más alto de la ciudad de Los Angeles en aquel tiempo. Millares de siervos de Dios fueron entrenados efectivamente en institutos bíblicos para la viña del Señor y han impactado al mundo con el mensaje transformador del evangelio.
Asuntos que enfrentan los seminarios
La mayoría de las instituciones educativas que originalmente se establecieron con el objetivo original de preparar a pastores, evangelistas, misioneros y educadores cristianos han sido enfrentados con la decisión si deberían expandirse para entrenar a creyentes para carreras en el mundo secular. La atracción es obvia. ¿No sería atinado ofrecer educación para carreras como en contabilidad, medicina, ingeniería y mecánica en un ambiente totalmente cristiano? En algunos casos se ha logrado fusionar la educación ministerial con la de carreras seculares en el mismo complejo educativo sin perjudicar el ambiente espiritual, en otros casos no. Algunas instituciones lo han hecho sin comprometer sus estándares. El seminario donde obtuve mi maestría en teología ahora ofrece educación en áreas aparte del ministerio. Mediante testimonios recientes, he oído que el seminario no ha bajado sus normas para los que estudian para una carrera secular. Todos los estudiantes, irrespectivo de lo que estudian, tienen que asistir a capilla, asistir fielmente a la iglesia local, y deben servir en algún ministerio de la iglesia. El problema es que muchas instituciones educativas que se crearon para educar a pastores, evangelistas, misioneros y educadores cristianos han bajado sus normas y reglas considerablemente para atraer y retener a estudiantes interesados en una carrera secular. Si la unidad de educación secular crece de forma desmedida, fácilmente se podría perder el enfoque y propósito original de preparar a futuros predicadores para el ministerio. Esto requiere mucha precaución y discernimiento.
Aun si la administración misma de un seminario se mantiene por el buen camino, serán probados al surgir diversas situaciones. Cuando los profesores renuncian, por ejemplo, esto provoca un esfuerzo urgente para contratar un reemplazo, ya que los estudiantes cuentan con tomar clases a tiempo para completar sus estudios sin interrupciones. En la búsqueda del seminario para llenar las vacantes a tiempo, pueden enfrentar grandes dificultades en encontrar maestros que estén académicamente calificados, tengan los puntos de vista doctrinales correctos y estén dispuestos a aceptar los salarios modestos ofrecidos. Las limitaciones de tiempo y la disponibilidad limitada de docentes del cual escoger pueden dar lugar a malas decisiones, que, multiplicadas con el tiempo, inevitablemente se traducen en grandes cambios en el salón de clase, incluso en doctrina.
Hay casos en la cual la administración pudiera tener la doctrina correcta junto con una filosofía incorrecta. Conozco de un colegio bíblico que por muchos años tenía la reputación de un ambiente espiritual que atrajo a alumnos consagrados donde se prepararon muchos líderes para la obra de Dios (incluyendo mi hermana mayor, actualmente misionera en Honduras). Sin embargo, una nueva administración anheló tener equipos deportivos estudiantiles de alta categoría para tener una alta probabilidad de ganar en competencias con otras instituciones educativas. Empezaron a ofrecer becas para atletas. El resultado fue que se atrajo a estudiantes con más interés en deportes que la Biblia y el servicio cristiano. Esto totalmente cambió el ambiente de la institución. Las iglesias que antes eran leales dejaron de enviar estudiantes. El seminario se cerró. Generalmente las instituciones no cierran debido a un solo factor, no obstante, el testigo que presenció lo que ocurrió sintió que la decisión de otorgar becas a atletas fue el comienzo de la ruina de lo que una vez fue una institución fundamentalista de buena influencia.
Fundamentalistas intelectuales
Desde el principio la gran mayoría de los líderes fundamentalistas no han tenido una actitud antiintelectual. Veamos, por ejemplo, el nivel de dedicación académica de Arno Gaebelein (1861-1945), uno de los primeros líderes fundamentalistas. Fue conferencista en las conferencias Niagara y Sea Cliff, además de haber sido uno de los contribuyentes a la serie de libros Los Fundamentos:
Me sumergí bastante en el estudio. Compré libros de gramática, diccionarios y libros de lectura en seis o siete idiomas. Durante muchos meses me levanté todas las mañanas a las cuatro y dediqué tres horas de estudio intenso antes del desayuno. Cada hora libre del día se utilizaba de la misma manera. Llevaba conmigo pequeños cuadernos en los que estaban escritos verbos, sustantivos, adjetivos y oraciones en hebreo, arameo, árabe, siríaco y persa. Si tenía que esperar a alguien, o incluso mientras caminaba por la calle, salía la libretita. (Gaebelein, Arno C. Half a Century. New York: Publication Office “Our Hope”, 1930, p. 11)
Robert Dick Wilson (1856-1930) probablemente tuvo la formación académica más impresionante de todos los fundamentalistas. En su misión por defender el texto hebreo del Antiguo Testamento, estudió 45 idiomas y dialectos. Su plan de estudio fue invertir quince años en el estudio de idiomas, y luego quince años en el estudio de textos bíblicos, para entones dedicar quince años a escribir para compartir sus conclusiones. Escribió varios libros, los más conocidos siendo A Scientific Investigation of the Old Testament (Una investigación científica del Antiguo Testamento) y Is the Higher Criticism Scholarly? (¿Es erudita la alta crítica?). Enseñó en el Seminario Princeton por muchos años. Wilson a los 74 años de edad formó parte de los que establecieron el Seminario Westminster junto con Machen cuando notaron que Princeton estaba en declive en su postura teológica. Wilson participó como conferencista en la conferencia de Winona Lake de 1909, 1922, y en la novena conferencia de la WCFA (Asociación Mundial de Fundamentos Cristianos) en 1927, la cual se reunió en Atlanta.
