¿Qué pensaría de un joven que terminó con todos sus estudios para practicar medicina, rindió su examen, pero nunca entró en la práctica? O ¿qué del hombre que pasa toda su vida estudiando una carrera tras otra, pero nunca entra en la práctica? Es lamentable, pera así es con un gran número de creyentes. No es por ser ignorante de su deber. Es por falta de voluntad para hacer caso.
A veces, cuando la Biblia dice que la gente no escuchó su voz, quiere decir que no hicieron caso. No es que no escucharon. Es que no pusieron por obra lo que escucharon. El versículo 24 dice que no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos. Dios, en su misericordia, los amonestó, pero ellos desdeñaron su consejo y siguieron en su mal camino. Dios les mandó a escuchar su voz porque era para el bien de ellos. Vea el versículo 23.
En gran parte, la escasez de líderes es porque muchos hombres no están dispuestos a hacer caso a la enseñanza que ya recibieron. Un seminario no puede convertir un pecador en un siervo de Dios. No es un asunto de darle más educación. Primeramente él tiene que hacer caso a lo que ya sabe. Puede ser que él no es un gran pecador pero mientras que está controlado por el egoísmo, la soberbia o la flaqueza, él no sirve. Hay hombres que tienen dones espirituales, capacidades mentales y aun conocimiento bíblico, pero por causa de estos defectos personales y morales, no pueden servir. Hay otros que son capacitados pero, lamentablemente, sus esposas son un impedimento.
Un líder tiene que mostrar liderazgo primeramente en su casa. Pablo hace la pregunta en I Timoteo 3:5; «Pues, el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? No siempre es por la falta de enseñanza sino por la falta de voluntad a gobernar en su casa.
Muchos están acostumbrados y cómodos en su estilo de vida y no tienen deseo de cambiar. Pocos son los que están dispuestos a orar como David oró en el Salmo 139:23-24. «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón, pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno». Me parece que algunos tratan de conformarse con lo más mínimo de las normas para no ser censurados por los demás.
Detrás de todo, hay un grave problema espiritual. ¿Dónde están los que pueden decir, con toda sinceridad, «Oh cuanto amo yo tu ley; todo el día es ella mi meditación». (Salmo 119:97) «El hacer tu voluntad; Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón». (Salmo 40:8) Los que tienen esta mentalidad no pueden estar contentos con un estilo de vida que no agrada a Dios. Su anhelo es vencer sobre su pecado y capacitarse cada vez más para poder servir a Dios.
En lo espiritual, el hacer requiere el doble del sacrificio que precisa para saber. El sentarse en las gradas y mirar al partido es más fácil que estar jugando en la cancha. El escuchar una producción en el teatro no cuesta tanto, pero el de ensayar y tener parte en la producción, sí. El de saber algo de la obra misionera es más fácil que estar involucrado en ella. Es fácil sentarse en el banco y escuchar al pastor enseñar una clase, pero enseñar la clase no lo es.
Dios dice en Proverbios 23:26: «Dame, hijo mío tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos». Obedecer sin querer es gravoso. No quiero animarle a obedecer no más. Lo que le hace falta es que “presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo agradable a Dios”. Romanos 12:1. Donde hay amor no hay sacrificio. En nuestros días nos hace falta un avivamiento de amor por Dios. Así los que ya saben van a poner por obra lo que saben y veremos un gran avance en la obra del Señor.
Bonita enseñansa fue de edificacion para mi vida espiritual que nuestro padre celestial lo continúe bendiciendo en su vida espiritual y que lo sigua llenando de sabiduria y entendimiento son mis mejores deseos