Biografías de grandes cristianos hispanos: Abelardo M. Díaz Morales

Abelardo M. Díaz Morales nació en el campo cercano al pueblo de Toa Alta, en la bella isla de Puerto Rico el 30 de enero de 1885. Sus padres eran creyentes, y Abelardo aceptó a Cristo como su Salvador en 1904 y fue bautizado por el misionero bautista A.B. Rudd ese mismo año.

Después de acabar sus estudios, dedicó seis años a la enseñanza pública en Orocovis. Contrajo matrimonio con Asunción Alfaro Pratts en 1908 y Dios les bendijo con ocho hijos.

Se preparó para el ministerio en el Instituto para Pastores de Coamo. En 1907 se hizo cargo de una obra  en Coamo  y luego tuvo un breve pastorado en Cidra. En 1910 se trasladó a Caguas donde fue co-pastor bajo el liderazgo de Edgar Humphrey en la Primera Iglesia Bautista de Caguas. Fue ordenado al ministerio en esta iglesia en 1924. En 1926 renunció para hacerse cargo de la revista Puerto Rico Evangélico y para ejercer el pastorado en Ponce.

En 1937 regresa a Caguas, aceptando una invitación a tomar el pastorado de la Primera Iglesia Bautista de Caguas. Permaneció allí fielmente hasta ser llamado a la presencia del Señor a los sesenta y cinco años en 1950.

Para describir su ministerio e influencia, no hay nadie mejor que las personas mismas que personalmente sintieron su impacto. A continuación, aparece una selección de testimonios del homenaje que se le hizo a Abelardo Díaz en Puerto Rico Evangélico poco después de su fallecimiento:

Don Abelardo fue escritor ameno y fecundo, era un estilista del lenguaje depurado y un filósofo cristiano digno de catalogarse entre los grandes pensadores modernos dentro del gran movimiento cristiano-evangélico. Pero unido a su cerebro privilegiado estaba su corazón sencillo y humilde, lleno de fe, simpatía y amor.
Era también don Abelardo un gran pastor de almas. ¡Como le amaban los hermanos de la iglesia de Caguas! Cuando estuve allí hace varies años me di cuenta de la profunda influencia que este distinguido siervo de Dios ejercía sobre todos los creyentes. Era un símbolo, todo un símbolo, y seguirá siéndolo,
pues los hombres grandes se inmortalizan en la tierra por sus nobles ejecutorias.

Se nos fue el compañero y el hermano más querido en Puerto Rico, tanto por evangélicos como por profanos. El orientador de las juventudes. El pastor tierno, que con profundo amor llevaba sobre sus hombros y en su corazón las amarguras de sus amigos sufridos. El bravo gladiador. El cristiano humilde, lleno del poder del Espíritu Santo y de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. El gran amante y dulce amigo de los niños. Se nos fue.
Ya no tendremos más entre nosotros al gran estilista de la palabra escrita. La parca ha hecho detener la pluma brillante y erudita del recio batallador, que se batió en mil combates en el campo de las letras en la promulgación y defensa del evangelio.
Don Abelardo M. Díaz Morales fue uno de los más grandes periodistas y uno de los escritores evangélicos más profundos de Puerto Rico. Su nombre no solo puede figurar honrosamente entre los más destacados periodistas y escritores de nuestra isla, sino que también puede aparecer junto a los más distinguidos intelectuales de la América Latina.
Su poderosa mentalidad trascendió hasta más allá de las fronteras isleñas. La esplendorosa luz de su cerebro fulguró por toda la América, de Norte a Sur, y aun alcanzó llegar hasta la misma España.

En la controversia, era tan contundente en su argumentación, que aún hasta sus propios oponentes le admiraban y respetaban. Al enfrentarse a los gratuitos enemigos del evangelio, su pluma vibraba de emoción y coraje. Con pasmosa serenidad y gran dominio del asunto en discusión, analizaba la argumentación del contrario, preparando así el terreno, para al fin, arremeter con extraordinaria potencia y dar la estocada de gracia.
Ejemplos de lo que acabamos de anotar en el párrafo anterior lo son su memorable polémica que conjuntamente con Rodriguez Cepero sostuviera en el 1910 con el famoso y temible polemista don Francisco Pelati, uno de los espiritistas más eruditos que jamás ha habido en Puerto Rico y su patriótica campaña de prensa que librara entre los años de 1912 y 1917 contra la venta, uso y abuso de las bebidas alcohólicas en nuestra isla, la cual culminó con la imposición por el propio pueblo de la Prohibición, mediante unas elecciones celebradas a mediados del año 1917.