En tiempos más recientes, se podría destacar la erudición de un fundamentalista cuyo libro traducido al español ha dejado su huella en el ámbito de la teología conservadora en Latinoamérica. Se trata de un volumen de unas mil páginas publicado en 1981 como Willmington’s Guide to the Bible, conocido en español como Auxiliar Bíblico Portavoz, por el Dr. Harold L. Willmington (1932-2018). De sus voluminosas páginas brota un excelente caudal de información bíblica.
Aunque en algunos casos no reciban el reconocimiento merecido, hay gigantes intelectuales entre líderes hispanos fundamentales. Un ejemplo sería el Dr. Joseph Barboza, pastor actual de la Iglesia Bautista Cristiana de Nacogdoches en Texas, Estados Unidos, desde 1978. Él ha cursado estudios en Rusia, Brasil, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Conoce o ha estudiado ocho idiomas (portugués, español, inglés, francés, ruso, latín, griego y hebreo). Como ejemplo de su nivel de erudición, ha viajado a la biblioteca del Vaticano como parte de estudios investigativos. Aunque el Dr. Barboza es un gigante intelectual, él es humilde y se identifica con la gente común. He tenido el privilegio de participar en dos conferencias con el Dr. Barboza y he visitado su iglesia, y puedo decir basado en experiencia propia que él se conduce como un humilde siervo de Dios. Por ejemplo, cuando le trajimos a enseñar griego en el seminario donde sirvo, al preguntarle qué hotel del área deseaba, me dijo que no tenía preferencia, que nosotros lo podíamos escoger por él.
Uno debe cuidarse de no perder el equilibrio
La siguiente anécdota de parte del Dr. R. A. Torrey sirve para recordar que uno debe cuidarse de no perder el valor de lo práctico y el evangelismo al procurar una educación avanzada:
Cuando estaba en el seminario teológico, el Sr. Moody vino a New Haven. Habíamos oído acerca de este hombre sin educación y nosotros, aspirando ser teólogos, ya con nuestros bachilleratos y a punto de recibir nuestros títulos posgrados y doctorados, dijimos: “Vayamos y escuchemos a este hombre”. Pensamos que le animaría que asistiéramos a su reunión. Fuimos, pero no parecía estar especialmente animado con nuestra presencia allí; parecía pensar que éramos como todos los demás. Pero descubrimos que, aunque este hombre nunca había ido a la escuela secundaria, nunca había acabado la escuela primaria, nunca había ido al seminario, descubrimos que había aprendido algo que nosotros nunca habíamos sido enseñados. Él había aprendido cómo llamar la atención a la gente y llevarlos a Cristo. Algunos de nosotros pusimos nuestro orgullo en nuestros bolsillos y fuimos a él y le pedimos que nos enseñara cómo hacerlo. Él dijo: “Vengan mañana por la noche”. Regresamos, y el Sr. Moody entró y nos ofreció textos bíblicos para utilizar y luego dijo: “Caballeros, ¡adelante!” Seguí su consejo, fui para adelante y he estado involucrado en ello desde entonces. Eso me hizo más bien que todo mi curso teológico en Yale. (Torrey, R. A. “The Most Effective Form of Aggressive Evangelism” Winona Echoes. Winona Lake, IN: The Conference Committee, Aug. 1907, p. 137)
El hecho de que por lo general se valora la educación en el fundamentalismo bíblico lo sé por cuenta propia por haber estado involucrado en el campo de la educación ministerial por 20 años, como parte del plantel docente de tres colegios bíblicos y además como profesor visitante en varios más. Hay líderes hispanos fundamentales que están haciendo una tremenda obra en el área de la educación. Un ejemplo sería el Colegio Bíblico Bautista de Estudios Superiores en San Luis Potosí bajo el pastor Luis Ramos. Actualmente cuenta con 5 especialidades: Teología pastoral, Ministerio Cristiano, Ministerio de Música, Educación Cristiana y Traducción Bíblica. El programa de traducción bíblica incluye instrucción en griego y hebreo. El motivo primario es la preparación de hispanos para la traducción a idiomas sin traducción bíblica, o donde no han tenido una traducción basada en el Texto Recibido. El colegio Bíblico comenzó en el año 1994 y según su sitio cibernético, han visto graduar a más de 782. (https://ibbslp.mx/home/colegio-biblico-bautista-de-estudios-superiores/)
Fundamentalistas opinando sobre el intelectualismo
Veamos una selección de lo que opinan varios escritores fundamentalistas acerca de la educación y las acusaciones de antiintelectualismo en su movimiento:
Es un profundo error sugerir que el fundamentalismo es antiintelectual. Es cierto que hay algunos entre nosotros que defienden este punto de vista y ciertamente están equivocados. También es incorrecto impugnar los motivos de los evangélicos que son eruditos. El problema surge cuando la erudición cristiana deja de tratarse de servir a la Iglesia y comienza a tratarse de la respetabilidad y el prestigio a los ojos de los hombres. El nuevo evangelicalismo buscó explícitamente este prestigio y, por lo tanto, provocó una rápida condena de los fundamentalistas contemporáneos. (https://eccentricfundamentalist.wordpress.com)
