«Vestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes». I Pedro 5:5
Una vez hubo un hombre que escribió un libro con el título «Como Lograr Ser humilde». El quedó muy ofendido porque solo unos pocos compraron su libro. El orgullo es uno de los pecados más sutiles; entra en nuestra vida sin que nos demos cuenta, y hace mucho daño. La vida de muchos es miserable a causa de esto.
A veces el orgulloso se esconde tras una humildad falsa. Tal persona anda rezongando por su gran falta de éxito. Él dice, «No sirvo para nada». Si quiere saber si el realmente es humilde, póngase de acuerdo con él y dígale; «Si, es la verdad, tu no sirves para nada». Por su reacción, sabrá si realmente es humilde. Si lo acepta bien, lo es. Si no, su humildad es falsa.
La verdadera humildad no nos quita nuestro auto respeto, dignidad, ni la evaluación debida de nuestras habilidades. El que es verdaderamente humilde está consciente de que él no tiene nada que no haya recibido de la mano bondadosa de Dios. Esta actitud nos capacita para aceptar y cumplir un trabajo modesto sin afligirnos si no recibimos nada de reconocimiento. Si trabajamos bien tendremos la aprobación de Cristo.
Cierta dama relata la siguiente anécdota a quienes están inclinados a pedir la ayuda de Dios, para permanecer humildes. Ella relata que conoció a una anciana a la cual acostumbraba acudir cuando alguna carga le resultaba demasiado pesada. Una vez al orar al lado de ella pidió «Señor, mantenme humilde». De repente sintió un fuerte codazo en sus costillas a la vez que la anciana le decía «Hermana, no tienes que pedir que Dios te mantenga humilde. Pida que él te haga humilde. Nunca debes decir que ya eres humilde y que él sólo tiene que mantenerte así. Estás orgullosa de tu humildad». La señora dijo que aquel fue un sermón sobre la humildad que nunca olvidó.
A veces pensamos que tenemos virtudes cuando no las tenemos. Probablemente no somos tan malvados como para que no tengamos ninguna virtud, pero tenemos muy pocas en comparación a las que debiéramos tener. A veces nuestros amigos nos elogian, diciendo «Tu eres muy simpático» o «Tu eres muy humilde». Siempre es grato escuchar tales palabras, pero cuidado, pueden hacerte mal. Si no provocan orgullo, por lo menos quedamos pensando que tenemos más virtudes que las que realmente tenemos y que no nos hace falta procurar nada más.
La humildad, en sí, es el conjunto de todas las buenas cualidades que Dios quiere producir en nosotros. En vez de buscar tan solo humildad, sería mejor poner por obra el consejo bíblico que se encuentra en II Pedro 1:5-8: «Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo».
Estimdos hermanos que nuestro padre celestial les bendiga grandemente con SABIDURIA…
Yo creo y pienso QUE EL ORGULLO no viene de EL SEÑOR ni menos de nuestro SALVADOR y REDENTOR JESUS.
y no seria bueno nunca decir la palabre YO ME SIENTO ORGULLOSO DE SER UN BAUTISTA seria mejor una palabra bien pronunciada…? YO ME SIENTO HONRADO Y BENDECIDO POR SER UN BAUTISTA INDEPENDIENTE.