La verdad es que a veces tengo el corazón quebrantado al saber del pecado de algunos que declaran ser creyentes. Lo que me da pena es que ellos muestran poco o nada de remordimiento o vergüenza por su pecado.
Dios quiere tener un pueblo que lo glorifica. Yo también quiero estar relacionado con un pueblo que glorifica a Dios. Según II Corintios 2:14, Dios quiere usar a nosotros para manifestar en todo lugar “el olor de su conocimiento”. Es lamentable que la cristiandad de algunos es tan débil que menosprecian a Dios en vez de honrarle. Nos conviene reflexionar sobre las palabras de Malaquías en 1:6-9 “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? Dice Jehová de los ejércitos a vosotros, o sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís; ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo, y dijisteis; ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? Dice Jehová de los ejércitos. Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos”.
Hoy en día no ofrecemos animales ni pan sobre el altar de Dios. Pero ¿no somos culpables de menospreciarle igualmente cuando ofrecemos una pobre excusa por no servirle u honrarle? Por nuestra actitud y acciones manifestamos que para nosotros, los bienes materiales importan más que las cosas de Dios. Nuestra comodidad física tiene prioridad sobre la honra y obra de Dios.
¿Dónde están los que están dispuestos a sacrificar una comida para cumplir con un compromiso que hicieron con Dios? ¿Dónde están los que están dispuestos a arriesgar ofender a amigos o parientes por decir, “¡Qué lástima que llegaron a esta hora. Nosotros vamos a la iglesia cada semana a esta hora”. ¿Dónde están los que están dispuestos a dejar de lado lo que están haciendo para poder llegar a la iglesia un poco antes de la hora de comenzar la reunión? No, no ofrecemos pan inmundo sobre el altar de Dios, pero tampoco debemos ofrecerle lo más mínimo.
A través de lo que ofrecemos a Dios estamos testificando al mundo de nuestra estimación del valor de Dios. Algunos piensan equivocadamente que van a persuadir a sus vecinos y parientes inconversos a buscar a Dios por decir, “Mira, es fácil. No cuesta nada. No hace falta ningún sacrificio”. Tal vez sería posible ganar algunos así, pero ellos también serán creyentes sinvergüenzas que no estarán dispuestos a hacer nada por Dios.
Hay una honra debida al nombre de Jehová. El Salmo 96 nos manda a proclamar entre las naciones la gloria de Dios. El versículo 3 dice “Proclamad entre las naciones su gloria, en todos los pueblos sus maravillas”. Más adelante, en los versículos 8-9, leemos “Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrendas, y venid a sus atrios. Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra”. Lucas 6:38 dice que recibiremos según lo que hemos dado. “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la medida con que medís, os volverán a medir”. Deja el mundo saber que su Dios es digno de gloria y honra.
Hermoso mensaje de acuerdo en todo Dios les bendiga