Características bíblicas de los miembros de una iglesia local

«La iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad».

Queremos hablar de cinco características bíblicas de una iglesia local. El plan y el programa de Dios para llevarse a cabo hasta que el Señor regrese, Él lo ha puesto en las manos de la iglesia local. Es la responsabilidad de la iglesia llevar a cabo este programa. Una de las verdades y doctrinas que más se echado a un lado es la doctrina de la iglesia local.

En los tiempos en que vivimos se desprecia la iglesia local. Muchas iglesias que en otro tiempo fueron columna y apoyo de la verdad, que en tiempos pasados tenían programas para alcanzar a las personas en su comunidad con el mensaje del Evangelio del Señor Jesucristo, hoy en día han puesto a un lado estos programas. Cada día estamos viendo iglesias cerrando las puertas, estamos viendo iglesias cancelando servicios regulares que antes celebraban.

Estamos viendo «movimientos evangelísticos» aparecer en el horizonte, y surgen diferentes tipos de movimientos con diferentes nombres. Distintos grupos levantándose, y muchos cristianos se van en pos de ellos supuestamente para hacer la obra del Señor. Pero ese plan y programa deben llevarse a cabo mediante la iglesia local. Antes de fundar el Instituto Bíblico, que ahora está funcionando tan maravillosamente, había tenido varias conversaciones con algunos pastores. Y ellos pensaban que debíamos tener un instituto Bautista para nuestra denominación; en las reuniones yo dije que un instituto bíblico debe estar afiliado con la iglesia local, debe ser un ministerio de una iglesia local para entrenar a sus miembros y llevar a cabo la obra del ministerio. Ellos no estuvieron de acuerdo con mi posición y como resultado nuestra iglesia tiene un instituto bíblico y ellos no tienen nada. Muchos simpatizan con los diversos movimientos que se están levantando. Y sus líderes, en la mayoría de los casos, son personas buenas con buenos propósitos. Pero han echado a un lado la verdad bíblica que el plan de Dios y el programa de Dios se debe llevar a cabo mediante la instrumentalidad de la iglesia local.

¿Cómo está formada la iglesia local? ¿Cómo deben ser sus miembros?

Es la columna y apoyo de la verdad, es el instrumento y el brazo para alcanzar a los perdidos. En el Antiguo Testamento, Dios escogió a Israel para ser la nación misionera, y el propósito era que todas las naciones conocieran a Dios y Su perdón por medio de Israel. Los gentiles iban a ser salvos por medio de Israel. Pero Israel no quiso, este pueblo se rebeló contra Dios y se apartó de Él. Y en estos tiempos, Dios ha puesto a un lado a Israel, y la niña del ojo de Dios ahora es la Iglesia, la cual es su cuerpo. Y el programa para que toda la humanidad conozca a Dios ha sido puesto en las manos de la Iglesia.

Cuando hablo de la Iglesia estoy hablando de la iglesia local, todas las iglesias tienen la responsabilidad de conducir y llevar a cabo el plan y el programa de Dios.

l. CADA MIEMBRO DE UNA IGLESIA LOCAL DEBE SER UNA PERSONA SALVA Y QUE SABE QUE TODOS SUS PECADOS HAN SIDO PERDONADOS.

El perdón de pecados es una bendición incomparable, es una bendición que no se puede comprar. Y ese perdón de pecados resulta solamente de la sangre derramada por el Señor Jesucristo en la cruz del Calvario. Mateo 26:28 «Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.» Efesios 1:7 «En quien tenemos redención de pecados por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.»

Hemos sido redimidos, nuestros pecados han sido pagados, tenemos la seguridad que nuestros pecados han sido perdonados a base de la sangre derramada por nuestro Señor Jesucristo. Para tener esa seguridad de que nuestros pecados han sido perdonados, es necesario aceptar ese perdón. Tenemos que aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal. El derramamiento de la sangre de Cristo es efectivo cuando lo aceptamos como nuestro Salvador personal.