El neoevangélico quiere ser aceptado en los círculos intelectuales. Los fundamentalistas son despreciados por algunos liberales e intelectuales, y ahora incluso por algunos nuevos evangélicos. Nos miran con desprecio; y el Dr. Edward Carnell en su libro The Case for Orthodox Theology califica a los fundamentalistas como “personas que se han vuelto sectarias” y “fanáticos”, y aquellos con “una actitud mágica hacia la Palabra de Dios”. Esto va demasiado lejos. Si bien muchos fundamentalistas pueden ser hombres indoctos (también lo eran algunos apóstoles), sin embargo, hay y ha habido eruditos notables entre ellos. (Nettleton, David. Our Infallible Bible. Schaumburg: Regular Baptist Press, 1977)
Muchos académicos jóvenes fundamentalistas se sintieron resentidos por el hecho de que sus compañeros académicos no los miraban con respeto en sus disciplinas especiales. Debido a que eran fundamentalistas, se los consideraba deficientes intelectualmente y su trabajo no era reconocido por el mundo académico en general. Esto los molestó y los motivó a ajustar sus puntos de vista y su estilo para ser más aceptables para los líderes intelectuales de la época. Hubo cristianos en las iglesias apostólicas que tenían una inclinación similar, lo que causó que Pablo dijera: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8). El deseo de ser intelectualmente respetable a los ojos de un mundo sin Dios ha arruinado a muchos eruditos prometedores. … Honestamente debemos admitir, sin embargo, que algunos fundamentalistas sí evidencian una actitud antiintelectual. Tales personas evitan o critican los intentos serios, incluso de fundamentalistas piadosos, de explorar todas las riquezas de las Escrituras. Estos fundamentalistas se contentan con un enfoque “superficial”. (Pickering, Ernest D. The Tragedy of Compromise. Greenville: Bob Jones University Press, 1994, pp. 13-14; p. 33)
Cuando los hábitos de profesionalización se trasladan a la iglesia, inmediatamente comienzan a acentuarse las diferencias entre el pastor y la congregación, de la misma manera que se acentúan las diferencias entre los médicos y sus pacientes, los abogados y sus clientes. La diferencia surge del hecho de que uno posee conocimientos técnicos que el otro no. Cuando este modelo se traslada a la iglesia, sin embargo, produce al menos dos consecuencias adversas.
En primer lugar, la suposición que tiende a hacer un clero profesionalizado, a saber, que tienen el monopolio del trabajo en el que se han especializado, inquieta mucho al alma evangélica. El sentido de la inquietud puede explicarse de varias maneras. Para algunos parece una violación del sacerdocio de todos los creyentes; para algunos parece una violación de la política congregacional; y para algunos simplemente parece antidemocrático. El problema para el clero aquí es que ocupan un tipo de posición diferente a la de otros profesionales. Los clientes de médicos, abogados y similares ignoran en gran medida el campo de conocimiento en el que buscan ayuda, pero en cuestiones de fe, el «cliente» generalmente afirma tener un conocimiento considerable. …
La preocupación de los laicos a este respecto no carece de justificación. Si bien es cierto que el maestro de la Biblia tiene una autoridad especial en la iglesia, esta autoridad no deriva del estatus profesionalizado del maestro sino de la Palabra que se está enseñando, no del oficio de ministro sino de la verdad de que es su deber de exponer. Esta fue una de las afirmaciones básicas de la Reforma protestante, y sería extraño esperar que los evangélicos que rechazaron el magisterio de la Iglesia Católica se complacieran ahora en aceptar el magisterio de una profesión clerical moderna. (Wells, David F. No Place for Truth or Whatever Happened to Evangelical Theology? Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 1993, pp. 246-247)Y así, el pastor profesionalizado a menudo ha reducido el mundo incontrolable de la verdad de Dios por procedimientos, utilizando comités para disminuir la iglesia y técnicas psicológicas para disminuir el alma. La cruda verdad da paso a la práctica fluida, lo trascendente da paso a lo procedimental, las sacudidas y los momentos de descubrimiento cuando el mundo de Dios ilumina el nuestro dan paso a momentos en los que nuestro mundo somete al suyo. A medida que el mundo de la verdad cristiana se derrumba, las manos de los profesionales se extienden para apoderarse y vencer lo que no les pertenece por derecho. (Wells, David F. No Place for Truth or Whatever Happened to Evangelical Theology? Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 1993, p. 248)
La razón e intelecto humano no debe formar la base de lo que constituye la moralidad, la creación, el propósito de la vida, ni la teología. Hay muchas instituciones y profesores que no concuerdan con eso, y siempre hay algo de peligro si uno se somete a ser enseñado bajo esas condiciones. El cristiano nuevo o no bien establecido en la fe es el que corre más riesgo al estudiar bajo tales condiciones. Pero mientras el creyente logre compartimentar las limitaciones de la educación, no debe ser visto como una amenaza al creyente ni al predicador.
