Desde el tiempo en que el hombre se apartó de la justicia y emprendió su vida de rebelión contra Dios, el hombre ha pensado acerca de Dios: ¿Quién es Él? ¿Dónde está? ¿A qué se parece? ¿Qué piensa Él? ¿Se interesa en nuestros asuntos? Estas y mil más de otras preguntas que han venido a las mentes de filósofos especulativos han sido discutidas a través de los siglos. La razón de los hombres ha dado muchas respuestas a estas preguntas, y ha pintado muchas figuras de Dios en sus distintas maneras de obrar. Pero ninguna de ellas ha imaginado a Dios como Él se nos presenta en su Palabra.
Los hombres han pensado de Dios confortando y consolando al triste, buscando y salvando al pecador, amando y perdonando al caído, demandando y juzgando los culpables, pero sólo Dios mismo puede revelarnos aquellos atributos que nos lo enseñan riendo.
Hay muchas clases de risa. Hay esa risa espontánea y contagiosa que excita los labios de todos los presentes, Hay esa risa tan cínica que hiela la sangre de los oyentes. Y Salomón habla de la risa del necio que es como el estrépito de las espinas debajo de la olla (Ecl. 7:6).
Sin embargo, hay otra risa que no es ni alegre, ni sarcástica, ni tampoco insana. Es la risa del Eterno. Cuatro veces en la Biblia encontramos esta risa de Dios, y el estudio de estos pasajes nos trae un mensaje solemne y grave que todos los hombres harían bien en escuchar y reflexionar sobre él. El primer ejemplo se encuentra en el Salmo segundo. Como muchos de los Salmos, éste es un Salmo Mesiánico. Me inclino a pensar que todos los Salmos son Mesiánicos, y que en cada uno de ellos se encuentra alguna fase de la persona y obra del Mesías en su primer advenimiento para redimir, o en su segunda venida para restaurar a los judíos a su lugar de poder y bendición, y a pagar y juzgar al mundo.
El Salmo segundo es el Salmo que revela el consejo secreto de la Divinidad. El Padre habla al Hijo. Más de mil años antes del nacimiento del Señor Jesucristo, el Rey de Israel, David, recibió la revelación del gran conflicto entre el mal y la justicia que habría de culminar en abierta rebelión contra Jehová-Dios y su Hijo-Mesías, el Señor Jesucristo. Sólo hay un gran odio verdadero en este mundo y este es el odio contra Jesucristo. Los hombres del mundo piensan bien de algún Jesús pequeño, el modelo moral de sus propias imaginaciones; pero el Señor Jesucristo-Dios, con su aborrecimiento eterno del pecado, con su inflexible regla de justicia, con su exigente demanda por la expiación del pecado, con su amante provisión de una salvación completa por el derramamiento de sangre, los hombres no lo quieren.
Porque este es el Cristo que es la misma imagen de Dios. Este es el Cristo de quien el Padre ha dicho, «El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió» (Juan 5:23).
Por medio de David tenemos la revelación del pensamiento de Dios acerca de la rebelión de los hombres contra sus consejos y su Cristo, «¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan vanidad? Estarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido». Esta palabra que se traduce «ungido» en nuestra versión castellana es en hebreo «Mesías», cuya forma griega nos da nuestra palabra «Cristo». Así la revelación divina nos da la investigación acerca de esta locura. ¿Por qué los hombres hacen tales tonterías? ¿Por qué se unen ellos de esa manera para resistir a Cristo y declarar la guerra contra Dios? ¿Creen los hombres que porque ellos viven en los días de la paciencia divina, pueden hacer lo que les plazca? ¿Piensan ellos que pueden impunemente burlarse de los eternos decretos de Dios?
