«Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin» Jeremías 5:30, 31
Querido lector, aquí encontramos una cosa increíblemente terrible. Dios mismo está consternado por la horrible naturaleza de la conducta y actividad de su pueblo. Observen cuidadosamente tres cosas que provocaron el descontento de Dios.
1. «Los profetas profetizaron mentira.» Aunque los profetas estaban profetizando, ellos pecaron por el hecho de que sus profecías fueron falsas. El mensaje vino a ser corrompido, y ellos desecharon el profetizar la verdad de Dios y profetizaron lo que Dios no había hablado. Cualquiera que se levanta y predica lo que contradice la verdad de Dios revelada en su Palabra escrita, está predicando falsedades.
Qué seria responsabilidad es levantarse y proclamar la Palabra de Dios. Si Dios te concedió ese privilegio por favor no lo tomes a la ligera. No bases tu sermón en pensamientos de hombres, o en tradiciones humanas, o en experiencias de hombres. Levántate y proclama así como lo dijo el Señor. No bases tu mensaje en lo que un hermano famoso, o fulano de tal dijo e hizo, más bien basa tu predicación en la Santa Palabra de Dios. Esa es la fuente de la verdad.
Cuán refrescante es escuchar a un hombre de Dios predicar un sermón que brota de la Palabra de Dios. Cuán terrible es oír la predicación que es falsa. Cuán espantoso es escuchar una predicación que simplemente usa un texto como una plataforma de lanzamiento para un discurso de psicología popular; lleno de chistes y palabras inteligentes, pero que no tiene ninguna relación con el verdadero significado que Dios tenía en mente para el texto escogido.
Que Dios nos guarde de preparar sermones basados en nuestras hábiles ideas y experiencias humanas. No preparemos nuestro sermón y luego busquemos versículos para sostenerlo. Que nuestros sermones encuentren sus orígenes en la Palabra de Dios, que ellos verdaderamente reflejen Su verdad deseada. Que nuestra predicación determine sus raíces en la Palabra de Dios en vez de la experiencia y pensamientos de hombres. En cualquier tiempo que nos aventuremos en el reino de la lógica humana, la experiencia humana o la psicología humana, estaremos en peligro de predicar falsedades; así sea lo más sincero de nosotros y lo más inteligente, no podrá evitar totalmente la predisposición y opiniones formadas en la fragilidad humana. Es como la Escritura nos amonesta: «Que prediques la palabra» (II Timoteo 4:2). Qué seamos fieles en hacerlo.
2. «Los sacerdotes dirigían por manos de ellos.» Aquí observamos que los sacerdotes dirigían. Dios no dice que Él está descontento con la efectividad de su liderazgo, sino porque estaban dirigiendo de acuerdo a sus propios medios.
Estimado lector, ¿has pensado que Dios considera como algo horrible cuando hacemos su obra a través de medios humanos?
La triste verdad es que si el Espíritu Santo fuera sacado del mundo el sábado por la noche, muchas iglesias ni siquiera lo extrañarían el domingo por la mañana. Algunas iglesias cantarían tan fuerte como siempre, predicarían tan fuerte, derramarían muchas lágrimas en el altar, y se bautizarían al tiempo que muchos nunca se darían cuenta que Dios estaba ausente.
¿Podría tu iglesia advertir una diferencia si Dios está allí o no está este domingo? ¿Es tu trabajo para Dios hecho con fuerza, recursos, intelecto y talentos humanos?
Cómo debe lastimar a nuestro Padre Celestial cuando Él ve a sus predicadores apoyarse en los instrumentos de la carne. ¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías? Él está vivo y listo para actuar. Qué maravilloso es ver al Dios Todopoderoso moverse con poder para edificar Su iglesia. Qué patético es cuando nos apoyamos en artimañas humanas, en incentivos humanos y en la personalidad humana, al mismo tiempo que intentamos hacer la obra de Dios usando nuestros propios medios.
Los esfuerzos humanos pueden producir resultados. Incluso, los no creyentes pueden llenar un auditorio pagándole a la gente para que asista, o por entretenedores asalariados para atraerlos, o por cualquier número de medios humanos, pero eso no va a lograr que Dios haga la obra.
Oradores motivacionales podrán provocar una gran excitación en sus oyentes y hacer cosas extraordinarias, pero eso no significa que Dios se está moviendo con su poder. Los líderes de sectas pueden persuadir a los hombres con la fuerza de su personalidad y su doctrina, y transformar completamente sus vidas. Los predicadores pueden llenar los altares predicando sermones, divorciados de la Palabra de Dios, usando historias que lleguen al corazón y tácticas de psicología de masas. Muchas religiones falsas tienen un tremendo crecimiento aunque enseñan herejías condenables.
¿Acaso no podemos pensar que «toman la piedad como fuente de ganancia»? El fin no justifica los medios.