Algunos fundamentalistas parecen seguir el razonamiento de que “Dios lo dijo, y eso lo resuelve”, por lo tanto, es una pérdida de tiempo esforzarse por proporcionar una defensa académica de las verdades bíblicas. Tienen razón en el sentido de que la fe sencilla es necesaria para creer en la Biblia y aceptar a Cristo como Salvador. Esta verdad se ilustra en Marcos 10:15, que dice: “De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Sin embargo, la apologética bíblica enseñada con claridad y profundidad que no evitan áreas de dificultad pueden ser efectivas para guiar a los agnósticos y escépticos desde la duda y la burla a un punto en el que el Espíritu Santo pueda comenzar una obra en su corazón. El apóstol Pablo, un hombre altamente educado, fue muy usado por Dios, tanto cuando hablaba con sencillez como cuando hablaba con erudición. Nuestro motivo no debe ser el de lograr la alabanza y el reconocimiento de la erudición humana, especialmente a expensas de negar las verdades bíblicas, como los que llegan a afirmar que el libro de Génesis no puede aceptarse literalmente. Se puede extraer un ejemplo del debate creación-evolución. En los últimos 75 años, muchos hombres creyentes bien educados han escrito libros profundos sobre el creacionismo. Harry Rimmer, Henry Morris, Ken Ham, John Whitcomb, etc. No solo han ayudado a apuntar a los que dudan a Cristo, sino que también han sido útiles para fortalecer la fe de muchos cristianos.
Peter Masters, quien ocupa el pastorado en la iglesia anteriormente pastoreada por Carlos Spurgeon, contribuye al asunto una aportación valiosa:
Está mal informado y es tremendamente injusto decir que aquellos que se aferran tenazmente a la autoridad de una Biblia inspirada sospechan de la erudición. La cuestión, como ya se señaló, es: ¿qué tipo de erudición? Si bien los fundamentalistas son tradicionalmente grandes amantes de la erudición bíblica, desconfían mucho de la erudición incrédula. De hecho, lo rechazan por completo. ¿Qué puede entender un incrédulo de mente cínica acerca de los asuntos espirituales? ¿Cómo puede un enemigo del plan de salvación de Dios ser dotado en teología? La Biblia dice que la iluminación y unción de la regeneración es esencial para la comprensión espiritual. Agustín nombró a la fe como la primera calificación de un intérprete de la Sagrada Escritura. ¿Qué puede saber o decir un liberal?
El neoevangélico, sin embargo, adora virtualmente a los pies de la erudición incrédula. Se somete a cursos de estudios liberales, consulta a comentaristas liberales, cita a escritores liberales y les permite moldear y condicionar sus puntos de vista. Para ser justos, hay que decir que no está de acuerdo con los pronunciamientos más ofensivos de los liberales, e incluso está en desacuerdo con ellos. Pero, sin embargo, toma prestada y absorbe una cantidad masiva de su veneno, y esto es así porque el neoevangélico quiere ser aceptado en el mundo académico dominado por los liberales. Quiere brillar, ganar una buena reputación y posición, y ser considerado un buen miembro del amplio mundo de la erudición teológica.
Esta primera distinción entre fundamentalistas y neoevangélicos debería expresarse de una manera completamente diferente. Proponemos lo siguiente. Los fundamentalistas defienden el principio bíblico de que la fe evangélica es esencial para la verdadera erudición, mientras que los neoevangélicos están preparados para aprender de aquellos que ridiculizan la inspiración de la Biblia y están ansiosos por ganar aceptación en su mundo. (Masters, Peter. Are we Fundamentalists? London: Sword and Trowel, 1995, pp. 13-14)
Doctorados honoríficos
En el fundamentalismo parece como que hay muchos con doctorados exclusivamente honoríficos. No deseo minimizar la aparente sabiduría y experiencia en el ministerio que generalmente representa el otorgamiento de un doctorado honris causa; y se reconoce que en la experiencia del ministerio hay cosas que se captan que no se pueden aprender en un libro de texto o en un salón de clase. Tampoco negamos que algunos han demostrado por sus escritos y profundidad de enseñanza y predicación que han logrado un nivel de estudio personal que se asemeja en algún modo a un doctorado académico. Aun así, se debe entender y reconocer que un doctorado honorífico no es lo mismo o un sustituto por el rigor y la disciplina que representa un título académico.
Algunos han compartido sospechas conmigo que en algunos casos se han otorgado doctorados honoríficos por motivos de amistad, o para premiar a un pastor que ha dirigido muchos estudiantes a su institución, u otros motivos ajenos al propósito tradicional por otorgar un doctorado honorífico. Si estas sospechas reflejan la realidad en ciertos casos, sería un caso de abuso si se ha otorgado doctorados a los que no lo ameritan. Si esto está ocurriendo, es injusto para los que merecieron su doctorado honorífico. El peligro de abusar de la práctica de doctorados honorarios es que podría representar amistad con líderes o lealtad a una institución, y no los rigores de logros académicos o su equivalente a través de logros medibles en el ministerio que manifiestan conocimiento y sabiduría.
La esperanza de obtener un doctorado honorífico por medio de alguna conexión ministerial podría tener el efecto de perder la motivación por procurar estudios académicos avanzados. Si una gran cantidad de líderes se identifican como doctores teniendo solamente un título honorífico, podría tener el efecto de abaratar su significado, sin aún considerar como deben sentir los que han invertido años de esfuerzo y disciplina académica para lograr un doctorado legítimo en todos los sentidos.