En 1829, antes de mi nacimiento por supuesto, sucedió que un empleado de ferrocarril llamado Jorge Wilson mató a otro empleado, luego se amarró a sí mismo con sogas, y cuando vinieron las autoridades el homicida les dijo que unos bandidos habían asesinado al otro hombre para robarlo. Pero hubo algunas discrepancias en su historia que las autoridades pudieron notar. Después de interrogarlo minuciosamente, confesó que él había cometido ese crimen.

Pasó el tiempo y se llegó el día en que habían de juzgar a Jorge Wilson por su crimen. Como había pasado mucho tiempo, la gente empezó a simpatizar con el criminal y hasta se organizó un movimiento para lograr que el Sr. Wilson fuera perdonado.

En ese tiempo, el Presidente del país era Andrew Jackson, y con la presión de la gente el Presidente Jackson cedió a las demandas de perdón para Wilson. Firmó un decreto de perdón. Cuando le notificaron esto al criminal, dijo: «Perdón es un pedazo de papel y yo rechazo el perdón del Presidente». Nunca había sucedido tal cosa. Un hombre condenado a la horca nunca antes había rechazado la misericordia del Presidente, y el perdón para vivir. Pero el hombre de nuestra historia no aceptaba el perdón. Tuvieron que llevar el caso a la Corte, y la decisión del Juez en la Corte Federal fue: «Si el hombre rechaza el perdón, no será perdonado». Así, ahorcaron al hombre por el crimen que había cometido. Murió por el hecho de no aceptar el perdón.

Nosotros tenemos que aceptar el perdón de Cristo Jesús. Nadie es perdonado automáticamente, nadie es perdonado en contra de su voluntad. El perdón es efectivo sólo si es recibido y aceptado. Pero cada miembro de la iglesia local puede tener la seguridad de que sus pecados han sido perdonados por haber aceptado al Señor Jesucristo como su Salvador personal.

El Señor dijo a la mujer pecadora: «Tus pecados te son perdonados». Cuando el Señor dice eso, podemos tener la seguridad de que todos nuestros pecados han sido perdonados. Salmo 86:5 «Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan». Esa declaración significa: «Tú, Señor, eres bueno y dispuesto siempre a perdonar».

El Señor está listo para perdonar a todos los que vienen a Él por fe. El Señor está dispuesto y quiere perdonar nuestros pecados cuando venimos a Él. Tenemos la historia del Hijo Pródigo que se alejó de su casa y fue y malgastó todos sus bienes. Y después que recapacitó, volvió a su casa y qué encontró: Que su padre estaba dispuesto y preparado para perdonarlo. Y cuando vino a su padre, éste le perdonó. Así es Dios, preparado y dispuesto para perdonar nuestros pecados.

No hay razón para encontrar un miembro de una iglesia bíblica que no tenga la seguridad que todos sus pecados han sido perdonados. Una característica de un miembro de una iglesia bíblica es que es salvo y está seguro de que todos sus pecados han sido perdonados.

II. CADA MIEMBRO DE UNA IGLESIA LOCAL DEBE SER UN MIEMBRO BAUTIZADO.

Y cuando hablamos de bautismo estamos hablando solamente de inmersión en agua. Cada miembro de una iglesia bíblica es un miembro sumergido. No sé por qué hay tanta controversia y confusión en cuanto al asunto del bautismo. Algunos lo llaman «asuntos no importantes».

Una vez escuché a un pastor fundamental decir: «Si fuera un asunto de menor importancia como el bautismo». Consideraba que el bautismo no era un asunto importante, que era un asunto trivial. Pero la Biblia enseña que un miembro de una iglesia local debe ser una persona bautizada. El problema está en que muchos aceptan la tradición en lugar de aceptar la enseñanza clara de la Palabra de Dios. La Biblia responde todas nuestras preguntas tocantes al bautismo.

En breves pasajes podemos encontrar la respuesta a todas esas preguntas, y no hay necesidad de entrar en tanta discusión como lo hacen muchos que favorecen la tradición.

Romanos 6:4 dice: «Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de cómo Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida». Antes de adquirir la propiedad del edificio donde se reúne nuestra iglesia, teníamos un salón muy bonito en otro lugar. Y había dos versículos labrados en madera que un hermano había hecho para nuestra iglesia.