Los sacerdotes pueden dirigirse por medios sacerdotales, pero Dios considera esto algo horrible. Dios no se agrada cuando no usamos Su poder para desempeñar los talentos y recursos que Él nos ha dado. Los esfuerzos humanos pueden producir resultados, pero hacer la obra de Dios por nuestros propios medios nunca va a agradar a Dios. La fidelidad a Dios y a los principios que Él ha revelado en Su Palabra escrita, agrada a Dios. Dios espera que obedezcamos Su Palabra. Dios no nos juzgará tanto en los resultados que produzcamos sino más bien de acuerdo a nuestra fidelidad.
Querido lector, ¿está tu enfoque produciendo resultados u obedeciendo fielmente a Dios? Que un día puedas tú, estimado lector, oír al Señor Jesús decir: «Bien, buen siervo y fiel … »
Enfoquémonos en una obediencia fiel. Dios se encarga de los resultados. Que nos redediquemos nosotros mismos a hacer Su obra en Su poder. «Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.» Que abandonemos nuestros débiles talentos, inteligencia y medios humanos y al mismo tiempo que imploremos a Dios para hacer Su obra en nosotros, a través de nosotros y a pesar de nosotros.
3. «Y mi pueblo así lo quiso». ¿Debería sorprendernos cuando el pueblo escogido de Dios quiere lo que sus profetas profetizaron falsamente y acepta que sus sacerdotes se conduzcan por sus propias manos? No cuando consideramos la naturaleza humana pecaminosa. El apóstol Pablo advirtió a Timoteo que «vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.» El hombre natural prefiere predicaciones basadas en la experiencia humana en lugar de la reprensión, consejo y exhortación de la Palabra de Dios.
Nuestra carne prefiere una predicación que nos entretenga y al mismo tiempo nos provea una cubierta espiritual, porque nos amonesta superficialmente a apegarnos a una serie de normas y enseñanzas humanas. La pseudo-espiritualidad está basada en opiniones de hombres, que erróneamente creen que el cambio de apariencia exterior es ser espiritual. Por supuesto que el hombre natural prefiere esta forma de pensar.
Es muy fácil construir iglesias y ministerios usando métodos y técnicas humanas. El hombre carnal prefiere apoyarse en la carne. El orgullo humano y la voluntad propia naturalmente buscarán soluciones humanas. Nuestra naturaleza pecaminosa gira alrededor de un pensamiento: «Yo lo puedo hacer con mi propia mentalidad». Es fácil entender por qué el pueblo de Dios quiere hacer esto. Ellos están siguiendo sus tendencias naturales, pero «¿qué será el fin de eso?»
Qué seriedad en la pregunta que Dios hace. ¿Has considerado el fin de las acciones y actitudes de las que estamos discutiendo? Allí están: los profetas están profetizando, los sacerdotes están dirigiendo y el pueblo de Dios está satisfecho. Muchos tienen la apariencia que todo está bien pero realmente no lo está.
Superficialmente parecen agradan a Dios, pero la verdad es que no le agradan. Todos ellos se dirigen a un terrible fin. Alguien dirá: ¿qué hay de malo que los sacerdotes se dirijan por sus propias manos? Lo que ésta mal con esto es su fin. ¿Por qué es horrible cuando los profetas profetizan falsamente y el pueblo de Dios está contento de tenerlos? Otra vez, lo que está horrible con esto es su fin.
Qué terrible fin trae actitudes y acciones como estas. La profecía que no refleja la verdad de Dios solamente puede extraviar al oyente. Los esfuerzos carnales sólo pueden producir resultados carnales. La profecía falsa produce falso aprendizaje. Satisfacción con estas cosas puede solamente producir superficialidad y falta de dirección en nuestras vidas.
Aunque es verdad que la falsa predicación puede halagar nuestros oídos y los esfuerzos humanos pueden producir resultados humanos, el Dios Todopoderoso nos ha llamado a proclamar la verdad de Su Palabra y a vivir vidas que están llenas de Su poder, y no a confiar en la fuerza de la carne.
Querido lector, ¿arde tu corazón al leer este artículo? ¿Podrás estar contento en tanto que Dios está disgustado?
Que desarraiguemos estos tres horribles pecados de en medio de nosotros. Que honremos y promovamos predicación que proclama la Palabra de Dios y no los razonamientos de hombres o la doctrina falsa. Que abandonemos la confianza en los esfuerzos humanos y seriamente imploremos el poder de Dios en nuestros ministerios. Que no estemos contentos hasta que Dios pueda decir: los profetas profetizan verdad, los sacerdotes se dirigen por mis medios; y mi pueblo así lo quiso. ¡Oh qué maravilloso es el fin de esto!
La Espada, Mayo-Junio 1997