Respeto por los que han sido fieles
Aunque respeto mucho a grandes hombres de Dios que son eruditos, a la vez tengo mucho respeto por una gran cantidad de pastores que no se destacan por su erudición, pero que han sido fieles por muchos años. Algunos de estos pastores se encuentran en ciudades pequeñas o zonas rurales, y por tanto no es de sorprender que sus iglesias no sean de las más grandes, y en algunos casos tienen que ocupar un trabajo secular porque su iglesia no tiene los ingresos suficientes para pagarles un salario merecido. Estos pastores son casi desconocidos fuera de su zona, quizás no son invitados a dar conferencias a nivel nacional, y quizás algunos no predican con mucha elocuencia; sin embargo, son mis héroes en la fe.
Falta de literatura
Mi observación personal es que el fundamentalismo hispano está produciendo poca literatura. La falta de una monografía de la historia del fundamentalismo en español dentro de 100 años de surgir el término es tan solo un ejemplo. Sin embargo, algo que he notado es que algunos que han escrito y traducido extensamente (mayormente para el beneficio de su propio ministerio) no siempre han hecho un esfuerzo para asegurar que su material sea fácilmente accesible para el beneficio de otros fuera de su círculo de influencia. Con el advenimiento del internet, ya no hay excusa por no compartir escritos propios y traducciones para el beneficio de creyentes por todo el mundo. Aunque es obvio que su propio ministerio debe tener prioridad, si uno no comparte sus escritos con otros más allá de las paredes de su propia iglesia o sus amigos pastores, está severamente limitando el alcance potencial de su obra. Desde 1996 he provisto literatura a través de literaturabautista.com para facilitar la distribución de material de doctrina sana sobre muchos temas de interés.
Aunque se refería al panorama literario evangélico en 1959, un escritor expresó su frustración con “lagunas” en la literatura evangélica del siguiente modo:
Nos faltan hombres. Y esto trae consigo que quienes escriben o traducen lo hagan sacando fuerzas de flaqueza, sin tiempo para prepararse debidamente, atropellados. Y, por otro lado, nos vemos, a veces, casi obligados a aceptar y propagar una literatura evangélica que no nos satisface, pero que resignadamente escogemos por falta de algo mejor. (Marín, Manuel Gutiérrez. “Lagunas en nuestra literatura evangélica” Pensamiento Cristiano. Dic. 1959, p. 313)
Se reconoce que hay muchos fundamentalistas capacitados para escribir, que sin embargo son absorbidos por el trabajo práctico de su ministerio.
En el fundamentalismo hispano ha habido pocas opciones para los que desean dedicarse a obtener un título de maestría o doctorado teológico en una institución abiertamente fundamentalista si el estudiante solo conoce español. La gran mayoría de hispanos que conozco que han obtenido un título teológico de postgrado lo han hecho estudiando en inglés. La expansión de opciones de estudios por internet en instituciones fundamentalistas de habla hispana parece prometedor para los que desean estudios posgrados.
Peligros y beneficios de la educación avanzada para seminaristas
¿Qué debe ser nuestra actitud hacia el fundamentalista que desea no solamente una educación teológica básica, sino un doctorado? Qué de los casos dónde cierta especialidad requiere continuar estudios fuera de instituciones fundamentalistas? El que solo habla español y desea más de un año o dos de griego o hebreo, por ejemplo, probablemente tendrá que estudiarlo en una institución no fundamentalista. ¿Cómo se debe proceder en estos casos?
A continuación, deseo aportar algunas traducciones selectas con mis comentarios de una serie de artículos titulado “Fundamentalistas y la erudición” por el Dr. Kevin Bauder, quien al momento de la escritura fue presidente del seminario fundamentalista Central Baptist Theological Seminary donde estudió mi papá. (https://sharperiron.org/article/fundamentalists-and-scholarship-part-1)
La parte del escrito del Dr. Bauder que considero más valiosa son los peligros y los beneficios de estudios académicos avanzados teológicos de parte de fundamentalistas bíblicos. En cuanto a los peligros, Bauder comienza afirmando primeramente que “consume recursos considerables”. Si alguien procura un doctorado, por ejemplo, “se convierte en un trabajo de tiempo completo en sí mismo y le deja muy poco tiempo para la recreación, las relaciones o el ministerio”.
El segundo peligro de la erudición que Bauder enumera, aplica en casos cuando se procura educación más allá de lo ofrecido en instituciones fundamentalistas. Digamos que un alumno acaba su educación teológica en una institución fundamentalista, pero desea estudios avanzados en un área especializado (en la arqueología, por ejemplo) donde la enseñanza es mínima o inexistente en seminarios fundamentalistas. Aquí Bauder clasifica el segundo peligro de la erudición como “el riesgo de subversión”. Luego lo amplía del siguiente modo:
En muchas disciplinas, los académicos estarán expuestos a pensamientos que son repugnantes para su cristianismo. Esta exposición les llegará en formas muy creíbles, a menudo respaldadas por la autoridad del prestigio académico. Los eruditos cristianos deben enfrentar estas ideas de manera justa, porque los eruditos que rechazan ideas sin comprenderlas han traicionado su llamado. El problema es que una evaluación justa de las ideas significa abrirse a la posibilidad de ser convencido. … Lo que es aún más peligroso es que algunos académicos se niegan a cambiar de lugar cuando cambian sus puntos de vista. Sus nuevas ideas pueden resultar repugnantes para las organizaciones cristianas a las que están afiliados, pero no cambian sus afiliaciones. No es raro que los académicos que han cambiado su forma de pensar intenten subvertir silenciosamente las organizaciones con las que se les ha identificado. El resultado es que a veces instituciones enteras se han visto obligadas a negar aquello para lo que fueron creadas. La erudición conlleva el riesgo de subversión, y algunos creen que no vale la pena correr ese riesgo.