Uno de los versículos era Romanos 6:4. El Apóstol Pablo habla acerca del bautismo en este pasaje de Romanos 6:3-9. Nos ilustra de dos maneras el mismo asunto del bautismo, una de ellas es la «sepultura». El bautismo, entonces, es «sepultar a una persona en agua».

Así nos identificamos con nuestro Señor Jesucristo, que murió y fue sepultado. Cuando una persona bautizada sale del agua, es figura de la resurrección. Por medio del acto físico del bautismo declaramos que nos identificamos con la muerte, sepultura y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Sepultar es «sumergir». Es muy clara esta enseñanza, aunque algunas personas la rechazan porque quieren seguir aferrados a una tradición. La palabra «baptizo», de la cual viene la palabra bautismo, se quedó en su forma original. Significa «zambullir una persona».

¿Quiénes son los que deben ser bautizados? Solamente los que han creído en Cristo, solamente creyentes en el Señor. Hechos 2:41: «Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas». Hechos 8:12: «Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el Evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres».

Hechos 8:36-38: «Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó». «Si crees de todo corazón» significa: «si has creído de verdad». Felipe le dijo al eunuco: «Si crees de todo corazón bien puedes». ¿Quiénes se bautizan? Sólo creyentes en el Señor, los que son salvos. ¿Por qué debemos de bautizarnos? Porque el Señor lo mandó.

Mateo 28:19, 20: «Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Cuando nos bautizamos, obedecemos al Señor y esto trae una implicación: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

Romanos 6:1-4: «¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizado en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de cómo Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida».

Debemos bautizaron para que todo el mundo sepa que vamos a vivir en una nueva vida, que ahora vamos a comenzar a vivir para Cristo. ¿Cuándo debemos bautizarnos? Unos dicen que debemos bautizarnos inmediatamente después de creer, y hay pasajes bíblicos que así lo muestran. Hay otras ocasiones cuando creyeron y no se dice que luego fueron bautizados. Conozco a un pastor que dice que hay que esperar mínimo un año. Pero eso no tiene fundamento bíblico. Creo que se debe bautizar lo más pronto posible a un nuevo creyente, ya que es su primer paso de obediencia. Claro que se debe una orientación al nuevo creyente para que sepa lo que está haciendo, pero no esperar uno o dos años.

III. LOS MIEMBROS DE UNA IGLESIA BÍBLICA OBSERVAN REGULARMENTE LA CENA DEL SEÑOR.

No es una alternativa, es un deber de cada creyente participar de la mesa del Señor. La Cena del Señor es la segunda ordenanza que Dios dio a la iglesia.

No es un sacramento, ese vocablo no existe en la Palabra de Dios. Sacramento es una ceremonia para alcanzar gracia salvadora. Pero no hay poder salvador en el bautismo y en la cena del Señor, tan sólo son ordenanzas que Dios mandó a la Iglesia. El Señor dijo: «Haced esto en memoria de mí». Entonces, la Cena del Señor es un rito memorial, es un símbolo, es un medio de edificación espiritual.

En Mateo 26:26 leemos: «Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo».

El Señor está hablando simbólicamente, el pan era representativo de Su cuerpo. Cualquier persona, aunque no sea una persona espiritual, comprenderá que el pan representaba Su cuerpo. Porque si el pan era Su cuerpo, entonces los discípulos se hubieran comido a Cristo porque él estaba vivo todavía. El pan es símbolo de su cuerpo molido en la cruz del Calvario.

El Señor mandó a su iglesia observar este acto de remembranza hasta que Él viniera otra vez. Así que es un deber que cada creyente debe practicar regularmente.

La Biblia no establece la frecuencia de celebrar o conmemorar esta ordenanza, pero cada vez que se celebra todos los creyentes deben hacer un esfuerzo para estar presentes y participar porque el Señor lo ordenó. Es un rito memorial, simbólico, es un recordatorio, es un tiempo de hacer un alto en nuestras vidas para recordar su sacrificio por nosotros. Para recordar su cuerpo molido, para recordar su sangre derramada. Es un tiempo para examinarnos a nosotros mismos, para confesar nuestros pecados, es un tiempo para «recordar que, así como Jesús fue obediente hasta la muerte a Dios el Padre, así nosotros debemos ser obedientes a Él.

