El tema sobre el cual voy a ocupar vuestra atención por unos momentos, además de ser bien conocida por vosotros, reviste cierta importancia.
La importancia de las visitas pastorales estriba en la necesidad de una íntima y constante relación entre el pastor y los miembros de la iglesia.
No es ministro el que no hace visitas pastorales. El ministro puede hablar mucho desde la tribuna y los congregantes decir que conocen a su ministro; pero ni es verdad que éstos han oído todo lo que necesitan conocer cristianamente con sermones, ni tampoco es cierto que la congregación conozca a su ministro, dado el caso que faltan aquellas conversaciones íntimas sobre las dificultades prácticas en los hogares y se desconoce la idiosincrasia de cada uno de los congregantes; por tanto, las visitas pastorales proporcionan la identificación del ministro y su congregación.
¿Qué objeto nos proponemos al visitar un congregante? ¿El de verlo? ¿El de informarnos de su salud, o el de pasar un rato en su compañía? Verlo, quizá porque faltó al culto, preguntar por la salud porque es costumbre o porque por su ausencia le suponíamos enfermo. Pasar un rato con él quizá por el tedio del trabajo diario, todo puede ser, pero es de suplicarse que los que con tal espíritu hagan estas visitas, adviertan que debe llevarnos otro objeto más elevado que el de ver, saludar o pasar el rato. Nuestro espíritu debe tener el reflejo del Maestro.
Él iba donde le necesitaban y nosotros también debemos preguntarnos al tocar una puerta: ¿qué traigo que necesite esta familia? Unas veces el bien material, pues no es difícil que sin presumir de doctor se lleve algún medicamento para ayudar la salud de algún miembro del hogar. Otras veces podría consistir la visita en ayudar al jefe de la familia a vencer algunas dificultades propias de su ocupación y relacionadas con sus intereses temporales; en fin, toda clase de dificultades que suelen servir de molestia en la vida diaria.
Mas el interés que debe movernos debe ser el de ayudar a transformar el mundo material con sus negocios y barrullo, con sus engaños y sus decepciones, en un mundo de paz y bienandanza, de verdad y de amor. Por tanto, nuestro objeto será confirmar al congregante en las ideas vertidas en los sermones, leídas en la Biblia, cantadas en los himnos y expresadas en la oración, pues la visita pastoral no tiene otro objeto que el de continuar los servicios religiosos.
La rutina del culto y la seriedad de la iglesia, no producen el efecto que la intimidad en la vida práctica del pastor con su congregación. De tal manera es esto trascendente que sin las visitas, la gran mayoría de los congregantes quedará en la ignorancia de nuestras verdades fundamentales cristianas.
Otras veces estriba la importancia de la visita en fortalecer el espíritu debilitado del hermano que muchas veces asiste a los servicios, falto de aliento por alguna prueba, por la idea de algún autor, por sus propios razonamientos, o por la mala influencia de algún amigo.
¿Cómo hacer las visitas pastorales? No todos los ministros poseen ese don natural para hacer buenas visitas, pues para ello se requiere tener en el ánimo un cúmulo de enseñanzas que trasmitan influencia inspiradora siempre hacia lo mejor. ¿Y cómo dar lo que no se posee? Para dar elevación a los espíritus se necesita tener un espíritu a la vez elevado. ¿Y cuáles serán las fuentes en que se deba inspirar el espíritu para elevar a los demás?
Mencionemos algunas de las cosas que debemos verificar para adquirir fortaleza de ánimo y así dar animación a los decaídos.
La lectura de buenas obras eleva el espíritu a la vez que ilustran. La conversación con hombres instruidos y la amistad de personas que juzgamos superiores, nos dan temas, ideas e inspiraciones hacia mejores cosas; pero ni los libros ni los amigos superan a la reflexión profunda del libro inmortal, la Biblia.
Ahora, la preparación importante es la concentración del espíritu sobre las enseñanzas bíblicas aplicadas a la vida corriente; por tanto quien primero debe practicarlas es el que va a enseñar.
¡Misión sublime que si en realidad comprendiésemos habría de preocuparnos sobre manera al visitar pastoralmente! Y será conveniente que después de esta preparación silenciosa en que el alma haya recibido fe y certeza en lo que va a ejecutar, se prepare algo de lo que sugiera la mente o el Espíritu mismo que habla a nuestros Espíritus; temas bíblicos oportunos y adaptados según nuestro juicio al estado del hermano o la familia. También preparar mentalmente el tema de la conversación que haya de preocuparnos para dirigir la mente de nuestro oyente al punto objetivo que según nuestra conciencia nos ordene, a causa de la necesidad que juzgamos tiene nuestro visitado.
¡Quiera Dios, que es la voluntad superior que instruye y guía nuestra voluntad, bendecirnos abundantemente para que compenetrados de nuestra misión como pastores de la familia del Divino Maestro, ejecutemos los grandes y sagrados actos y aspiraciones, con toda fidelidad!
A. V. Moreno
El Abogado Cristiano, 1913
Totalmente de acuerdo , la visita pastoral no puede ser descuidada.
Dolorosamente muchas veces, como pastores, damos énfasis a visitar a las visitas o evangelizar y nos descuidamos de las 99 ovejas que quedan en el rebaño!!! Que importante es que visitemos a nuestras ovejas, darles seguimiento, aliento y alimento. Chinearlas individualmente!!!
alguien dijo que el pastor que no visita debe preguntase si realmente fue llamado a pastorear