Mi tributo al Pastor Leonardo Alcón (1956-2023)

Fue hacia fines del año 1990 cuando estaba estudiando para el ministerio en Oklahoma City que fui invitado al departamento hispano donde Leonard Alcón era el pastor. Al oír su predicación en español, al conocer a los queridos hermanos de diversos países latinos y al cantar los himnos con los cuales me crie en Argentina, quedé tan conmovido que jamás regresé a la iglesia americana en los próximos cuatro años de mis estudios, excepto para algún evento especial, solo si se requería mi presencia. Cuando decidí visitar la iglesia del Pastor Alcón ese día, no tenía ninguna idea como Dios usaría al pastor y a su obra para impactar mi vida. Aunque me crie en Sud América hablando el español (o como lo llaman en Argentina, «castellano»), no tenía hasta ese momento planes concretos de servir al Señor utilizando ese bello idioma que aprendí de niño.

Durante mis años bajo el ministerio del Pastor Alcón se vieron muchas vidas transformadas para la gloria de Dios. Todavía se ve el fruto después de treinta años. Me refiero a casos como Pedro Fernández y José Elguera, para solo mencionar dos de entre muchos.

Uno de las anécdotas con las cuales recuerdo al Pastor Alcón con más cariño fue cuando acompañé a su familia en un viaje a México en 1998. En aquel tiempo yo era soltero, y el Pastor Alcón me trató como si fuera parte de su familia. Por ejemplo, cuando llegamos al hotel, procedí a solicitar una habitación. El Pastor me detuvo y dijo, «no tienes por qué estar solo. ¡Puedes quedarte en la habitación conmigo y mi hijo!». Y así fui tratado como un miembro de la familia durante todo el viaje. Mi historia no es única, pues he oído de muchos más quienes sintieron en el Pastor Alcón el amor y el cariño de un padre.

Llegué a conocer que el Pastor Alcón no perdía interés en su atención pastoral aun cuando un miembro de su iglesia se mudaba lejos. Eso lo sé por experiencia propia cuando su servidor fue hospitalizado en múltiples ocasiones, pero mi caso no es único. Por un tiempo serví al Señor en el sur de Florida. Un día me llamó el Pastor Alcón para informarme de una ancianita viviendo en el área que anteriormente había sido miembro de su iglesia. Me dijo que ella estaba gravemente enferma, y me pidió si por favor podría visitarla, lo cual hice con mucho gusto. Por un tiempo pensé que el Pastor Alcón se interesó en mí por el hecho de que yo era un predicador al mundo hispano. Pero al notar su atención por un miembro anterior de su iglesia, ahora una viuda anciana que se había mudado al otro lado del país años antes, reconocí que su interés en otros de veras era genuino y sin parcialidad.

La última vez que vi al Pastor Alcón, mi vehículo necesitaba un arreglo. Llevé mi vehículo a un taller en Oklahoma City. Cuando fui a recoger el vehículo y pagar por la reparación, el taller me informó que alguien ya había pagado la cuenta por mí. Aunque no quiso confirmarlo abiertamente (excepto con su sonrisa característica), seguramente fue el pastor Alcón quien pagó la cuenta por mí, porque él me había recomendado el taller, y no había casi nadie más que sabía del asunto.

Doy gracias a Dios por personas como él que fueron de gran ejemplo e impacto en mi vida.

El Pastor Alcón se nos adelantó. Algún día tendremos un reencuentro en la gloria. Por tanto, en vez de pensar en términos de un adiós final, será un ¡hasta luego!

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