En el libro de Los Hechos, capítulo 20, leemos del último viaje del Apóstol Pablo a Jerusalén. En el camino él paró en Mileto e invitó a los ancianos o sea los pastores de Efeso a venir y reunirse con él. El sabía que sería su última reunión con ellos y quiso darles algunos consejos antes de su partida. En los versículos 27 al 32 dijo: “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestaros con lágrimas a cada uno. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados”.
Pablo se preocupó por lo que sucedería con las iglesias después de su partida. Es bueno que nosotros también nos preocupemos por lo que sucederá con nuestra iglesia en los años venideros. Por leer la historia vemos que demasiado a menudo y demasiado rápido las iglesias se apartan de la buena doctrina y práctica. Algunas tienen una historia larga de fidelidad a la verdad. Otras no. ¿Qué es que lleva a las iglesias al mal camino?
1. La indiferencia
Si un gran número de los miembros de una iglesia tienen una vida espiritual muy superficial es fácil que estén indiferentes. Cuando pedimos peticiones de oración es una consolación para mí escuchar algunos cuantos decir, “por mi vida espiritual”. Cuando hablamos de una vida espiritual superficial estamos hablando de uno que dedica poco tiempo a las cosas de Dios. Pasan poco tiempo leyendo la Biblia, en oración y en asistir a la iglesia. Están manifestando indiferencia a las cosas espirituales. Cuando vienen los lobos rapaces los indiferentes dicen, “¿qué mi importa? No voy a discutir sobre esto”.
2. La imprudencia de escuchar voces ajenas de su iglesia
No digo que está mal escuchar programas de radio y de la tele, pero debe saber distinguir entre lo bueno y lo malo. En la radio hay un sin fin de programas religiosos. No son todos buenos. Hay predicadores con elocuencia que fácilmente pueden captar oyentes. Hay creyentes que pasan más tiempo escuchando a ellos que escuchando a su pastor. Si ellos son lobos rapaces fácilmente pueden llevar a los creyentes al mal camino.
3. Una inclinación hacía al entretenimiento
La gente en el día de hoy está enloquecida con el entretenimiento. Si no es divertido, no tiene valor. Claro, el trabajo no es tan divertido pero es obligación. Todo lo demás tiene que ser divertido. Muy a menudo líderes cristianos optan por usar el entretenimiento como cebo para traer la gente a la iglesia. Por supuesto, no tenemos que hacer las reuniones en la iglesia aburrido a propósito. No es pecado reírse en la iglesia, pero demasiada risa tiende a abaratar el mensaje divino. Esto es el motivo que muchos tienen por traer la música del mundo a la iglesia. Muchas iglesias están sacrificando lo sagrado para ofrecer a la gente lo que les agrada. Muchas veces es posible llenar una iglesia así, pero resulta en un cristianismo sentimental y superficial. El de agradar a la gente no debe tener prioridad sobre el adorar a Dios.
4. El aceptar los valores del mundo
Estamos rodeados por la influencia del humanismo. Los niños en el colegio están indoctrinados en esta filosofía. Esto afecta su cosmovisión. Resulta en que lo que dicen los psicólogos tiene más autoridad que la enseñanza bíblica. La teoría de la evolución está tan profundamente arraigada en la mente de los jóvenes que la teoría de la creación directa suena como un cuento de hadas. Líderes cristianos, sin convicciones, están dispuestos a dejar a los psicólogos meter error en la mente de los de su rebaño. En vez de arriesgar el ser llamado anticuados, no tocan el tema de la creación. Colosenses 2:8 dice “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”.
5. La flaqueza
La flaqueza produce creyentes débiles. No están dispuestos a leer y aún menos estudiar. Por eso, quedan ignorantes de las grandes doctrinas del Cristianismo. No asisten fielmente a su iglesia y, por eso, no se califican para servir en la iglesia. No son capaces de distinguir entre lo bueno y lo malo. Son creyentes inmaduros y no están dispuestos ni capaces de defender la sana doctrina.
¿Le importa que su iglesia tenga un buen futuro? Si es que sí, entonces es importante esforzarse para no ser estorbado por lo que debilita la iglesia y la lleva por el mal camino. Sus antepasados sacrificaron y lucharon para que usted tenga una buena iglesia. No sea negligente en su deber de defender la sana doctrina en su iglesia y la práctica que agrada y alaba a Dios.