Es muy cierto lo que se acaba de señalar. Personalmente conozco algunos que han abandonado el fundamentalismo después de emprender estudios en instituciones ajenas. A la vez, conozco algunos que estudiaron en tales instituciones y se han mantenido firmes y decididos por la causa de la sana doctrina y ahora sirven como profesores en seminarios fundamentalistas y escriben con lucidez y erudición.
La Biblia puede resistir el escrutinio y el examen minucioso justo, pero algunos incrédulos en su astucia utilizan medios injustos y engañosos en sus campañas en contra de la confiabilidad de la Biblia, lo cual puede confundir al que tiene una mente demasiado abierta o sin barreras auto impuestas. También hace falta reconocer que hay lo que pertenece solo en el ámbito de la fe (tal como los milagros) que no se puede explicar racionalmente.
En su estudio, Bauder luego opina que el tercer peligro es “orgullo de intelecto”. Bajo esto añade:
Los académicos pasan largos años dominando sus disciplinas. Por lo general, se ganan el derecho a reclamar títulos que inspiran respeto en el mundo en general. Se les consulta sobre cuestiones difíciles. Pueden llegar a tener una opinión muy alta de sí mismos y, en consecuencia, a pensar con desdén del mundo no académico. En resumen, los académicos tienen potencial para volverse arrogantes y elitistas. … Algunos académicos, sin embargo, presumen el derecho de hablar con autoridad fuera de sus disciplinas. Incluso pueden hablar con autoridad sobre cuestiones que en gran medida ignoran. El orgullo por su conocimiento y la arrogancia del intelecto pueden conducir a tal comportamiento.
Existe el peligro de que los asuntos que involucran el pensamiento crítico pueden atraer a personas que les encanta discutir y que son orgullosos de su intelecto. A menos que el pensamiento crítico cristiano esté centrado en las verdades de la Palabra de Dios y en sumisión a la dirección del Espíritu Santo, puede degenerar fácilmente en una superioridad carnal, un emprendimiento que no da testimonio de la semejanza al ejemplo de Cristo.
Hay otros riesgos que no se mencionó en el estudio de Bauder. Uno sería que el fundamentalista que obtiene un doctorado en una institución reconocida no fundamentalista probablemente será tentado con ofrecimientos de empleo de parte de instituciones que podrían pagar un sueldo mucho más elevado de lo que se esperaría en un ministerio fundamentalista.
Después de enumerar sus tres peligros, Bauder aporta consideraciones para evaluarlos:
Primero, el costo de la educación avanzada (y es alto) debe sopesarse con sus beneficios. Es imposible saber si la educación es demasiado cara hasta que sepamos su valor. Sabemos que cuesta algo, pero no sabemos si cuesta demasiado. Por supuesto, no vale la pena sacrificar algunas cosas buenas (cordura, familia, devoción, ministerio), ni siquiera por la erudición. Sin embargo, no debemos comenzar presumiendo que la búsqueda de erudición sea menos valiosa que las grandes campañas evangelísticas, los programas de construcción de iglesias o el envío de un número particular de misioneros. Incluso podríamos preguntarnos si la evangelización o las misiones podrían ser más efectivas si tuviéramos una mayor participación académica en estas tareas.
En segundo lugar, si bien la subversión es un riesgo grave, no está claro que podamos evadir la subversión evitando la erudición. Vale la pena mencionar tres consideraciones. En primer lugar, los académicos no son las únicas personas que abandonan las creencias que alguna vez tuvieron. En segundo lugar, cuando las personas sólo pueden respaldar una convicción negándose a escuchar las pruebas en su contra, en realidad no mantienen la convicción. Ya han admitido de facto que su supuesta convicción no puede resistir un examen. En tercer lugar, en casi todos los casos la refutación del error proviene de eruditos que han estudiado y comprendido el error. Pensadores como Ireneo, Agustín, Lutero, Calvino, Edwards y Machen poseían un conocimiento detallado de los errores que refutaban. … una fe cristiana que no pudiera sobrevivir al examen crítico no sería una gran fe, y necesitamos eruditos cristianos que estén dispuestos a poner a prueba las ideas cristianas frente a cada desafío incrédulo. Así es como aprendemos a articular nuestras opiniones de manera cuidadosa y coherente.
En tercer lugar, el orgullo del intelecto es un pecado al que algunos eruditos son susceptibles. Pero el orgullo de la ignorancia es un pecado al que son susceptibles algunos no eruditos. ¿Qué es más cómico: una chica que se enorgullece de ser bonita o la chica fea que celosamente la acusa de orgullo? La diatriba de los ignorantes contra la erudición es a veces cómica, pero rara vez son persuasivas. En cualquier caso, el problema no es ni la erudición ni la ignorancia. El problema es el orgullo, y es propiedad común de la raza humana.