El Señor ordenó a todos los creyentes observar la Cena del Señor porque es una defensa en contra de recaer y apostatar. Los que están observando la Cena del Señor es poco probable que van a recaer en el pecado.

Aquellos que dicen: «Yo no participo porque no estoy preparado» es porque están en pecado. Rechazan participar en la Cena del Señor porque les molesta la conciencia. Si tuviera que escoger al mejor tipo de creyente, escogería a aquel que participa regularmente en la Cena del Señor. Sí, los miembros de una iglesia local deben celebrar regularmente la Cena del señor.

IV. LOS MIEMBROS DE UNA IGLESIA BÍBLICA SON PERSONAS DE ORACIÓN.

No estamos hablando de la oración pública donde todos participan. La oración pública tiene su lugar en la iglesia. Pero algunos cuentan la oración pública como su oración, cuando en realidad no están orando. Aunque hay muchos que, inclusive con los ojos cerrados, al orar en público están pensando en otras cosas.

Estamos hablando de orar genuinamente, tener un contacto individual, venir ante el trono de la gracia y hablar personalmente con el Señor. ¿Quieren hacer un estudio interesante?

Busquen en su Biblia las veces que habla de la iglesia orando. Se van a sorprender. Por ejemplo,

Hechos 1:14: «Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos».
Hechos 1:24: «Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido».
Hechos 4:31: «Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron con denuedo la palabra de Dios».
Hechos 6:4: «Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra».
Hechos 6:6: «A los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos».
Hechos 8:15: «Los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo.»
Hechos 9:40: «Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró…» Hechos 10:2: «… y oraba a Dios siempre».

También vemos como la iglesia Neotestamentaria practicaba la oración en Hechos 10:30, 31; 12:5; 13:3; 14:23; 16:13, 25 20:36; 21:5; 22:17; 28:8.

La iglesia oraba en todo tiempo. Llevaba todas sus peticiones, todas sus preocupaciones, al Señor. Confiemos que Dios está allí, oyendo; que Él va a contestar y que su respuesta será para nuestro bien. Los líderes de una iglesia bíblica deben ser hombres de oración.

Veamos una vez más Hechos 6:4: «Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra». Cuando se nombraron los primeros siete diáconos en la iglesia, los apóstoles, que eran los líderes de la iglesia, iban a persistir en la oración.

La iglesia siempre ha tenido hombres de oración. Colosenses 4:12 «Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes y perfectos y completos en todo lo que Dios quiere».

1 Tesalonicenses 3:10 «Orando de noche y de día con gran insistencia…» La Biblia siempre aconseja a los creyentes que constantemente estén orando al Señor. Porque la oración es la llave para obtener la bendición dentro de la iglesia. Ningún proyecto para el bienestar de la iglesia debe hacerse sin oración. Puede ser que una iglesia aparente hacer muchas cosas, pero cuando no están orando no están cumpliendo la misión espiritual que Dios les mandó. Hombres y mujeres de oración es otra de las características de la iglesia bíblica.

V. LOS MIEMBROS DE UNA IGLESIA BÍBLICA SON FIELES.

Fieles al Señor, fieles a la iglesia local a la que pertenecen. El plan de Dios es que cada creyente pertenezca a una iglesia local. Si un creyente se cambia de ciudad o se va a vivir a otro país, inmediatamente debe buscar integrarse a una iglesia local.

No entiendo cómo hay personas que se dicen creyentes y no pertenecen a ninguna iglesia local. Deben unirse a una iglesia y deben ser fieles a ella. Hay un gran número de cristianos que no pertenecen a una iglesia, y también hay muchos que, siendo miembros de una iglesia, no asisten a ella con regularidad. Para ellos el término «la iglesia invisible» es una verdad. Usan ese término, y les queda, para ellos la iglesia es bien invisible porque apenas asisten.