Porque la resistencia contra el Señor Jesucristo no es otra cosa que la guerra declarada contra Dios. El Padre lee bien los corazones de sus criaturas cuando Él los cita en su rebelión diciendo contra Dios y Cristo, «Rompamos sus coyundas, y echemos de nosotros sus cuerdas». Esto es exactamente lo que la Humanidad quisiera hacer. ¡Si sólo las cuerdas puestas por Dios pudieran romperse! ¡Si solamente pudiésemos echar de nosotros las cuerdas que nos unen a Dios para seguir nuestro propio camino! «Esta es la condenación», nos dijo Jesucristo, «que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas» Juan 3:19).
No había nada nuevo en el odio que culminó en la muerte de Cristo. Cuando Dios les dio a los hombres el poder de gobernarse ellos mismos, se unieron en contra de Dios. Leemos en el libro del Génesis, que los hombres dijeron, «Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra» (Gén. 11:4). El corazón del hombre no ha cambiado desde entonces. El nombre de Dios, manteniendo los caminos de Dios, no es del agrado del hombre. Él quisiera poder quitar el dominio que a Dios le ha parecido bien poner sobre él. El hombre quisiera poder remontarse al mismo lugar de Dios y declararse el dios de su destino.
A menudo los hombres preguntan si el mundo se está volviendo mejor o si está empeorando. La Palabra de Dios nos dice que la iniquidad y la justicia existirán juntas hasta la venida de Jesucristo. Cuando los discípulos le dijeron al Señor que habían descubierto cizaña en medio del trigo, preguntaron si podrían arrancarla. Inmediatamente el Señor les ordenó que desecharan la idea de separar los dos. «No, porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo; dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega.» Y entonces Él declara que la siega era el fin de este siglo, cuando los ángeles de Dios serán sus agentes, quitando de la tierra los elementos dañinos.
De manera que tenemos la enseñanza del Señor de que lo bueno y lo malo crecerán juntos. No pensemos que el trigo será ahogado, pero tampoco esperemos que el trigo, con su roce con la cizaña, hará que ésta se vuelva trigo. Lo bueno no tiene esa clase de influencia sobre lo malo. Si así fuera, no tendríamos más que poner una manzana buena en un cesto de manzanas podridas, y pronto todas serían frutas buenas. Pero esto no es así, ni en la naturaleza ni tampoco en lo moral y espiritual.
El hombre es hoy lo mismo que siempre ha sido. Un prófugo y un rebelde contra Dios. Él puede, en algunas generaciones, esconder su rebelión un poco mejor que en otras; pero no hay cambio en su corazón. Los hombres que contra Dios edificaron aquella ciudad en los días de Babilonia tenían el mismo odio y enemistad contra Dios que los hombres que clavaron al Señor Jesucristo en la cruz. Si Él volviera a la tierra otra vez en humildad. Cristo no recibiría otro trato de los hombres que el que recibió en su primera venida.
Pero este segundo salmo continúa enseñándonos que Dios no permitirá que su Hijo venga otra vez al mundo en humildad. Porque, en medio del duro clamor de la humanidad que grita enfurecida contra Dios y las cuerdas que a Él le liga, tenemos estas palabras, que resuenan como el toque de una campana de muerte: «El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos.»
En otras palabras: el hombre imagina que él puede desafiar a Dios, que puede romper las cuerdas poderosas de su destino eterno con los pensamientos mezquinos de su mente humana; entonces es el momento en que Dios se ríe. Dios, que sabe todas las cosas, ha dicho que conoce que los pensamientos del hombre son vanidad; ese Dios ha de burlarse de ellos.
El pasaje continúa: «Entonces hablará a ellos en su furor, y turbarálos con su ira.» ¿Qué es lo que Dios dirá para contestar a su locura? Salomón dice que si contestamos al necio según su necedad, se estimará sabio en su opinión. Por lo tanto, el Dios todopoderoso no contestará a la necedad de los hombres. ¿Cómo, pues, contestará al mundo en su necedad, cuando hable en su furor y los turbe con su ira?
La Palabra de Dios nos revela que Dios les contestará con duros y poderosos hechos. Él no vendrá a ponerse en las manos de los hombres, como hizo en su primera venida. Él no usará conmiseración ni misericordia como cuando anduvo en esta tierra. Él no será movido a compasión cuando vea a los hombres en su necedad. Él vendrá a tomar al mundo entre sus manos. Él vendrá con severidad y juicio. Él obrará movido por su justicia.