Es cierto que la erudición conlleva ciertos riesgos. Sin embargo, estos peligros por sí solos no son motivo para renunciar a la tarea académica.
Aunque no considero al fundamentalismo bíblico como antiintelectual por lo general, reconozco al igual que Bauder que no han producido una cantidad adecuada de eruditos. En su escrito Bauder prosigue señalando que, aunque hay riesgos con el estudio académico avanzado como se detalló, también hay riesgos por no procurar tener eruditos dentro del fundamentalismo. Observa que “Si los cristianos evitan la tarea de la erudición, entonces abandonan la disciplina a los incrédulos”. El autor continúa compartiendo su sabiduría:
Si no contamos con eruditos cristianos, los resultados serán desastrosos. No tendremos respuestas para los errores cuando surjan. Peor aún, ni siquiera sabremos las preguntas que deben responderse. Puede que ni siquiera nos demos cuenta de que existe un error hasta que haya tenido años para afianzarse en el mundo académico, desde donde podrá ejercer una influencia magnética sobre el pensamiento popular.
Necesitamos eruditos cristianos. ¿Necesitamos académicos fundamentalistas? Bueno, si no tenemos académicos fundamentalistas que interactúen con el mundo académico, entonces nos veremos obligados a buscar liderazgo intelectual fuera del fundamentalismo. Si los fundamentalistas quieren obtener respuestas a sus preguntas, tendrán que recurrir a los no fundamentalistas. Después de un tiempo empezarán a preguntarse si los fundamentalistas toman realmente en serio el cristianismo, ya que no se molestan en responder a los desafíos más básicos. A largo plazo, las personas gravitarán hacia el liderazgo que más les ayude.
En segundo lugar, el fundamentalismo en sí es una idea que generalmente no se sostiene entre los cristianos contemporáneos. En otras palabras, los fundamentalistas creen que la mayoría de los cristianos que afirman el evangelio son culpables de algún nivel de error. Emitir un juicio así sin defenderlo es pura arrogancia. Sin embargo, para defender sus creencias, los fundamentalistas deben hacer más que lanzar diatribas y publicar panfletos dirigidos al público. Deben abordar seriamente las ideas que distinguen al fundamentalismo de otras formas de cristianismo, y ese es trabajo de los eruditos.
Para decirlo sin rodeos, si el fundamentalismo no tiene académicos, entonces puede esperar que su credibilidad y sus seguidores se erosionen. Sin académicos, el fundamentalismo corre el riesgo de ser dominado por demagogos y pontificadores. Sin académicos, los fundamentalistas no podrán responder a las preguntas actuales ni siquiera defender sus propias diferencias. La gente tendrá que buscar liderazgo intelectual en otra parte e inevitablemente transferirá su lealtad a quienquiera que proporcione ese liderazgo.
Necesitamos eruditos. Necesitamos eruditos cristianos. Necesitamos académicos fundamentalistas. Este hecho no quiere decir que la erudición sea más importante que otros llamamientos. Pero las consecuencias de no contar con académicos fundamentalistas probablemente serán mucho más graves que las consecuencias de no contar con mecánicos o panaderos fundamentalistas. De alguna manera debemos encontrar una manera de fomentar la erudición dentro del fundamentalismo.
Al continuar la serie de artículos, el autor añade más observaciones acerca de la urgencia de la necesidad de más eruditos dentro del fundamentalismo bíblico:
En resumen, el fundamentalismo adolece de una grave deficiencia de eruditos teológicos reconocibles. Mientras esta deficiencia persista, se producirán varias consecuencias. En primer lugar, el fundamentalismo carecerá de un “sistema de alerta temprana a distancia” para el desarrollo de herejías. En segundo lugar, el fundamentalismo carecerá de credibilidad mientras carezca de defensores capaces. En tercer lugar, los fundamentalistas se verán obligados a buscar en otra parte las respuestas más convincentes a los problemas actuales. Cuarto, a largo plazo, los fundamentalistas seguirán a aquellos líderes que proporcionen las mejores respuestas, lo que significa que podemos esperar que la gente abandone el fundamentalismo institucional. Si este precio es demasiado alto, entonces los fundamentalistas deben preocuparse por producir académicos que puedan articular y defender su posición.
Luego Bauder trata con la excusa (que él llama una “mentira” y un “embuste”) más común con que se intenta disuadir a estudiantes de teología de procurar estudios avanzados:
Es evidente en el embuste tan repetido de que demasiada educación privará a una persona de su vitalidad espiritual, su celo evangelístico o lo que sea. Ésta es la razón fundamental para la insistencia en que el aprendizaje avanzado es una pérdida de tiempo cuando uno podría estar predicando la Palabra y guiando almas a Cristo.
Estos argumentos suenan persuasivos hasta que uno se da cuenta de que se podrían decir las mismas cosas sobre casi cualquier actividad. ¿Por qué perder todo el tiempo que dedicamos a comprar alimentos, cocinar y comer? ¿No podría dedicarse ese tiempo a la oración? ¿Por qué gastar energía casándonos y criando hijos cuando podríamos estar ganando almas? ¿Por qué tomarnos el tiempo para cultivar un campo, practicar el piano o hacer la cama por la mañana? La respuesta es que estas actividades son aspectos, y a veces necesarios, de nuestra propia humanidad. Ser un buen cristiano no requiere que nos volvamos menos humanos o que abandonemos las actividades humanas normales. Más bien, requiere que sometamos cada aspecto de nuestra humanidad al servicio de Cristo.