Algunos dirán: «El Señor sabe por qué no asisto, pero yo soy fiel al Señor. Oro cinco veces al día, leo mi Biblia, testifico, gano almas y estoy firme en el Señor». Pero estas sólo son excusas porque no asistir a la iglesia es un pecado. Pablo, antes de ser convertido se dedicaba a perseguir a la iglesia y esto afectaba directamente al Señor Jesucristo. La actitud de Saulo hacia la iglesia reflejaba su actitud hacia Jesucristo. De la misma forma, la actitud del creyente hacia su iglesia refleja su actitud al Señor, es un reflejo de su fidelidad al Señor. Demostramos nuestra fidelidad al Señor por medio nuestra fidelidad a su iglesia, la cual es su cuerpo.

La iglesia es el medio que Dios instituyó para llevar el mensaje a todo el mundo. Efesios 4:11, 12 «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo». Dios dio dones a los hombres, unos están mencionados en el pasaje anterior. Esos dones son oficios dentro de la iglesia y originalmente dio apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.

Los dio para que la iglesia fuera edificada y para que llevara a cabo el ministerio. La persona que deliberadamente se ausenta de la iglesia, está interrumpiendo el plan de Dios para la edificación e instrucción. Está despreciando los dones que Dios dio.

Muchos hermanos se quejan porque el pastor siempre habla las mismas cosas. Si aprendieran, el pastor no tendría que hablar siempre del mismo asunto. Dios dio los dones para instrucción, para edificación del cuerpo de Cristo. 1 Tesalonicenses 5:11: «Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis».

¿Estoy edificando a otros cristianos cuando no coopero con mi iglesia? Cuando me ausento, ¿estoy ayudando? ¿Se edifican los nuevos creyentes con mi inconsistencia y mi inasistencia?

Romanos 14:13: «Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano». Los padres de familia que no son fieles a su iglesia están poniendo una ocasión de tropiezo a sus hijos. Hay algunos padres que comentan en plática de sobremesa las faltas que ellos ven en la iglesia. Y los niños están allí, calladitos. La Biblia dice: «Instruye al niño en su carrera, y aun cuando fuere viejo no se apartará de ella». Todos los padres cristianos desean que sus hijos lleguen a ser buenos cristianos. No quieren que sus hijos se vayan al mundo, por el contrario, desean que sean salvos y sirvan al Señor. Pero muchos padres cristianos están contribuyendo al decaimiento espiritual de sus hijos, porque ellos aprenden mejor de su ejemplo que de sus palabras. Y muchas veces los padres no dan un buen ejemplo. A nuestros hijos no podemos engañarlos. El niño asiste a la iglesia porque sus padres lo llevan, participa en las actividades y aprende muchos versículos de la Biblia; pero si sus padres le dieron un mal ejemplo, cuando el niño crezca seguirá el mal ejemplo.

Hebreos 10:24, 25: «Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca».

El Señor está diciendo: «No deje su congregación». Pero habrá quien se excuse diciendo que se está «congregando» con algunos hermanos en algún lugar en especial. La Biblia no enseña que se congreguen sólo dos o tres, dejar de congregarse es dejar de asistir a la iglesia. Lo que quiere decir es: «No dejen de venir, no dejen de cooperar, no dejen de ser parte del plan y programa de Dios».

Dios quiere usar a cada miembro fiel de la iglesia para cumplir su programa de ganar al mundo entero para Cristo. Si la iglesia no tiene este programa es quizás porque los miembros no cooperan. Y con frecuencia vemos que quienes más critican a la iglesia y a sus líderes son los que menos asisten. Ellos sólo están poniendo piedra de tropiezo a otros cristianos. No tienen las características que la Biblia dice que cada creyente debe tener.

CONCLUSION: La iglesia tiene que volver a proclamar estas verdades básicas que han sido perdidas en movimientos, en actividades de entretenimiento y otras que sólo sirven para que los creyentes se sientan cómodo cuando se reúnen.

La Biblia dice que debemos ser fieles. Ser fieles al Señor y pertenecer a una iglesia bíblica, ser bautizado, celebrar la Cena del Señor, ser frecuentes y regulares en nuestra iglesia y así ser instrumentos de Dios para alcanzar a muchos.

La Espada, enero-febrero de 1999

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