Este es el significado de la respuesta que Dios da en este salmo. Después de haber visto la furiosa necedad de los hombres y la actitud de Dios, encontramos su respuesta definitiva: «Yo, empero, he puesto mi rey sobre Sion, monte de mi santidad.» Éstas son las palabras de Jehová. Él ha ungido a su Cristo, con el propósito de cumplir sus consejos. Él le ha puesto en el lugar de gobierno. Estar puesto sobre el monte de Sion significa que Dios pone al Señor Jesucristo a la cabeza de Israel restaurada, y que el poder y gobierno sobre todo el mundo saldrán de Jerusalén.
El salmo ahora se desarrolla entre un gran diálogo en el corazón de la Trinidad. Dios habla con Dios. El Padre dice que Él pondrá a su Hijo a la cabeza de gobierno. Inmediatamente el Hijo habla: «Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: mi hijo eres tú; yo te engendré hoy.» Éstas son las palabras de Cristo. Estas mismas palabras las encontramos hablando de Él en el Nuevo Testamento. Lo más notable en estas citas del Nuevo Testamento es que enseñan claramente que Él habla, no de haber sido engendrado de Dios por razón de su nacimiento sobrenatural, sino por razón de su resurrección de los muertos. Así Él está pronto para cumplir todos los propósitos conocidos de Dios desde toda la eternidad. Por virtud de la resurrección de Cristo de los muertos. Él anuncia al mundo que los decretos de Dios serán cumplidos hasta el último detalle.
El resto del decreto divino es vacilante en sus implicaciones: «Pídeme — dice Dos al Señor Jesucristo resucitado — y te daré por heredad las gentes, y por posesión tuya los términos de la tierra». Recuerdo bien la primera vez que oí citar este texto. Fue en una reunión misionera, y el que dirigía escogió este versículo como una petición de oración para todas las misiones. Su idea era que, si le pedíamos a Dios, Él nos daría las gentes y los términos de la tierra por heredad y posesión misionera.
No; esto no es así. Dios no promete a la iglesia las naciones de la tierra, como parte del avance de algún reinado místico de Dios, que se supone se extenderá sobre la tierra en nuestros tiempos. Sino que Dios promete al Señor resucitado, en su segunda venida, que Él será puesto en el lugar de poder y gobierno sobre toda la tierra, y que podrá hacer una justicia sobre la tierra como los hombres jamás han querido aceptar de Él en ninguno de los años pasados.
Todo esto se demuestra en la conclusión del decreto divino. Porque cuando Dios promete las naciones a Cristo y todos los términos de la tierra por posesión suya, termina diciendo: «Quebrantarlos has con vara de hierro: como vaso de alfarero los desmenuzarás.» Sabemos, por otros pasajes de las Escrituras, cómo Él hará esto el día en que el principado esté sobre su hombro, y su nombre será Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eternal, Príncipe de Paz. Éste será un gobierno para el bien de los hombres, porque será un gobierno establecido bajo los principios de una perfecta justicia.
¡Ese día viene! Ése es el día glorioso por el cual la Cristiandad suspira. Ése será el día que traerá descanso a los judíos errantes; el día que traerá paz a esta tierra destrozada por las guerras; el día en que el pecado será desterrado y la justicia cubrirá la tierra como las aguas cubren la mar. Todo esto será porque el bondadoso Dictador de Dos, el Señor Jesucristo, gobernará en esta tierra con toda sabiduría y poder. No habrá en aquel día errores. El plan eterno será llevado a cabo, y la doliente humanidad no llorará más.
¿Nos ha de sorprender entonces que el salmo concluya con un llamamiento a los gobernantes de la tierra para que reconozcan su necedad y se arrepientan mientras hay tiempo todavía? Las últimas palabras del diálogo son dichas por Jehová y son dirigidas a los hombres: «Y ahora, reyes, entended; admitid corrección, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temblor, y alegraos con temblor. Besad al Hijo, porque no se enoje, y perezcáis en el camino, cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados serán todos los que en Él confían.»