Don Abelardo fue el pionero puertorriqueño en materia de sostenimiento propio. Cuando nadie en P. R. se atrevía a desprenderse del auxilio económico de las Misiones, nuestro pastor realizó la feliz aventura de declarar el sostén propio de la Iglesia Bautista de Caguas. Esto fue en el año 1920.

Aparte del sermón y del estudio bíblico, ejercía nuestro pastor un ministerio individual que tiene un gran mérito en la obra de evangelización. Jesús nuestro Salvador hizo mucho trabajo personal para ganar al individuo. Y don Abelardo imitó mucho esta táctica del Divino Maestro.

El último testimonio proviene de la Revista Trimestral para Primarios:

Don Abelardo M. Díaz Morales, como pastor tuvo habilidad extraordinaria. Todos los domingos predicaba sermones llenos de sabiduría y cada domingo aumentaba la asistencia de gentes ansiosas de oír aquellos sermones tan hermosos. En los cultos de oración, los miércoles, siempre daba un estudio bíblico que a todos daba luz, consuelo y nuevo ánimo. Cuando él recibió la iglesia de Caguas, la congregación era muy pequeña, como de 30 miembros.* Al morir don Abelardo, la iglesia tenía cerca de 600 miembros. Su iglesia fue la primera que alcanzó el sostenimiento propio en Puerto Rico y su ejemplo estimuló a muchas iglesias a seguir lo mismo. Siempre predicaba a los niños y a los jóvenes con mucha gracia y todos lo amaban y lo respetaban. …

Don Abelardo con su poderosa palabra y con su sabiduría para escribir, era un Elías, un Juan Bautista, tronando contra los vicios y las maldades de Puerto Rico. Habló y escribió mucho contra el vicio del alcoholismo. Ayudó grandemente en una campaña para acabar con las cantinas, los juegos de suerte, los toros y todas las inmoralidades y maldades. Y logró grandes victorias. Consiguió que muchos se juntaran para luchar contra el alcohol, y se formaran ligas, uniones y otras sociedades para acabar con el vicio. No tenía miedo de hablar a todos, ni aun a los poderosos, contra las maldades que cometían. Por su gran valor muchos lo odiaban, pero toda la gente decente y honrada lo amaba y apreciaba su obra profeta de Dios.

Era tan conocido y tan querido don Abelardo M. Díaz Morales, que cuando murió, expresaron su pesar a la familia todas las actividades religiosas, sociales, políticas, comerciales, y gubernamentales. Enviaron pésame todas las denominaciones evangélicas. Hasta corporaciones católicas, sacerdotes, los Caballeros de Colón, el Presidente Municipal y todas las autoridades de Caguas, la Corte Suprema de Justicia, cámaras de comercio, logias masónicas y otras, escritores, periodistas grandes y pequeños, ricos y pobres. Nunca se había visto en Caguas, un entierro tan concurrido como el de don Abelardo. Cuadras y cuadras se veían repletas de las muchedumbres que fueron al entierro de don Abelardo. Muchas corporaciones pronunciaron discursos, elogiando la vida, la obra y la consagración de aquel gran hombre de Dios, que es honra de Puerto Rico y de América Latina.
Dios haga que muchos otros hombres se levanten así en la América Latina, que como don Abelardo M. Díaz Morales, ayuden a mejorar a la humanidad y a hacer algo por la salvación de muchos. («Un Fiel Ministro de Jesucristo» Revista Trimestral para Primarios. enero, 1951, págs. 14-16. * Esta cifra es disputada en otras fuentes, que indican una asistencia mucho más grande cuando Díaz tomó el pastorado)

Escritos de Abelardo M. Díaz Morales en literaturabautista.com

Posdata

Al leer acerca de Abelardo Díaz, me trajo muchos recuerdos de mis 13 años sirviendo a Dios en la bella isla de Puerto Rico. Inclusive dediqué nueve mesas a servir en una pequeña iglesia bautista en Caguas (el lugar en que se enfoca su biografía) que estaba en peligro de cerrarse. Tuve el priviligio de conocer a Miriam, una hija de Abelardo M. Díaz, quien a su vez fue esposa de Alfonso Lloreda, un revisor de la Reina-Valera 1960. A continuación una foto de su servidor con Miriam en Puerto Rico en el 2006 unos cuatro meses antes de su fallecimiento.

Biografía: Abelardo M. Diaz Morales : profeta y escritor por Tomás Rosario Ramos. Librería Dominicana, Santo Domingo, República Dominicana, 1971.

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