El escrito del Dr. Bauder es largo y continua con más aportaciones valiosas sobre el tema, pero concluiremos sus citas con la siguiente:
Sobre todo, si los fundamentalistas desean formar académicos, necesitarán un cambio de mentalidad. Deben llegar a creer que una persona que se siente frente a un escritorio durante horas todos los días, leyendo, pensando y escribiendo, está realizando una obra importante, incluso vital, para la causa de Cristo. Deben estar dispuestos a reconocer que la erudición no es pereza ni una forma de elitismo, sino un llamado digno que Dios da a algunos individuos, así como llama a otros a ser médicos, abogados, maquinistas y conserjes.
La lógica, el razonamiento y el sentido nos han sido dado por Dios para nuestro bien y protección, por tanto, uno no debe sentir que no agradaría a Dios desarrollar y mejorar esos dones mientras se mantiene dentro de parámetros bíblicos. Estoy de acuerdo con mucho de lo que el Dr. Bauder escribe sobre el asunto, pero quisiera compartir unas precauciones. Creo que el que procura educación teológica avanzada debe ya tener un fundamento sólido en sana doctrina antes de exponerse en las aulas donde se probará su fe. Creo que debe haber un propósito y una meta bien definida antes de considerar estudios avanzados. Los fundamentalistas comenzaron sus propios seminarios para que sus alumnos no tuvieran que estar expuestos abiertamente a la falsa doctrina y constantemente tener que separar lo falso de lo verdadero. No estamos sugiriendo que pastores fundamentales aconsejan a sus jóvenes llamados al ministerio a evitar seminarios fundamentales. Todo lo contrario. Lo que sugerimos es que, al acabar sus estudios en seminarios fundamentales, puede haber casos en la cual se justifica proceder a estudios avanzados fuera del fundamentalismo a pesar de los riesgos ya enumerados. Si debe o no procurar educación teológica avanzada depende de varios factores:
- Edad
- Capacidad y motivación intelectual
- Su llamado/planes futuros/metas
- Oportunidades/según Dios abre puertas
Hay líderes que no son perezosos en cuanto a trabajo físico, pero en un sentido sí lo son en lo intelectual. Puede ser que no evitan el trabajo duro físico, pero flojean en cuanto al estudio profundo y la lectura, a pesar de ser capaces en lo intelectual. Si es predicador, no llegará a su potencial en el púlpito, y predominará la superficialidad en sus enseñanzas y sermones. No estamos exaltando el estudio por encima del poder de Dios, pero el que es negligente no debe estar en espera de una unción especial en el púlpito.
Conclusión
El desarrollo del intelecto debe ser parte del equilibrio personal de un cristiano, según su capacidad y oportunidad. No obstante, debemos anhelar y orar por el poder de Dios más que desear inteligencia. La responsabilidad de ganar almas, discipular, tener el espíritu correcto y vivir en santidad no se debe descuidar al embarcarse en un camino en busca de la erudición. Uno debe pedir a Dios su ayuda y dirección para mantener un equilibrio y humildad.
Aunque la educación es importante, no deseamos despreciar de ninguna manera los que sirven a Dios en el ministerio fielmente de todo corazón con sencillez sin un diploma o título en teología. Algunos de los líderes más usados por Dios en la historia de la iglesia (incluyendo Spurgeon y Moody) no tuvieron estudios teológicos formales. Los campos están blancos para la siega, la mies es mucha, pero los obreros son pocos.
En los asuntos espirituales y en todos aquellos en que la Palabra de Dios habla con claridad, en lugar de hacer de la mente la fuente del orden y la lógica, el punto de partida para moldear nuestro pensamiento como cristianos debe ser la Biblia.
El pensar de forma crítica puede ser usado para bien o para mal. El cristiano sabio reconoce esto, y establece límites para asegurar que no se aparte de la enseñanza que es claramente bíblica. El diablo puede aprovecharse de una mente excesivamente abierta y lo puede llenar con filosofías y razonamientos humanistas.
Lo que la Biblia verdaderamente enseña de forma clara e indisputable debe ser considerado fuera de límites de la crítica que lo descartaría. Debe aceptar los relatos milagrosos en la Biblia por fe, por ejemplo. Habrá cosas que no entendemos o no podemos explicar, y en ese caso debemos ejercer la fe comparable al de un niño cómo se menciona en Marcos 10:15: “De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Nuestra meta con los estudios no ser para ser vistos como “sabios según la carne” (1 Corintios 1:26). El cristiano que toma en serio la Palabra de Dios no debe esperar mucho respeto del mundo intelectual al creer cosas bíblicas como la creación por Dios en seis días, la historia del diluvio de Noé, Jonás tragado por el gran pez, el nacimiento virginal de Cristo, la resurrección de Cristo, etc. La meta debe ser agradar a Dios y no al mundo, aunque el mundo por lo general respeta el hecho de que uno se ha esforzado a educarse. La Biblia enseña en 1 Corintios 2:5 que nuestra fe “no está fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”.
El creyente jamás pondrá a la Biblia misma, sus enseñanzas claras y el poder de Dios bajo examinación crítica buscándole fallas como se haría con un libro ordinario. Esto es debido a que la Biblia no es como cualquier libro, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Heb. 4:12