Éste es el fin de ese maravilloso Salmo profético. Éste es el llamamiento de Dios a los hombres para que se vuelvan a Cristo. Él les llama a que vengan a Cristo mientras haya tiempo. Que vengan ahora que Él no está luchando con los hombres en su ira, porque el día viene cuando toda la ira divina se desbordará, porque ha de desbordarse, para satisfacer su santidad y su justicia; entonces, en ese día terrible, será ya demasiado tarde. Venid ahora al Hijo. Ahora es el tiempo aceptable; hoy es el día de salvación.
En el Salmo 59, David habla otra vez de estos enemigos de la justicia que gobiernan las masas de la tierra porque se creen protegidos de los ataques terrenales. El Espíritu de Dios dice: «He aquí proferirán con su boca; cuchillos están en sus labios, porque dicen: ¿quién oye?» La honradez es la mejor conducta; pero cuando esto no les viene bien, los hombres están prestos a obrar con deshonor, porque ¿quién sabrá la diferencia? Ésta es la idea expresada en este texto. Entonces viene la respuesta de Dios: «Mas Tú, Jehová, te reirás de ellos, te burlarás de todas las gentes.» Y el salmista está de parte de Dios y contra los enemigos de la justicia, diciendo: «De su fuerza esperaré yo en ti; porque Dios es mi defensa.»
Dios es fuerte, y en su tiempo Él pagará a todos los que siguen la senda del egoísmo y la malicia. Él sabe que su día viene, así lo dice en el Salmo 37: «Maquina el impío contra el justo, y cruje sobre él sus dientes. El Señor se reirá de él, porque ve que viene su día».
Todos aquellos que conocen la Palabra de Dios saben que ningún sistema de justicia implantado por los hombres será eficaz hasta que el Señor Jesucristo mismo, reinando con vara de hierro, quite toda la avaricia y traiga verdadera justicia sobre la tierra.
Mientras tanto, Dios no está luchando en los tiempos en que vivimos con naciones y masas de hombres, sino con individuos. Podemos, por lo tanto, al terminar, meditar en un pasaje de los escritos de Salomón, donde, una vez más, se nos habla de la risa de Dios. Pero aquí Dios habla, no de las naciones, sino de los hombres como individuos. Su risa terrible, que será oída algún día por los gobernantes de esta tierra, también será oida por algunos individuos. Oíd, mientras hay oportunidad: «¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los insensatos aborrecerán la ciencia? Volveos a mi reprensión: he aquí yo os derramaré mi Espíritu, y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis; extendí mi mano, y no hubo quién escuchase; antes, desechasteis todo consejo mío, y mi reprensión no quisisteis; también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; buscarme han de mañana, y no me hallarán; por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía; comerán, pues, del fruto de su camino, y se hartarán de sus consejos. Porque el reposo de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los necios los echará a perder. Mas el que me oyere, habitará confiadamente, y vivirá reposado, sin temor de mal» (Prov. 1:22-33).
Y terminamos con un solemne llamamiento a todos aquellos que han seguido la lectura de estas páginas. El Evangelio de Cristo es para ti individualmente: hoy la puerta de la gracia de Dios está abierta para todos aquellos que quieran aceptar su salvación. Mientras es de día, podréis entrar; la noche viene cuando será demasiado tarde. La sonrisa de la redención está sobre ti hoy. Ven a esta sonrisa, y no esperes la risa aterradora del juicio del Eterno. «He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.»
España Evangélica, 1934
Amen Gloria A DIOS…Que Hermoso Majestuoso y Maravilloso Es Nuestro Señor JESUCRISTO Gloria Al Padre. Gloria Al Hijo. Y Gloria Al Hermoso Espíritu SANTO De DIOS ….yo vivo en Uruapan Mich…habrá alguna congregación x este lugar si la hay apoyeme con la direccion Gracias…DIOS Les Bendiga y Les Guarde…